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viernes, 5 de agosto de 2011
1909-EL OTRO LADO - Alfred Kubin
Comentamos en esta ocasión un ejemplo ilustrativo del mestizaje existente entre la CF y otros géneros. En este tipo de novelas híbridas se entrecruzaban a finales del siglo XIX y comienzos del XX temas y entornos propios de la CF con elementos de tipo religioso o espiritual. En parte, estas obras eran un reflejo, cada vez más pálido, eso sí, de lo que podríamos denominar "ciencia ficción mística", cultivada especialmente a finales del siglo XIX pero cuyo origen se podría remontar al menos cien años atras.
Alfred Kubin, un pintor adscrito al movimiento artístico del Simbolismo y el Expresionismo, sólo escribió una novela, la que ahora comentamos, originalmente titulada "Die Andere Seite". Se trata de una extravancia apocalíptica inserta en una atmósfera del absurdo que ha merecido comparaciones con las posteriores obras de Kafka (de hecho, el escritor checo había leido la obra de Kubin y utilizado algunas de sus ideas en "El Castillo").
Un dibujante de Munich recibe la misteriosa invitación de un antiguo compañero de estudios, Claus Patera, para visitar el recién creado Reino del Sueño, en algún lugar de Asia Central. Patera gobierna esta tierra desde la capital, Perla, una ciudad de corte europeo en la que viven 65.000 personas. El dibujante/narrador, tras algunas dudas, accede y viaja con su mujer por Constantinopla, Baku y Samarcanda hasta Perla, donde toma conciencia de que el Reino de Sueño hace honor a su nombre. Perpetuamente cubierto por unos cielos nublados que impiden ver el sol, la luna o las estrellas, todo parece estar gastado, desde los edificios hasta las vajillas. Una gran muralla mantiene fuera al mundo real y todas las construcciones que ésta protege esconden historias macabras y violentas: hasta el Reino del Sueño se han trasladado estructuras de todo el mundo en cuyo interior se cometieron terribles crímenes; incluso los objetos de uso diario tienen un pasado negro y sangriento. Es como si una fuerza invisible controlara todo lo que mora aquí, ya sea animado o inanimado.
Una aldea cercana sirve de hogar a una tribu de hombres sagrados de ojos azules, los habitantes originales del Territorio del Sueño, que viven en un trance perpetuo. Las ilusiones se hacen realidad y los excéntricos habitantes de Perla son capaces de modelar a voluntad y conjuntamente a los seres venidos del exterior. Patera, siempre oculto, gobierna mediante la manipulación del subconsciente y el rechazo a cualquier tipo de progreso científico.
Las cosas se van tornando más y más grotescas, proliferan extraños rituales y aberraciones. Los habitantes son poseídos por arrebatos de violencia, la ciudad sufre plagas de insectos e invasiones de animales salvajes e incluso las mascotas se revuelven contra sus dueños. Cuando el narrador consigue encontrar a Patera, éste se encuentra sumergido en un trance: su cara se va transformando y adoptando las facciones de cientos, miles de personas diferentes,... lo que hace suponer que el Reino del Sueño, despeñándose al abismo de la locura, no sea sino una emanación de la propia demencia de Patera.
Cualquier intento de escapar es inútil, la violencia continúa aumentando mientras la diabólica fuerza que controla todo ahoga a la ciudad de Perla en un apocalipsis caótico. El libro finaliza con una reflexión del protagonista sobre las incómodas similitudes entre el destruido Reino de los Sueños y el mundo real. Kubin añadió además en la página final el dibujo de la mórbida cara, sin ojos, de Patera acompañado de la críptica frase: "El Demiurgo es un híbrido".
¿Ciencia ficción? En parte sí, no sólo por su carácter distópico -aunque con un sesgo marcadamente surrealista- sino por la interpretación que se ha realizado de la novela como una predicción de los sangrientos acontecimientos que estaban por llegar en Europa: el auge de militarismos y nacionalismos que desembocaría en las dos guerras mundiales, el ascenso del nazismo, la influencia hipnótica de Hitler sobre millones de personas, el holocausto e incluso las siniestras horas finales del Führer en su bunker berlinés, poseído por la locura igual que Patera..
Pero, principalmente, el viaje a la fantástica ciudad de Perla funciona como alegoría del peregrinaje personal del autor al interior de su propia alma. Alma que no gozó de demasiada paz durante su vida. Nacido en 1877 en Bohemia, su madre murió cuando él tenía diez años, a los once, mantuvo una relación sexual con una mujer embarazada y su padre era un tirano cuya muerte, en parte, fue el catalizador que le llevó a escribir "El Otro Lado". De pequeño tenía un carácter morboso, inclinado a torturar pequeños animales y obsesionarse con la muerte. Ya adulto, de aspecto frágil, siempre vestido de negro y de carácter tímido, consideraba el pesimismo como la única respuesta razonable a la vida. Encontraba placer en fantasear con catástrofes y devastaciones causadas por las fuerzas primigenias, lo que nos da pistas sobre el desolador clímax de la novela que nos ocupa. Todos estos elementos junto a algún que otro amor frustrado, modelaron su personalidad melancólica, expresada en forma de visiones de gran originalidad, pesadillas artísticas podríamos decir. Kubin no tenía un editor que le pusiera cortapisas y probablemente jamás se dio cuenta de que lo que escribía y lo que dibujaba pudiera causar perplejidad y hasta escándalo en la sociedad de entonces (se decía que sus cuadros habían provocado desmayos entre las refinadas damas de la época).
El origen de "El Otro Lado" bien podría estar en el mundo visual más que en el de las ideas. En 1907, Kubin había recibido el encargo de ilustrar un libro de relatos de Edgar Allan Poe. Más o menos por la misma época, se reunió con Gustav Meyrink para discutir sobre las ilustraciones que acompañarían a la novela que éste se hallaba escribiendo: "El Golem". Cuando Meyrink se retrasó en la finalización del manuscrito, el pintor encontró la forma de reutilizar los bocetos que había realizado hasta el momento, integrándolos en su propia novela.
Kubin no estudió arte. Tampoco era escritor profesional. Por eso tiene un mérito especial el que fuera capaz de construir una historia como "El Otro Lado" no a base de una serie de imágenes y episodios aislados montados con una débil ligazón, sino como una hábil narración de tensión y terror siempre crecientes. A pesar de su atmósfera claustrofóbica y los horrores que componen los cimientos de la novela, "El Otro Lado" es recomendable no sólo por sus potentes imágenes teñidas de surrealismo, sino también por la forma en que elementos relativamente modernos -como por ejemplo unos turistas americanos- consiguen integrarse en ese escenario atemporal. La batalla que se desata entre lo irracional y lo racional a medida que el Reino del Sueño se desintegra tiene la textura tanto de un gran guiñol como de una guerra moderna. Es casi como si a Hieronymus Bosch le hubieran encargado ilustrar Apocalypse Now.
Una evocación del efecto que el arte y las ideas de Kubin inspiraban es la reseña que de sus dibujos publicó en 1903 el Berliner Illustrirte:
"(Su arte) siempre sueña con los elementos últimos de la fantasía apocalíptica; sus seres y formas no son de este mundo, no los puedes medir con la regla de la correción o la posibilidad anatómica; son una distorsión completa, una grotesca exageración, igual que sus paisajes, soñados en ese crepúsculo eterno trás el tiempo y el espacio. Aunque siempre se encuentra aquí algo que prescinde de toda representación, todas sus ilustraciones tienen un convincente poder para hacer presentes las cosas, agarrarte y arrastrarte lejos, transmitiendo ideas y sensaciones de extrañas realidades que arden en el cerebro como golpes de hierro candente. La sugestión de este arte del alma, de lo raro, lo distinto, lo lujuriosamente repelente.. es siempre poderosa y duradera".
Otras novelas contempladas en su momento como obras destinadas a perdurar, se han desvanecido en las nieblas del olvido. El trabajo de Kubin, por el contrario, todavía resulta atractivo al lector moderno a pesar de sus más de cien años de antiguedad. No en vano está considerado uno de los libros más extraños y macabros que jamás se hayan escrito.
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