David Lynch siempre ha tenido dificultades para sacar adelante sus proyectos. La producción de su primera película, “Cabeza Borradora” (1977) se prolongó cuatro años y estuvo lastrada por todo tipo de problemas, la mayoría de ellos relacionados con el dinero. Más de veinte años después, la realización de su quinto film, “Mulholland Drive” (2001) le llevó casi el mismo tiempo, aunque por razones completamente diferentes.