En 1954, el escritor de terror estadounidense Richard Matheson publicó "Soy Leyenda", la primera gran novela de vampiros del siglo XX. Como Matheson comentó -en un estilo verdaderamente posmoderno- en el propio texto del libro, los vampiros habían pasado, en cuestión de siglos, del folclore y la superstición a la literatura y luego al territorio de la ficción pulp y las películas de serie B. Su mejor momento lo habían alcanzado con la clásica novela de Bram Stoker "Drácula" (1897) y la película de F.W. Murnau "Nosferatu" (1922). Durante tres décadas, la noción del vampiro como centro de una obra seria y culta había pasado a un estado latente para resurgir, fiel a su estilo pero en clave científica, con "Soy Leyenda" (acerca del argumento, me remito a la entrada que ya le dediquéen el blog).
Desde el momento de su publicación "Soy Leyenda" fue recibida con entusiasmo y críticas unánimemente positivas y hoy sigue siendo una de las novelas más influyentes tanto del género de la CF como del Terror. "Creo que el autor que más me influyó como escritor fue Richard Matheson", aseguraría nada menos que Stephen King. "Libros como "Soy Leyenda" fueron una inspiración para mí". Otros grandes nombres del género coincidieron con él en su valoración. "Hace mucho tiempo leí "Soy Leyenda", contó el autor británico Brian Lumley, "y empecé a escribir terror más o menos al mismo tiempo. Desde entonces no he dejado de hacerlo. Matheson inspira, así de simple". Para Dean Koontz, "Soy Leyenda" fue "la novela de vampiros más inteligente y fascinante desde "Drácula".
No fueron sólo aquellos que compartían el talento de Matheson para el terror los que se inclinaron ante la genialidad de "Soy Leyenda". El cine no tardó en reivindicar esa historia de vampiros creados por los horrores de la ciencia. En 1957, el propio Matheson escribió una adaptación de su novela para Hammer Films, la compañía británica que entonces disfrutaba del éxito de su primer largometraje de terror a todo color, "La Maldición de Frankenstein" (1957). Posteriormente, Hammer vendió el guión al productor Robert L. Lippert, y éste se lo dio para su reescritura a William P. Leicester (Matheson retiró su nombre del proyecto, optando por figurar acreditado como "Logan Swanson"). El resultado final fue "El Último Hombre sobre la Tierra”, una adaptación relativamente fiel protagonizada por Vincent Price como el Dr. Robert Morgan, rodada en Italia por Ubaldo Ragona en 1961 y estrenada por American International Pictures en 1964. Apenas siete años después, en 1971, la historia fue adaptada de nuevo como "El Último Hombre... Vivo" ("The Omega Man"), en la que Charlton Heston se enfrenta al acoso nocturno, no exactamente de vampiros, sino una siniestra hermandad de albinos enfermos vestidos con unas sotanas tan negras como sus rostros eran blancos y organizados en un pesadillesco colectivo llamado “La Familia”. Igualmente, me remito a la entrada que le dediqué a esta película.
Valga ahora decir tan solo que en esta versión, adaptada por John William y Joyce H.Corrington (“La Batalla del Planeta de los Simios”, 1973) y dirigida con estilo por el veterano de la televisión Boris Sagal, Neville descubre un antídoto sintetizado a partir de su propia sangre inmune a la enfermedad que ha transformado o matado al resto de la humanidad, pero se encuentra con que los miembros de la Familia están más interesados en convertirle a él a su “causa” que en curarse ellos mismos. La película, repleta de imaginería religiosa hasta el mismísimo plano final, concluye con una nota cautamente optimista: Neville se sacrifica para que un puñado de otros supervivientes que había conocido en el curso de la historia tengan una oportunidad de seguir siendo humanos y reproducirse. Sin embargo, Matheson no quedó muy impresionado por esta versión, afirmando que “estaba tan alejada de mi libro que no sé por qué se molestaron. No era más “Soy Leyenda” que “Dejada en Prenda” (una comedia de 1934 protagonizada por Shirley Temple)”.
Aunque ambas adaptaciones se habían desviado a menudo y de manera significativa de la trama de la novela, ésta siguió ejerciendo una gran influencia en muchas otras películas, en especial la serie de zombis firmada por George A. Romero, que convirtió a los vampiros de Matheson en una forma igualmente formidable de no-muertos, que se tambaleaban por las calles y centros comerciales como una terrorífica parodia sin cerebro y sin alma de sus vidas anteriores. Los numerosos imitadores de Romero y la rapidez con la que sus películas perdieron el favor del público (sobre todo por acabar cayendo en la autoparodia), pudieron haber contribuido a la falta de interés en volver a adaptar, con más medios y un espíritu más actual, la novela de Matheson.
Sin embargo, a principios de los años 90, el resurgimiento del cine blockbuster y en particular del género terrorífico, unido al éxito de la película de Francis Ford Coppola "Drácula" (1992), condujeron a una recuperación del interés por la historia de terror gótico y urbano que Matheson había imaginado cuatro décadas antes y cuyos derechos habían pertenecido a Warner Bros desde "El último hombre... vivo".
En 1996, Warner Bros le compró a Mark Protosevich un guión propio, “La Celda”, que fue rodado y estrenado en 2000, dirigido por Tarsem Singh y protagonizado por Jennifer Lopez y Vincent D'Onofrio. A continuación, el productor Lorenzo di Bonaventura (“Constantine”, “Transformers”, “Stardust”) le ofreció al guionista trabajo en uno de los tres proyectos que estaba desarrollando. "El primero que mencionó fue 'Soy Leyenda'", recuerda Protosevich, "y en cuanto lo dijo, ni siquiera valió la pena hablar de los otros dos. Allí estaba uno de mis libros de Ciencia Ficción favoritos de uno de mis escritores favoritos, y 'El Último Hombre... Vivo' había sido una de mis películas favoritas cuando era niño. Allí estaba yo, con la oportunidad de hacerlo. Fue una suerte increíble". Esa misma noche, redactó un tratamiento de guion, se lo presentó al estudio y obtuvo el trabajo.
Protosevich, gozando prácticamente de libertad absoluta, empezó a explorar algunos de los aspectos de la historia que más le habían llamado la atención cuando, siendo un niño, vio por primera vez "El Último Hombre... Vivo" en un autocine. ¿Cómo se sentiría alguien siendo la última persona sobre la Tierra? ¿Podría sobrevivir, tanto física como mentalmente? "Esta no es la historia de un superhombre. Cuando lo conocemos, está en modo supervivencia y se mantiene entero y cuerdo. Pero siempre se sugiere que podría derrumbarse en cualquier momento, que es muy frágil". Habían pasado más de cuarenta años desde que Matheson publicara su novela y Protosevich sabía que ciertos aspectos de la historia iban a necesitar una actualización. "La novela tiene mucho más que ver con la sensibilidad de los años cincuenta. Siempre pensé que gran parte del libro consistía en la paranoia de los suburbios, porque Neville es un personaje muy suburbano, con su pequeño bungalow, y son sus vecinos los que de repente se vuelven contra él".
El público también había cambiado, una realidad que dio lugar a una de las pocas "notas" u orientaciones que el estudio le pasó al guionista antes de ponerse a trabajar y que básicamente ordenaba que no hubiera vampiros. Sin embargo, Protosevich sabía que para hacer una adaptación válida de la historia de Matheson, era necesario conservar suficientes aspectos de aquélla, entre ellos la naturaleza vampírica de los monstruos: "Quería que las criaturas fueran alérgicas a la luz, y sedientas de sangre o carne cruda. Sin duda darían miedo".
Pero, en la práctica, había otro factor clave a tener en cuenta: poner en pantalla el escenario postapocalíptico iba a costar muchísimo más que en 1964 o 1971, y, por lo tanto, Protosevich tendría que asegurarse de que la película fuera manejable técnicamente y contara con un protagonista con el suficiente atractivo como para seducir a una gran estrella. "No quiero que suene como si fuera una burda decisión comercial. No lo fue. Fue más bien, "Tomemos esta historia pequeña, íntima, trasladémosla a un lienzo más grande y dejemos que se cuente sola, sin limitaciones". En otras palabras, intentaría mantener la integridad de la historia, al tiempo que la abría a una audiencia contemporánea... y a una estrella rentable.
El primer borrador de Protosevich estaba ambientado en San Francisco en el año 2002, unos cuatro años después de que un catastrófico brote viral hubiera convertido a todos los supervivientes –menos el protagonista- en criaturas llamadas "Hemocitos" y que él describía de esta forma: "Un rostro demoníaco. La carne es blanca y fantasmal, tan desprovista de pigmento que pueden verse las venas azules y púrpuras bajo la superficie. Sus ojos son de un frío y sobrenatural azul/gris y blanco. No tienen pelo en absoluto: ni en la cabeza, ni cejas, ni vello facial. Sus labios son de un intenso rojo rubí. Estas cosas alguna vez fueron humanas, pero ahora, ahora... Aunque consumen sangre, son alérgicas a la luz y tienen otras similitudes con los vampiros, no lo son. Son algo nuevo, algo que nunca hemos visto antes, algo sorprendentemente diferente. No hay nada en su existencia o comportamiento que se base en lo oculto o lo sobrenatural. Son reales".
La historia, salpicada de flashbacks que detallan la llegada de la plaga, comienza con la rutina diaria de Neville: graba un video para la posteridad; transmite un mensaje por la emisora local de radio con la vana esperanza de que algún otro superviviente esté escuchando; alimenta a su perro; mira videos de viejos programas de noticias con los que engañarse por un momento y creer que la vida continúa siendo normal. Finalmente, comienza su siniestra tarea diaria de cazar Hemocitos que, sabe con certeza, tratarán de cazarlo él en cuanto se ponga el sol. Sin embargo, ese día en particular, Neville cae en una de sus propias trampas y todavía está a la descubierta cuando cae la noche. Sobrevive por los pelos y regresa a casa, pero su amado perro, su único compañero, ha sido mordido por otro can infectado y se ve obligado a sacrificarlo.
Neville, tan devastado como el vacío mundo al que insiste en llamar suyo, está ya a punto de desmoronarse cuando conoce a otra superviviente: una joven adicta a la morfina pero no infectada que se llama Anna. A un primer encuentro difícil le sigue una convivencia incómoda hasta que ella lo traiciona a los Hemocitos, quienes tienen a su hermano pequeño como rehén junto a otros supervivientes humanos “cosechados” para obtener su sangre. Neville es capturado y crucificado, pero logra escapar, conduce un tren subterráneo hasta la guarida de los Hemocitos, rescata a Anna, a su hermano y a tantos otros supervivientes no infectados como puede, y se hace a la mar. Son pocos, pero donde hay vida, hay esperanza.
Este borrador, que contiene muchos elementos presentes en la película final, fue recibido con entusiasmo por el estudio, que inmediatamente le dio un desarrollo prioritario bajo la supervisión del prolífico productor Neal H. Moritz, entre cuyos títulos se incluían por entonces "Volcano" (1997), "Sé lo que hicisteis el Último Verano" (1997) y "Crueles intenciones" (1999). El primer actor vinculado al proyecto fue Tom Cruise, cuya única incursión en el reino del fantástico por entonces había sido "Legend" (1985), dirigida por Ridley Scott, pero cuya afición por la ciencia ficción pronto iba a manifestarse de la mano de Steven Spielberg en "Minority Report" (2002) y "La Guerra de losMundos" (2005). El interés de Cruise nunca llegó a confirmarse oficialmente –seguramente en la década de los 90 le ofrecieron todos los guiones con un protagonista masculino blanco- pero en varias etapas de la producción se fue informando de que otros actores de primera fila, incluidos Mel Gibson y Michael Douglas, estaban considerando el papel.
El 6 de junio de 1997, “Variety” informó de que el actor de origen austriaco Arnold Schwarzenegger (que había coprotagonizado con el mismísimo "Hombre Omega", Charlton Heston, "Mentiras Arriesgadas", 1994, de James Cameron, y cuya ascendencia parecía sintonizar perfectamente con la visión de Matheson de Neville como alguien de origen británico-germano) se encontraba en negociaciones para interpretar al protagonista de “Soy Leyenda”. "En aquel momento", dice Protosevich, "Arnold estaba rodando "Batman y Robin", donde interpretaba a Mr. Hielo, y creo que Warner Bros tenía grandes expectativas para esa película y para Arnie, y estaban ansiosos por incorporarlo a otro proyecto". Schwarzenegger era el último actor en el que hubiera reparado Protosevich (quien había escrito el guión pensando en Daniel Day-Lewis), pero, aun así, pensaba que podía funcionar. "El personaje fue concebido como un hombre normal y corriente que, debido a las circunstancias extremas, se convierte en una persona físicamente muy capaz", se explicó el guionista, "Así que, físicamente hablando, Arnie era perfecto y sabía que podía manejar la acción. Y si tenía un verdadero potencial emocional, esta sería la oportunidad para que lo demostrara. Y lo que es más importante, tal vez se aseguraría de que la película saliera adelante".
El mismo artículo de “Variety” reveló que el director británico Ridley Scott probablemente firmaría el contrato para encargarse de la película. En ese momento, la reputación de Scott estaba en su punto más bajo: "1492, La Conquista del Paraíso" (1992) y "Tormenta blanca" (1996) habían sido rotundos fracasos de taquilla (un resultado que pronto compartiría "La Teniente O'Neill", 1997). Además, recientemente se había publicitado bastante el naufragio de una posible adaptación dirigida por él del best-seller de Richard Preston "Zona Caliente” (1994), que, como "Soy Leyenda", trataba sobre las consecuencias de una devastadora pandemia. De salir adelante "Soy Leyenda", sería la tercera película de ciencia ficción de Scott después de "Alien" (1979), una mezcla de ciencia ficción y terror, y "Blade Runner" (1982), a su manera una visión del mundo igualmente desoladora. "Hubo una enorme producción de libros de ciencia ficción en los años 30, 40 y 50, pero sólo unos pocos eran buenos", declararía más tarde Scott a "SFX". "Creo que el verdadero poder de la Ciencia Ficción es cuando te hace mirar hacia adelante y sentirte incómodo porque parece que está retratando lo que podría llegar a ser". Este énfasis en el realismo resultaría tan fundamental para la versión de Scott de "Soy Leyenda" como lo había sido para "Blade Runner".
Pensando que el borrador del guión carecía del suficiente peso dramático, Scott pidió al estudio que John Logan lo reescribiera. Éste había escrito "RKO 281" (1999), un telefilm de gran calidad producido por Scott; poco después, Logan compartiría un Oscar con David Franzoni por su trabajo en "Gladiator" (2000), otra película con Scott al frente. Como explica el propio Logan, "Cuando Ridley se involucra en un proyecto, tiene que volver a imaginarlo por completo para convertirlo en la película que quiere hacer".
A pesar de la insistencia de Scott en que hacía falta sangre nueva, Warner Bros le instó a reunirse con Protosevich. Al fin y al cabo, había sido su guion el que le había atraído al proyecto. "Sentí que no tenía ninguna posibilidad", dice Protosevich sobre la reunión. "Era como si John Logan estuviera escondido en un armario en algún sitio, porque (trabajar con él era) todo lo que Ridley quería hacer. Sencillamente, no estaba interesado en darme una oportunidad". Esto probablemente tuvo menos que ver con la opinión del director sobre la competencia de Protosevich que con el hecho de que Scott sabía que había escrito el guión bajo contrato con el estudio. "Desde el primer momento, muchos directores perciben al estudio como el enemigo, y yo era el escritor del estudio", dice, "Y lo siguiente que supe fue que me despidieron".
(Continúa en la siguiente entrada)
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