Libros, películas, comics... una galaxia de visiones sobre lo que nos espera en el mañana
lunes, 31 de octubre de 2011
1913- CUANDO VINO GUILLERMO – H.H.Munro
Inglaterra ha sido conquistada y anexionada a Alemania. Esta es la inquietante –para los británicos- premisa inicial de “When William Came”, escrita en los turbulentos momentos que precedieron a la Primera Guerra Mundial.
En la novela, la acción comienza en un futuro muy cercano, en la posguerra entre ambos países europeos. El “Guillermo” del título hace referencia al káiser Guillermo II, de la casa Hohenzollern. El libro es una crónica de la vida en Londres bajo la ocupación alemana y los cambios que el triunfo y ocupación germanos han traído a la ciudad. Como la novela “El misterio de las arenas” (Robert Erskine, 1903), predice la Primera Guerra Mundial, aunque a estas alturas tal vaticinio tiene más bien poco mérito y, de hecho, la ocupación alemana que imagina es mucho más benigna que la que efectivamente tendría lugar antes y durante la Segunda Guerra Mundial en Europa
Se trata de una novela perteneciente a ese floreciente género que tanto hemos comentado aquí, la literatura de invasión, que durante decenios versó sobre guerras ficticias –aunque cada vez sonaban menos literarias y más reales- entre las potencias europeas. En la clásica pescadilla que se muerde la cola, la literatura de invasión, enormemente popular, alimentaba el horno en el que se cocía la explosiva mezcla de patriotismo y paranoia. La gente creía ver por todos sitios espías y saboteadores que preparaban el camino a los ejércitos enemigos; los periódicos se hacían eco de esas fantasmagorías y el servicio secreto las investigaba. Para cuando los políticos encendieron la mecha, la sociedad estaba preparada para lo que ellos creían iba a ser una guerra tan gloriosa como las que aquellas novelas retrataban: las oficinas de reclutamiento registraban largas filas de jóvenes preparados para defender el honor de su país en un conflicto que prometía ser corto. El horror de las trincheras apagaría pronto el incendio y este tipo de libros desapareció ahogado por la horrible realidad.
Saki –seudónimo del escritor Hector Hugh Munro- era uno de tantos británicos que opinaba que el apaciguamiento era la actitud equivocada en las relaciones con Alemania y así, esta novela critica sin tapujos la política británica contemporánea, expresando en voz bien alta que, si no quiere verse inmerso en un futuro tan negro como el que retrata, el pueblo inglés debe prepararse para la guerra.
El propio Munro moriría por los ideales que propugnaba en su novela. Nacido y criado en Birmania, a los veintiséis años se trasladaría a Londres para trabajar como periodista en el Westminster Gazette. Allí, bajo el seudónimo de Saki, publicaría artículos e historias cortas plenas de sátira e ingenio. Escribió un par de libros y trabajó como corresponsal extranjero en los Balcanes, Rusia y París, donde fue testigo de primera mano de los manejos de la política internacional. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, fue uno de los miles de hombres que hicieron cola en las oficinas de reclutamiento para presentarse voluntario. Aunque su edad le eximía del servicio de armas, insistió en alistarse. Murió en Francia en 1916, víctima de un francotirador. Para entonces, probablemente, ya se había dado cuenta de que la realidad era mucho más horrible de lo que su ficción había imaginado.
jueves, 27 de octubre de 2011
1992- ALIEN3. - David Fincher.
Tras el éxito de los dos primeros films de Alien, se produjo un importante bache en la saga. Las cosas se torcieron desde el comienzo. Los productores contrataron primero a Renny Harlin -"La Jungla de Cristal 2", “Deep Blue Sea”- como realizador, pero tras un año trabajando en el guión no supo dar con algo que verdaderamente apartara la nueva película de las anteriores. El neocelandés Vincent Ward ("The Navigator") convenció a los ejecutivos de la Fox con una historia ambientada en un mundo artificial de madera habitado por monjes. Los estudios le dieron luz verde y los diseñadores, artistas conceptuales y técnicos diversos se pusieron manos a la obra en los estudios londinenses de Pinewood. Sin embargo, a mitad de preproducción, los indecisos productores exigieron una serie de cambios que alteraban sustancialmente la historia, socavando al mismo tiempo la autoridad de Ward hasta tal punto que éste decidió abandonar (o forzar su despido, véase como se quiera).
Y ahí entra el entonces el desconocido David Fincher, quien, al igual que Ridley Scott, provenía del mundo de los anuncios televisivos y los vídeos musicales. Probablemente ilusionado por la oportunidad de dirigir su primera película y nada menos que para una franquicia del peso de Alien, aterriza en medio de un campo de batalla en el que nadie sabe muy bien lo que ocurre, con una historia ya hecha pero que hay que reescribir continuamente sobre la marcha, unos decorados a medio hacer que es necesario transformar y adaptar al guión que se va improvisando, un presupuesto inflexible a las demandas del director y con una fecha de estreno ya fijada e inamovible que añadía aún más presión a la mezcla…
El desconcierto y la incomodidad de todo el equipo ante tal situación era tan inevitable como comprensible. Incluso H.R.Giger, que realizó nuevos diseños para la criatura, acabó molesto con el estudio y desvinculado en lo sucesivo de la franquicia. Fincher, sometido a una presión brutal, acabó tan quemado que abandonó el barco antes de completar el montaje. Nunca ha querido oír hablar de la película, ni siquiera para montar su propia versión en las ediciones especiales en DVD que se hicieron de la serie. En los extras, de hecho, no aparece ni una sola entrevista con él.
Una de las historias que se barajaron para la película fue escrita por el famoso escritor de CF William Gibson. En ella, la acción transcurría principalmente en una estación orbital terrestre y la infección alien se transmitía por el aire. Los infectados se arrancaban la piel y se convertían en xenomorfos. La nave Sulaco, superviviente de la segunda parte, regresaba a casa en medio de intrigas políticas y Ripley, Hicks y la pequeña Newt mantenían su protagonismo.
Otros guiones que se consideraron fueron escritos por Eric Red o David Twohy ("Pitch Black"). El de Vincent Ward, ya lo he dicho, transcurría en un mundo poblado de monjes que veía al alien como el cumplimiento de sus profecías religiosas, una versión que acercaba la película más al género del terror fantástico que al de la CF. El guión definitivo (tras más de una decena de propuestas), siguió derroteros completamente diferentes.
Al final de la película de Cameron, Ripley, Hicks, el androide Bishop y la pequeña Newt iniciaban en animación suspendida el viaje de regreso a casa a bordo de la nave Sulaco. Pero, sin ellos saberlo, un alien se ha infiltrado en la nave causando una avería que activa el sistema de evacuación de emergencia. El vehículo de escape se estrella en un planeta que alberga una antigua fundición de plomo propiedad de la Corporación Weyland-Yutani, reconvertida en colonia penal. Ripley es la única superviviente de la colisión, y es llevada a las instalaciones de la fundición por sus trabajadores, un puñado de mugrientos convictos psicópatas que se han "convertido" a la religión liderados por el carismático Dillon. Sin embargo, el alien se las ha arreglado también para salir indemne, y no tarda en empezar a exterminar a los presos uno a uno.
Resulta sorprendente que la película sea mucho mejor de lo que el caos que reinaba tras las bambalinas pudiera hacer pensar. Si se pasa por alto la implausibilidad de la premisa inicial (que la misma historia pueda suceder una tercera vez) y la posible decepción de encontrarse con menos acción y ritmo que en la segunda entrega, nos encontramos con una buena película.
El guión es poco sólido, pero cuenta con personajes interesantes, como Clemens (Charles Dance), el médico caído en desgracia con quien Ripley entabla una efímera relación; o Dillon (Charles Dutton), el líder de los presos; o la propia Ripley, con una Sigourney Weaver con la cabeza rapada proyectando el cansancio vital que el personaje debía arrastrar llegado ese punto. Cansancio que también afectaba a la actriz, un tanto harta del personaje y con ganas de terminar con él, demanda que consiguió imponer al estudio y que encontró su reflejo en el guión definitivo.
La presencia de Sigourney Weaver añadió peso al guión y al propio personaje, convirtiéndolo en el auténtico motor del film. De ser una endurecida y testaruda pragmática, Ripley se convierte en alguien emocionalmente arruinado por las horribles experiencias que ha tenido que pasar. Ciertamente, este desarrollo, que el director quiere dejar claro al comienzo de la película, ralentiza el ritmo de la misma hasta que la criatura empieza a tomarse en serio su labor asesina, pero ello permitió introducir en la serie un matiz psicológico ausente en las anteriores películas de la saga.
A pesar de todas las dificultades que tuvo que afrontar, David Fincher se negó a copiar lo que Ridley Scott y James Cameron habían hecho por la serie antes que él, consiguiendo imprimir su propio estilo en la película. La influencia de las anteriores entregas es evidente: la textura de Scott y la acción de Cameron están presentes en "Alien3", pero Fincher introdujo un elemento adicional de terror y tensión paralelo al del monstruo propiamente dicho: la presencia de Ripley en una colonia penal masculina sin supervisión ni control más allá de sus frágiles convicciones religiosas, añadía una capa adicional de la que las anteriores películas carecían. Se retomaba asimismo –y se llevaba a sus últimas consecuencias- el tema de la maternidad que ya se había planteado en las anteriores entregas y que comenté en sus respectivas entradas. En el aspecto visual, en contraste con las superficies metálicas y los tonos azules y fríos de "Alien" y "Aliens", "Alien3" abunda en amarillos intensos y crudos, rojos y naranjas, especialmente cuando la acción sube de ritmo. La cuidada iluminación de los rostros de los personajes aportaba una calidad especial a sus interpretaciones.
Las apariciones del alien -incorporándose por detrás de sus víctimas, silueteado tras las cortinas de la enfermería o surgiendo repentinamente de los conductos de ventilación- tenían lugar en un escenario de ruina industrial que contrastaba con el estilo casi medieval de sus habitantes. La decadente fundición de plomo hace el papel de monasterio, en el que los presos, como si se tratara de monjes, se reúnen para conferenciar sobre el pecado y la tentación sentados entre y sobre tuberías y pasarelas metálicas.
El film no recibió buenas críticas, pero recaudó el mismo dinero que la anterior entrega y el paso del tiempo ha permitido mirar con mejores ojos lo que fue, teniendo en cuenta las circunstancias de producción mencionadas, un excelente debut para un director que luego confirmaría su talento en películas como "Seven", "El Club de la Lucha", (películas ambas que retomarían al mismo aspecto visual de "Alien3", dominado por la mugre y el tenebrismo), "Zodiac" o "La Red Social". Los fans se quejaban de inconsistencias en la biología del alien o del deprimente final; pero lo cierto es que Fincher había creado algo mejor que una simple copia de lo anterior, abriendo para la serie nuevos campos estilísticos y argumentales.
Puede que al final "Alien3" siga siendo considerada una película fracasada, pero es uno de los fracasos más interesantes y dignos de ver del cine de CF.
martes, 25 de octubre de 2011
1979-EXTERMINADOR 17 - Enki Bilal
En la segunda mitad de los años setenta, el dibujante yugoslavo afincado en Francia, Enki Bilal, inició una fructífera colaboración con el guionista Pierre Christin. Juntos, realizaron varios álbumes para la serie “Leyendas de Hoy”, historias que combinaban la política ficción, el realismo mágico o la fantasía, siempre con un trasfondo humano y social.
Pero Bilal no se olvidó de su primer amor: la ciencia ficción. Así, en 1979, ilustra un guión de Jean-Pierre Dionnet que se ha convertido en un clásico del cómic europeo: “Exterminador 17”. Dionnet había iniciado su carrera profesional como guionista al mismo tiempo que Bilal, a comienzos de los setenta. En diciembre de 1974 se une a los dibujantes Phillip Druillet y Moebius y al director financiero Bernard Farkas para fundar una nueva revista que marcará un antes y un después en la historia del comic: “Métal Hurlant”. Dionnet permanece como jefe de redacción de la revista hasta 1985. Fue en las páginas de esa publicación donde apareció originalmente serializado en 1978 “Exterminador 17”.
En un futuro lejano, el Consorcio utiliza en sus guerras comerciales un ejército de androides imparables conocidos como Exterminadores. Entre ellos hay modelos más modernos y más vetustos, pero todos han sido creados por una sola persona, el envejecido Maestro. Durante una de esas batallas, el Maestro ve en un monitor al primer androide que diseñó, el modelo 17, construido a partir de sus propias células y que serviría para desarrollar las demás versiones avanzadas. En cuanto se firma la alianza comercial, los androides son desconectados y abandonados en el planeta como chatarra. El Maestro, arrepentido del fin al que se han destinados sus robots, muere, pero no sin antes transferir su conciencia al cuerpo de su primer androide, el 17. Su intención, como un moderno Espartaco, es liberar a los androides.
Pero su jugada no ha pasado desapercibida a los gobernantes del Consorcio, que contratan a los místicos y fanatizados neo-maniqueos para que eliminen al Exterminador 17 antes de que los androides se enteren de que hay una alternativa a la muerte y se rebelen. Y, por si fuera poco, otros elementos, supuestos amigos, intentarán aprovecharse también de él.
Dionnet elabora una historia hábilmente comprimida –sin duda, escritores más perezosos y editores más codiciosos habrían conseguido extraer de ella varios álbumes- que, bajo la acción, peripecias y sugerentes imágenes trazadas por los pinceles de Bilal, esconde una reflexión pacifista en la que se dan cita multitud de temas propios no sólo de la CF, sino del pensamiento universal: la esclavitud y la lucha por la libertad, la guerra, la corrupción del poder, la figura del mesías y los derechos de los seres vivientes, aun los creados por los humanos para servirlos.
Por otra parte, la concepción futurista de Bilal es tan característica como inquietante. Sus naves, edificios, incluso vestimentas, tienen un claro aire orgánico; y todo, desde las personas (calvas, de rostros gastados con implantes cibernéticos y mirada agotada) hasta los vehículos, maquinarias y edificios (abollados, gastados por el uso y con chorretones de óxido) nos habla de una civilización decadente, crepuscular, cansada… Todavía son evidentes las influencias en sus diseños y trazo básico del gran Moebius, pero su personal estilo ya está presente, un estilo que no hará sino avanzar y evolucionar de forma lineal, progresiva y coherente, en los años por venir y hasta la actualidad.
Dionnet volvería a retomar al personaje y universo de Exterminador 17 en el año 2003, en tres álbumes dibujados por Igor Baranko. Sin embargo y con seguridad, no alcanzarán la vida y las continuas reimpresiones de esta historia que comentamos. Para quienes quieran conseguirla, después de muchísimos años de hallarse agotada la edición que Nueva Frontera realizó en España, Norma Editorial dispone de una nueva, con tapa dura y buen papel. Por desgracia, se han retocado informáticamente los colores originales, algo que, en mi opinión, no tiene razón de ser habida cuenta de que Bilal es un colorista más que competente. En cualquier caso, un clásico del cómic de ciencia ficción.
viernes, 21 de octubre de 2011
1912- EL MUNDO PERDIDO Y LAS AVENTURAS DEL PROFESOR CHALLENGER - A.Conan Doyle
Un lector novel de CF podría tener la impresión de que el género ha estado tan preocupado por la exploración de otros mundos, otras galaxias e incluso otros universos, que a menudo ha ignorado nuestro propio planeta. Pues bien, si este es el caso, significa que debería retroceder un poco más en el tiempo y revisar algunas excelentes obras incluidas en ese subgénero bastardo que se conoce como "Mundos Perdidos".
Los relatos encuadrados bajo esa denominación están habitualmente protagonizados por aventureros que emprenden un largo viaje de exploración, viviendo intensas experiencias y corriendo todo tipo de peligros hasta llegar a territorios ignotos, ya sean valles olvidados, cavernas profundas, reinos submarinos o selvas impenetrables. Allí encontrarán criaturas fantásticas o razas de seres más o menos humanos agrupados en civilizaciones, avanzadas o no, de gran antigüedad.
A mitad de camino entre la aventura, la fantasía y la ciencia ficción, este subgénero ya contaba con una larga lista de títulos ("Symzonia", "Viaje al Centro de la Tierra", "La raza venidera"...por nombrar solo algunos ejemplos revisados en este blog) cuando apareció publicada la novela cuyo título pasó a denominar genéricamente a todos ellos: "El Mundo Perdido", de Arthur Conan Doyle. Los exploradores, sin embargo, iban cubriendo rápidamente los espacios en blanco de los mapas que lucían ese atractivo letrero de “aquí hay dragones”. No quedaban mundos secretos por descubrir y pronto se hizo demasiado inverosímil que alguien, por muy avezado que fuese y por muy lejos que viajase, se diese de bruces con un dinosaurio superviviente del Cretácico. El lógico paso siguiente fueron las estrellas.
Arthur Conan Doyle es mundialmente conocido por su detective amateur Sherlock Holmes. El resto de su bibliografía queda totalmente eclipsada por la sombra de ese mítico personaje, lo cual no dejó de ser una fuente de frustración para su creador, que en repetidas ocasiones trató de matar a su hijo literario. De hecho, su género preferido era la novela histórica, aunque también escribió ensayos histórico-políticos, mediocres relatos sobre la vida contemporánea y novelas de misterio y terror -de larga tradición en Gran Bretaña-. En honor a la verdad hay que decir que en ninguno de esos campos destacó demasiado y esas obras han pasado a un oscuro segundo plano. Pero hubo una excepción: el conjunto de historias protagonizado por el profesor Challenger, de las cuales este libro, primero de la serie, es una obra maestra del género.
La novela no puede ser más sencilla de resumir: un grupo de hombres de temperamentos y motivaciones dispares viaja a Sudamérica con la misión de probar o desmentir la teoría sostenida por uno de ellos, el profesor Challenger, según la cual existe una meseta en las profundidades de la selva amazónica cuyo aislamiento ha propiciado la supervivencia de especies prehistóricas. Efectivamente, encuentran esa tierra olvidada por el tiempo, viviendo allí todo tipo de aventuras entre criaturas antediluvianas, hombres prehistóricos y violentos homínidos.
Se trata de un relato inteligente, dinámico y lleno de emoción, que combina con habilidad los diferentes elementos propios del género de la aventura con otros del fantástico -aunque justificados convincentemente por la ciencia en forma de teoría de la evolución-. En primer lugar, están los dos escenarios que sirven de marco a la acción y que componen un intenso contraste: por una parte la ciudad, Londres, entorno urbano y civilizado en el que comienza y termina la aventura; y, por otra, la jungla amazónica, grandiosa, aislada, misteriosa, hostil… un terreno abonado para la aventura.
En segundo lugar, tenemos los personajes, de entre los cuales destaca el profesor Challenger, nacido de la mente de Doyle quizá para aliviar el peso de Sherlock Holmes -al que había matado en 1895 pero que debería resucitar en 1903 ante la incesante demanda popular-. Conan Doyle estudió medicina en Edimburgo, actividad que durante años le sirvió para sustentar a su familia hasta que su creciente renombre como escritor le permitió dedicarse exclusivamente al oficio literario. No solamente conoció en la facultad a profesores que le inspiraron parcialmente sus más famosas criaturas de ficción, Sherlock Holmes y el propio Challenger, sino que la medicina apuntaló su inclinación científica en la forma de capacidad de observación y análisis deductivo, rasgos que encontramos en los personajes antedichos: Holmes resuelve sus casos aplicando la lógica a partir de sus meticulosas observaciones; Challenger es un naturalista moderno, apasionado defensor de la racionalidad científica.
Y, sin embargo, mientras Holmes es frío, calculador y comedido en su trato con el prójimo, Challenger (basado en el físico Ernest Rutherford) hace gala de un carácter explosivo y un orgullo que sobrepasa su desconcertante capacidad mental. Desprecia a todos aquellos que considera menos brillantes que él -esto es, casi todo el mundo-, estalla a la menor provocación y profesa un odio especial hacia los periodistas. Es más, como si fuera una broma de la Naturaleza a la que él tanto respeta, su insigne cerebro se encuentra encerrado en un impresionante cuerpo de aspecto simiesco: enorme, poderoso, grotesco y peludo.
Como contrapartida física e intelectual del pintoresco Challenger, el profesor Summerlee es enjuto, apagado y flemático, opuesto por principio a todo lo que defiende Challenger a menos que la evidencia no le deje otra escapatoria que retractarse. Las discusiones y diatribas entre los dos sabios constituyen uno de los contrapuntos humorísticos a las escenas plenas de suspense y acción.
Ajenos a las controversias científicas, otros dos aventureros completan el grupo: Lord John Roxton, aristócrata, deportista, cazador, dandy, experimentado explorador... más interesado en la adrenalina y el riesgo de adentrarse en lo desconocido que en la ciencia; y Edward Malone, un joven e inexperto periodista que cae en gracia a Challenger y que se apunta a la expedición para acumular méritos ante su frívola amada. Es este último el que asume el papel de narrador de la aventura.
La novela de aventuras ha evolucionado mucho desde los tiempos de Conan Doyle, y los personajes que hoy la protagonizan han ganado complejidad, matices y humanidad, alejándolos de los superhombres o arquetipos que se estilaban hace cien años. Con todo, Conan Doyle supera en caracterización la mayor parte de las novelas de Julio Verne que aquí hemos tratado (aunque no se escapa al tratamiento racista, por otra parte generalizado en la época, de todo aquel que no es blanco y sajón: negros, indios, criollos...siempre subordinados a sus patrones y con un comportamiento que oscila entre lo traicionero y lo estúpidamente servil).
Ya hemos comentado que "El Mundo Perdido" no fue la primera ni la única novela de su género. Pero, desde luego, sí fue la más influyente además de hacer más hincapié en la verosimilitud científica que otros escritores que cultivaron con igual éxito pero con más superficialidad el género de ”tierras perdidas”, como Edgar Rice Burroughs ("La tierra que el tiempo olvidó") o Henry Rider Haggard ("Ella", "Ayesha"). La novela de Doyle sigue siendo la más recordada, imitada y adaptada. Michael Crichton escribió "Parque Jurásico" (1990) tomando la idea de Doyle e incluso tituló la segunda parte como el libro de aquél, "El Mundo Perdido" (1995). Greg Bear escribió una secuela del relato original "Dinosaur Summer" (1998) basada en la suposición de que los dinosaurios de la tierra perdida eran capturados y exhibidos por todo el mundo.
En otros medios, este el relato ha sido llevado al cine en numerosas ocasiones (la primera en 1925) con un grado diverso de fidelidad al original. También ha disfrutado de versiones radiofónicas y televisivas. Otras películas, como "King Kong" (Merian C.Cooper y Edgar Wallace, 1933) optaban por una narración muy similar
"El Mundo Perdido" fue la primera novela de una serie de narraciones protagonizadas por el profesor Challenger. Entre estas hay cuentos ("Cuando la Tierra gritó" (1928), "La máquina desintegradora" (1929)) y novelas, la segunda de las cuales fue "The Poison Belt" (1913).
Las visiones apocalípticas disfrutaron de un momento dorado a comienzos del siglo XIX. La más notable de ellas fue “El Último Hombre” (1826), de Mary Shelley, en la que toda la humanidad sucumbe a una misteriosa plaga; o el cuento de Edgar Allan Poe “La conversación de Eiros y Charmión” (1839), en la que se sentaban las bases de la catástrofe de origen cósmico cuando un cometa que atraviesa la atmósfera terrestre altera la composición de ésta y convierte en inhabitable nuestro planeta. Pero no fue hasta finales de aquel siglo cuando los desastres se convirtieron en uno de los temas clásicos de ficción popular. Las colisiones de cometas popularizadas por el escritor francés Camille Flammarion se pusieron de moda, aunque los escritores solían preferir acontecimientos menos apocalípticos.
Conan Doyle se apoyó en esa moda para escribir "The Poison Belt": el profesor Challenger descubre que la Tierra va a atravesar una extraña zona gaseosa ("éter") del espacio exterior que afectará a su atmósfera, transformándola en un gas letal para la vida. El pánico se extiende por todo el planeta y el profesor Challenger y sus compañeros deben actuar rápido. El sabio piensa que él y sus amigos podrán sobrevivir en el interior de una habitación de su casa en las afueras de Londres, una estancia sellada cuyo oxígeno provenga de depósitos instalados para tal fin. Pero, ¿por cuánto tiempo? Y, más importante aún, ¿merecerá la pena vivir en un mundo donde todos han muerto? ¿Cómo se podrá sobrevivir cuando toda actividad económica vital para el mantenimiento de una sociedad humana ha cesado? Como astronautas atrapados en una nave, los aventureros se sientan y esperan, hablando sobre los temas más diversos, desde las posibilidades del universo o "la mente científica ideal" a los "abismos que se extienden a ambos lados de nuestra existencia material". La nube de gas, al final, no tiene efectos duraderos: era un mero artificio narrativo para enseñar a los lectores una lección de humildad: deberíamos aprovechar al máximo el corto tiempo de vida de que disponemos, ser más socialistas, menos fanáticos y políticamente más razonables. La percepción generalizada de que el mundo necesitaba urgentemente tal lección dio a muchas historias de desastres una cualidad ambivalente que añadió cierto significado al simple placer que encontraban los escritores por la destrucción a gran escala.
En general, sin embargo, este libro -más corto que "El Mundo Perdido"- tuvo menos éxito que su predecesor. La razón es evidente. El tema es atractivo y en las décadas venideras y hasta la actualidad ha sido tratado hasta el cansancio en la CF; en particular, la atractiva analogía de un jardinero cósmico limpiando la superficie terrestre de un bacilo nocivo -la vida- sumergiendo al planeta en veneno tuvo sus ecos en muchos escritores posteriores. Sin embargo, y a diferencia de las ficciones apocalípticas en las que prima la acción heroica, "The Poison Belt" prefiere profundizar en el comportamiento y la actitud mental y, por ello, la acción (que transcurre casi íntegramente en el interior de una habitación cerrada) carece de la emoción y el ritmo que caracterizaban normalmente la prosa de Doyle.
Por desgracia, el profesor Challenger siguió en su siguiente y última aventura larga, "The Land of Mist" (1926 "La Tierra de las Brumas") el mismo camino esotérico que su autor, un enfoque que entraba en clara contradicción con el racionalismo pragmático de que tan ostentosamente había hecho gala en las novelas precedentes. En su vejez (murió en 1930), Conan Doyle se convirtió en un entusiasta del espiritismo, quizá como reacción a la muerte de su hijo, hermano y dos sobrinos en la Primera guerra Mundial o tal vez buscando una respuesta ante la incógnita que se abre al final de la vida. Desde 1918, dedicó no pocos esfuerzos a la labor de difundir sus nuevas ideas en ensayos tan embarazosos como hilarantes: "El caso de la fotografía de espíritus" o "Historia del Espiritismo", desvaríos parapsicológicos que han sido piadosamente olvidados por los aficionados a Sherlock Holmes. El colmo de su credulidad lo alcanzó en el panfleto "La Venida de las Hadas" (1922), donde se aseguraba que estos seres todavía habitaban en un rincón de Yorkshire.
En "La Tierra de las Brumas" el profesor Challenger, como Doyle, ha envejecido. Su esposa Jessie y su colega Summerlee han muerto. La nueva sangre está encarnada en su hija Enid, quien se interesa por el ocultismo. Su racional padre solicita la ayuda de sus antiguos compañeros de aventuras, Edward Malone y Lord John Roxton, para que se infiltren en las asociaciones espiritistas y desenmascaren los fraudes de los que se autodenominan mediums. Sin embargo, las evidencias que apoyan la existencia de vida tras la muerte convencen a Malone y Roxton e incluso la propia Enid manifiesta poderes sobrenaturales, captando del más allá un mensaje para su padre con información que nadie vivo podría conocer. El amargado y escéptico profesor admite por fin la verdad.
Es el más flojo de los libros de Doyle integrados en la saga de Challenger, con un tono abiertamente proselitista que alaba a sus correligionarios y critica a los descreídos. Entre sus cuentos, de calidad inferior a las novelas, podríamos todavía destacar "Cuando la Tierra gritó" (1928), en la que el profesor Challenger trata de demostrar la insólita idea de que nuestro planeta es un ser gigantesco que no tiene conciencia de la existencia de los humanos, diminutos seres que habitan sobre la capa más exterior de su piel. ¿Que ocurrirá cuando Challenger comience a perforar hacia el interior de la Tierra?
Arthur Conan Doyle revolucionó la ficción policiaca con su inmortal detective. Pero también hizo mucho por la CF, aportando temas e iconos que serían revisitados una y otra vez. Sus primeros romances científicos, además, procuraron incluir en su narración cierta credibilidad intelectual. "El Mundo Perdido" sigue manteniendo su validez no sólo como clásico de nuestro género preferido, sino como homenaje al espíritu aventurero en todas sus formas
martes, 18 de octubre de 2011
1913- EL TÚNEL – Bernhard Kellermann
El alemán Bernhard Kellerman fue un escritor muy apreciado en su tierra natal, cuyo estilo evolucionó desde la elegante prosa impresionista hasta la crítica social más apegada a la realidad. Su novela "Ingeborg", llegó a contabilizar 183 ediciones desde su publicación en 1904 hasta 1939, lo que da una medida de su popularidad.
Centrado en el progreso social gracias a la utilización y extensión de la tecnología, "El túnel" fue uno de sus trabajos más reconocidos, con una tirada superior al millón de ejemplares y traducciones a veinticinco lenguas, lo que lo convierte en uno de los libros de mayor éxito de la primera mitad del siglo XX.
Allan es un ingeniero idealista que sueña con construir un túnel submarino que una América con Europa. El proyecto, cuya ejecución debía durar años, sufre todo tipo de dificultades financieras, accidentes en la construcción y huelgas y levantamientos violentos de los trabajadores. El ingeniero, en el centro del huracán, se convierte en el foco de todos los odios. Por fin, tras veintiséis años de penosos trabajos, se completa la colosal obra que cruza todo el Atlántico. Pero, bromas del destino, tan pronto como se inaugura, el primer avión atraviesa el océano en tan sólo unas pocas horas. El túnel ha quedado obsoleto sin siquiera haberse utilizado.
Desconozo si Kellermann se inspiró en ello o no, pero su historia se asemeja mucho a la odisea que supuso la construcción real de otro túnel, el primero que atravesaba un río navegable: el Támesis. Entre 1825 y 1843, Marc Isambard Brunel utilizó una novedosa tecnología de propia invención para cavar un túnel de 11 metros de ancho, 6 metros de alto y 396 metros de largo, que unía, a 23 metros de profundidad, las dos orillas del río británico. El proyecto, como el ficticio túnel atlántico de Kellerman, sufrió todo tipo de contratiempos: epidemias y enfermedades provocadas por la humedad y las miasmas que se filtraban del río, gas metano que explotaba al contacto con las lamparillas de los obreros, inundaciones... Hubo muertos, heridos, se tuvieron que paralizar los trabajos durante siete años por falta de financiación, la dificultad técnica de trabajar en un terreno inestable hacía que los progresos fueran minúsculos (de tres a cuatro metros semanales)...
Eso sí, a diferencia del túnel imaginario de Kellermann, y aunque supuso un descalabro financiero monumental, se convirtió en una atracción visitada por dos millones de personas al año y hubo quien, incluso, la calificó de "octava maravilla del mundo" y lugar imprescindible en cualquier visita a Londres (el túnel sería luego refugio de prostitutas y atracadores y, más tarde, parte del sistema del metro londinense).
Volviendo al libro que nos ocupa y aunque proyectaba hacia el futuro una historia que, como hemos visto, ya había sucedido, fue excepcionalmente bien recibido. Contemplaba acontecimientos que luego tendrían su reflejo en la historia del siglo XX, como la Gran Depresión, aunque el mundo futuro imaginado por Kellerman, el de los años veinte y treinta, no sufría la catástrofe de la Primera Guerra Mundial -algo que, a pesar de estar a la vuelta de la esquina, el escritor alemán no quiso ver-.
Puede que el libro no sea hoy más que una anécdota dentro de la historia de CF pero, como hemos indicado al principio, la popularidad en su tiempo fue la envidia de cualquier escritor, hasta tal punto que se llevó al cine en cuatro ocasiones (1915, 1933, 1935 (dos veces)).
miércoles, 12 de octubre de 2011
1898-EL PELIGRO AMARILLO - M.P.Shiel
Ya comentamos en una entrada anterior la pintoresca vida de Matthew Phipps Shiel, uno de los escritores más excéntricos de su época. Racista (aun cuando él mismo era mestizo), estrafalario y místico, su obra más conocida es la novela apocalíptica "La nube púrpura". Comenzó su carrera literaria en las revistas populares británicas como The Strand, ganando rápida notoriedad gracias a sus historias cortas con influencias de Poe y sus seriales protagonizados por el decadente y neurasténico Príncipe Zaleski. Pero para los amantes de esa rama de la CF que es la historia alternativa y aficionados al pulp en general, es otro de sus trabajos el que ocupa un lugar especial, un trabajo de encargo que pretendía capitalizar un tema entonces de actualidad, la crisis de China, y que dio origen a todo un subgénero, el del "peligro amarillo".En noviembre de 1897, Alemania utilizó como excusa el asesinato de unos misioneros para hacerse con el control del puerto chino de Kaio-chau. Francia y Rusia reaccionaron conquistando otros territorios chinos en lo que Inglaterra consideró una amenaza para su privilegiada posición comercial. Se llegó a hablar de guerra inminente.
Con esa coyuntura de fondo, "La Emperatriz de la Tierra" apareció semanalmente en "Short Stories" de febrero a junio de 1898. Los primeros capítulos incorporaban titulares periodísticos reales a medida que se iba desarrollando la crisis mencionada. Los lectores respondieron de forma entusiasta, hasta tal punto que el editor ordenó a Shiel doblar la extensión del relato. Aquel mismo julio salió la versión en libro, titulada "El Peligro Amarillo" (con una longitud recortada respecto a la historia serializada).
La novela comienza con Inglaterra enfrentada a una crisis en Oriente, en la que intervienen los alemanes, los rusos y los franceses. Se nos presenta al "peligro amarillo" en persona: el Dr.Yen How, un hombrecillo casi calvo, de piel amarillenta. Hijo de padre japonés y madre china, Yen How representaba el lejano Oriente. Frío, despectivo hacia todas las religiones (occidentales u orientales), "no es probable que las consideraciones éticas normales tuvieran mucha influencia en los propósitos de tal hombre. Era como una avalancha, igual de fría e irresistible". ¿Y cuáles eran sus propósitos? Muy sencillo: poseer una mujer blanca. Y, de paso, amargarle la vida al resto de la población mundial.
Shiel descubría las diabólicas maquinaciones del Dr.Yen How desde el principio. Cuando, manipuladas por el chino, las potencias occidentales han quedado debilitadas por su traicionero ataque contra Inglaterra, Yen How envía a sus imparables hordas a conquistar Europa. Por suerte, en el bando de Inglaterra militaba el héroe perfecto: John Hardy (naturalmente, con ojos de un azul profundo). A medida que la crisis empeora y los ejércitos asiáticos avanzan por Occidente, Hardy asciende de oficial a Almirante de la flota y, bajo el estandarte británico, los traicioneros rusos, alemanes, franceses y otros extranjeros igualmente despreciables, logran hacer frente con éxito a los chinos. El propio Kaiser encabeza un ejército bajo mando de la Union Jack en una importante batalla terrestre. Pero es Hardy el que debe destruir al propio Dr.Yen How, y la forma en que lo hace es quizá la mejor y más inquietante de las predicciones de Shiel.
Hardy utiliza a una joven que el villano desea, Ada Seward, para infectarlo a él y a sus ejércitos invasores con una enfermedad que diezma las huestes por millones. El Dr.Yen How sucumbe a su "deseo antinatural" por la mujer blanca. El triunfante Hardy, el amado líder de la raza blanca, muere atormentado por los remordimientos del asesinato en masa que ha cometido, eso sí, dejando al mundo inmerso en una Pax Britannica, con Europa firmemente gobernada, desde el canal de la Mancha hasta las estepas rusas, por Inglaterra.
"El Peligro Amarillo" se puede clasificar dentro del subgénero de "guerras futuras" iniciado por "La Batalla de Dorking" y que gozó de una popularidad colosal, propiciando la aparición de multitud de libros que desarrollaban mil y una variaciones sobre el mismo tema. H.G.Wells ("La guerra de los Mundos"), William LeQueux ("La invasión de 1910") o Erskine Childers ("El enigma de las arenas") son sólo algunos de los nombres que hemos revisado en este blog.
La xenofobia no es algo propio de nuestros tiempos globalizados, ni mucho menos. Antes del "peligro amarillo" de Shiel hubo otro: el "peligro italiano". Sí, no es broma. El malvado Dr.Nikola, creado por el australiano Guy Boothby, se pasó muchísimas páginas asediando a varios héroes ingleses; otros malvados italianos relacionados con sociedades secretas, como "La Mano Negra", aparecían en las novelas de, por ejemplo, Sherlock Holmes.
Ya antes de la publicación de esta novela existían prejuicios contra los chinos. Desde mediados del siglo XIX fueron surgiendo toda una serie de tópicos y estereotipos negativos: se los veía como una amenaza, inferiores física, racial y socialmente, consumidores de drogas, pervertidos sexuales y serviles. En el mejor de los casos, se los presentaba como campesinos simplones y sentimentales. La ficción popular, por supuesto, reflejó ese sentimiento anti-asiático en obras como "La Vorace Albion" (1884), de Albert Robida; "Una corta y verdadera historia de la conquista de Oregón y California por los chinos en 1899" (1882), de Robert Woltor, "Wee Wi Peng" (1882) de Ellen Sargent...una de las primeras mentes criminales orientales de ficción se había enfrentado a uno de los inventores adolescentes tan famosos entre la juventud de la época, Tom Swift Jr.(1892)
Antecedentes existían ya, pues, en abundancia cuando "El Peligro Amarillo" alcanzó los quioscos. Shiel no inventó nada, ciertamente; no fue el único ni el primero, pero el éxito que consiguió fue fundamental para convertir un prejuicio más o menos difuso en un icono reconocible del imaginario popular occidental en el siglo XX.
Precisamente, el hecho de que consideremos digno de comentario a este libro racista y anglocéntrico, no se debe a su valor ético o literario, sino a su significancia histórica y sociológica como fuente de muchos clichés y tópicos, generadores de un subgénero propio (el del "peligro amarillo") que se extendió a otros medios, como el cine: el héroe inglés, la inhumana y fría inteligencia -al tiempo que sujeta a las más bajas pasiones- propia del villano asiático, el miedo a la impureza racial, las hordas invasoras de sujetos subhumanos... en resumen, el temor a lo desconocido. Fue Shiel quien dirigió la mirada del mundo hacia Oriente e inició una larga serie de maléficos y depravados orientales que perdurarían como iconos de la cultura popular, desde el Fu Manchú de Sax Rohmer hasta el Dr.No del James Bond de Ian Fleming (El propio Dr.Yen How estaba probablemente basado en el revolucionario chino Sun Yat-sen, quien dos años antes había sido secuestrado en Londres y retenido en la embajada china. El gobierno británico fue obligado por la presión pública británica a exigir su liberación)
No fue la única obra de Shiel en tocar el tema de las guerras futuras y la paranoia racial. "El Señor de los Mares" es la historia de un inglés que conquista los siete mares, se convierte en regente de Inglaterra, compra Palestina a Turquía y envía allí a los judíos, sólo para descubrir, tras ver hundirse su imperio, que él mismo es judío y acabar aclamado en Palestina como el nuevo mesías. Por suerte, el "peligro judío" no prendió en el imaginario popular de igual forma que el "amarillo" a pesar del antisemitismo reinante y la leyenda urbana de los Protocolos de los Sabios de Sión.
Pero fue "El Peligro Amarillo" el libro de más éxito de Shiel, reeditándose en pocos años más de diez veces y volviéndose a serializar con ocasión de la Rebelión de los Boxer. ¿Por qué? Al fin y al cabo, el propio autor siempre consideró que se trataba de un trabajo de encargo, ejecutado deprisa y sin mérito alguno, y nunca demostró demasiado orgullo por el mismo.
Sencillamente, el panorama social e internacional facilitó que la gente se familiarizara con Oriente. Entre 1899 y 1901 se produjo la ya mencionada Rebelión de los Boxer, en la que un grupo de fanáticos, miembros de una sociedad secreta apoyada por el gobierno chino, puso sitio a las embajadas europeas en Beijing. Aquel acontecimiento pareció confirmar las predicciones de Shiel respecto a la hostilidad de China hacia Occidente. Por si esto fuera poco, miles y miles de emigrantes chinos llegaban a las ciudades americanas y europeas y los periódicos ardían con noticias sobre las mafias "tong". Las barreras lingüísticas y culturales no ayudaban a mejorar la situación, a lo que se unía la tendencia de los chinos a permanecer en comunidades cerradas -tampoco es que tuvieran mucha opción-.
La influencia de esta novela fue notable y otros trabajos de autores como H.G.Wells ("La Guerra en el Aire", 1908) o Jack London ("La invasión sin paralelos", 1910) se nutrieron de la misma xenofobia hacia los chinos. Por el momento, el "peligro amarillo" ha sido sustituido por el "peligro islámico" pero cada vez miramos a China con mayor temor, desconfianza y rechazo. ¿Volverá alguien a resucitar una versión actualizada del Dr. Yen How o Fu Manchú?
Puede que nos parezca que hemos superado los prejuicios de Shiel, pero sería interesante compararlos con los tópicos presentes en nuestras sociedades en la actualidad y preguntarnos si realmente hemos avanzado tanto en los más de 110 años que han pasado desde la publicación de la novela.
martes, 11 de octubre de 2011
1986- ALF
ALF fue la última de una lista de series de humor norteamericanas (como "Mork and Mindy" o "Mi Marciano Favorito") basadas en colocar a un alienígena en un típico hogar terrestre -si es que existe tal cosa- de tal forma que pudiéramos examinar nuestro propio mundo a través de sus ojos y darnos cuenta de lo estúpidos que somos en realidad. Se trataba de una comedia que discurría por la fina línea que separa la sátira insultante al sistema de vida occidental, de la defensa de la moral tradicional americana
ALF es una "forma de vida alienígena" de 230 años de edad, cuyo auténtico nombre era Gordon Shumway. Nació en el "Lower East Side" del planeta Melmac y su aspecto es una mezcla de oso hormiguero y orangután enano. Su llegada a la Tierra se produjo de forma dramática: su nave espacial (un modelo deportivo llamado Phlegm 220) se estrella contra la casa de los Tanner, una típica familia de clase media norteamericana residente en los suburbios. ALF se queda a vivir con ellos, provocando las esperadas molestias derivadas de sus extraños hábitos (le gusta comer gatos) y fuerte personalidad. ALF no entiende lo que son los buenos modales y expresa sus opiniones con una claridad meridiana y sin consideraciones a la sensibilidad del interlocutor. A los niños les encantaba por su irreverencia y su afición a la cultura popular (todo lo que sabe de la Tierra es lo que ve en la televisión). Cada episodio se centra en un conflicto diferente con ALF normalmente en el centro, pero los Tanner -incluso su gruñón padre, Willie- no dejarán de mostrarse protectores, leales y cariñosos con el peludo alienígena.
ALF fue creado por el mago y humorista Paul Fusco, y no tardó en convertirse en una estrella internacional. España no fue sino uno de los más de 60 países en los que se emitieron los 102 episodios de 30 minutos de esta serie. Su popularidad propició también la producción de una serie de dibujos animados y una película, "ALF: The Movie".
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