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miércoles, 29 de marzo de 2017
2009-DAYBREAKERS – The Spirig Brothers
“Daybreakers” fue la segunda película de los gemelos australianos Peter y Michael Spierig. Tras firmar varios films amateur y luego trabajar en publicidad, los hermanos escribieron y dirigieron una entretenida cinta de zombis, “Los No Muertos” (2003) que consiguió cierto reconocimiento en el circuito de festivales internacionales de cine fantástico. Los Spierig se comprometieron totalmente con esa película, invirtiendo en ella sus propios ahorros y encargándose personalmente de realizar los efectos visuales con sus ordenadores domésticos. Sus esfuerzos tuvieron más recompensa de la que jamás hubieran podido imaginar, porque su siguiente film, “Daybreakers”, fue ya una abultada producción internacional, rodada en Australia, interpretada por actores de peso mundial, realizada con los medios técnicos del Weta Workshop de Peter Jackson y estrenada en los cines de todo el mundo con un fuerte apoyo publicitario.
En el año 2019, el mundo ha sido conquistado por una infección de vampirismo. El 95% de la población humana se ha transformado en vampiro y muchos aspectos de las sociedades han tenido que cambiar para adaptarse a unos seres que viven por la noche y deben evitar a toda costa la luz del sol. A pesar de que esos nuevos vampiros se han ajustado bien tecnológicamente a las circunstancias, su sociedad se halla sumida en una grave crisis a causa de la menguante población de humanos, fuente de la sangre de la que en última instancia dependen para mantenerse con vida. De hecho y ante la casi extinción de humanos, las autoridades vampíricas han tenido que racionar la sangre y aquellos que no pueden acceder a ella caen en una degeneración que les transforma en criaturas monstruosas y salvajes.
Edward Dalton (Ethan Hawke) es un experto hematólogo que trabaja para Bromley Marks, la corporación que controla el suministro mundial de sangre, capturando humanos, dejándolos en coma y extrayéndoles poco a poco su líquido vital. Edward no ha asumido psicológicamente su transformación en vampiro y a diferencia de todos los que le rodean –y especialmente de su violento hermano Frank (Michael Dorman)- se niega a beber sangre humana. Su obsesión es encontrar un sustituto artificial de la sangre que permita conjurar la crisis global de “alimento” y detener la matanza de humanos.
Una noche, mientras conduce de vuelta a casa, su coche choca con otro que, para su sorpresa, está ocupado por humanos. Cuando llega la policía –vampírica, claro- los esconde para evitar que los capturen. Más tarde, una de las mujeres de ese grupo, Audrey Bennett (Claudia Karvan) visita a Edward en su casa, le dice que confía en él y le invita a acudir a una cita a plena luz del día. El científico accede y allí se encuentra con Lionel Cormac (Willem Dafoe), un peculiar individuo que consiguió lo imposible: revertir a su condición humana tras una exposición accidental a la luz del sol. Al descubrir que existe una cura para el vampirismo, Edward intenta replicar las circunstancias en las que se produjo la reversión de Lionel utilizándose a sí mismo como cobaya. Mientras tanto, conforme las últimas reservas de sangre humana se terminan, las ciudades empiezan a sumirse en el caos.
“Daybreakers” es una película de vampiros que supuso un refrescante alejamiento de la melosa angustia adolescente con la que “Crepúsculo” (2008) venía castigando a los aficionados a ese subgénero. Los Spierig retomaron el mito del vampiro como criatura feroz y despiadada. En lugar de regodearse en mostrar vampiros masculinos sensibles hasta las lágrimas, dejaron que la sangre y la violencia inundara sin remilgos varias escenas. Pero también es una película de ciencia ficción conceptual que casi podría verse como una continuación de “Soy Leyenda” (1954), la clásica novela de Richard Matheson en la que unos vampiros de origen científico –producto de transformaciones fisiológicas y mentales causadas por una bacteria- conquistan el mundo. Al final del libro, uno puede preguntarse: bien, si los vampiros dependen de la sangre humana para sobrevivir ¿qué ocurrirá con ellos tras morir el último hombre? Los hermanos Spierig quizá escribieron “Daybreakers” como respuesta a esa pregunta.
La idea de un futuro en el que todo el mundo sea un vampiro es algo que claramente fascinó a los guionistas-directores y se preocuparon de dotar de plausibilidad a esa sociedad vibrante durante la noche y totalmente inmóvil por el día. En este sentido, “Daybreakers” se acerca a otras películas más o menos contemporáneas, como “Legado de Sangre” (2001), “La Criatura Perfecta” (2006) o “Ultravioleta” (2006) en las que los vampiros conviven abiertamente con los humanos. Ciertamente, los Spierig disponen de un mayor presupuesto y lo utilizan con habilidad para llenar con muchos más detalles que todos esos films el escenario de fondo sobre el que transcurre la acción. La apertura de la historia introduce al espectador a un mundo fascinante: un mendigo que sostiene un letrero en el que pide sangre; un grupo de vampiros adolescentes marginados holgazaneando a las puertas de una escuela nocturna; un tren que transporta vampiros a sus trabajos y que mientras esperan en la estación se detienen en un pequeño bar para tomar vasos de sangre…
La construcción de ese mundo nocturno y vampírico se adorna con toques futuristas que acercan la película a la ciencia ficción: coches con Modo de Conducción Diurna en virtud del cual se levantan pantallas de filtro ultravioleta que oscurecen el interior y permiten al vampiro conducir de día mediante pantallas de televisión; los avisos que suenan en esos coches como “Alarma Ultravioleta” cuando las puertas se abren a la luz del día o los avisos en los domicilios advirtiendo del próximo amanecer; las redes de túneles que se han construido bajo las ciudades para que la gente pueda moverse sin exponerse a la luz del sol; soldados que se aventuran al exterior durante el día vistiendo armaduras protectoras herméticas…
En ese futuro también hay cosas que nos resultan tristemente familiares, claro. Charles Bromley (Sam Neill) es el despiadado presidente de la compañía que lleva su nombre y que, como dije más arriba, controla los suministros mundiales de sangre. Está decidido a impedir a toda costa que Edward descubra y difunda la cura del vampirismo, ya que ello le privaría de su privilegiada posición económica como líder de un monopolio. Sus intenciones son las de fabricar y comercializar un sustituto de la sangre que satisfaga las necesidades de las clases baja y media y continuar “criando” humanos para extraer de ellos sangre pura que pueda vender a un alto precio a la élite vampírica. Aunque setrate de una metáfora poco sutil de la forma en que las grandes corporaciones capitalistas expolian los recursos naturales, son detalles como estos los que hacen de “Daybreakers” una película de vampiros suficientemente original.
La sangre, por tanto, representa un recurso natural escaso, como el petróleo. Pero colocar ese recurso en el propio cuerpo humano enriquece considerablemente la alegoría ya que al consumirlo no estamos “matando” al planeta, sino a nosotros mismos. Cuando la sangre escasea y beberla se convierte en un lujo que muchos no se pueden permitir, éstos empiezan a mutar, a degradarse en criaturas con una inteligencia escasamente por encima de la de los animales, una especie de zombis vampíricos. Se agrupan y refugian en el subsuelo, donde las autoridades los cazan para ejecutarlos exponiéndolos a la luz del sol. La escasez de un recurso, por tanto, ha acabado por dividir a la sociedad en castas: los vampiros ricos en la cúspide, los menos afortunados a continuación, los infravampiros en la base y, todavía por debajo de ellos, los humanos.
“Daybreakers” además de mezclar terror y ciencia ficción, inserta pasajes claramente inspirados en el cine de acción más frenética, como esa secuencia en la que Edward, Lionel y Audrey huyen de los militares en el coche del primero. Dado que es de día, el interior del vehículo está oscurecido y el sistema de cámaras se ha averiado, lo que les deja conduciendo literalmente a ciegas. Edward tiene que esconderse debido a los letales rayos de luz que entran por los agujeros de bala y dejar a Lionel que conduzca solo y guiándose por lo que puede ver a través de uno de esos pequeños agujeros en el parabrisas. De todas formas los Spierig no caen en el error de convertir su película en un film de acción, algo que fácilmente habría ocurrido en las manos de otros realizadores. Igualmente, el film juguetea con los efectos especiales más sangrientos sin dejar que éstos se apoderen completamente de la historia. Algunos de esos efectos son impactantes, como cuando uno de los vampiros degenerados se cuela en la casa de Edward, o la orgía de sangre y carnaza del clímax. En general y durante buena parte de la película, los Spierig consiguen que la historia avance alternando de forma equilibrada la acción, la violencia sanguinolenta y los conceptos interesantes.
Ahora bien, el problema es que el flujo de esos conceptos interesantes se seca pasada la mitad del metraje. A partir de ese momento, da la impresión de que los directores se concentran exclusivamente en tratar de encontrarle salida a las diferentes subtramas que han puesto en juego. Algunas de las resoluciones fracasan, como por ejemplo las escenas con Charles Bromley y su hija Alison (Isabel Lucas), muy predecibles y faltas de la suficiente profundidad o sentido trágico. Tampoco se explica adecuadamente cómo funciona la cura: parece que la exposición al sol juega un papel importante, pero cuando al comienzo una chica es alcanzada por el sol ésta queda incinerada y no curada; estar empapado de agua al mismo tiempo es otro factor, pero nada de todo esto queda claro y, al final, lo que tenemos es un deux ex machina en exceso flagrante cuando lo comparamos con la atención y plausibilidad con la que se ha construido el mundo vampírico. Además, el acelerado y sangriento final se antoja no sólo absurdo y contradictorio, sino predecible y estereotipado.
El otro punto débil de la película y uno que además le impedirá siempre obtener la consideración de clásico es el escaso desarrollo de los personajes. Ethan Hawke nunca ha sido un primera espada del cine y aquí tampoco hace nada que permita categorizarlo mejor: competente, aunque un tanto soso, exhibiendo siempre esa expresión de hastío y aburrimiento. Lo mismo puede decirse de Michael Dorman en el papel de su fanático hermano Frankie; ninguno de ellos irradia el suficiente carisma como para ser recordado más que el mundo nocturno por el que evolucionan. Algo similar puede decirse de Sam Neill y, hasta cierto punto, de Willem Dafoe. Ni uno ni otro reciben un personaje lo suficientemente bien escrito como para alcanzar su auténtico potencial. El normalmente excelente Willem Dafoe, por ejemplo, que había interpretado un magnífico vampiro unos años atrás en “La Sombra del Vampiro” (2000) –trabajo por el que recibió varias nominaciones a diversos galardones- interpreta a Lionel de forma excesivamente plana aun cuando éste es un personaje que bien podría haber sido el mejor de la película: carismático, experimentado, heterodoxo y cínico.
Con todos sus fallos y la impresión de que podría haber sido más de lo que acabó siendo (en lugar de una película inteligente y provocadora termina transformándose en un thriller de acción salpicado de sangre bastante tópico), “Daybreakers” no es total una pérdida de tiempo. Aporta, como he dicho, un buen puñado de ideas originales, buenas escenas de acción, una factura visual elaborada sin ser chirriante y un trabajo interpretativo suficiente. Es también un recordatorio de lo versátiles que son tanto el género de la ciencia ficción como el mito del vampiro. Y, por último, este ciberpunk vampírico, oscuro y violento, supone además un bienvenido desvío respecto a la línea romántico-juvenil seguida por la saga de “Crepúsculo” o la serie televisiva “Crónicas Vampíricas”. Eso sí, no recomendado para puristas del subgénero vampírico que vean con disgusto cualquier alejamiento del canon establecido para esas fascinantes criaturas de ficción.
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Pues no soy muy fanático de las películas de Vampiros, pero me has picado la curiosidad, a ver si la consigo.
ResponderEliminarEs tanto una de vampiros como de ciencia ficción. No es un clasico imprescindible pero entretiene y ofrece aspectos interesantes
ResponderEliminarSiempre un gusto leer tus reseñas. Vi esta película hace tiempo y me gustó bastante, principalmente por lo que mencionadas de que se aleja de lo tradicional.
ResponderEliminarMe gustaría pudieras comentar la otra película de los hermanos Spierig, "Predestination", donde tratan el tema del viaje en el tiempo como pocos en realidad
Apuntado queda. A ver si puedo tratarla en una próxima entrada. Un saludo.
ResponderEliminarhola. la vi hace mucho y me parece recordar que la primera parte me gusto bastante y luego se desbarranco y se transformo en una pelicula comun de persecuciones tontas, yo creo que quizas esa es la diferencia entre la ciencia ficcion bien hecha y el mainstream, una trata de generar un guion conectado y la otra en mostrar algo mas o menos conocido que no sorprenda mucho al espectador y asi genere dinero rapido, yo creo que esa es la diferencia entre la buena ficcion y la mala, la diferencia entre hacer pensar y entretener un rato, saludos.
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