Es innegable que la belleza, o el mantenimiento de la misma, sólo se consigue a un alto coste. Incluso si somos del tipo de espectadores que valoran más la historia, los temas y las interpretaciones que el atractivo físico de los actores, no podemos obviar el hecho de que una de las reglas inmutables de Hollywood es que una cara bonita o una figura favorecedora venden. Como también es cierto que, aunque las caras bonitas van y vienen demasiado rápido como para asociarlas con algo sustancial, Hollywood ha demostrado ser una fábrica fiable a la hora de producir rápidamente al próximo Brad Pitt, Margot Robbie o quien sea que alimente las fantasías de espectadores de ambos sexos.