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domingo, 16 de abril de 2017
1950-LOS SEÑORES DE LA INSTRUMENTALIDAD - Cordwainer Smith (2)
(Viene de la entrada anterior)
Cordwainer Smith no fue el primer autor de CF en situar todas sus historias en un universo compartido, coherente y bien delimitado; ni tampoco en abordar los temas que aparecen una y otra vez en sus cuentos. Lo que sí lo hizo diferente fue la manera que tuvo de narrar esas historias. Smith quiso recubrirlas de un espíritu de leyenda, de mito transmitido de generación en generación. De hecho, adoptó y adaptó las técnicas narrativas de la mitología china que aprendió durante el tiempo que vivió en ese país. Aunque en la práctica esto no siempre acabó de funcionar, gracias a ello su ficción resultó ser más ambiciosa, interesante y original que la de muchos otros escritores de la época.
Sus cuentos están repletos de palabras arcaicas y neologismos, metáforas (al espacio, por ejemplo, siempre se refería como “Arriba y Afuera”), simbolismos, construcciones gramaticales inusuales y un ritmo sutil y técnicas de repetición que remedaban la retorcida formalidad de la lengua china, la cual dominaba bien. Por ejemplo, en “El Coronel Volvió de la Nada” (1979), un relato sobre telépatas y los primeros intentos de viajar por el espacio manipulando las dimensiones, un personaje dice: “Debemos ir juntos, los cuatro, a donde ningún hombre ha ido, a la nada, a la esperanza y el corazón del dolor, al dolor, para que este hombre regrese; ir al poder que es más vasto que el espacio, al poder que lo ha enviado de regreso, al lugar que no es un lugar, hallar la fuerza que no es una fuerza, forzar a la fuerza que no es una fuerza para que entregue este corazón, para que lo devuelva. Venid conmigo, si estáis dispuestos. Venid conmigo al confín de las cosas. Venid conmigo…”. Es un estilo literario que recuerda a una poesía o una canción. Cuando esa técnica funciona, le brinda a las historias un verdadero sentido de maravilla mítica; cuando no, la prosa se antoja repetitiva e innecesariamente densa.
A pesar de la épica escala que abarca el ciclo de la Instrumentalidad y los profundos temas que toca, los cuentos incluyen elementos de gran colorido e incluso humor. Por ejemplo, muchos nombres de los personajes y lugares o los títulos de los propios relatos suelen ser bromas o juegos de palabras en algún idioma extranjero (Clown Town, “Alpha Ralpha Boulevard”, “Piensa Azul, Cuenta Hasta Dos”, Anacrón, “Menschenjager Mark Elf”, Mona Muggeridge, Casher O'Neill, Capitán Wow…). Quizá la alegre poesía y crípticas rimas que incluye en sus cuentos (por ejemplo: “She got the which of the what-she-did // Hid the bell with a blot, she did,// But she fell in love with a hominid.// Where is the which of the what-she-did?") tenían un propósito menos evidente que la simple experimentación con el lenguaje. Recordemos que Smith, en su “identidad” de Paul Linebarger, era un experto en guerra psicológica, una disciplina que comprende la manipulación a través del lenguaje y la habilidad para esconder un mensaje dentro de otro. Así, la poesía y las canciones podrían servir para sumergir al lector en cierto estado mental que facilitara el impacto del mensaje que recibirá a continuación; algo equivalente al ritmo cadencioso e hipnótico que utilizan los predicadores del sur de Estados Unidos para sumir a sus feligreses en un trance casi hipnótico.
Sea como fuere, pocos autores de CF anteriores a la “New Wave” y sus ambiciones estilísticas habían alcanzado esa calidad prosística.
Tanto o más interesante que su estilo literario es cómo el aliento mítico influye en la forma de entender la continuidad. Smith no se limita a relatar las historias, sino que salta a un lejano futuro para recuperarlas del neblinoso pasado que desde allí se vislumbra en un melancólico ejercicio de romanticismo. Es, de hecho, lo contrario de lo que hace normalmente la ciencia ficción, a saber, especular con los triunfos y catástrofes todavía por venir. Quizá ello tuviera que ver, primero, con que ya era un hombre maduro cuando empezó sus historias de la Instrumentalidad, habiendo dejado atrás el impulso enérgico y sed de futuro propios de la juventud; y, en segundo lugar, a su propio interés e identificación con la literatura oriental y su forma de entender, mezclar y narrar su historia y sus leyendas.
Si bien hay de fondo una línea narrativa coherente, la continuidad que une entre sí las diferentes historias es vaga. Hay referencias difusas al pasado de la Tierra: Los Primeros y Segundos Días Antiguos, la Larga Nada, la invasión de los Originales, el gobierno de lo Luminoso, los Años de Gran Crueldad… Puede adivinarse más o menos el lugar de cada relato dentro de la línea cronológica general, pero es difícil situarlos con precisión en la misma. Es como si Smith hubiera recopilado una serie fragmentaria de mitos de un pasado lejano a partir de diferentes fuentes y se la ofreciera al lector para que descubriera en ellos las corrientes históricas que los unen. El hecho de que todos los cuentos transcurran en el futuro lejano pero que estén narrados con un lenguaje y estilo arcaicos, crea en el lector una sugestiva sensación de alienación, de extrañeza.
La otra característica diferenciadora del trabajo de Smith es su amor por lo raro, lo extraño. La CF a menudo peca de explicar demasiado las cosas. Hay una corriente dentro del género en su vertiente más tradicional que prima la racionalización y la fidelidad científica sobre los personajes, la ambientación y la originalidad. Las historias de Smith, en cambio, sobresalen por lo mucho que no explican. La tecnología, por ejemplo, desde las formas de viajar por el espacio a los ambiguos poderes de los ordenadores, se describe con ideas e imágenes más que desde su funcionalidad. Muchas de las ideas que aparecen en sus relatos, desde las velas solares tan extensas que bloquean el sol a pilotos gatunos que cazan dragones invisibles pasando por naves doradas más grandes que planetas, son tremendamente imprácticas cuando no directamente irrealizables, pero destilan una belleza extraña e hipnótica. De igual forma, los personajes son retratados de una forma sencilla y siempre más a través de sus actos y pensamientos que de su apariencia física.
Así, tenemos cuentos de una inmensa originalidad, como “Los Mininos de Mamá Hitton” (1961), en el que el espionaje, las intrigas y los ladrones interestelares protagonizan el primer relato centrado en el misterioso planeta Norstrilia, donde se produce la droga stroon que expande la vida humana. O "Alpha Ralpha Boulevard" (1961), una historia de amor y aventuras en la que se presenta el antes mencionado Redescubrimiento del Hombre, una nueva etapa en la Historia de la Instrumentalidad caracterizada por la recuperación de la imperfección, el dolor, la enfermedad, el peligro, la diferenciación cultural o la individualidad. A esas alturas, la variedad humanoide en los dominios de los Señores de la Instrumentalidad comprende los hombres, los homúnculos (animales modificados genéticamente, todavía considerados subgente) y homínidos u “hombres de las estrellas a quienes se había modificado para adecuarlos a las condiciones de mil mundos distintos”. Pablo y Virginia son dos de los “hombres renacidos” que han recibido nuevas identidades: hablan en francés, acuden a cafés y tratan de aprender a utilizar el dinero. Pero Virginia no está segura acerca de si su amor por Pablo, un viejo amigo, es auténtico o le ha sido implantado artificialmente en su renacimiento. Es por ello por lo que insiste en que ambos viajen hasta un olvidado lugar llamado Abba-Dingo, una suerte de máquina-oráculo que les confirmará si su amor es verdadero.
Precisamente en “Alpha Ralpha Boulevard” aparece uno de los mejores personajes de todo el ciclo, G´Mell, una bella, valiente, sofisticada e inteligente mujer-gato que volvió a aparecer en “La Balada de G´Mell” (1962) en el que se narra, de una forma bastante imprecisa, el comienzo de la liberación de las subpersonas, de su ascenso a ciudadanos con plenos derechos. Se articula en forma de historia de amor prohibido e imposible entre la propia G´Mell y Jestocost, uno de los Señores de la Instrumentalidad más progresistas. G´Mell jugaría también un papel muy importante en la novela “Norstrilia”, de la que hablaré más adelante.
Puede que el tema del subpueblo parezca algo fantasioso, pero podría llegar a ser uno de esos casos en los que la CF sí consigue penetrar las brumas del futuro. Hace poco, los científicos consiguieron incrementar la inteligencia de monos rhesus mediante un implante cerebral. El efecto fue transitorio, pero semejante logro despertó inmediatamente el debate acerca de una cuestión con impredecibles ramificaciones. Los continuos avances en farmacología, genética y cibernética hacen pensar que en un plazo no demasiado largo se podrá conseguir aumentar nuestras capacidades físicas…y mentales. Ahora bien, ¿debemos manipular en este sentido los cerebros de otras criaturas? ¿Tenemos el derecho a hacerlo? Y si decidimos que sí, ¿viviremos para arrepentirnos? ¿Cómo afectará ello a nuestra relación con el mundo animal?
Hacia el final de su vida, Paul Linebarger profundizó en sus raíces cristianas, deriva espiritual que se hace evidente en muchos de sus relatos de esa época. “La Dama Muerta de Clown Town” (1964) es una historia de claros tintes religiosos alrededor de la figura del mesías pacífico. Una “bruja”, Elena, paria y marginada, sin propósito en la vida debido a un error en su programación genética de nacimiento, vaga sin rumbo por el planeta Formalhaut III. Por azar, descubre una ciudad oculta tras la “oficial”, un submundo en el que se esconden subpersonas fugitivas. Elena se convertirá, merced a unas enrevesadas circunstancias, en catalizador de una revolución social vía la aparición de una mesías, P´Juana, una chica-perro que predica el amor absoluto e incondicional y que guía a su gente al exterior sabiendo que serán asesinados, pero cuyo sacrificio iniciará la chispa de un cambio hacia la igualdad entre “personas verdaderas” y “subpersonas” (e incluso los robots, a los que la situación abre y libera sus mentes). Los paralelismos religiosos de este cuento son evidentes: P´Juana es una suerte de Juana de Arco y en su interior viven varias personas, el Robot, la Rata y el Copto, a semejanza del Padre, Hijo y Espíritu Santo del cristianismo. El mensaje universalista de paz y amor y los martirios que tienen lugar al final del relato son claras referencias tanto a la religión como al movimiento por los derechos civiles que estaba en pleno auge en Estados Unidos simultáneamente a la aparición de este cuento.
Los cuadernos de notas que dejó Smith a su muerte revelan su intención de escribir una serie de relatos en los que se reintroduciría el cristianismo en la Instrumentalidad, una religión que ya había presentado en el ciclo de historias como una creencia prohibida que se sólo se profesaba en grupos clandestinos. La tetralogía titulada “La Búsqueda en Tres Mundos” pone de manifiesto esa evolución hacia la metafísica. El primer relato, “En el Planeta de las Gemas”, escrito en 1963, es básicamente un romance planetario protagonizado por Casher O´Neill, un noble exiliado de su mundo que busca por toda la Instrumentalidad los medios y apoyos para vengarse del usurpador militar y reinstaurar la antigua dinastía. Al comienzo del tercero, “En el Planeta de Arena”, alcanza su objetivo por medios más pacíficos de lo que él mismo había imaginado gracias a su contacto con la Vieja Religión. Y el cuarto, “Tres a una Estrella”, de 1966, es básicamente una alegoría místico-religiosa, una búsqueda espiritual de la paz y el sentido de la vida en forma de viaje por su planeta natal Mizzer.
Ese tono religioso se mezcla con las meditaciones filosóficas en otro cuento de su última etapa, “Bajo la Vieja Tierra” (1966). Sto Odin, uno de los Señores de la Instrumentalidad, siente próxima su muerte y decide averiguar si existe una “solución para la fatigosa felicidad de los hombres”. Y es que, bajo la supervisión autoritaria pero benevolente de los Señores, la Humanidad ha conseguido que todos sus súbditos sean felices. Y, si no lo son, se les droga o modifica psicológicamente para que lo sean, un sistema con el que Odin no está de acuerdo por considerar, acertadamente, que propicia la molicie, la desesperanza y el estancamiento espiritual y material. Así, en sus últimos días y obsesionado por encontrar una alternativa, viaja hasta el Gebiet, “un recinto donde no rige ninguna ley y donde no se aplican castigos. Allí la gente normal puede hacer lo que quiere, no lo que nosotros pensamos que debería querer. Por lo que sé, se encuentran allí cosas desagradables e insensatas. Pero quizá tú puedas descubrir el sentido íntimo de esas cosas”. Y es que allí parece reinar un individuo que ha utilizado una poderosa sustancia prohibida para recrear la vida y el entorno del antiguo faraón egipcio Akhenatón.
En un momento determinado de la trama, Sto Odín pregunta a sus siervos robóticos: “¿Qué es la vida? Un poco de juego, un poco de sabiduría, unas palabras bien escogidas, un poco de amor, una pizca de dolor, además del trabajo y los recuerdos, y luego el polvo que asciende al encuentro del sol. ¡En eso la hemos transformado, nosotros que en el pasado conquistamos las estrellas! ¿Dónde están mis amigos? ¿Dónde está el yo de quien estaba tan seguro, cuando la gente que me conoció fue arrastrada por el tiempo como un trapo barrido por la tormenta hacia la oscuridad y el olvido?”. Son las meditaciones de alguien próximo a la muerte, melancólico ante su certeza e inseguro de los logros obtenidos durante su vida.
Nadie sabe cómo será el futuro o de qué forma se comportará la gente dentro de diez mil años, pero Smith, como buen autor de CF, fantasea con ello al tiempo que reflexiona sobre cuestiones muy profundas. En bastantes de los relatos subyace la pregunta de lo que significa ser humano. ¿En qué punto dejamos de serlo? ¿Y en qué momento una forma de vida no humana asciende a esa categoría? ¿Seguimos siendo humanos si todo lo que queda de nosotros es nuestra conciencia? En los años sesenta, mucho antes del ciberpunk o la inteligencia artificial, Smith ya escribía sobre la inteligencia humana almacenada en ordenadores o robots, sobre animales modificados genéticamente que no sólo se utilizarían como esclavos sino como compañeros en la aventura de exploración del espacio. Espacio en el que, por cierto, los humanos sólo encuentran dos especies alienígenas, ninguna de las cuales se comporta de forma comprensible para nosotros.
(Finaliza en la siguiente entrada)
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Totalmente de acuerdo en que sus ideas, por imprácticas que sean, son siempre hipnóticas y fascinantes.
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