martes, 31 de diciembre de 2024

1990- LA SAGA DE WORTHING – Orson Scott Card

El origen de “La Saga de Worthing” es bastante enrevesado y azaroso. Para empezar, hay que decir que es un fix-up, esto es, una novela creada a partir de una serie de escritos publicados anteriormente por separado y modificados para dar una ilusión de consistencia y continuidad. Seis de ellos formaron parte de “Capitol” (1979), el segundo libro publicado por Card y su primero de CF. A continuación, vendría “Hot Sleep” (1979), que es el verdadero antecesor de la obra que nos ocupa. Card no quedó muy conforme con el resultado y, cuando lo reescribió, aprovechó para incorporar varios de los cuentos anteriores y retitularlo como “The Worthing Chronicle” (1983). En ese momento, tanto “Capitol” como “Hot Sleep” fueron retiradas de catálogo y algunas de las historias incluidas en ellos pasaron a ser inencontrables. Unos cuantos años más tarde, Card volvió a revisitar esta novela y, otra vez, le dio un nuevo título, “La Saga de Worthing”, que comprende todos los cuentos de “Capitol” excepto cuatro, el final de ese libro y otros tres relatos escritos con anterioridad, dos de los cuales estaban inéditos.

 

La historia se desarrolla en un futuro lejano en el que la Humanidad se ha extendido por multitud de mundos sin encontrar oposición. En un remoto e insignificante planeta cuyos habitantes viven en un estadio tecnológico medieval, una aldea vive pacíficamente desde hace incontables generaciones, hasta que ocurre una tragedia: de repente, sus habitantes comienzan a sufrir lesiones y accidentes y a experimentar dolor y pena, todo lo cual había sido hasta entonces completamente desconocido para ellos. Al mismo tiempo, llega al lugar una pareja de forasteros: un anciano, Jason Worthing, y una joven mujer, Justicia, que se comunican entre sí exclusivamente por telepatía. Se alojan en la posada y le piden al hijo del dueño, Lared, que escriba la historia de su vida. Worthing le transmite cada noche al muchacho, a través de sueños vívidos propiciados por el poder mental de Justicia, los épicos eventos en los que ha participado, revelándole a Lared una terrible verdad que le cambiará para siempre.

 

Esta es la historia marco que alberga y conecta los cuentos que vienen a continuación y que van a narrar la vida de Jason Worthing, cómo llegó a comprender su poder telepático, cómo lidió con los prejuicios y odio que los humanos ordinarios sentían contra los de su condición, sus esfuerzos por establecer una colonia planetaria bajo circunstancias muy difíciles y las gestas y desmanes de sus descendientes. El libro va alternando, por una parte, la evolución de Lared conforme adquiere el conocimiento transmitido por Worthing (sus inquietudes, sus dudas y su tránsito a la madurez) y cómo esto afecta a quienes le rodean en la aldea; y, por otra, los sueños que tiene con la vida de Worthing y que a la mañana siguiente transcribe frenéticamente.

 

Todo empieza en el imperio de Capitol y la dependencia de sus ciudadanos de una droga llamada Somec, cuyo efecto es el de ralentizar el envejecimiento, pero solamente mientras se duerme. Originalmente diseñada para los viajeros espaciales que se desplazaban a velocidades relativistas, el Somec ha pasado a ser consumido por los miembros más pudientes de la sociedad, ansiosos por extender sus vidas a pesar de que la mayor parte de ese tiempo “extra” se lo pasen durmiendo. Se puede estar bajo el efecto del Somec durante un período comprendido entre uno y diez años, y luego pasar despierto periodos que van de un día (como la Emperatriz) hasta tres años. Pero esta perversa dinámica altera por completo los ciclos naturales de la vida y aboca a esa sociedad a la decadencia, no sólo por los comportamientos aberrantes que genera (y que son explorados en algunos de los cuentos) sino porque las mentes más brillantes son recompensadas con periodos de sueño más y más largos (o, una vida más extensa, según lo ven ellos), por lo que en los breves periodos que pasan despiertos ya no tienen tiempo de realizar ninguna otra aportación productiva. Aún peor, la droga milagrosa está sólo al alcance de los más ricos, que pueden posponer su muerte casi indefinidamente. Mientras las masas seguían viviendo sus cortas vidas como desde hace milenios, la élite económica pudo, con el transcurso de las décadas y siglos, multiplicar sus inversiones hasta edificar auténticos imperios.

 

La razón por la que algo como el Somec resultaría tan atractivo para tanta gente no llega a explicarse bien y, la verdad, a mí se me escapa el interés de esta obsesión por vivir siglos como un sonámbulo, despertando sólo cada cierto tiempo para echar un vistazo, disfrutar de ciertos placeres y luego volver a dormir. Es más, en la sociedad de Capitol, cuanto mayor es el periodo que pasa dormido el individuo, más alto es el estatus social que se le atribuye. Y, sin embargo, el sentido común nos dice que semejante proceder sólo serviría para alienarse del mundo y desprenderse de todo tipo de relaciones sociales, familiares o sentimentales. ¿Qué sentido tendría entonces vivir?

 

En cualquier caso, Jason es un “escrutador”, término que en esa sociedad se otorga a los telépatas, y, como tal, es víctima de los prejuicios derivados del miedo a sus poderes:

 

“Hasta el momento había sido un conflicto poco cruento. En la interminable guerra entre el Imperio y los Rebeldes (o los Usurpadores y los Patriotas, según el bando donde uno estuviera), ambas facciones habían empezado a usar pilotos estelares telepáticos. Los resultados fueron devastadores: los no-escrutadores resultaban inútiles, y pronto fue evidente para todos que los escrutadores, capaces de comunicarse en silencio, podrían unirse contra el Imperio y los Rebeldes, derrocar toda forma de gobierno, tomar el control del somec y de toda la burocracia. Mientras la gente normal no pudiera averiguar qué tenían en mente los escrutadores, era un desatino confiarles naves estelares.

 

De hecho, los pilotos escrutadores de ambos bandos estaban conspirando para finalizar la guerra e imponer la paz. Cuando ambos bandos intentaron privarlos de sus puestos, pensaron que aún podían lograr esa victoria. Capturaron las naves y declararon disueltos ambos gobiernos. El Imperio y los Rebeldes se unieron momentáneamente para exterminar a los escrutadores. Al principio los pilotos escrutadores se dejaron acosar. Aunque los escrutadores eran ejecutados en cuanto los capturaban, trataban de no causar mucho daño, aspirando al principio a un victoria, luego a una componenda, finalmente a la piedad. Pero el universo no tenía lugar para ellos; los escrutadores debían morir”.  

 

Pero Jason consigue el apoyo de un poderoso político, Abner Doon, que cree que la cultura sostenida por el Somec ha llevado a un estancamiento de la humanidad y quiere que Worthing le ayude a destruirla por su propio bien. (El concepto de estancamiento de la cultura y sociedad humanas es troncal en buena parte de la obra de Card, y estas historias se cuentan entre las primeras en abordarlo). Y así lo hacen, perpetuando sus nombres para la posteridad y siendo recordados en los siglos venideros como un Dios (Worthing) y un Diablo (Doon) bíblicos.

 

Jason es descrito como un hombre empático y poderoso gracias a sus habilidades telepáticas. Encarna el conflicto entre el impulso de cambiar la sociedad y el anhelo de llevar una vida armoniosa y tranquila. Su telepatía es herencia de un largo linaje genético que le permite entrar en las mentes ajenas y comprender sus puntos de vista. Por otro lado, Abner Doon representa una fuerza oscura y manipuladora que infunde miedo a toda la humanidad. Aunque está generalmente reconocida su genialidad intelectual, que le permitió derrumbar un imperio estelar, sí se cuestiona su honestidad. ¿Es un villano o un benefactor incomprendido? Sus actos precipitan una caída ya inevitable, pero también sientan las bases para la reconstrucción. La yuxtaposición de estas dos figuras plantea dilemas interesantes y preguntas morales que se extienden por toda la narración. La relación que establecen subraya las complejidades inherentes al uso del poder y cómo incluso las intenciones más nobles pueden desembocar en dolor y desgracia.

 

Worthing abandona el decadente, inmoral y corrupto imperio de Capitol junto a un nutrido grupo de sabios, perseguidos y disidentes políticos. El método de viaje espacial que describe la novela requiere el uso de Somec, pero también que los recuerdos del individuo se graben en un archivo informático y se almacenen separadamente del cuerpo. Desafortunadamente, los adversarios de Jason y Abner intentan destruir la nave en la que viajan, dañando en el proceso la mayoría de los módulos de memoria y dejando a Jason con un cargamento de cuerpos adultos dormidos con mentes de bebé.

 

Llegado a su aislado destino, Worthing emprende en solitario la difícil tarea de establecer una colonia. Va sacando cada vez a unos pocos compañeros del sueño Somec, acompañándoles mientras sus mentes maduran y dotándoles de las habilidades necesarias para cuidar de sí mismos. A continuación, despierta a otro lote de pasajeros. Una vez establecida la colonia, Jason comienza a tomar Somec, dejando a los colonos que vivan sus vidas durante años mientras él duerme. De vez en cuando, hace una pausa en su sueño y los visita para comprobar los progresos. Obviamente, Card quiere simbolizar con este pasaje un nuevo comienzo para la Humanidad, con la colonia ejerciendo de Jardín del Edén y Worthing de Dios. De hecho, con el paso de las generaciones y como sus visitas cada vez son menos frecuentes, los descendientes de los colonos originales acaban deificándolo.

 

Pero siendo una novela de Card, tiene que existir una serpiente en este Eden. Y, en este caso, adopta dos formas. La primera es la del único individuo cuyos recuerdos no fueron borrados durante el ataque y que en Capitol fue un peligroso agitador político. Worthing tiene muchas dudas sobre si despertarlo, aunque finalmente lo hace y, como era de esperar, no para bien. La otra serpiente es el propio Worthing, cuando toma la decisión de marcharse para construir un lugar apartado donde tener su propia familia, la Granja Worthing. Habiendo establecido su linaje, vuelve a sumirse en el sueño Somec dentro de la nave que los llevó allí, ahora reposando en el fondo del océano, pensando que, hasta que sus descendientes sean tecnológicamente capaces de llegar a él y despertarlo, debe permanecer ajeno a sus vidas. Los relatos de la Granja Worthing muestran cómo el gen “telepático” va reforzándose con cada generación hasta otorgar a su portador una gran variedad de poderes: comunicarse con los animales, sanar heridas, controlar las mentes… Cuando los descendientes más ambiciosos de Worthing deciden abandonar la granja y salir al mundo exterior para dominarlo, todo se tuerce.

 

Así lo descubre Jason Worthing cuando miles de años después despierta para encontrarse un mundo en el que sus herederos le han arrebatado el libre albedrío al resto de los habitantes del planeta. Utilizando sus poderes psíquicos, mantienen a todo el mundo en un estado de felicidad inducida, eliminando el dolor físico, cambiando sus recuerdos para que no sientan odio, tristeza, miedo o aprensión y, en fin, manteniéndoles apartados de las facetas menos reconfortantes de la vida. La cultura Somec y su efecto de estancamiento sobre la sociedad humana, ha sido reemplazada por vidas libres de sufrimiento físico y emocional, un estado aparentemente de gracia pero que, en el fondo, tiene el mismo resultado de anquilosamiento social y cultural. Worthing, con la ayuda de Justicia, una de sus descendientes, se propone cambiar la situación, momento en el que la narrativa vuelve al principio del libro.

 

Todo el conjunto de historias sobre Worthing y sus descendientes son una poco sutil e incluso forzada alegoría cristiana: Worthing, en el papel de Dios, cría a sus “hijos” desde la infancia, se asegura de que puedan cuidar de sí mismos, realiza algunos actos que sus “hijos” interpretan como milagros y luego se marcha dejándoles en herencia un Edén que ellos mismos se encargan de corromper debiendo él regresar en una especie de segundo advenimiento para corregir el camino que han tomado y devolverles la auténtica vida. La moraleja, al menos desde el punto de vista de Justicia, es que tan pernicioso es un dictador cruel como un supervisor benévolo en el sentido de que uno y otro privan de libre albedrío a los pueblos a los que vigilan.

 

Quien no se sienta demasiado entusiasmado con esos matices religiosos presentes en la trayectoria vital de Worthing, puede que encuentre más interesante las tribulaciones de los pobres aldeanos entre los que vive Lared, quienes deben aceptar el hecho de que aquellos enigmáticos e invisibles seres de gran poder que los habían vigilado y mantenido a salvo, ya no están. ¿Cómo sería una sociedad en la que nada pudiera causar daño y nadie morir excepto de viejo? El que desarrollaran un amplio cuerpo de supersticiones y tradiciones que en otras circunstancias habrían sido ridículamente peligrosas, nos enfrenta a la idea de hasta qué punto el miedo a las consecuencias de nuestros actos condiciona gran parte de nuestro comportamiento. Cualquier sociedad como la del planeta de Lared que, ante la falta de consecuencias, mantenga una tradición de paso a la madurez que consiste en arrojar al joven a una balsa y luego prenderle fuego, no se molestaría en tomar precauciones a la hora de cazar animales peligrosos, afrontar las inclemencias del tiempo extremo, cocinar la comida correctamente, manejar armas o herramientas afiladas…. De repente y a resultas del Día del Dolor (el momento en el que Worthing deshizo el control mental sobre los habitantes del planeta), la vida cambió por completo y eso es más terrorífico de lo que pueda pensarse. De la noche a la mañana, el mundo se ha convertido en un lugar extremadamente peligroso e incierto que exige un nuevo nivel de atención y compromiso con uno mismo.

 

El cuerpo principal de la historia termina en este punto, con Worthing y Justicia marchándose y dejando a Lared en posesión del manuscrito que le han “dictado”. La novela incluye también los Cuentos de Capitol, no relacionados con Jason Worthing; y los Cuentos del Bosque de las Aguas, protagonizados por los descendientes de aquél y a los que se había aludido en la narrativa principal, pero sin llegar a desarrollarlos. Las narraciones ambientadas en Capitol tienen todas que ver con el Somec, sus efectos y consecuencias, pero, como he dicho, no aclaran por qué su consumo está tan extendido. De hecho, da la impresión de que cualquiera que no tomara Somec podría dominar cualquier campo profesional de su elección dado que podría dedicar más tiempo a su perfeccionamiento y actuar más rápido que sus competidores, los cuales solo podrían hacerlo a través de intermediarios y apoderados durante gran parte de sus extensas vidas.

 

Destaca de entre estos cuentos uno sobre una mujer que se hace famosa simplemente grabando cada aspecto de su vida para vendérselo luego a sus fans. Con el tiempo, pierde la capacidad de distinguir la realidad del espectáculo que ofrece en las grabaciones, incluida la naturaleza de sus relaciones sentimentales. A juzgar por el ecosistema mediático de telecelebrities, instagramers y tiktokers que exhiben sin pudor su vida privada a millones de dedicados seguidores tan superficiales como ellos/as, podemos afirmar que, una vez más, la realidad terminó por imitar la ficción.

 

La novela toca varios temas que se convertirían en recurrentes en la obra posterior de Card (y utilizo el condicional simple porque, aunque “La Saga de Worthing” se editaría en 1990, como ya dije incluye textos pertenecientes a la primera etapa del escritor, previa a sus novelas más conocidas). En primer lugar, los personajes cuyas vidas se prolongan tanto que acaban alienados de la corriente temporal y de todos aquellos que una vez les importaron; y cuando me refiero a prolongarse, no significa necesariamente que esos largos periodos los hayan vivido enteramente, tal y como ocurre en la saga de Ender o en “Un Planeta Llamado Traición” (1979). Y, en segundo lugar, la Fantasía mágica disfrazada de CF, algo también presente en “El Maestro Cantor” (1980), “Un Planeta Llamado Traición” (1979), la segunda mitad de la serie de Ender o “Wyrms” (1987). Los cuentos de la Posada de Worthing son básicamente fantasía. De hecho, como el propio Card señala, ésa fue la razón por la que los rechazó Ben Bova, a la sazón editor de la revista “Analog”.

 

En el prefacio, Card asegura que “La Saga de Worthing” es CF y tiene razón en tanto en cuanto los poderes psiónicos tienen una larga trayectoria dentro del género. Pero los descendientes de Worthing llegan mucho más lejos, hasta el punto de que un solo individuo puede controlar la actividad de un planeta entero, manteniendo a salvo a todos sus habitantes de cualquier daño o dolor. Esto trasciende la CF para entrar en el campo de la Fantasía. Los poderes que exhiben los miembros del clan Worthing son prácticamente los propios de un superhéroe o un mago: sanación, control mental, la capacidad de fundirse con la roca o controlar el flujo del tiempo (todos ellos, por cierto, también manejados por el personaje de Lanik Mueller en “Un Planeta Llamado Traición”). Es difícil aceptar la idea de que podrían haber evolucionado a partir del “simple” poder de leer mentes, ni siquiera como producto de un programa eugenésico cuidadosamente planeado. Dicho lo cual, todas las historias son interesantes y tratan temas profundos como el perdón, la compasión, el poder de la virtud, la redención o los peligros inherentes a los celos y el miedo.

 

El principal problema es que Card intenta encajar demasiado en una sola historia, y la conexión entre los relatos de Capitol sobre la droga Somec y las de la Posada de Worthing sobre el ascenso de una tiranía de telépatas es tan débil que el conjunto no es homogéneo. Si bien los personajes de la historia marco son en general interesantes y están bien escritos, los del bloque de Capitol están solo abocetados para ilustrar el punto que al autor le interesa; y los de los relatos del proceso colonizador y los Cuentos del Bosque de las Aguas están demasiado idealizados (sospecho que, probablemente, se inspiraron en figuras del Libro de Mormón, aunque como no he leído esa obra, no lo puedo asegurar). Es posible que esto obedezca a que la historia marco se escribió años más tarde con el fin de conectar los cuentos muy diversos y anteriores que componen este volumen, y el mejor trabajo de caracterización y desarrollo de los personajes de este segmento más tardío refleja la maduración del propio Card como escritor. Los cuentos en sí constituyen un buen ejemplo del trabajo temprano de Card, pero la obra global no está a la altura de sus obras más importantes.

 

“La Saga de Worthing” es una exploración de ideas religiosas y preceptos morales a través del filtro de la Ciencia Ficción y la Fantasía y bajo el formato de un conjunto de cuentos interrelacionados en un ambicioso arco temporal de miles de años que profundiza en lo que significa ser humano y expone ideas tan originales como evocadoras que invitan al lector a reflexionar sobre cuestiones filósoficas como el Tiempo, la Felicidad, la Libertad o la Inmortalidad y de qué forma todos esos conceptos están relacionados con el sufrimiento humano y potenciados, modificados o neutralizados por el desarrollo tecnológico.

 


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