(Viene de la siguiente entrada)
Por otra parte, cuanto más progresa Ender en la Escuela de Batalla,
más se hace patente que los juegos a los que le obligan a participar no tienen
reglas o, al menos, reglas que no se cambien continua y caprichosamente. La
novela es una reflexión no sólo sobre el clásico dilema de si el fin justifica
los medios sino también sobre la ética del poder y el rol que juega la
manipulación en la conformación del paisaje cultural, político y mental de los
ciudadanos. Y es que no solo los militares “juegan” con sus alumnos, sino que
en la Tierra, Peter y Valentine (ambos también genios a su manera) inician su
propio plan para cambiar el mundo manipulando la opinión pública. Ocultando sus
identidades y auténtica edad bajo seudónimos, empiezan a publicar artículos y
ensayos en internet destinados a causar polémica y orientar el pensamiento de
ciertos sectores. El éxito que cosechan le sirve a Card para recordarnos lo
fácilmente que puede ser manipulada la gente poco precavida. E incluso cuando
se es consciente de ese “juego” en el que uno no es más que un peón (tal y como
le ocurre también a Ender), es difícil o imposible hacer nada al respecto.