Libros, películas, comics... una galaxia de visiones sobre lo que nos espera en el mañana
jueves, 18 de abril de 2019
1976- LA FUGA DE LOGAN – Michael Anderson
"La Fuga de Logan" fue una producción de primer nivel que apareció cuando la ciencia ficción aún no era el generador de blockbusters en que se ha convertido hoy a raíz sobre todo del estreno de "Star Wars" en 1977. Pese a ello y al justificado maltrato al que le sometió la crítica especializada y una parte considerable de los aficionados (otra, en cambio, opinó lo contrario dado que se le concedió el Saturn Award a la Mejor Película), fue un film que cosechó un notable éxito popular y que sigue siendo recordado con cariño por mucha gente.
En el siglo XXIII, la población del futuro, todos jóvenes y sexys, llevan una existencia muelle de placeres y comodidades en el interior de una gran ciudad cubierta por cúpulas y aislada del mundo exterior. El único problema es que no tienen permitido vivir más allá de los treinta años, edad a la cual deben someterse a un ritual multitudinario, el Carrusel, durante el cual un campo antigravitatorio los eleva en el aire y los desintegra. La mayoría de la gente acepta esa muerte voluntariamente con la esperanza de reencarnarse en alguno de los bebés que son criados in vitro en los laboratorios de la ciudad. Pero otros rehúsan asumir ese final y se convierten en Fugitivos que tratan de encontrar refugio en un mítico lugar al se conoce como Santuario. Para evitar que esos disidentes pongan en peligro la paz social, se ha creado una fuerza policial de élite, los Vigilantes, que persiguen y ejecutan a los Fugitivos.
El ordenador que administra la ciudad y que ejerce la autoridad máxima ordena al vigilante Logan 5 (Michael York) infiltrarse entre los rebeldes con el fin de hallar y destruir el Santuaria. Para hacer creíble su fachada de cara a ser aceptado por los subversivos, el ordenador le acelera el contador biológico para dejarlo al borde del límite de vida permitido. Logan logra convencer a una de las rebeldes, Jessica 6 (Jenny Agutter), para que le ayude. Ambos empiezan entonces un largo y peligroso viaje perseguidos por Francis 7 (Richard Johnson), el antiguo camarada de Logan, y en el curso del cual saldrán de la ciudad, conocerán el mundo exterior y se darán cuenta de la verdadera naturaleza de la existencia que han llevado. Para entonces, Logan se habrá convertido ya en un auténtico y convencido Fugitivo que no sólo luchará por preservar su vida y la de Jessica sino por derribar el sistema bajo el que viven sus ignorantes conciudadanos.
“La Fuga de Logan” es una película a caballo entre dos épocas. Por una parte, es hija del cine distópico y profundamente pesimista que floreció a finales de los sesenta y durante la primera mitad de los setenta, con ejemplos como "THX 1138" (1971), "Z.P.G (Zero Population Growth)" (1971), "Zardoz" (1974) o "Rollerball" (1975), así como de los films juveniles y satíricos de aquellos momentos como "Wild in the Streets" (1968) o "Gas, or It Became Necessary to Destroy The World in Order to Save It" (1970). Como en estos títulos, "La Fuga de Logan" nos presenta el mismo futuro antiséptico y estéril, los mismos miedos acerca del potencial controlador de la tecnología en la forma de supercomputadoras y similares visiones de una sociedad hedonista cuyos miembros pasan su existencia drogados e indiferentes a lo que ocurre a su alrededor.
Pero al mismo tiempo, "La Fuga de Logan" anticipa en ciertos aspectos el nuevo boom de la CF que explotaría con "Star Wars" un año después. A diferencia de las películas distópicas de los setenta, ésta tiene un tono más ligero y se preocupa menos de la lucha desesperada por mantener la individualidad que por narrar una aventura llena de acción y efectos especiales. A diferencia de sus antecesoras, el retrato del futuro se modela no en términos de una higienización opresiva sino en una sucesión de escenas que tratan de suscitar el sentido de lo maravilloso en el espectador.
En este sentido, el esfuerzo invertido en la producción es espectacular. Los decorados están muy elaborados, como el circo del Carrusel (en su momento una secuencia técnicamente muy compleja en la que los actores eran suspendidos por cables sobre un escenario rotatorio); la clínica del Nuevo Tú, con su cama diagnóstica similar a una araña robótica gigante; el área urbana compuesta a base de cúpulas, trenes elevados, jardines y lagos...Irónicamente, gran parte del futurista interior de la ciudad existía en la vida real: muchas escenas se rodaron en el hotel Hyatt Regency de Houston y el centro comercial Market Center en Dallas, lo que, además de dar más verosimilitud al entorno ahorró a los productores no pocos millones de dólares.
La ciencia ficción clásica, desde las ilustraciones de Frank R.Paul a los colosales decorados de “La Vida Futura” (1936), está llena de visiones del futuro dominadas por las formas sinuosas y relucientes, las túnicas como vestimenta principal, los colores pastel, los ambientes higienizados y los monorrailes… un aire, en fin, similar al que hoy encontramos en las burbujas artificiales que crean los parques temáticos. Inscrito en esta tradición, el futuro de “La Fuga de Logan” es uno de los más bonitos. Fue una de las últimas películas en utilizar los trucos de la vieja escuela y, de hecho, los responsables de diseñarlo ganaron un Oscar Honorífico (no existía entonces la categoría de Mejores Efectos Visuales). Por desgracia, todo ese despliegue estético no sólo no ha envejecido bien (por no hablar del vestuario a lo “Fiebre del Sábado Noche” diseñado por Bill Thomas) sino que carece de una historia a la altura y una técnica narrativa con el necesario pulso.
Los autores originales de la novela, William F.Nolan y George Clayton tuvieron desde el principio en mente una posible adaptación cinematográfica y, de hecho, poco después de su publicación, en 1968, vendieron los derechos a la Metro Goldwyn Mayer por 100.000 dólares. Escribieron incluso un guión sobre el que trabajó el productor George Pal durante dos años antes de que el estudio paralizara el proyecto. Pero he aquí que la MGM obtuvo un resultado inesperadamente bueno de dos películas de CF estrenadas en 1973, “Almas de Metal” y “Cuando el Destino nos Alcance”. Queriendo exprimir las posibilidades del género, resucitaron “La Fuga de Logan”, le asignaron un presupuesto de nueve millones de dólares y se la entregaron al director británico Michael Anderson, pero ahora con un guión escrito por David Zelag Goodman.
El guión que fue finalmente trasladado a la pantalla ofrece en algunos aspectos un armazón argumental más sólido que el de la novela. Así, aquí la gente vive hasta los treinta años (el tema de la edad se ajustó al alza para que los actores elegidos pudieran encajar en sus papeles evitándonos así de paso la incomodidad de ver a jovencitos de doce años practicando sexo y drogándose). El “Sueño” es un ritual colectivo de tintes religiosos en lugar de una suerte de eutanasia forzada y a la gente se le hace creer que los participantes en el mismo son “renovados” y reencarnados en los bebés que luego nacerán en la ciudad. Todo esto hacía que las dudas de Logan y sus sospechas hacia el sistema resultaran más verosímiles. Francis tiene un papel más intenso y se elimina la doble identidad del personaje de Ballard, que era uno de los aspectos menos convincentes del libro.
Pero por lo demás, la película carece de un satisfactorio trasfondo o mensaje sociopolítico. El Carrusel y el límite de edad prefijado son simplemente facetas peculiares de una sociedad que flota en el vacío al haber eliminado la carga satírica de la novela, a saber, que una sociedad dominada por los jóvenes sería una institución hueca y endeble, que hace falta experiencia, sabiduría y madurez para edificar y conservar una auténtica cultura. Era una moraleja producto de la preocupación de unos escritores ya maduros por el auge de una juventud que a mediados de los sesenta parecía que iba a apoderarse de la política y la cultura. Por el contrario, en la película parece que todos los habitantes supervivientes de un cataclismo mundial se han concentrado en una sola ciudad aislada de un entorno del que la Naturaleza se ha enseñoreado de nuevo y donde apenas residen ya humanos. Se nos describe un paraíso urbano construido a partir del esqueleto de una civilización fracasada y desaparecida (la nuestra). Ahora bien, dado que no se menciona un problema de superpoblación, queda sin explicar por qué es necesario matar a quienes alcanzan la madurez, o por qué se instituyó el cuerpo de Vigilantes para impedir que nadie saliera de los límites de la ciudad; o el sentido religioso del Carrusel. Aún más desconcertante resulta la eliminación del Santuario: dado que hay un movimiento de rebeldes ayudando a escapar a gente de la ciudad y más adelante se nos revela que el Santuario no existe, uno se hace la pregunta obvia: ¿Dónde envían a los fugitivos? ¿Qué hacen con ellos?
Igualmente, la película encaja de forma desordenada y sin coherencia todo tipo de tópicos del género: sistemas de teleportación, individuos criados en laboratorios, robots asesinos locos, ordenadores que se colapsan al procesar problemas lógicos sin solución… El propio mundo parece diseñada a base de unir retales y sus ambientes tienen tan poca lógica como la sociedad que alberga: así, Logan y Jessica escapan de ella atravesando unas cavernas de hielo para emerger directamente a un paraje desértico. En lugar del planeta urbanizado, plenamente funcional y organizado que se presentaba en la novela, se opta en esta ocasión por tratar de epatar al lector con el mismo recurso que tan bien había funcionado en “El Planeta de los Simios” (1968): mostrar un mundo postapocalíptico en el que los protagonistas encuentran las ruinas de varios iconos de la arquitectura, la cultura y la historia americanas en una Washington desolada: el Lincoln Memorial, la ruinas del Capitolio, una deshecha bandera americana, la biblioteca del Congreso... Huelga decir que ninguna de esas escenas causa el mismo impacto que el hallazgo de Charlton Heston en aquella película.
Si el libro fue en su momento un producto derivado de la revolución juvenil de los sesenta, la película es en el fondo una réplica conservadora a la misma. “La Fuga de Logan” no se diferencia demasiado de “THX 1138” (1971) en tanto en cuanto en ambas cintas se presenta a una pareja de amantes que quieren escapar de una sociedad hermética y hedonista. Sin embargo, mientras que la película de George Lucas terminaba con THX saliendo de la ciudad y entrando en el mundo real bañado por la luz del sol, “La Fuga de Logan” no se contenta con finalizar la historia mostrando el triunfo de la individualidad frente a la distopía, sino que siente la necesidad de decirles a los jóvenes cómo deben vivir tras alcanzar la libertad. La novela se centraba en la idea del derecho a no morir cuando la sociedad lo dictamine, pero la película va más allá y nos transmite que lo que necesitamos es recuperar los valores tradicionales como el matrimonio heterosexual y monógamo.
De hecho, “La Fuga de Logan” es un film que parece pensado para espectadores conservadores de mediana edad incapaces de comprender por qué protesta la juventud y que creen que lo que ésta debe hacer es olvidarse del hedonismo y aprender a respetar a sus mayores y las tradiciones que éstos predican. Así, una vez en el mundo real, Logan y Jessica abrazan con facilidad ideas tan ajenas a su vida anterior como el de madre, padre, matrimonio monógamo, compromiso sentimental de por vida, hijos concebidos de forma natural o las “delicias” de envejecer.
En algunos aspectos, no obstante, la película no ha perdido validez con el paso del tiempo y allá donde en su momento pareció torpe en sus predicciones, ahora resulta que no se desvió tanto. Ahí tenemos una sociedad obsesionada por la satisfacción cortoplacista de sus necesidades más físicas, la distopía disfrazada de utopía, la cultura de los centros comerciales, la vanidad alimentada por la cirugía estética barata y accesible, la cosificación de la mujer, la banalización del sexo (con esa especie de protointernet en el que se puede elegir una compañera sexual para esa misma noche o el club sexual)…
Otro problema, este muy común en el cine de ciencia ficción, es que la primera parte, en la que se presenta la sociedad y su entorno, es de lejos más interesante que la segunda por mucho que la intención original fuera la inversa. Una vez que Logan y Jessica escapan de la ciudad, la historia se aparta de la novela original y descarrila totalmente. Mientras que el libro contaba que los rebeldes habían organizado una ruta de escape a un auténtico Santuario (una estación espacial abandonada cerca de Marte), la película opta por un Peter Ustinov interpretando a un balbuceante y senil anciano rodeado de gatos que vive en las ruinas de la Biblioteca del Congreso. Dado que este absurdo personaje es el primer contacto que los protagonistas tienen con una persona mayor de treinta años, es difícil creer que la idea de envejecer continúe teniendo el menor atractivo para ellos. Las huidas y escapadas en el último momento, los asesinos implacables, los robots homicidas, los tiroteos… resultan aburridos por lo trillados que están y el final no sólo es anticlimático y lento sino absurdo. Logan regresa a la ciudad, destruye el ordenador y libera a sus conciudadanos de su cómoda y saludable existencia sin pararse un momento a pensar que, dado que era la computadora la que administraba la ciudad y se ocupaba de atender todas las necesidades básicas de la población, difícilmente podrán sobrevivir más de una semana en plena naturaleza.
Irónicamente y como he apuntado más arriba, todos los actores protagonistas tenían más de treinta años en el momento de rodar esta película. Michael York pronuncia cada frase confundiendo énfasis con emoción. Por desgracia, su estilo interpretativo puede encajar para un drama inglés de época, pero carece del menor carisma de un héroe de acción y su Logan no transmite en absoluto la impresión de alguien duro y aguerrido. Su amigo y luego adversario, Richard Jordan, parece más un hippie en busca de fiesta psicotrópica que un villano temible. Jenny Aguter resulta muy atractiva pero el guión fracasa a la hora de darle profundidad y contenido a su personaje. Y, en mi opinión y pese a lo que digan otros comentaristas, Peter Ustinov ofrece una actuación bochornosamente mala con unas réplicas improvisadas que no vienen a cuento. Ni siquiera la breve aparición de Farrah Fawcett-Majors dura lo suficiente como para alegrar la vista del público masculino: la suya es una inclusión totalmente innecesaria desde el punto de vista narrativo y justificada sólo por su belleza (aquel mismo año saltaría a la fama y ascendería a la categoría de icono sexual para adolescentes gracias a su participación en “Los Ángeles de Charlie” (1976-81). Tampoco la banda sonora firmada por Jerry Goldsmith está a la altura. El compositor trata de ser experimental y crear algo que suene a futurista, pero sus pitidos y golpeteos electrónicos encajados en un sonido orquestal conforman una mezcla risible.
El director, el británico Michael Anderson, fue un realizador bastante prolífico cuya carrera se extendió nada menos que cinco décadas, firmando éxitos como “The Dam Busters” (1955), “La Vuelta al Mundo en Ochenta Días” (1956) o “Las Sandalias del Pescador” (1968). Pero también se hizo merecedor de la reputación de mediocre adaptador de excelentes clásicos de la ciencia ficción literaria. Ahí están “1984” (1956), “Crónicas Marcianas” (1980, para la televisión), “Millennium” (1989) o “20.000 Leguas de Viaje Submarino” (1997, también para la pequeña pantalla). En “La Fuga de Logan”, Anderson fracasa a la hora de crear la tensión y el ritmo frenético que caracterizaba la novela original.
A pesar de su historia mediocre y simplista, su ritmo torpe y sus planas interpretaciones, quizá fue la mezcla de atractivos actores y sensuales actrices en modelitos reveladores junto a la sensación de continua amenaza lo que gustó a muchos espectadores. Lo suficiente, en cualquier caso, como para que “La Fuga de Logan” sobreviviera expandiéndose en otros formatos.
Así, tras el mencionado boom de la ciencia ficción que siguió al estreno de “Star Wars”, las cadenas de televisión también quisieron aprovecharse de la nueva moda y demandaron más programas de ciencia ficción con los que rellenar sus parrillas de programación. Lo más fácil era tirar de referentes fílmicos y llevar sus premisas y personajes al formato de serie televisiva. Fue lo que ocurrió, por ejemplo, con “El Planeta de los Simios” (1974) o “La Fuga de Logan, que merced los productores Ivan Goff y Ben Roberts (“Los Ángeles de Charlie”), se reconvirtió en una serie para la CBS que sólo duró catorce episodios (incluido el piloto de larga duración) emitidos entre 1977 y 1978. Logan y Jessica fueron interpretados por Gregory Harrison y Heather Menzies respectivamente. A ambos se les unía enseguida el androide Rem (Donald Moffat) mientras corrían sus peripecias semanales tratando de encontrar el Santuario, saliendo al paso de otros individuos y sociedades –algunas amistosas, otras hostiles- y evitando a los Vigilantes que les perseguían liderados por Francis (Randy Powell).
Como tantas teleseries de ciencia ficción de los setenta, “La Fuga de Logan” fue un producto poco destacable, destinado a un público familiar y de vida efímera que sólo supo atraer a una porción modesta de la audiencia, dando la impresión a las cadenas de que, después de todo, el género sólo interesaba a un público muy concreto y no muy amplio. Al recurrir al cine para su inspiración, las cadenas buscaban un éxito rápido y seguro pero en realidad lo que consiguieron fue alejar a una parte importante de los espectadores que desconocían la premisa e historia de los films originales.
Por otra parte, no sería justo responsabilizar del fracaso únicamente al ajustado presupuesto con el que contaba la serie y que se hacía evidente en la pobreza del atrezzo y los efectos especiales. Los guiones tuvieron mucho que ver. La responsable de ese apartado era nada menos que D.C.Fontana, conocida y respetada profesional que había desempeñado la misma función en la “Star Trek” original (1966-9). El problema era que la propia naturaleza del proceso creativo en la industria televisiva impedía igualar la coherencia narrativa de los referentes cinematográficos. A pesar de contar con algunos episodios mejores que la propia película -escritos por Harlan Ellison (“Cripta”) o David Gerrold (“El Hombre Fuera del Tiempo”)-, la existencia de una multiplicidad de guionistas, cada uno ocupándose bajo la presión de fechas de entrega muy ajustadas de un capítulo distinto y aportando su propio punto de vista e ideas, hacía complicado mantener una línea consistente. La relación entre Logan y Jessica no era tanto la de unos nuevos Adán y Eva como la de hermano y hermana, Rem era el típico alivio cómico que sólo hacía gracia a los niños y los guiones abundaban en clichés: el coleccionista de armas que disfruta cazando hombres, alienígenas, viajeros temporales, científicos locos que experimentan con seres humanos o incluso casas encantadas
Uno de los autores originales, William F.Nolan, a raíz del éxito de la película y la nueva moda por la ciencia ficción, escribió dos secuelas, “Logan´s World” (1978) y “Logan´s Search” (1980). Marvel lanzó asimismo una colección de comic-books que duró siete números (enero a julio de 1977). Los cinco primeros contaban los eventos de la película con algunos cambios y vienen firmados por Gerry Conway y David Kraft como guionistas y George Pérez como dibujante. En algunos aspectos, esta adaptación al comic mejora el film en el sentido de que incluye globos de pensamiento que aclaran mejor las motivaciones de los personajes (en lugar de depender en la acartonada interpretación de los actores). El equipo artístico posterior, John Warner al guión y Tom Sutton al dibujo, no consiguió mantener el interés y tras sólo dos números el título fue cancelado.
Independientemente del cariño que se le tenga a “La Fuga de Logan”, ésta es una película excesivamente setentera que, además de los fallos de guión indicados, no ha envejecido bien en lo que se refiere a sus efectos visuales y diseño kitsch. Hay incluso quien ha llegado a decir que, como sus protagonistas, probablemente debería haber sido eliminada al cumplir los treinta años. Quizá por eso, en esta época poco proclive a arriesgar con nuevos proyectos, desde comienzos del siglo XXI han venido corriendo rumores persistentes de un remake con el que han estado asociados nombres como Bryan Singer, Tarsem Singh, Joseph Kosinski, Carl Rinsch o Nicholas Winding Refn, pero en ningún momento ha entrado siquiera en fase de preproducción. Mientras tanto, muchas de las ideas del film original han sido adoptadas más o menos conscientemente por otras películas con resultados irregulares, desde “La Isla” (2005) a “In Time” (2011).
En definitiva, un producto recomendable sólo para los amantes del futurismo retro y la estética setentera en su vertiente más hortera.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Como bien dices la peli es muy buena al principio porque la sociedad que presenta es tan demencial que impresiona, pero cuando empieza la fuga... Pocas pelis son tan malas empezando tan bien pero la verdad es que la historia de partida no ayudaba en nada.
ResponderEliminarBastante mala... Como casi todas las películas que dirigió Michael Anderson. Ese tipo debería tener muchos amigos en la industria, porque es increíble que alguien tan plano y mediocre haya filmado tanto.
ResponderEliminarUna muy mala película... Como todas las de Michael Anderson.
ResponderEliminarEse tipo debería tener muchos amigos en la industria, porque es de no creer que un realizador tan plano y mediocre haya filmado tanto y durante un período tan extenso.
"Excesivamente setentera" es una descripción perfecta. Yo VI primero la serie y años después la película, y noté la mejoría, aparte de que tenía los años para apreciar a Jenny Aguter en ese no-vestido. Creo que precisamente la estética retro es lo único que ahora puede hacer recomendarla. Añado a los comentarios que recuerdo haber leído que, cuando George Lucas estaba preparando Star Wars, una de las indicaciones que dio al equipo de dirección artística es que fuera todo lo contrario que La Fuga de Logan: de ahí la estética de un futuro sucio y gastado
ResponderEliminarEl libro ya era malísimo, y la película sólo la vi porque amo la ciencia ficción y a Michael York. Sólo por el delgado y pálido Michael York volveré a ver alguna vez este bodrio setentero. Lo tengo muy bien guardado. Michael estuvo en otra de ciencia ficción que me gustó más, La isla del doctor Moreau.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con una parte de las críticas, porque el final es un poco confuso. A mi no me ha quedado claro lo de la autodestrucción del ordenador guía. Solo por plantarle un problema lógico. ¡Que ordenador tan extrañamente endeble! Sería más lógico que Logan y Jessica se hubieran quedado a vivir fuera esperando a los fugitivos que, sin duda iban a llegar, una vez que Box había sido destruido. Mejor eso que privar a los jóvenes de la ciudad de su vida perfectamente organizada y feliz para la mayoría. Aparte de que, como dice el comentario, es dudoso que esos jóvenes hedonistas puedan apañarselas para sobrevivir en el mundo salvaje del exterior. Sin embargo, hasta el fallido final, la película cumple su función de entretener y de presentar un mundo feliz, en cierto modo.
ResponderEliminarAlgo parecido va a ocurrir en 2028 cuando intenten obligarnos a ponernos el chip.
ResponderEliminar