lunes, 5 de septiembre de 2022

2013- EN CARNE VIVA

 

Si hay un género que ha sido tratado de forma intensiva en el cine y la televisión de los últimos veinte años es el sobrenatural. Zombis, vampiros, hombres lobo… han invadido las pantallas grandes y pequeñas hasta fatigar al espectador, que deja de esperar nada sorprendente de la siguiente película o serie que incluya a alguna o varias de estas criaturas. Por eso es una lástima que los zombis de la británica “En Carne Viva”, creada por Dominic Mitchell, pasaran bajo el radar de muchos aficionados. Como tantos productos de la cultura pop modernos, es un hijo del comic “Watchmen” (1986) en el sentido de que asienta lo fantástico, lo sobrenatural, en un entorno realista para explorar las consecuencias que aquéllo tiene sobre éste. Pero no estamos ante otro “The Walking Dead”. De hecho, son dos programas muy diferentes.   

 

Y es que, aunque escaseen los dramas zombis en la televisión actual ¿cuántos de ellos convierten a los propios zombis en protagonistas de la historia? ¿Cuántos hacen que los zombis sean siquiera personajes individuales? Sí, está “iZombie” (2015-2019), pero en el caso de su protagonista, su auténtica naturaleza no es conocida por quienes le rodean y, por tanto, es difícil articular un comentario social utilizando la figura del zombi.

 

¿Y cuál es el interés de una ficción zombi si no sirve como vehículo de algún tipo de mensaje social, político o moral? Se ha alabado a “La Noche de los Muertos Vivientes” (1968) de George Romero por la forma en que abordó (aunque quizá no deliberadamente) las tensiones raciales de su época; “El Amanecer de los Muertos” (1978) es una crítica al consumismo. Los humanos supervivientes resultan ser, en esas y otras muchas obras con zombis, más peligrosos que éstos.

 

Hay quien podría argumentar que, a la hora de elegir un homenaje al trabajo de Romero, “The Walking Dead” sería lo más natural. Al fin y al cabo, sus zombis se parecen mucho a los de aquél. Sin embargo, en “En Carne Viva” lo que importa no son tanto las “reglas” del fenómeno zombi como la forma en que éste se utiliza para hablar de otros temas. Si “La Noche de los Muertos Vivientes” nos mostraba que el auténtico peligro residía no en los comedores de cerebros sino en cómo los vivos se relacionaban entre sí en ese mundo destrozado, “En Carne Viva” va un paso más allá al adoptar la perspectiva de los propios zombis. No se trata aquí de cómo un misterioso virus va apoderándose de humanos que, a su vez, matan a otros humanos. Esa etapa de la historia, ya es el pasado. Lo que constituye el núcleo de la serie es cómo la tragedia y el trauma han afectado a una pequeña población del norte de Inglaterra, Roarton, que se convierte en un microcosmos que remeda todo el país –todo el planeta en realidad- y que demuestra lo mal preparada que está nuestra sociedad para enfrentarse a quien es diferente.

 

Kieren “Ren” Walker (Luke Newberry) es un enfermo de Síndrome de Muerte Parcial o SMP. En otras palabras, es un zombi que ha sido medicado y que ha recuperado su identidad y su cordura. Desde que cuatro años atrás se produjera el Levantamiento (el apocalipsis zombi), Kieren y otros muchos como él que deambulaban por las zonas rurales devorando cerebros humanos, fueron atrapados y tratados con medicamentos y terapia en centros especiales. Ahora, los están enviando de vuelta a sus hogares para retomar sus antiguas vidas de la forma que mejor puedan. Por desgracia para ellos, no todos los “vivos” están preparados para olvidar y perdonar las muertes que causaron. Ni siquiera sus familiares pueden aceptar fácilmente que quienes ya consideraban muertos se encuentren de nuevo entre ellos.  

 

Kieren siente remordimientos por lo que hizo en su estado “rabioso” y vive agobiado por la culpa que le provocan los fogonazos de memoria en los que se ve devorando en un supermercado a su última víctima. Muchos de los vecinos de Roarton, su pueblo natal, siguen siendo extremadamente hostiles hacia los “podridos”, una agresividad alimentada por el párroco local (Kenneth Cranham). La hermana de Kieren, Jem (Harriet Cains), participó activamente en la Liga de Voluntarios Humanos (LVH), un grupo paramilitar no supervisado por las autoridades que se enfrentó a los zombis durante el levantamiento, y le cuesta aceptar que Kieren, su hermano mayor, ha regresado de los muertos.

 

El intransigente líder del LVH, Bill Macy (Steve Evets), recibe la noticia de que su hijo Rick (David Walmsley), un héroe de guerra muerto en Afganistán, va a volver a casa… como enfermo del SMP. Por otra parte, Amy (Emily Bevan), también víctima de la misma dolencia y que murió de leucemia a los 21 años antes de levantarse de su tumba, traba amistad con Kieren. Su actitud ante su condición difiere por completo de la de él: ella cree que el SMP es una bendición. Su enfermedad la había condenado a muerte y ahora tiene una segunda y eterna oportunidad. Mientras tanto, un misterioso Profeta llama a los antiguos zombis a agruparse para perseguir un fin todavía poco claro.

 

Como ya dije al principio, el principal mérito de “En Carne Viva” es su cambio de perspectiva porque aquí no sólo vamos a tener el punto de vista de los humanos, sino también el de los “monstruos”. Utilizando lo fantacientífico como prisma a través del cual contemplar nuestro mundo, la serie presenta a los zombis no como meras dianas de héroes machotes y mujeres fuertes, sino como auténticos parias. Kieren, Amy o Simon sufren marginación por ser diferentes en un pueblo que teme la diferencia, lo que permite a los guionistas abrir una ventana a los espectadores más jóvenes que se sientan víctimas de la pena, la culpa, la depresión o el rechazo. Es una historia coral de jóvenes negándose a aceptar las etiquetas que la sociedad se empeña en colgarles y tratando de averiguar cómo vivir en el mundo; de alienación que se convierte en radicalización y personajes que deben elegir entre la esperanza y la aflicción, entre el amor y el dogmatismo; y, sobre todo, una llamada a la comprensión del “otro” y el fomento de la empatía.

 

Sí, “En Carne Viva” utiliza a sus zombis –perdón, víctimas de SMP- como metáfora del “otro”. Este tipo de paralelismos, lo apunté al principio, siempre han formado parte del subgénero zombi. Originalmente, los zombis representaban nuestra marcha lenta pero inexorable hacia la muerte, de la misma forma que los vampiros encarnaban nuestros temores sexuales (elegantes caballeros mordiendo el cuello de jóvenes vírgenes e infectando su sangre). Lo sobrenatural es un vehículo para nuestros miedos y nuestros deseos. Y “En Carne Viva” encontramos mucho de este subtexto. Quizá hasta demasiado.

 

El SMP puede interpretarse como una metáfora de la enfermedad mental o la adicción. La serie ilustra la experiencia de aquellos aquejados por enfermedades mentales. Kieren se suicidó antes de levantarse de su tumba y su tratamiento médico y devolución a la familia se asemeja a la experiencia de quienes han sido hospitalizados por depresión y deben reincorporarse a su antigua vida. La lucha de su familia por entender y asumir la dolencia de Kieren y el sentimiento de alienación de éste, también forman parte de la metáfora. En la segunda temporada, los pacientes de SMP más fanatizados utilizan una droga, el “Olvido Azul”, que neutraliza la medicación y los revierte a su estado furioso, experimentando así una sensación de liberación y autoafirmación.

 

Por otra parte, la forma en que Roarton y, por extensión, el Reino Unido, trata a sus enfermos reinsertados en la sociedad puede asimilarse a lo que ocurre con los inmigrantes o con cualquier persona que se diferencie claramente de lo que se considera “la norma”, sea en su aspecto, capacidades, creencias u orientación sexual. Cualquiera, en definitiva, que sea tratado como “inferior” ya sea por las autoridades o por la sociedad.

 

Aunque hay detalles poco sutiles (como obligar a los SMP aocupar estancias separadas en el pub local), los guionistas aciertan a la hora de representar los diferentes grados de discriminación que suelen darse en nuestro mundo. Así, la presencia de Rick es aceptada (es un héroe de guerra, tal y como muestran sus cicatrices, hijo de un respetado sargento de la milicia y el maquillaje oculta su condición zombi); Kieren está claramente fuera de lugar en todos sitios pero tampoco despierta una animadversión abierta; y Amy, con su espíritu libre y su rechazo a esconder con maquillaje y lentes de contacto su aspecto real, es odiada prácticamente por todos los “vivos”, que, incómodos, no saben cómo reaccionar ante su alegría de vivir y su cadavérico rostro. Esa gradación también se ve en el otro “bando”: Bill, el estricto padre de Rick, se niega a reconocer que su hijo es un zombi; otros personajes, como la dueña del pub, aceptan la nueva situación desde el principio; y otros, en fin, cambian su actitud conforme avanza la serie. 

 

Por si no ha quedado claro ya, vuelvo a recordar que “En Carne Viva” es un drama centrado en los personajes y las dinámicas sociales que crea la inusual premisa. Quiero decir con esto que, aunque todo gire alrededor de los zombis, no hay apenas gore ni violencia explícita más allá de los rápidos flashbacks de Kieren en sus últimos momentos como zombi. Ni siquiera hay suspense. Dicho esto, sí hay mucha violencia, difusa y repartida pero no por ello menos real: hay personajes que sufren a causa de ella: Kieren se suicidó por un amor homosexual no correspondido; Rick es un gay atrapado en una familia rígidamente tradicionalista; tanto el vicario de Roarton como el Profeta que se dirige a sus fieles no muertos desde una página web, son aspersores de odio; y muchos en el pueblo prefieren ver muertos a sus antiguos vecinos antes que tenerlos de vuelta y verse obligados a convivir con ellos.

 

Kieren Walker, el protagonista, es un soplo de aire fresco precisamente por no ajustarse a ese prototipo actual de antihéroe masculino, atractivo y audaz. Es introspectivo, cariñoso y compasivo. Reflexiona sobre cómo sus actos afectan a los demás (en el presente y el pasado, no olvidemos que comía cerebros), y lo hace mientras lucha contra la depresión. La primera temporada se centra sobre todo en la lenta aceptación de su nueva condición y cómo aprende a encontrarle un nuevo valor a su vida. La suya es una historia triste pero inspiradora.

 

Cuando conocemos a Kieren, está volviendo a casa tras pasar una larga temporada en un complejo militar de recuperación para enfermos de SMP. No ha visto a su familia desde que muriera unos años atrás y aunque los añora –y ellos a él- tras su regreso no puede impedir sentirse un extraño en su propio hogar. Esta es una historia para cualquiera que, viendo un melodrama familiar televisivo, no haya podido evitar preguntarse con cierta irritación dónde están esas grietas incómodas y a veces irreparables, que existen en cualquier familia. “En Carne Viva” es un retrato de cómo las instituciones fracasan a la hora de afrontar ciertos desafíos: los gobiernos, las iglesias, las comunidades… y las familias.

 

Esto se ve incluso mejor en el caso de la familia de Rick, quien fue amante de Kieren y se alistó en el ejército tanto para complacer a su estricto padre como para escapar de lo que él consideraba unas pulsiones depravadas. Murió en Afganistán en acto de servicio pero resucitó como zombi y a su vuelta en Roarton trata de negar sus sentimientos. Todo lo relativo a la relación de Kieren y Rick se expone de forma sutil pero clara. Durante una conversacón con su padre sobre deportes, Rick bromea con la posibilidad de “cambiar de equipo”, refiriéndose al deporte local; a lo que su padre, continuando con el mismo tono desenfadado, le responde “no te atrevas o te mataré”. Más tarde, Rick y Kieren se reúnen y tienen tiempo para hablar a solas del pasado, aludiendo vagamente a su “tonteo” antes de que el primero se marchara al ejército. Ambos descubren también que ninguna de las cartas que Kieren le escribió llegó a su destino, sugiriendo que alguien –seguramente el padre de Rick- las interceptó. Todas estas medias palabras dejan claro no sólo que sus sentimientos eran recíprocos sino que compartían un vínculo especial.

 

La orientación sexual de Kieren se trata con naturalidad y ni siquiera es el motor de la serie. La homosexualidad no es su característica definitoria. Aunque, naturalmente, forma parte de él, el personaje tiene una identidad más compleja y multidimensional. “En Carne Viva” consigue integrar orgánicamente la vida amorosa de Kieren en un tapiz narrativo mucho más amplio en el que además de desarrollar un drama familiar se abordan las dinámicas sociales de las ciudades pequeñas y la conspiración tras el levantamiento zombi (en la que participan políticos y compañías farmaceúticas, aunque esto sólo se desarrolla algo más en la segunda temporada).

 

Si “En Carne Viva” fuera una serie americana, constaría de una temporada de entre ocho y trece episodios, todo el desarrollo sería un tanto lento y los guionistas se tomarían su tiempo para explorar los personajes y el mundo que habitan. En Gran Bretaña, sin embargo, las mejores series tienen temporadas cortas y la que ahora nos ocupa es un buen ejemplo, porque sólo tiene tres episodios de una hora. Aún con esa severa limitación, los guionistas consiguen encajar en ellos una gran cantidad de información sobre los personajes y el trasfondo en el que se desenvuelven, pero sin abrumar al espectador e integrándola en la narrativa de forma natural y ordenada. Basta como ejemplo la forma en que se revela el suicidio de Kieren: su hermana Jem grita “¡No puede matarse dos veces!”, que no sólo nos explica cómo murió el personaje sino el por qué de la actitud hostil de su hermana.

 

Hay que destacar asimismo que, aunque ambientada en Lancashire, se rodó en Yorkshire. Los amplios paisajes verdes y bosques que rodean el pueblo son un personaje en sí mismo, contrastando llamativamente con los oscuros dramas internos de los personajes y las familias que los acogen y, al mismo tiempo y gracias al clima lluvioso y atmósfera brumosa, transmitiendo una sensación de melancolía

 

Cualquiera con dudas acerca de si había suficiente sustancia en la serie para alimentar una segunda temporada las vería despejadas cuando llegaron los seis episodios de ésta, expandiendo su mundo sin perder su intensidad ni poder alegórico. Todo lo contrario. La acción, además de los escenarios de Roarton ya vistos en la primera temporada, incluía ahora ciudades, comunas de no muertos, un centro de detención... donde se presentaban personajes cuyas historias o pasados discurren más allá de los límites del pueblo.

 

La segunda temporada profundiza más en la identidad y metas personales de Kieren en un mundo gradualmente más tumultuoso. Tras llorar la muerte de su amante, sigue adelante y se enamora otra vez de otro hombre cuya relación, en esta ocasión, no se sugiere sino que se muestra claramente sin lugar a interpretaciones.

 

Pero, sobre todo, esta segunda temporada amplía el campo personal y comunitario al político vía la presentación de un partido, Victus, que ha cimentado su popularidad exclusivamente gracias a su postura anti-SMP, aprovechándose de la amargura dejada por el Levantamiento, el miedo al retorno de los zombis “rehabilitados” y la indignación que están provocando los actos terroristas del Ejército de Liberación de los No Muertos, cuyos militantes son víctimas de la marginación de los “vivos” que han encontrado una nueva identidad, sentido de pertenencia y propósito en un movimiento radical liderado por el Profeta. Allí es donde acaba Amy Dyer, la amiga de Kieren, que había abandonado Roarton en la temporada anterior cansada de soportar los ataques de los vivos.

 

Los militantes del Ejército de Liberación de los No Muertos, siguiendo las indicaciones del Profeta, esnifan la antes mencionada “Olvido Azul” para revertir a su estado rábido en lugares públicos al tiempo que citan las escrituras de su líder. Aunque la iglesia cristiana y el Profeta afirman tener metas diferentes, lo cierto es que ambos han conseguido manipular a sus respectivos adeptos para enfrentar a lo que básicamente son unos humanos contra otros.

 

La historia que se desarrolla en esta temporada es una ácida disección de cómo operan los prejuicios, la hipocresía y el fundamentalismo y, quizá más importante, cómo la empatía puede desmantelarlos. La sátira de la mentalidad gubernamental y burocrática se acentúa con toda la subtrama del programa social “Devolver”, en virtud del cual se restringen los derechos de los enfermos de SMP y se les obliga a realizar trabajos comunitarios para recuperar la plenitud de los mismos.

 

Hay un momento en el que los políticos radicales se apoderan de la gestión del problema de los zombis reinsertados y les obligan trabajar en labores comunitarias para compensar el daño causado en su estado furioso. Cada vez que se acercan a un cliente en un establecimiento o incluso a un viandante, deben decir: “Soy un enfermo de Síndrome de Muerte Parcial y lo que hice en mi estado sin medicar no fue culpa mía”. Esto es una muestra del sutil y siniestro humor británico que subyace en la serie, un ingrediente que evita la excesiva intromisión de moralina. El creador y guionista Dominic Mitchell se inspiró tanto en la obra “zombi” de George Romero como en el humor satírico del dramaturgo y novelista británico Alan Bennett a la hora de mezclar en esa serie mitología fantacientífica y banalidad cotidiana.

 

No puede negarse el componente de subversiva sátira de este programa, no sólo en lo que se refiere a la mentalidad conservadora de la Inglaterra rural sino también a la retórica oficial. La forma en que se utiliza el lenguaje para manipular la opinión pública es una de las preocupaciones de la serie, desde las prédicas del vicario a las expresiones que utilizan las autoridades políticas o médicas. Ese insidioso uso del vocabulario y las etiquetas que tratan de camuflar los verdaderos sentimientos de sus hablantes se ve en muchas escenas en las que la gente sencilla de Roarton se ve coartada por su deseo de ser políticamente correctos. Los fanáticos del pueblo llaman “podrido” a Kieren, pero oficialmente le obligan a referirse a sí mismo como paciente de SMP. Y cuando un grupo de exzombis empiezan a autodenominarse los Redimidos, saltan todas las alarmas… También se ponen en cuestión los dogmas religiosos y las creencias, como en esa escena del último episodio en la que los creyentes extremistas de tres posturas diferentes coinciden en un punto determinado. Se le recuerda con frecuencia al público que en el plano moral abundan más los grises que los blancos o los negros y que un más profundo conocimiento de los individuos puede explicar lo que a priori parecen actos incomprensibles de ciertas organizaciones o colectivos.

 

Al término de la segunda temporada, la mayoría de las subramas principales llegaban a su fin y de desvelaban varios secretos sobre la fuente del levantamiento zombi; pero también se introducían otros misterios, y un cliffhanger que, además de traer de vuelta a un querido personaje (no para mí, que siempre lo encontré bastante irritante) que había muerto, prometía reescribir todas las reglas de ese universo. Por desgracia, ya nadie iba a verlo porque la serie, como sus protagonistas, murió joven; pero, a diferencia de éstos, no para levantarse de su tumba y regresar al hogar de los espectadores.

 

En diciembre de 2014, la BBC, tras haber efectuado un recorte presupuestario meses antes que incluía el cierre de varios canales de televisión, incluido BBC Three que era donde se emitía “En Carne Viva”, anunció que aquél pasaba a ser una plataforma por internet y su plan de abandonar la clasificación de sus programas por género. Ya no se hablaría de comedia, drama o documental, sino programas que “te hacen reír” o “te hacen llorar”. Los fans de la serie esperaban que ésta hallaría un nuevo hogar en alguno de los canales supervivientes, como BBC Two, pero semanas más tarde, llegó el anuncio de su cancelación definitiva, quizá por considerar los ejecutivos de la cadena que resultaba demasiado cara, pero sin duda también porque pensaban que era demasiado compleja. Esperar suscitar en sus televidentes empatía, crítica y autoreflexión eran objetivos, a criterio de la dirección de la cadena, demasiado ambiciosos.

 

“En Carne Viva” le dio un impulso a las carreras de toda una serie de guionistas y actores, desde su creador, Dominic Mitchell a actores como Luke Newberry o Emily Bevan. El director Johnny Campbell demostró que los dramas juveniles de ciencia ficción o fantasía no tienen necesariamente que estar dominados por la hiperactividad, los actores atractivos y los colores de tonos fuertes.

 

“En Carne Viva” es un drama con cerebro y corazón, centrado tanto en las emociones (positivas y negativas) como en temas relevantes y actuales como los prejuicios, el adoctrinamiento, la salud mental, el desengaño o el amor (filial, paternal, de amistad o sentimental) engarzado todo ello en una historia bien narrada que aporta una visión diferente a un subgénero, el de los zombis, ya muy transitado y escaso de enfoques originales que prescindan de las sierras mecánicas, las hachas y la explosión de cabezas. Casi una década después de su estreno, su propuesta, inteligente y sensible, sigue siendo válida.

 

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