
Mary Shelley retomó el relato de ficción futurista con "El Último Hombre", cuya acción la autora sitúa entre los años 2070 y 2100. La mayor parte de la historia es un relato romántico muy del gusto de la época, donde se narra en primera persona la historia del ascenso y caída de las fortunas de un grupo de amigos, un melodrama dominado por los sentimientos encendidos y la idealización de conceptos como el amor, el patriotismo o la devoción filial.