David Lynch siempre ha tenido dificultades para sacar adelante sus proyectos. La producción de su primera película, “Cabeza Borradora” (1977) se prolongó cuatro años y estuvo lastrada por todo tipo de problemas, la mayoría de ellos relacionados con el dinero. Más de veinte años después, la realización de su quinto film, “Mulholland Drive” (2001) le llevó casi el mismo tiempo, aunque por razones completamente diferentes.
El problema suele ser que, a pesar de estar considerado uno
de los direct
ores más personales y vanguardistas de Estados Unidos, Lynch jamás
ha tenido un éxito comercial real en otro lugar que no fuera la pequeña pantalla.
“Cabeza Borradora” fue un film underground que obtuvo una fuerte (aunque
tardía) respuesta favorable por parte de la crítica; “El Hombre Elefante”
(1980), “Terciopelo Azul” (1986) y “Mulholland Drive” recibieron nominaciones a
los Oscar, pero en taquilla su recorrido fue solo modesto; “Corazón Salvaje”
(1990) encontró su público en ciertos círculos que le llevaron a ganar la Palma
de Oro de Cannes en 1991; el resto de su filmografía –incluyendo “Dune” (1984),
“Twin Peaks: Fuego Camina Conmigo” (1992), “Carretera Perdida” (1997) y “Una
Historia Verdadera” (1999)- fueron fracasos comerciales.
Los problemas financieros de Lynch con sus películas
empezaron tan temprano como 1977, cuando tras estrenar “Cabeza Borradora”
pretendió continuar con “un absurdo
misterio de las extrañas fuerzas de la existencia” titulado “Ronnie Rocket”.
El héroe homóni
mo era una criatura diminuta y deforme sin expresión facial y
una cabeza calva que había sido quirúrgicamente alterada contra su voluntad y
ahora lucía un mechón de pelo rojo. Pero es que, además y a resultas de la
intervención, Ronnie podía conducir electricidad y necesitaba ser “enchufado” a
la red cada quince minutos.
La historia transcurría en un desagradable, decrépito y distópico entorno urbano que bien podría ser un futuro postapocalíptico o un universo paralelo, en el que un misterioso y aterrador individuo llamado Hank Bartell atormenta a la población con una especie de ataques eléctricos. También envía ejércitos de “Donut Men” –inquietantes sujetos vestidos con unos largos abrigos negros que entran en combustión espontánea cuando se les dice que los cordones de sus zapatos están desatados- para que ataquen con picanas para ganado a quien se les cruzara en su camino, causando todo tipo de grotescos efectos: síncopes, impulso incontrolable de comerse las propias manos, ponerse cabeza abajo e incluso morir.
En este extrañísimo panorama aparece la igualmente extraña
figura de Ronald De Arte, confinado en una cama de hospital, tan desfigurado
por algún accidente que no pueden reconocerse sus facciones e incapaz de hacer
nada más que emitir unos sonidos estrambóticos. Un detective le hace una
visita, se marcha co
n unos peculiares símbolos garabateados por el paciente en
un trozo de papel y se encamina a la misteriosa ciudad poblada por un reparto
de personajes retorcidos y psicóticos.
Mientras tanto, Ronald es secuestrado del hospital por dos cirujanos plásticos fuera de la ley, los doctores Dan Pink y Bob Platinum. Utilizando unas técnicas y máquinas especiales, lo devuelven a la vida al estilo Frankenstein, bautizándolo “Ronnie Rocket” después de que una descarga accidental de 10.000 voltios lo lance por el aire como un cohete y lo transforme en una suerte de superconductor viviente. Asustados y al tiempo fascinados por la metamorfosis de Ronnie y sintiéndose responsables de su bienestar, los científicos lo envían a un instituto, donde sus estudios se ven dificultados por su necesidad de enchufarse cada quince minutos para descargarse de electricidad.
Un día, Ronnie se encuentra en el sótano del centro con una
banda de rock ensayando y se enchufa a su equipo, consiguiendo que de su boca
salgan unos sonidos ext
raordinarios. La banda se queda patidifusa y su manager
chantajea a Bob, Dan y su novia Deborah para que dejen que Ronnie actúe con el
grupo que –gracias a este nuevo miembro- triunfa de la noche a la mañana. Pero
el esfuerzo debilita a Ronnie y, finalmente, Bob y Dan deciden rescatarle.
A todo esto, las investigaciones del detective le llevan hasta lo más profundo de la ciudad y, concretamente, su central de energía. Allí hace dos descubrimientos importantes: que el dolor es la solución para permanecer consciente durante las descargas de energía que se abaten sobre la población; y que su exclusiva habilidad para sostenerse sobre una sola pierna puede ser la clave para derrotar a Hank Bartell y sus nefastas corrientes. Busca a Bob, Dan y Deborah y juntos, descifran los símbolos y deciden enfrentarse al villano y sus sicarios, los Donut Men.
El grupo encuentra a Hank en el corazón de la central y, durante
un estr
ambótico combate en una plataforma, consiguen invertir el flujo de
electricidad permitiendo que el detective supere a Hank. La ciudad queda
entonces bañada por una luz dorada. Todo el mundo está a salvo. Ronnie entona
una hermosa canción de amor y se convierte en un huevo dorado que envuelve a la
ciudad. Una bailarina azul con cuatro brazos sonríe al tocar el huevo y
pronunciar el nombre de Ronnie Rocket.
Lynch esperaba hacer “Ronnie Rocket” con American Zoetrope,
el estudio de San Francisco fundado por Francis Ford Coppola con la aspiración
de apoyar a directores tan personales como Jean-Luc Godard, Michael Powell o el
propio Lynch y facilitarles los medios para que pudieran sacar adelante
proyectos para los que en ningún otro lugar encontrarían financiación. Muchos
de esos directores se trasladaron al estudio y pasaron uno o dos años
frustrantes sin conseguir asegurarse los fondos necesarios mientras la compañía
de Coppola dilapidaba fortunas en fracasos como “Corazonada” (1981). “Ronnie
Rocket” fue sólo una víctima más de la bancarrota a la que se precipitó
Zoetrope y para 1980, Lynch se había visto obligado a aceptar el enc
argo de
dirigir “El Hombre Elefante”, que, a la postre, fue una decisión trascendental
para su carrera en mucha mayor medida de lo que hubiera sido su estrafalario
proyecto de CF.
Tras el éxito de “El Hombre Elefante” (que recibió ocho nominaciones a los Oscar con el consiguiente respeto para su director), Lynch volvió a trabajar en el guion de “Ronnie Rocket”. En 1980, en una entrevista a la escritora Joy Khun (que publicaría un libro sobre “El Hombre Elefante), Lynch dijo: “Espero que mi proyecto “Ronnie Rocket” esté en el futuro. Quiero hacer películas que lleven a mundos diferentes, a lugares a los que no podría llegarse a menos que se viera la película. “Ronnie Rocket” irá a algunas de esas zonas extrañas”. Aunque había rodado sus dos primeras películas en blanco y negro, añadió: “Me gustaría hacer la siguiente en color. Me encanta la forma en que Jacques Tati utiliza el color y algunas de las antiguas películas en Technicolor son preciosas. Creo que pasaré algún tiempo experimentando para encontrar un buen aspecto para la siguiente película”.
Inicialmente, había elegido a Dexter Fletcher como posible
actor para encarnar a Ronnie Rocket. Pero claro, cuando lo conoció en una
producción teatral de “Rey L
ear” de la Royal Shakespeare Company, era un
adolescente y ahora, años después, había crecido demasiado para el papel. Tenía
que encontrar un sustituto, así que publicó un anuncio en “Variety” convocando
un casting abierto para el papel del protagonista. Uno de los que vio el
anuncio fue Michael J.Anderson. Medía 1,09 m, pero también había sido un
experto en electrónica que trabajó para un contratista de la NASA,
Martin-Marietta (en la cimentación de la plataforma de lanzamiento del
transbordador espacial) antes de aparecer como extra en videos promocionales de
Alan Parsons Project (“Stereotomy”) y Yoko Ono (“Hell in Paradise”). Anderson
le envió a Lynch la copia de un video sobre su trabajo con el transbordador
espacial y no tardó mucho en recibir una invitación para almorzar con él. “Conocí a Michael Anderson en Nueva York”,
recordaría Lynch más tarde. “Apareció con
un traje dorado y se bajó de una ranchera. Fue una reunión muy interesante.
Congeniamos completamente”.
Pero los potenciales financieros para su película no se
fiaban de la extraña historia que p
roponía Lynch, entre otras cosas porque el
director se negaba a explicar de qué iba en realidad. “No es una película comercial”, admitió en una entrevista a “Rolling
Stone”, “Es un producto industrial americano,
tiene que ver con el carbón, el petróleo y la electricidad. Podría ser una
película que yo amaría, pero no se si mucha otra gente la va a entender. Es muy
abstracta”. Como Dexter Fletcher reconoció: “Debería imaginar a las cabezas del gran dinero en el estudio de turno sin
poder entenderlo de ninguna manera. Está bien para que la lea y la disfrute el
artista, pero para los contables era otro tema diferente. Pero así ha sido siempre
David Lynch”.
Tras pasarse tres años de negociaciones infructuosas, a
Lynch lo contrató el veterano productor Dino De Laurentiis para dirigir “Dune”,
a la que siguió “Terciopelo Azul”, también para el italiano, antes de cambiar a
la pequeña pantalla con la inmensamente popular –y de breve vida- “Twin Peaks”.
En el verano de 1990, Lynch seguía n
egando que “Ronnie Rocket” fuera un
proyecto muerto, pero reconocía que, siendo una película en absoluto comercial,
no veía factible su producción en un futuro cercano.
Sin embargo, en abril de 1991, pareció que, por fin, “Ronnie Rocket” iba a poder salir adelante gracias al acuerdo para tres películas que firmó Lynch con CIBY-2000, una productora y distribuidora francesa fundada en 1990 por el millonario Francis Bouygues con el objetivo de apoyar películas “artísticas” (a lo largo de su trayectoria, por ejemplo, estuvo detrás de títulos como “La Flor de mi Secreto” de Almodóvar; “Kansas City” de Robert Altman o “El Piano” de Jane Campion). Michael J.Anderson –para entonces ya muy conocido por interpretar al Hombre de Otro Sitio en “Twin Peaks”- declaró al New York Daily News que estaba “delirantemente feliz” de haber sido elegido como protagonista, alguien que “tiene una consciencia limitada de la realidad normal pero una muy extensa de la realidad transcendente”. Sin embargo, después de haber rodado y estrenado la primera de las tres películas pactadas, “Twin Peaks: Fuego Camina Conmigo”, Lynch enfrió el proyecto. “Después de tantos años, tengo la oportunidad de hacerlo si así lo deseo” ,le dijo a Los Angeles Times en mayo de 1992. “Pero cuando lo leo, ya no me provoca las cosas que debería. He perdido su electricidad. Es como una bombilla sin electricidad”.
Con el
paso de los años, Lynch acabaría admitiendo que
hacía mucho tiempo que no retomaba el guion de “Ronnie Rocket” y que el momento
de ese proyecto ya había pasado. “Si
hubiera dispuesto del dinero para hacerlo justo cuando lo escribí, creo que
habría sido una historia diferente. Pero no pasó. No pude sacarlo adelante. Tenía
reuniones y no le decía a nadie de qué se trataba, así que es lógico que no
quisieran. Y ahora el guión salió a la luz", añade, refiriéndose a la
disponibilidad de varios borradores en Internet, "y eso me duele mucho". De todas formas, según dice, quien haya
leído el guión no sabría cómo sería la película terminada. Después de todo,
"el guión es sólo una guía. Pero me
gusta mantener estas cosas en privado”. Además, incluso si “Ronnie Rocket”
acabara haciéndose, con toda seguridad tendría que buscar nuevamente un actor
para interpretar el papel principal. Michael Anderson ya tiene 70 años y, desde
luego, no puede encarnar a un jovencito por muy raro que éste sea.
Lynch se encontraría con unos obstáculos muy diferentes en
su siguiente e
igualmente absurdo proyecto de CF, “One Saliva Bubble”, la
película que originalmente quiso rodar después de “Terciopelo Azul”. Todo empezó
como un guion original coescrito con su colaborador, el guionista y productor
Mark Frost y con el que más adelante crearía “Twin Peaks”. Tras terminar
“Terciopelo Azul”, ambos habían trabajado juntos en “Venus Descending”, una
adaptación de la biografía de Marilyn Monroe que había escrito Anthony Summers
con el título “Diosa”. Pero ese proyecto, tampoco consiguió despertar el
interés de ningún estudio, así que Lynch le sugirió a su colegas, por probar
otra cosa, que lo intentaran con la comedia.
El re
sultado fue “One Saliva Bubble”, que Lynch ha descrito
como “una comedia absolutamente loca y
tonta con clichés de uno al otro extremo. Mark y yo nos reímos como locos
cuando lo escribimos". Frost le dijo a Empire sobre esta colaboración,
"David es algo inaccesible para
otras personas y muy solitario, pero teníamos química y nos divertimos mucho...
Nos sentábamos juntos en una habitación (yo frente a un ordenador porque él no
escribe a máquina) e íbamos resolviéndolo sobre la marcha. Era como un partido
de bádminton (…) Lo que más recuerdo es reírnos mucho de algunas de nuestras
ocurrencias”.
El primer borrador de “One Saliva Bubble”, fechado el 20 de mayo de 1987, describe la reacción en cadena de caos y absurdos desatada por una simple gota de saliva. Todo comienza cuando un torpón guardia de seguridad escupe la semilla de una frambuesa, produciendo una burbuja de saliva perfecta en el momento preciso en que los científicos retiran el panel de control de un satélite militar ultrasecreto. La gota se introduce en lo más profundo de la máquina provocando un pequeño cortocircuito.
Mientras tanto, en Newtonville, Kansas, la capital mundial del rayo, el vendedor de coches Wally Newton ha pasado otro día sin una sola venta y regresa a casa para reunirse con su violento hijo, su esposa regañona y su perro odioso. En el mundo corporativo, la "Compañía A" contrata a un genio científico para adelantarse a la competencia, la "Compañía B", que, a su vez, contrata a un sicario llamado Horton Thursby para eliminar al científico. Éste, junto con un inofensivo simplón llamado Newt Newton, una troupe de acróbatas chinos y un grupo de empresarios tejanos, llega al aeropuerto justo cuando finaliza la cuenta atrás del satélite. Éste, a consecuencia del cortocircuito, en vez de lanzar un rayo de energía hacia el espacio lo envía directamente contra la Tierra, alcanzando en la zona de recogida de equipajes al variopinto grupo e intercambiando sus identidades: Wally y Horton, Newt y el científico, los acróbatas con los tejanos y así sucesivamente.
Empieza entonces una sucesión de situaciones estrafalarias.
La Compañía A descubre que el cien
tífico se comporta como un idiota, los
empresarios tejanos intentan formar una pirámide humana y Wally comete un
asesinato en su concesionario de coches. Se envía entonces un equipo de contención
militar para afrontar el fenómeno y se decide provocar otra descarga del satélite
con la que contrarrestar los efectos de la primera. Después de algunos otros
contratiempos, la solución funciona. Las cosas no revierten a su estado
inicial, pero los cambios sí son para mejor. La pequeña burbuja de saliva que se
encuentra en el interior del satélite explota y Newtonville vuelve a la
normalidad.
En una entrevista a Rolling Stone, Lynch explicó que la
idea se le ocurrió en un avión. “Steve
Martin y yo nos habíamos conocido y ambos estábamos interesados. Le encantó.
Aún le gusta. El único problema es que, cada vez que yo estoy listo para
embarcarme en el proyecto, me parece que no hay suficiente carne en él. Me da
la impresión de que un montón de gente podría dirigirlo”. Con todo, Lynch
anduvo cerca de entrar a producir esta extravagancia apoyado por Dino de
Laurentiis y j
usto después de “Terciopelo Azul”, con un reparto que incluía a
Steve Martin y Martin Short, dos actores que habían colaborado anteriormente en
“Tres Amigos” (1986), de John Landis. Todo estaba ya listo para empezar, pero
de Laurentiis no hacía más que retrasarlo cada vez más. Estaba claro que no
había dinero para financiarlo y, de hecho, poco después su productora entró en
bancarrota. Tres años le costó a Lynch recuperar los derechos del proyecto sólo
para encontrarse con que, si alguna vez llegaba a producirlo, tendría que pagar
a Laurentiis una parte de sus primeros beneficios en concepto de gastos de
desarrollo ya desembolsados por el italiano.
Lynch hace tiempo que desechó la idea de hacer “One Saliva Bubble” y no solamente por no tener que pagar a los herederos de de Laurentiis sino porque lo considera una película caduca en la que ya no tiene ningún interés.

¿puedo de algún modo recibir actualizaciones del blog por correo? ¿Están en Facebook?
ResponderEliminarCreo que ya te has suscrito a través de blogger, al menos así aparece en los seguidores. Sí que tengo un perfil en Facebook con este mismo nombre, Universo de Ciencia Ficción. Puedes buscarme allí también así como a mi propio nombre.
EliminarPersonalmente, nunca he comprendido el culto que cierto sector rinde a Lynch. Su cine me parece un conglomerado de ideas disparatadas, y a veces de muy mal gusto, arrojadas al azar. Por el contrario, sus películas de encargo son bastante buenas y visualmente atractivas.
ResponderEliminarLynch y Frost rehusaron algunas ideas de OSB en TP The Return, el personaje de Wally se parece a dougie de TP
ResponderEliminarPD: ¿Crees que Twin Peaks pueda ser considerado CF?