jueves, 19 de noviembre de 2020

2012- PSYCHO-PASS ( y 2)


(Viene de la entrada anterior)

 

La serie, a pesar de su alto grado de violencia explícita (lo cual contrasta con la fachada de mundo apacible que perciben los ciudadanos ordinarios bajo el sistema Sibyl) y sus guiños casuales al lesbianismo –o quizá precisamente por ello, vaya usted a saber- fue muy bien recibida, generando una segunda temporada en 2014 así como varios spinoffs que incluyen un manga, novelas y un videojuego.

 

La segunda temporada trae de vuelta a la mayoría del reparto de la primera (excepto los que mueren o abandonan, que no revelaré para no hacer más spoilers de los necesarios). Akane es ahora la Inspectora jefa de la División 1 de Investigación Criminal, a la cual se ha incorporado otra novata, Mika Shimotsuki, un personaje desagradable que es la opuesta de Akane en cuanto a ideas y personalidad. La esperanza de que los métodos y espíritu de Akane acabaran permeándola se desvanece cuando su desconsideración, adherencia ciega a Sibyl y ansias de destacar no disminuyen conforme avanzan los episodios y se convierte en un problema para la División.

 

En esta ocasión, el nuevo villano vuelve a ser un criminal “fantasma” al que los dispositivos de detección de Sibyl no pueden encontrar y la mayor parte de los episodios giran alrededor de averiguar su identidad, cómo evita el escaneo y qué motivos tiene para cometer por delegación unos crímenes horrendos cuyo propósito es disparar el psico-pass global de una zona, degenerando en una histeria colectiva que obliga a los agentes a, siguiendo el mandato automático de Sibyl, provocar auténticas carnicerías.

 

Se descubre la existencia de unos cascos que impiden el escaneo de Sibyl y, más tarde, de gente que gracias a una medicación puede mantener artificialmente su psico-pass muy bajo y los Ejecutores no pueden detenerles con sus Dominator (que, recordemos, permanecen bloqueados si su escáner no detecta un psico-pass alto en el objetivo). Tal es la dependencia de los Ejecutores de sus sofisticadas armas, que se ven indefensos ante la amenaza, sufriendo cuantiosas víctimas en sus filas. Al mismo tiempo y ya conociendo la auténtica naturaleza de la Inteligencia Artificial Sibyl, se continúa profundizando en los conceptos ya presentados en la anterior temporada, entrando directamente en el campo filosófico.

 

Tras los episodios iniciales, en los que los personajes se hallan tan despistados como los espectadores, la investigación cobra impulso y es difícil no quedar atrapado por el continuo carrusel de giros y momentos intensos. Como sucedía en la primera temporada, la corta duración de cada capítulo –que, además, totalizan sólo once en vez de los veintidós de la primera- contribuye a que el ritmo sea muy dinámico hasta las dos últimas entregas, cuando se desvela el auténtico propósito del villano y consiguen cerrarse los numerosos cabos sueltos en una conclusión épica. 

 

En 2015, se estrena una película en salas que para muchos –no en mi caso- es el producto más interesante de lo que ya se había convertido en una franquicia. Hay que avisar, no obstante, de que no se trata de la mejor puerta de entrada a la misma ya que fue hecha para los fans de ese universo y se dan por conocidos a los personajes, sus pasados, relaciones y entorno en el que se desenvuelven.

 

A resultas de una operación contraterrorista en la que interviene la División 1 de Akane Tsunemori, se encuentran unas imágenes de su antiguo colega, Shinya Kogami, que lo implican en un turbio asunto de insurgencia en la Unión del Sudeste Asiático (SEAUn), una confederación que incluye Camboya, Laos, Tailandia, Malasia, Indonesia, Singapur, Myanmar y Vietnam. En uno de esos países, Shambala Float, bajo el liderazgo de un tal Han y todavía acosado por las fuerzas rebeldes que se oponen a su gobierno, se ha empezado a importar e instalar la tecnología Sibyl vendida por Japón.

 

Siguiendo la pista, Akane recibe permiso para viajar a SEAUn, donde es recibida por el Coronel Nicholas Wong que le informa de que, aunque Japón ha vendido a SEAUn la tecnología Sibyl, no ha hecho lo propio con la de los Dominators y el medio que han encontrado aquí para mantener controlados a los criminales latentes es colocarles un collar que libera una dosis letal de veneno si su psico-pass se ennegrece más de lo establecido. Akane ve en esto indicios siniestros de cómo la tecnología Sibyl está siendo corrompida por una dictadura, pero dado que su misión primordial es la de encontrar y atrapar a Kogami, calla.

 

Mientras acompaña a los soldados de Wong durante una misión militar en la región y en el curso de la batalla que se produce, ve a Kogami en un monitor y sale a su encuentro, reuniéndose con los “terroristas” que se oponen a la tiranía y descubriendo la verdad sobre el oscuro acuerdo que han firmado Han y Sibyl.

 

Los creadores de la franquicia tomaron una arriesgada decisión al cambiar la dirección que había venido siguiendo la misma. Porque la principal diferencia entre las dos temporadas previas de “Psycho-Pass” y la película es que ésta ya no es una historia detectivesca. No vamos a encontrar aquí un misterio que Akane deba desentrañar o algún terrorista o asesino de identidad incierta, sino un anime de ciencia ficción más tradicional en el que domina la acción. Que esto suponga un cambio a mejor o peor depende del espectador.

 

También a diferencia de los seriales televisivos, la película de “Psycho-Pass” no recupera exactamente los mismos temas ni plantea una trama similar, aunque sí conserva la esencia de la obra. Siendo una historia más simple, plantea una progresión natural respecto a lo ya conocido, con Sibyl expandiéndose fuera de Japón para incrementar su poder. De hecho, mientras que la serie no hacía demasiadas referencias al estado en el que se encontraba el resto del mundo, la película transcurre casi en su totalidad en otro país sumido en una guerra civil.

 

Siendo que aquí la historia es más sencilla que los enrevesados casos policiacos de la serie y contando con un metraje de casi dos horas, podría pensarse que al menos se pondría más atención en los personajes, pero en este apartado es fácil sentirse decepcionado. La serie tenía un carácter más coral pero el largometraje presenta a Akane arreglándoselas prácticamente en solitario. Ciertamente, la vemos aquí dotada de mayor carisma y solidez como personaje. Ha ganado mucha confianza en sí misma desde que la vimos por primera vez, comprende mejor el mundo en el que se mueve –tanto el evidente como el oculto- y aplica todos los conocimientos y trucos que ha ido aprendiendo con el tiempo. Quizá es por eso por lo que Kogami se siente desplazado ante ella.

 

En la primera temporada, Kogami había actuado como una suerte de mentor para Akane, pero ahora no pasa de ser un rostro familiar que solo brilla plenamente en las escenas de acción. De hecho, la reunión de ambos, que había sido uno de los momentos más esperados por los fans, es poco emotiva. El guión nunca llega a explotar el potencial que tiene la ambigua relación entre ambos y Kogami se limita a ser aquí el líder y portavoz ante el espectador de la postura insurgente. Más allá de eso y de su función como catalizador para arrancar la trama, su relevancia emocional en la historia es escasa. En general, los personajes carecen de evolución o profundidad y el interesante reparto de agentes que acompañaba a Akane en las dos temporadas anteriores queda aquí reducido casi al nivel de cameos.

 

Aunque la película, al abrir el foco más allá de Japón, plantea reflexiones interesantes sobre cómo un sistema como Sibyl podría ayudar –o no- a aportar orden en un país fracturado, no llega, en mi opinión, a desarrollar estos puntos como habría sido deseable habida cuenta del potencial que aportaba el turbulento contexto político de SEAUn y las analogías que podrían haberse trazado con acontecimientos de nuestra propia actualidad. Al fin y al cabo, Japón se encuentra hoy tratando de reformular su relación con el resto de Asia y varios países africanos, a los que destina ayuda y asesoramiento especializado que recuerdan a lo que Sibyl exporta en la película. De nuevo, Sibyl se presenta como una entidad siniestra, imparable, eficiente y despiadada ante la que Akane ha de encontrar una forma de razonar o engañar para que mejore y humanice su sistema de control ciudadano, pero en general, es la acción la que domina la trama y las meditaciones filosóficas que daban sustancia a la serie quedan en un segundo plano.

 

En cuanto al apartado técnico, el trabajo con los personajes es algo más sofisticado y el diseño de un país distinto al urbanizado Japón y castigado por una guerra es aún más sobresaliente. El resultado en general es más limpio y detallado, pero se detectan algunos problemas con la compatibilización del CGI y la animación tradicional. Muchas escenas cuentan con fondos digitales muy completos en 3D que no casan bien con las figuras 2D, algo que se hace especialmente evidente en espacios reducidos como la oficina de Kasei o el laboratorio de análisis de la División.

 

Al final y como he indicado más arriba, la película de “Psycho-Pass” es una suerte de cambio de dirección respecto a lo planteado en las dos temporadas de la serie. Ésta se ambientaba en Tokio y utilizaba un reparto reducido de personajes investigando una serie de asesinatos que ponían en jaque al sistema Sibyl; la película sale al extranjero, prescinde de  casi todos los personajes veteranos para presentar otros nuevos y en lugar de una trama policiaca ofrece un drama político-bélico con abundante acción. En general y siendo en el fondo un episodio alargado en el que se ha volcado más dinero para los efectos, “Psycho-Pass: La Película” constituye una buena adición al canon ya establecido, imprescindible para los fans aunque no recomendable para quien no haya visto aún la serie de televisión.

 

Hay otras dos entregas que por el momento completan la franquicia pero a las que todavía no he tenido acceso. Por una parte, una trilogía de películas independientes entre sí y destinadas a su estreno en el cine, un proyecto titulado globalmente “Sinners of the System” y que se estrenó en 2019. Cada una presenta un caso diferente escrito por un guionista distinto, aunque las tres están dirigidas por el mismo realizador que ha firmado todo el matrial de “Psycho-Pass”, Naoyoshi Shiotani. Se trata de aportar historias con un punto de vista diferente al de Akane y que sirvan de nexo a la tercera temporada, ocho episodios emitidos entre octubre y diciembre de ese mismo año y protagonizados por un nuevo reparto de Ejecutores e Inspectores encabezados por Kei Ignatov y Shindo Arata. A ello seguiría otra película, “Psycho-Pass: First Inspector” (2020).

 

En general, “Psycho-Pass” es una serie de ciencia ficción con un notable contenido intelectual y que, a través de sus absorbentes tramas y bien construidos personajes, por un lado ofrece una mirada realista a un futuro dominado por la ingeniería social y la tecnología; y, por otro, propone que reflexionemos acerca de cuestiones trascendentales sobre la sociedad, la ley, la justicia y la moralidad: ¿Qué es más importante, la Justicia o el Orden? ¿Qué estamos dispuestos a sacrificar en aras de la seguridad y la armonía social? ¿Qué efectos puede tener sobre la sociedad el incremento en la monitorización, vigilancia, registro y análisis de nuestros datos –sean estos biométricos, profesionales, hábitos de consumo, navegación por internet, uso de redes sociales…-? ¿Estaríamos dispuestos a privatizar la Justicia, a dejarla en manos de sistemas automáticos que funcionaran en base a parámetros prefijados? ¿Hasta qué punto el ansia de control puede asfixiar la individualidad y la creatividad?

 

No hay respuestas definitivas a preguntas como estas y los creadores no son tan arrogantes como para pretender conocerlas o articular un discurso moralista alrededor de ellas. Pero sí es un rasgo de la ciencia ficción inteligente y adulta el plantear estos debates; fijarse en la sociedad actual y sus tendencias, jugar a llevarlas a sus extremos para reflexionar sobre las posibles consecuencias y advertirnos de los peligros del mañana que hoy mismo estamos incubando. Y eso, “Psycho-Pass” lo hace perfectamente.

 


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