jueves, 15 de agosto de 2024

2023- ALÉGRAME EL DÍA

 


La ventaja de la animación es que con ella se pueden lograr cosas que no están al alcance de la imagen real y, además, a una fracción del coste de ésta. Aunque Netflix haya cerrado su propia división de animación, el gigante del streaming sigue encargando este tipo de proyectos a estudios externos, lo que demuestra que a corto plazo no va a renunciar a este medio. “Alégrame el Día”, producido en Japón por el estudio 5 Inc, es uno de esos productos.

 

Una preconcepción tan errónea como todavía extendida es que la animación es para niños. Desde los años treinta, las producciones de Disney hicieron mucho por asentar ese prejuicio pero a estas alturas y con la cantidad de películas y series de animación disponibles en las plataformas de streaming, debería ya ser hora de dejarlo atrás. “Alégrame el Día” es un anime de ciencia ficción para adultos que tiene más en común con, por ejemplo, “La Cosa” (1982) que con cualquier producto dirigido a un público infantil: es una historia dura, violenta, lúgubre y con una ambientación alienígena y fría.

 

Una nave de transporte de prisioneros se dirige al planeta Coldfoot. Mientras penetra en la atmósfera y luego sobrevuela una inmensa tundra helada hacia la colonia humana de ese inhóspito lugar, una voz informa a los convictos de que se dirigen hacia un “paraíso” en el que se extrae una fuente de energía milagrosa llamada Sig, con el que se está construyendo un futuro limpio y brillante para toda la Humanidad.

 

Puede que, efectivamente, el Sig esté permitiendo edificar esa utopía, pero para quienes han de sostenerla con la extracción del Sig en Coldfoot, ese lugar es un desolado infierno blanco. En la Prisión Blanca, los reclusos son obligados a realizar trabajos forzados, extrayendo en condiciones inhumanas el Sig a través de grandes pozos a cielo abierto. Las temperaturas están muy por debajo de 0º, la atmósfera es irrespirable y el trabajo peligroso.

 

El joven Jim Mirror pertenece a la sección civil de la colonia. Aunque trabaja como guardia a tiempo parcial, su verdadero sueño es ser artista. Vive junto a su abuelo en un bloque llamado Dust Box, donde las familias se apiñan en pequeños apartamentos. Ambos tienen una relación muy cercana con su vecina Selena, sus hijos, y una joven en avanzado estado de gestación llamada Marnie. 

 

Como guardia de la Prisión Blanca, a Jim le cuesta aclimatarse no ya a las duras condiciones derivadas del propio planeta, sino al ambiente poco amigable que crean sus compañeros, quienes lo tratan como un novato advenedizo que carece del temple y la brutalidad necesarios para ese trabajo. A Jim no le gusta el empleo, pero necesita dinero para sobrevivir en la colonia y no tiene más remedio que abandonar sus planes de convertirse en artista.

 

Un día, mientras se prepara para escoltar a los reclusos durante otra jornada de trabajos forzosos, se emite un anuncio: se han suspendido temporalmente las actividades de minería. Están enviando a un montón de trabajadores gravemente heridos al centro médico y nadie sabe muy bien qué está pasando. La situación parece empeorar y Jim y el resto de guardias son enviados al interior del pozo para investigar. Lo que descubren es que, después de todo, no estaban solos en el planeta y las operaciones mineras han despertado algo contra lo que no hay defensa y que amenaza con destruir la colonia y sus habitantes. Jim deberá aliarse con un convicto superviviente para encontrar la forma de rescatar a sus seres queridos y hallar una forma de escapar del planeta antes de que el protocolo de evacuación lance todas las naves.

 

En principio, esta miniserie de ocho episodios tiene lo necesario para causar la suficiente impresión inicial como para saltar al segundo episodio. Y aquí es cuando la apreciación del producto puede diferir dependiendo tanto del grado de familiaridad del espectador con la CF como de sus expectativas al abordarlo. Y es que lo que sigue es una serie de clichés y situaciones bastante tópicas que pueden satisfacer al consumidor generalista, pero que resultará derivativo, formulaico y poco original para el espectador avezado en el género, al que no le costará identificar aquí claras influencias de  películas como “Alien” (1979), “HorizonteFinal” (1997), “Tropas del Espacio” (1997) o series como “The Expanse” (2015-2022).

 

Ciertamente, vamos a encontrar pocas cosas originales aquí: un protagonista marginado (no sólo es de raza negra sino que ha de vivir en un entorno que desprecia su sensibilidad artística y su humanismo) que sigue el típico “camino del héroe”, incluyendo la figura del mentor (el convicto Walter, que también resulta ser menos fiero de lo que parecía) y el adversario (el comandante Bark, villano de manual que acaba redimiéndose de forma poco convincente); una amenaza alienígena que no se puede neutralizar; una cuenta atrás al final de la cual la base quedará destruida; una conspiración científico-gubernamental para encubrir un hallazgo potencialmente peligroso; la codiciosa corporación que explota recursos utilizando sin piedad a los elementos más desfavorecidos de la sociedad; los soldados arrogantes que acaban cayendo como moscas… Al menos, la media hora que dura cada episodio y un nivel de violencia adulto aunque no desaforado, hace más llevadera esta sucesión de lugares comunes.

 

Uno de los primeros problemas que se detectan en esta miniserie es el cambio de formato que experimentó el proyecto original. Al principio, Netflix lo anunció como una película, pero transformarla en serie requirió, primero, estirar la historia para alcanzar las cuatro horas de metraje; y luego, trocearla. Y, simplemente, no hay suficiente argumento como para que todo lo que vemos en pantalla resulte interesante. La transformación de Jim de chico débil, sensible e inexperto a líder fuerte, resuelto y capaz, no está justificada. De hecho, en el tercer episodio da el salto de uno a otro estadio en un instante, sin que se nos revele confusión interna o inseguridad más allá de una secuencia semionírica.

 

Es más o menos a mitad de serie cuando el ritmo empieza a acelerar y la situación se vuelve más apurada, el momento en el  que los personajes comienzan a cuajar algo, no solamente Jim sino el heterogéneo grupo que se reúne a su alrededor. Pero, aún así, “Alégrame el Día” no puede esconder la superficialidad de lo que aspira a ser una epopeya de CF madura y emotiva. Hay momentos muy intensos que ofrecen un destello de lo que podría haber sido, pero son demasiado escasos y distantes entre sí.

 

El trasfondo y la construcción de mundos es interesante. Dust Box es un lugar del que podía sacarse provecho, pero la acción nunca llega a detenerse lo suficiente en ese lugar (al menos antes de que estalle la crisis) como para saber algo de sus dinámicas cotidianas y organización, algo que podría haberse arreglado añadiendo uno o dos episodios más para presentar mejor la historia y el mundo en el que transcurre. Hay una base sólida sobre la que construir, de la que pueden extraerse temas interesantes y subtramas sólidas. Pero otros productos en la misma línea, como “Aliens” (1986) o incluso “Avatar” (2009) supieron describir mejor los codiciosos comportamientos de las corporaciones y su explotación de los trabajadores gracias a una narrativa más integrada y unos personajes más complejos.

 

Así que no se espere encontrar aquí temas de interés o algún comentario sociopolítico. Al principio y hacia el final se dan breves pinceladas de un mensaje a medio cocinar sobre el poder de las corporaciones y los Estados, pero, en último término, todos y cada uno de los villanos son redimidos y sus actos criminales del pasado se barren discretamente a un lado. Sin ir más lejos, hay un personaje que, literalmente, ata a Jim, lo muele a palos, orina en su cara y lo abandona dándolo por muerto. Pero, al final, todo son pelillos a la mar y sin rencores, aunque solo hayan pasado doce horas desde esa humillación.

 

Intencionadamente o no, las entidades implicadas en el fiasco de Coldfood, responsables como poco de conspiración, esclavismo y maltrato, son perdonadas o, como mínimo, se evita ahondar sobre la crueldad abyecta de  obligar a presos a trabajar en condiciones extremadamente peligrosas para generar beneficios a los intereses corporativos y sin tener en cuenta, además, las consecuencias medioambientales y sociales de ese tinglado. Por no hablar de negarse a detener los trabajos una vez descubierta la existencia de criaturas alienígenas.

 

Tampoco ayuda la torpeza y falta de ingenio de los diálogos. Cada frase parece más fría que el suelo del planeta prisión en el que se encuentran quienes las pronuncian y demasiado directas como para tener el impacto deseado. La mayoría de los personajes se limita a escupir las típicas frases contundentes de tipo duro, lo que produce la impresión de que este sea un producto escrito por adolescentes bordes para ser visto por adolescentes igualmente bordes.

 

Los aliens, por otra parte, son tan genéricos como pueda imaginarse. Visualmente, son bastante sosos y su diseño menos terrorífico que cómico. Su fisonomía se asemeja a la de tardígrados u osos de agua gigantes de color naranja cuya única característica interesante es el ataque que realizan con su lengua-tentáculo. Lo que inicialmente se presenta como una singular entidad desconocida, una máquina de matar imparable, rápidamente se convierte en un copia y pega de proporciones risibles: literalmente cientos y miles de manchas naranjas llenan la pantalla sólo para ser abatidas a tiros por los humanos. Cualquier intento de despertar una mínima simpatía hacia estas criaturas cuyo hábitat se ha visto invadido por extraños que les arrebatan su principal fuente de alimento, el Sig, se estrella contra las escenas de batalla con rayos láser y misiles a mansalva que los liquidan a miles sólo para ser reemplazados por la siguiente remesa.

 

También resulta irritante esa subtrama con un robot al que bautizan Casper, que se supone que es algo más que un autómata pero sin terminar de definir bien qué. Su diseño está a mitad de camino de un avestruz y un meca del videojuego “Titanfall”, y su personalidad no pasa del “beeb, boop… ¡somos amigos!”. El clímax de la gran batalla final se apoya en que Casper “recuerde” su antigua y amistosa programación, un suspense que no es tal por su predictibilidad. Parece un intento tan innecesario como fallido de conseguir que el espectador vea a este AT-ST de baratillo como una entrañable mascota.  

 

Peor que su falta de ambición conceptual es su estilo de animación. “Alégrame el Día” se esfuerza por alcanzar el nivel y estética de series contemporáneas como “Arcane” (2021), pero no lo consigue. El anime CGI casi nunca tiene buen aspecto y a menudo parecen escenas de videojuegos mal renderizadas. Esta miniserie, por desgracia, no es la excepción. No hay vida ni emoción en nada de lo que ocurre. En lugar de eso, los personajes, que parecen muñecos, corren de un lugar aburrido a otro, perseguidos por un enjambre interminable de criaturas de aspecto idéntico que avanzan a una velocidad de cinco fotogramas por segundo. Los personajes carecen de expresión y profundidad; los movimientos son rígidos; los entornos demasiado austeros e intercambiables y el tono anaranjado de las criaturas las hace destacar del gélido telón de fondo al tiempo que los separa de él, como si hubieran sido pintados a posteriori (lo cual, claro, es cierto). La falta de detalles y la sensación general de presupuesto ajustado, lastran el resultado global –aunque así y todo, sigue siendo mejor que otras series con animación CGI que pueden verse en plataformas de streaming-.

 

“Alégrame el Día” es una mezcla de ciencia ficción y terror que, sin podérsela calificar como producto de baja calidad, tampoco aporta nada nuevo al género. Si bien la historia de fondo y la construcción de mundos tiene cierto interés, lo que verdaderamente importa aquí es lo que sucede en cada instante. La trama incorpora un misterio y una conspiración, pero lo que ofrece sobre todo es una aventura sencilla, rápida y repleta de acción y peligro en un argumento y con unos personajes cuyo desarrollo y destino ya resultan obvios desde el principio. Si eso es lo que el espectador busca, un mero entretenimiento sin demasiada sustancia, originalidad ni personalidad, puede resultarle satisfactorio.

 

En cualquier caso, “Alégrame el Día” habría funcionado mejor como una historia autocontenida más corta que formara parte de una antología. Todo el potencial del que hubiera dispuesto en sus comienzos como proyecto, fue desperdiciado alargando una historia ya de por sí poco sustanciosa sin molestarse en rellenar el metraje extra con algo sobre lo que mereciera la pena detenerse a reflexionar o, al menos, unos personajes con carisma.

 


1 comentario:

  1. ¡Hola! No conocía esto, pero es verdad que gracias a la ciencia ficción se pueden mostrar muchas cosas que en otros géneros es imposible. Un abrazo ❤️

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