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sábado, 17 de agosto de 2013
1993-BABYLON 5 (2)
(Viene de la entrada anterior)
La primera temporada se centra principalmente en presentar a la estación y los personajes que la habitan. Conocemos así al comandante Jeffrey Sinclair (Michael O´Hare) y los cuatro embajadores alienígenas: Kosh, del Imperio Vorlon; Londo Mollari (Peter Jurasik), del Imperio Centauri; Delenn (Mira Furlan), de los Minbari; y G´Kar (Andreas Katsulas), de Narn. Todos ellos tienen sus propias culturas, costumbres, creencias y marcadas personalidades. Es éste uno de los muchos aspectos que distanció a “Babylon 5” de otras space operas televisivas anteriores y posteriores: los alienígenas son retratados como seres complejos, individuos claramente diferenciados unos de otros en lugar de servir de representantes genéricos de sus razas. Éstas, por otra parte, son más complejas y variadas cultural y socialmente que, por ejemplo, en Star Trek.
Por ejemplo, G´Kar, el embajador Narn en las dos primeras temporadas, comienza siendo el representante truculento, amoral y conspirador de una raza guerrera vagamente similar a los Klingons de Star Trek. Sin embargo, a medida que la serie avanza, G´Kar se convierte en un personaje mucho más positivo, incluso espiritual, una vez que se hace evidente que la agresividad de los Narn es básicamente una respuesta a la brutal conquista y esclavización de su especie por los Centauri. De hecho, cuando estalla la guerra entre ambas civilizaciones en la segunda temporada, rápidamente queda claro que los verdaderos agresores son los Centauri. La rápida victoria de éstos, conseguida gracias a la utilización de armamento prohibido por su capacidad destructiva, hace de G´Kar un personaje trágico. Despojado de su estatus diplomático al caer el gobierno Narn, permanece a bordo de Babylon 5 tratando de mantener unida a su gente.
Los Centauri (modelados claramente a partir del Imperio Romano) son una raza antigua y muy avanzada, aunque su antaño gran imperio se halla, en el momento en que transcurre la serie, en fase de grave declive. Es más, la política Centauri parece consistir en una serie interminable de intrigas palaciegas. Los Centauri contactaron con la Tierra cien años antes de la acción narrada, aportando el conocimiento de varias tecnologías, incluida la del viaje hiperespacial.
Los Minbari son probablemente los más importantes y avanzados de todos los alienígenas. Son una especie antigua y muy sofisticada cuya tecnología se encuentra muy por delante de la terrestre. Además, son una de las pocas razas de ese universo que parece tener un sistema político y social relativamente eficiente. Su sociedad está estrictamente dividida en tres castas: religiosa, guerrera y trabajadora, cada una de las cuales atesora valores y filosofías diferentes. Teóricamente, las tres tienen igual estatus y poder, si bien se habla poco de la de los trabajadores, estando la Federación dominada por las otras dos. Su tejido social se halla equilibrado por un cuidadoso y complejo sistema de pesos y contrapesos que en la cuarta temporada se viene abajo desencadenando una guerra civil. La casta guerrera, naturalmente, gana el conflicto, aunque Delenn impide que usurpen el poder.
Los Vorlon son los más alienígenas de todos los visitantes de la estación. El embajador Kosh es el más enigmático de todos los diplomáticos. No se sabe nada de él o, ya puestos, de los propios Vorlons. Son una raza aislacionista que ha tenido poco contacto con otras especies y, hasta donde se sabe al comenzar la serie, nadie ha vuelto con vida tras visitar el espacio Vorlon. Kosh resulta aún más misterioso por cuanto habla con enigmas y su verdadero aspecto, oculto tras un voluminoso traje de contención, es completamente desconocido.
Conoceremos también a otros miembros del personal de la estación que jugarán un papel clave a lo largo de toda la serie. La teniente Ivanova (Claudia Christian) comienza siendo una militar fría, eficiente y respetuosa del reglamento, aunque poco a poco evolucionará mostrando su lado más humano y socarrón sentido del humor. Ivanova tiene un pasado problemático que de vez en cuando la atormenta, pero nunca vacila en cuanto al bando en el que debe lealtad y su valor jamás queda cuestionado. Las tareas diplomáticas, sin embargo, no son lo suyo y cuando ocasionalmente debe desempeñar ese papel, se siente claramente fuera de su elemento.
El doctor Stephen Franklin (Richard Biggs), es un brillante cirujano y experto en la fisiología de una amplia gama de especies alienígenas, lo que lo convierte en pieza clave dentro del organigrama de la estación. Personaje amable, curioso y dedicado a su profesión, su autoridad médica nunca se discute. Pero como todos en “Babylon 5”, tiene un lado oscuro: su adicción al trabajo y su perfeccionismo le conducen a una peligrosa dependencia de los estimulantes.
Por último, tenemos al jefe de seguridad, Michael Garibaldi (Jerry Doyle). Muy cercano al comandante Sinclair –quien lo eligió personalmente para ese puesto a pesar de sus antecedentes alcohólicos-. Cínico, meticuloso, contestatario y testarudo, Garibaldi a menudo caminará por el filo de la navaja, pero su conocimiento de la estación y su tendencia a desconfiar de todo y todos acabará resultando siempre útil.
Otro de los elementos clave en historias venideras es el cuerpo de los PsiCorps, organización similar a una policía secreta cuya misión es regular la actividad de los numerosos telépatas humanos que comenzaron a aparecer cien años atrás –gracias, según nos enteraremos, a las manipulaciones genéticas de los Vorlons-. Los PsiCorps no responden ante nadie y algunos de sus miembros, como el siniestro pero meloso Alfred Bester (Walter Koenig) han estado utilizando los recursos de la organización para perseguir sus propios fines, a menudo enfrentándose a los intereses de Babylon 5. Talia Winters (Andrea Thompson) es la telépata oficial de Babylon 5, encargada principalmente de asegurar la sinceridad de los intervinientes en transacciones comerciales.
Uno de los misterios alrededor del cual gira esta primera temporada son los acontecimientos que rodearon al comandante Jeffrey Sinclair en el último día de la guerra con los Minbari. Durante una batalla que ya se daba por perdida, quedó inconsciente durante un ataque y, justo cuando los Minbari iban a vencer despejando el camino hacia la Tierra, se rindieron. ¿Por qué? Durante diez años, los Minbari se negaron a dar explicaciones. El enigma, relacionado con Sinclair, se desvelaría en la segunda temporada, en el capítulo “Revelaciones”.
Pero hubo otros misterios que se plantearon en este primer año: ¿Quién construyó la Gran Máquina que se esconde bajo la superficie de Epsilon 3, el planeta próximo a Babylon 5? ¿Por qué Babylon 4, tras haberse esfumado súbitamente años atrás, vuelve a aparecer? ¿Qué fue de esa estación? Al final de la temporada, Londo Mollari escoge aliados peligrosos, iniciando una cadena de nefastos acontecimientos que afectarán no sólo a su propio futuro, sino al de todo su planeta.
“Babylon 5” fue desde el principio una criatura nacida exclusivamente de la visión creadora de JMS, quien no sólo escribió 91 de los 110 episodios, sino que ejerció control creativo sobre todos los aspectos de la producción, incluyendo el casting, vestuario, diseño, efectos visuales, maquillaje, música y montaje. "No quería presentar un futuro utópico, sino uno con codicia y soledad, uno en el que los personajes crecen, evolucionan, viven y mueren; uno donde no todo se queda igual al terminar el día”. Tal y como afirmó en una entrevista, “Babylon 5 era en realidad una serie de intriga política envuelta en una historia de acción”. Quería que B5 fuera un espejo del mundo real, no una fantasía distante. Warner Brothers supo reconocer el valor de su idea y, de forma harto excepcional en el medio televisivo, dejó de exigir que se le enviaran los guiones para su aprobación final. Su confianza en el creador recibió justa recompensa: Babylon 5 sigue atrayendo nuevos aficionados más de diez años después de su finalización.
Straczynski elaboró un intrincado tapiz de personajes e historias que, en la primera temporada, se estructuró a base de episodios mayormente independientes, pero sembrando en ellos la semilla de lo que pronto se iba a convertir en arcos narrativos mucho más extensos. Simples diálogos aparentemente sin importancia y sutilmente intercalados en los episodios, acabarían dando pie, en posteriores temporadas, a líneas argumentales enteras. Era entonces cuando se revelaba que todo pertenecía a algo mucho mayor y el espectador se sentía premiado por su fidelidad a la serie.
Otro aspecto excepcional de la serie fue que en cada temporada cambiaba el statuo quo. El actor Bruce Boxleitner, que se convirtió en uno de los protagonistas a partir de la segunda temporada, afirma que fue ese aspecto el que más le intrigó: “Tiene su propia especificidad. No lo sueles ver en muchas series de televisión”, dice. “Es esa singularidad que creamos, ese universo tan específico con una historia tan concreta. Y eso es lo que me atrajo cuando leí el primer guión. Me dije: “¡Vaya! Es muy distinto. Es diferente a Star Trek”.
Y vaya si lo era. Las cinco temporadas contarían una sola historia, sí, pero al mismo tiempo cada una de ellas se centraría en temas específicos. Toda esa interconectividad supuso una bocanada de aire fresco en el formato televisivo de ciencia ficción, claramente asentado en las pautas establecidas por Star Trek: una crisis por episodio al final del cual todo volvía a su curso inicial sin que los personajes resultaran afectados por lo acontecido. JMS se desvió completamente de ese modelo y no se dejó nada en el bolsillo a la hora de explorar la psique humana: mató a personajes principales, los hizo sufrir emocionalmente (ya fuera a causa de amores perdidos, adicción al alcohol o la droga o problemas familiares). “En el universo de “Babylon 5”, todo aquello que nos hace humanos –nuestras obsesiones, intereses, lenguaje, cultura, defectos y virtudes- está intacto”, comentó en un foro online. Al final de la serie, tras cinco años de peripecias y desafíos, cada personaje se hallaba en un terreno psicológico muy diferente de aquel sobre el que había comenzado.
La serie, en términos muy generales, versa sobre lo que Straczynski llama las “cuatro preguntas de la vida: ¿Quién eres? ¿Qué deseas? ¿Por qué estás aquí? ¿Hacia dónde vas?”. Estas cuestiones se suscitan a través de diversos personajes y representan no sólo la pregunta en sí, sino toda una ideología subyacente. Por ejemplo, las Sombras preguntan constantemente a sus potenciales aliados “¿Qué es lo que quieres?” para conocer su auténtica motivación y seducirlo. Cada raza –simbolizada por un personaje protagonista- ha de encontrar sus propias respuestas. Pero en un sentido más profundo, todos y cada uno de los personajes han de enfrentarse a esas mismas preguntas, valorar las respuestas y considerar cómo éstas afectan a sus vidas.
En este sentido, los personajes de “Babyon 5” gozaban de una complejidad muy superior a los de otras series, no limitándose a servir de peones de los que servirse para hacer avanzar la historia. Aunque algunas de las especies alienígenas representaban una postura ideológica (los Vorlons, las Sombras), seguían conservando ciertos rasgos que los aproximaban a los aficionados. Mientras que el destino de cada personaje permanecía oculto para el espectador, en cambio sí podía apreciar los cambios producidos en ellos, hasta tal punto que todos los protagonistas, al final de la serie, han experimentado una evolución radical pero coherente. Y, en ese final, el espectador siente una sensación de que todo ha quedado completo, cerrado.
(Continúa en la siguiente entrada)
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