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sábado, 14 de enero de 2017
1997- TROPAS DEL ESPACIO - Paul Verhoeven (y 2)
(Viene de la entrada anterior)
Como le había pasado al libro –y le sigue pasando-, a la película le llovieron las críticas que la acusaban de defender valores fascistas. Estos ataques no están en mi opinión justificados. En primer lugar, la historia retrata una sociedad militarista y, sí, fascista –los anuncios televisivos adoctrinadores ensalzando el ejército y la patria, animando a los niños a manejar armas y “contribuir” al esfuerzo de guerra; varios símbolos están inspirados en la iconografía nazi e incluso el uniforme de oficial de inteligencia de Carl está claramente inspirado en el de las SS-, pero no se expone ningún argumento a favor de la misma como algo deseable. Es más, Verhoeven adopta un enfoque claramente satírico, burlándose y exagerando lo expuesto por Heinlein en el libro, convirtiendo en burda parodia sus argumentadas razones para que una sociedad mantenga un ejército fuerte.
Otra cosa es que resulte más duro ver en imágenes lo que Heinlein sólo sugería o describía fríamente en el libro. La novela no profundiza demasiado en la sociedad de los alienígenas, limitándose a describirlos como invariablemente hostiles, agresivos, gregarios y, aunque con un evidente grado de inteligencia –al menos los Cerebros-, impermeables a cualquier tipo de comunicación o negociación. Es, por tanto, el enemigo perfecto, algo a lo que aniquilar sin remordimientos. A la Infantería Móvil la adiestran para llegar a su destino y destruir, destruir y destruir utilizando todo su arsenal, incluidos artefactos nucleares. Se masacra a los Bichos sin cuestionar la sensatez o moralidad de ello. Y, claro, cuando en el cine a eso se le da vida por obra y gracia de los efectos especiales, lo que queda es un espectáculo de sangrienta violencia en el que Verhoeven, también es verdad, se regodea. Y violencia no sólo en el campo de batalla sino incluso en los laboratorios gubernamentales o las mismas calles, donde los niños aplastan con pasión inofensivos insectos terrestres. Esa glorificación de la violencia, además, viene amparada por la exaltación del amor a una causa (la defensa de la Humanidad) y sustentada de forma más sutil por la xenofobia.
Así, los logros heroicos de Johnny Rico en la película quedan en no poca manera diluidos por esa inclinación sádica de Verhoeven a la violencia. Al final de la película (ATENCIÓN: SPOILER) Rico rescata a Carmen de una muerte horrible y facilita la captura por parte del sargento Zim (Clancy Brown) de una de las criaturas-cerebro de los Bichos. Cuando Carl se acerca a ella y le lee la mente, exclama: “¡Tiene miedo!”, como si ese fuera el mayor triunfo que nuestra especie pudiera conseguir: atemorizar a un prisionero de guerra (inmediatamente después se nos revela el tipo de torturas a las que lo someterían en los laboratorios del ejército) (FIN SPOILER).
En resumen, que a pesar de su presentación satírica de esa sociedad fascista, la película no tiene tampoco inconvenientes en celebrar la xenofobia, el genocidio y la violencia. Como sucede en otros de sus filmes, Verhoeven se recrea en los aspectos estéticos de aquello que él mismo dice condenar. Así, aunque en “Showgirls” nos hablaba de la chabacanería, corrupción y degradación asociadas al mundo de las bailarinas eróticas, al mismo tiempo nos muestra tanto de todo ello como le es posible y, además, de la forma más erótica posible.
En “Tropas del Espacio” encontramos un ejemplo en la escena de los latigazos. Heinlein proponía que al castigo físico en forma de flagelación pública servía también como demostración del compromiso del reo con la institución castrense y ritual de comunión entre todos sus miembros. Así, cuando Rico es castigado de esta forma por un error comparativamente leve (de hecho, lo denominan, “sanción administrativa”), lo vive no sólo como una dolorosa experiencia física que le animará a no cometer la misma falta, sino como aprendizaje del valor del castigo y la disciplina. Además, dado que podía haber evitado los latigazos por el simple procedimiento de dimitir del ejército sin más consecuencias que perder su derecho a la ciudadanía, aguantar el castigo demuestra que está decidido a permanecer y respetar las reglas y valores del ejército por muy duros que éstos sean. Heinlein es muy cuidadoso a la hora de presentar todo ello de la forma más aséptica posible, sin caer en erotización de la violencia física.
No puede decirse lo mismo de la película. Para empezar, el castigo viene motivado por un error mucho más serio de Rico que ha provocado la muerte de un recluta y el abandono de otro. En segundo lugar, en vez de reafirmar la determinación de Rico, esa experiencia lo convence para marcharse del ejército y sólo la destrucción de Buenos Aires, su ciudad, le hace cambiar de opinión. Y, por último, Verhoeven no puede resistirse a que su atractivo protagonista masculino sea castigado en la más sugerente de las poses, flexionando sus músculos y expresando su tormento mediante la arruga del ceño. Puede que desapruebe la justificación que Heinlein hacía del castigo físico, pero él mismo no solamente convierte la escena en un momento de innegable carga erótica, sino que le da una importancia que el propio escritor no concedía.
Otro ejemplo aún más extremo de la aproximación de Verhoeven al adiestramiento militar es la metamorfosis de Carl, que pasa de ser un muchacho corriente con una ligera vena traviesa en el instituto a transformarse en un inhumano oficial de rostro demacrado que sacrifica tropas sólo para averiguar si existe uno de los Bichos-Cerebro en un planeta por otra parte inútil desde el punto de vista táctico. Mientras que para Heinlein el paso de Rico por el ejército había supuesto su madurez como persona, para Verhoeven no es más que una degradación, la conversión en una máquina de matar que, además, hace que maten a otros. En el libro, Rico era seleccionado para la Escuela de Oficiales y sólo volvía al combate tras un extenso adiestramiento; en la película, el protagonista se limita a heredar el mando cuando su superior muere en acción, puesto que su pelotón es requerido para otra misión inmediatamente.
En la película, por tanto, la historia de Johnny Rico deja de ser la de la obtención de la madurez física y mental a través de la asunción de responsabilidades, la pertenencia a un grupo cerrado muy comprometido con una misión trascendental y el aprendizaje de todo un nuevo esquema moral y político. Al término del film no se puede decir que Rico haya aprendido mucho. Sigue siendo el mismo tipo impulsivo y algo corto de entendederas pero físicamente capacitado, aunque haya ascendido de capitán del equipo escolar de fútbol a teniente de un pelotón de infantería.
Otro de los temas subyacentes en la novela es la búsqueda de Rico de un padre en un mundo patriarcal, una búsqueda que culmina con la reconciliación con su auténtico progenitor en la última parte del libro. Cada una de las figuras paternalistas que va encontrando en su trayectoria –su profesor Dubois, el sargento de adiestramiento Zim, los diferentes oficiales a cuyas órdenes sirve, los instructores de la Escuela de Oficiales- son todas parte de ese mundo adulto del cual Rico aspira a formar parte. El que Heinlein haga que todos ellos se conozcan e incluso sean viejos amigos, anima a pensar que no son sino aspectos de una misma idea. La decisión de Verhoeven y Neumaier de reducir todos esos personajes a Rasczak y Zim, es una simplificación necesaria y acertada; en cambio, eliminar de un plumazo al padre (muere en el ataque alienígena a Buenos Aires) suprime también una de las ideas centrales del libro. En él, tras conseguir Rico la graduación de la Escuela de Oficiales, se encuentra con su padre, quien se ha alistado en el ejército, asumiendo la tesis de que el resto de figuras paternales que su hijo había ido adoptando como tutores tenían razón acerca de la vida, mientras que él había estado equivocado.
Por si todo esto no había irritado ya lo suficiente a los amantes de la novela original, el guión de Neumeier pone casi toda la atención en algo que Heinlein no había tocado en ningún momento: los dilemas sentimentales del protagonista, dilemas que Rico traslada prácticamente sin alterar del instituto al ejército: chico conoce chica, chico pierde chica, chico se alista, chico conoce otra chica, etc…
Mientras que en el libro el personaje de Carmen Ibáñez era muy fugaz, en la película su meteórico y fácil conversión en piloto espacial recibe casi tanta atención como el entrenamiento de Rico. El film comienza, como el libro, con una escena de batalla, para introducir a continuación un largo flashback en el que se retrocede a los días de escuela del trío protagonista: Johnny Rico, Carmen y Carl, así como a Zander Baraclow, capitán del equipo de fútbol rival del de Rico.
Todos estos actores, Casper van Diem, Denise Richards, Neil Patrick Harris y Patrick Muldoon, habían lucido el palmito en los culebrones juveniles de la época (“Melrose Place”, “Sensación de Vivir”, “Un Médico Precoz”) y sus personajes aquí no se diferencian tanto de los guapos mentecatos que poblaban aquéllos. Se nos dice que Carmen y Zander tienen excelentes dotes matemáticas y, por tanto, serán buenos pilotos, pero vemos pocas muestras de esa supuesta inteligencia; las habilidades psíquicas de Carl se presentan en la trama de una forma un tanto postiza mientras realiza un test telepático a Johnny y manipula mentalmente a su mascota; y Rico, por último, es retratado como un mal estudiante más interesado y dotado en los deportes.
En el libro, Rico se alistaba por lealtad a Carl, pero nunca volvía a mencionar otra vez a ese amigo; y para impresionar a Carmen, chica que le gustaba pero que apenas conocía. En la película, ambos mantienen una relación y a él le atormentan los celos por Zander, que ya se alistado para piloto. Su ansiedad primero y amargura después por verse sustituido en el corazón de Carmen por Zander se prolonga a lo largo de toda la historia. Efectivamente, Zander primero se convierte en tutor de Carmen en la Flota y luego compañero y amante. También en esas escenas “juveniles” se presenta a Dizzy Flores, aspirante a conquistar los afectos de Rico, subtrama que también se desarrolla durante casi toda la película.
Tanto Dizzy como Zander mueren de forma bastante horrible a manos de los Bichos: la una, como he dicho, empalada y el otro acaba con el cerebro succionado –muy adecuadamente, puesto que había sido su inteligencia la que había seducido a Carmen-. Verhoeven sabe bien los clichés con los que está jugando -al morir sus respectivos amantes, Rico y Carmen pueden volver a estar juntos- para luego renegar de ellos: nada nos indica que su relación pueda prosperar en un entorno bélico y en armas separadas. Lo último que vemos de ellos –y de Carl- es como guerreros comprometidos con su misión. Dizzy y Zander mueren por perseguir y conseguir el amor, mientras que Johnny y Carmen, aunque puedan salvarse las vidas el uno al otro (lo hacen cada uno de ellos en una ocasión durante la película) nunca estarán juntos. Aunque no lo verbalicen, su auténtico amor es la guerra.
El Johnny Rico de Heinlein era específicamente no caucásico, aunque esto se revela sólo al final del libro, cuando le menciona a un compañero que su familia es hablante de tagalo, la lengua filipina. Nunca se dice en qué ciudad asiste Rico al instituto; podría ser cualquier lugar del mundo excepto Buenos Aires, dado que se dice que su madre estaba de visita en esa ciudad cuando fue destruida. Al llevar la acción precisamente a la capital argentina, Verhoeven incrementa el drama emocional de los personajes, ya que su hogar es precisamente el destruido por el primer ataque alienígena; pero al mismo tiempo debilita la intención original de la novela: al no mencionar nunca ningún lugar en concreto de la Tierra, se transmitía la sensación de que la Federación había unido a la especie humana como nunca antes, diluyendo la importancia del lugar de origen de cada cual. Heinlein nunca nos dice cuál es la ciudad natal de Rico –suponemos que Manila-, porque no importa: al enfrentarse a un peligro, todos los hombres se unen bajo la misma bandera.
Verhoeven reemplaza el ideal de la reunificación humana por un imperialismo cultural: si sus personajes hablan todos inglés no es porque éste sea una buena lingua franca, sino porque la cultura americana ha absorbido todas las demás. El instituto de la novela es poco más que una plataforma para que el profesor Dubois lance sus peroratas filosóficas; el de Verhoeven es una extensión de las escuelas de pacotilla que pueden verse en los seriales televisivos y películas americanas para adolescentes. A ese efecto se añade la elección de actores que, como he mencionado, se habían dado a conocer en ese tipo de productos.
El mecanismo en virtud del cual ha aparecido esta nueva sociedad está también menos claro que en el libro, donde Heinlein detalla el proceso de guerra y colapso que llevó a la formación de la Federación por parte de los soldados veteranos. Todo lo que sabemos en la película es que los militares controlan la sociedad, sin que se nos informe de por qué se ha llegado a esa situación.
Verhoeven va insertando en la historia de Rico y Carmen fragmentos de lo que parecen ser anuncios y noticias de una especie de televisión interactiva –o quizá internet- y que básicamente funcionan como material propagandístico a favor del ejército y el esfuerzo de guerra. En especial, recuerdan a la propaganda nazi de guerra, que el propio Verhoeven llegó a ver en su Holanda natal cuando aún era muy pequeño. La iconografía nazi, por otra parte, está presente en toda la película: el ya mencionado uniforme de Carl, el águila símbolo de la Federación, los uniformes de diario de los soldados… Verhoeven ya había utilizado el recurso de los insertos televisivos con anterioridad, en “Robocop”, donde la narración principal era punteada por destellos de programas televisivos que ayudaban a dar forma al futuro distópico en que transcurría la acción. En “Tropas del Espacio”, la selección de estos pasajes es más aleatoria y sirve sobre todo a fines paródicos no sólo del militarismo y el imperialismo a ultranza, sino de la utilización flagrante de los propios medios de comunicación como propaganda política (y, en concreto y según el director, la cobertura que de la Guerra de Kuwait hizo la CNN). Pero también a la hipocresía de la televisión en cuestión, por ejemplo, de censura –algo a lo que el propio Verhoeven hubo de enfrentarse en múltiples ocasiones-: en la emisión de un noticiario, se censura con un parche la imagen de un Bicho en cautividad alimentándose de una vaca, y acto seguido emiten un noticiario en el que se pueden ver sin tapujos cuerpos humanos horriblemente destrozados tras un ataque alienígena.
La utilización de este recurso también obliga al guión a ser mucho más claro que la novela acerca del origen y evolución de la guerra. En este sentido, cumple su función de forma efectiva–por ejemplo, se nos informa de que la Tierra provocó la guerra con los Bichos al establecer colonos en territorios en disputa- y, además y en determinados momentos, apoyan el tono emocional que corresponda, como las imágenes del noticiario, acompañadas de una fúnebre música, que cubren la desastrosa derrota de los soldados en Klendathu y la sombría comparecencia pública del Jefe del estado Mayor.
En defensa de los actores puede apuntarse el trabajo de algún que otro actor secundario. Dina Meyer, por ejemplo, compone una guerrera mucho más atractiva y terrenal que la inalcanzable y perfecta Denise Richards y, como tan a menudo sucede en las películas que plantean estos triángulos amorosos, el espectador no puede comprender por qué el protagonista prefiere a la segunda sobre la primera. Jake Busey construye un buen personaje con el soldado Ace y, por supuesto, Clancy Brown como el sargento Zim borda a la perfección el típico sargento temible pero entrañable. Michael Ironside es otro de esos secundarios de lujo que, gracias a sus aviesas miradas rara vez pasa desapercibido; aquí sabe darle a su teniente Rasczak, tanto en su versión de profesor como de oficial, la dosis justa de autoridad, rudeza y sensibilidad como para hacerlo creíble.
Los actores principales, por el contrario, fueron duramente criticados por su interpretación acartonada y carente de emoción. Efectivamente, se trata de caricaturas, pero es que esa era precisamente la intención de Verhoeven: escoger a los equivalentes cinematográficos de Ken y Barbie y ponerlos a pelear contra monstruos alienígenas. Elegir a actores de mayor entidad o humanizar los personajes habría supuesto distraer la atención del puro espectáculo y hacer todo el producto más verosímil, perdiendo así la distancia que se requiere para apreciar la sátira; algo que, de todas formas y a la vista de las críticas recibidas, Verhoeven no consiguió transmitir adecuadamente. Curiosamente, y a pesar de tratarse de una crítica feroz a muchos elementos de la cultura y política norteamericanas, fueron precisamente los críticos estadounidenses los que más ciegos se mostraron a ella. En Europa, en cambio, fue en general bastante mejor comprendida.
En resumen, aunque la película guarda cierta relación con la novela, el fin perseguido por cada una de ellas es completamente diferente. Heinlein escribió su libro como una lección sobre la responsabilidad moral y social; Verhoeven y Neumeier fabricaron una historia pasada de rosca, violenta en las escenas de acción, cursi en lo emocional, carente de lógica en muchos aspectos y sólo con un interés muy tangencial en el fascismo y la utilización del poder militar. Queda claro que el disgusto de Verhoeven por el libro interfirió en su comprensión del mismo y que trató de superar la altura intelectual de Heinlein denigrando su mensaje y riéndose del mismo. La superficialidad de los actores impide cualquier posibilidad de introducir subtextos o matices, optando en cambio por apoyarse en el espectáculo los efectos especiales. Puede que no tengas que haberte enamorado de un libro para rodar su adaptación, pero desde luego ayuda el no odiarlo.
Llegados a este punto, más de uno se estará preguntando por qué le dedico tanto tiempo y espacio a una película menor. En buena medida, porque es un ejemplo casi perfecto de las dificultades inherentes a traspasar una obra de ficción de un medio a otro, del choque de mentalidades entre creadores y de las enormes diferencias que puede haber entre un libro y la novela de la que supuestamente procede.
Ahora bien, hay dos formas de abordar esta película. Una de ellas es, como he venido haciendo en este artículo, compararla con el material original y tratar de averiguar el grado de fidelidad al mismo y si las soluciones que adopta el director son mejores o peores que las del escritor. En este caso, nos encontramos ante un estrepitoso fracaso. Y la otra es valorar la película en sí misma, como producto independiente. Al fin y al cabo, el cine es un medio que llega a más público que la literatura y la mayoría de quienes hayan visto esta película no han leído el libro de Heinlein. Desde este punto de vista, creo que el film, con todas sus incongruencias, mediocres interpretaciones y flagrantes tópicos, es un producto disfrutable siempre y cuando no se sea demasiado exigente y se tenga presente que viene firmado por Paul Verhoeven. Hay acción a raudales, buenos efectos especiales, drama romántico juvenil, algunos toques de ingenio, humor negro y parodia y el esqueleto de una película bélica montado a base de tópicos: el sargento gruñón, el periodo de adiestramiento, la rivalidad entre unidades… ¿Es aburrida? No. ¿Tiene ese toque especial, esos momentos inolvidables que la convertirán en un clásico? Tampoco. Hay que verla como lo que es: una gamberrada ligera que no se toma demasiado en serio a sí misma y que, quizá por eso, ha envejecido mucho mejor que otras películas de la época.
Existen dos secuelas editadas directamente en DVD: “Tropas del Espacio 2: El Héroe de la Federación” (2004) y “Tropas del Espacio 3: “Armas del Futuro” (2008), así como la serie televisiva de animación “Roughnecks: The Starship Troopers Chronicles (1999) y el anime “Starship Troopers: Invasion” (2012). En 1987 también se rodó otro anime para televisión adaptando el libro en tres episodios de una hora. La verdad es que no he tenido ánimos para revisar ninguno de estos productos, así que serán bienvenidos sus comentarios al respecto.
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"El héroe de la federación" está pasable, comparada con la original queda algo cutre y sosa pero tiene sus cosillas. las otras no sé que no la vi.
ResponderEliminaraparte tambien sacaron un videojuego unos años despues donde se recreaban escenas de la película y aunque es bastante regular tirando a malo solo por eso a mi me gustó, hordas de bichos rodeandote y tu con una ridícula metralleta haciendoles frente como en la peli.
si alguno le interesa me refiero a este en concreto:
https://www.youtube.com/watch?v=uCE66sBgwv8
Esta película me gustó dentro del contexto de acción, igual el su texto fascista que tiene llama la atención, además que los insertos televisivos también recuerdan la propaganda aliada en segunda guerra mundial, a mi me sirvió para saber quién era Dennis Richards. En los noventa también existió una serie muy parecida tipo Space Opera llamada Space Beyond Above, creo que beben de la misma fuente al haber Marines Espaciales
ResponderEliminarSi, la serie que comentas me la habían mencionado. La tengo guardada por ahí y aún no la he visto. A ver si me pongo a ello. Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarHola, Manuel, me encanta tu blog. He leído cinco entradas del tirón, pero aunque creo que tienes un talento increíble para analizar libros y películas, el blanco sobre negro me marea una pasada. No sé si algún lector te ha escrito ya sobre ello. Tienes un blog estupendo, pero quizá un cambio de imagen te ayudaría mucho a que la gente entre más. Yo, por mi parte, me tengo que salir un ratillo a que se me recompongan los ojos ^^
EliminarHola Marcos. Pues la verdad es que eres el primero que se queja del blanco sobre negro. Lo siento de verdad. Aunque, si has leído cinco entradas del tirón, puede que eso tenga más que ver que con el formato... Si recibo más quejas desde luego me plantearé un cambio. Mientras tanto, espero que sigas pasándote por aquí... en dosis más reducidas. Un saludo!
Eliminarhola manuel, queria hablar sobre lo que dice el muchacho, no es una queja, tu blog es una pasada como dicen ustedes, pero es cierto que cansa un poco el blanco sobre negro para leer, quizas en otro color andaria mejor, esteticamente queda muy lindo pero para leer extensos articulos es medio mareante. saludos.
EliminarHice hace tiempo algunas pruebas en otros colores, pero estéticamente no quedaba muy bien, sobre todo a la hora de resaltar las fotografías e ilustraciones. La verdad es que de las diferentes plantillas que ofrece blogger esta es la única que me convenció... aunque también puede ser que después de tantos años me haya acostumbrado...
EliminarJoder. Pues a mi la peli me gustó bastante cuando la estrenaron, luego la vi otra vez años después y resultó ser una americanada. Yo no veo el trabajo de Verhoeven malo. Es una gran parodia de la derecha yanki y de la descerebrada sociedad estadounidense y por eso no tiene nada que ver con el libro. Está claro que el holandés aceptó hacer la peli para reírse de sus contratadores y lo hizo muy bien. Lo único es que es una peli yanki y así cosas que tu achacas a Verhoeven son evidentemente cosas impuestas por los estudios. La venganza, la historia romántica y el etnocentrismo son 3 elementos irrenunciables para cualquier producción importante de Hollywood y por ello Verhoeven tuvo que tragarlas. Así la peli parece en algunos momentos, como bien señalas incongruente, por celebrar lo que otras veces parodias. En fin, la peli es entretenida y aguanta el tiempo pero su gran virtud es su gran retrato de la mentalidad jingoista estadounidense que también representa Trump.
ResponderEliminarSalvo por "Invasión" (2014) vi todas las películas y animaciones de "Starship Troopers".
ResponderEliminarMiré "Roughnecks" cuando tenía unos 11 años, en el momento me pareció una buena serie. Ser animación les permitió adaptar más elementos del libro, como la tercera facción de extraterrestres que en un principio estuvo aliada a los arácnidos o los exoesqueletos de la infantería móvil (aunque seguían lejos de ser las armaduras a lo Iron-Man que aparecen en el libro), aunque también les permitió hacer ciertas cosas que el público de una película live-action difícilmente aceptaría (Los poderes psíquicos de Carl llegan casi al nivel de Jean Gray, los Bichos tienen un arcenal aún más variado y extravagante de sub-especies, entre otras cosas). La serie más que exhaltar la cultura militarista se centra en el drama de los soldados durante la guerra (hay momentos de honor, deber y heroismo, pero lo que más transmite es el compañerismo, el constante miedo a morir, la angustia de estar lejos del hogar, esas cosas). Yo la recomendaría, pero con prudencia, puede que lo que a un niño le parece profundo y emocionante no lo sea tanto para un adulto.
Vi la adaptación japonesa de los ochenta por curiosidad hace unos años. La batalla de Klendathu es el climax del último capítulo y la animación se centra sobre todo en la vida de Rico como recluta y en sus sentimientos por Carmen (él se alista en el ejército luego de una epifanía que se resume más o menos así: "¿Qué quiero para mi vida? ¡A Carmencita! La seguiré aunque tenga que ir a los confines de la Galaxia"). No es que sea una mala "mini-serie", pero mirarla tampoco enriquecerá significativamente tu vida.
Las dos secuelas live-action son directamente Serie-B, tienen momentos de sátira que hacen que Verhoeven parezca sutil en comparación. No se las recomendaría a nadie que no fuese aficionado a las producciones que rellenan la plantilla del Sy-Fy Channel.
Me acuerdo de haberla visto hace tiempo, tieeeeempo, muy risible porque se nota las "actuaciones" exageradas pero al mismo tiempo (y muy a mi pesar) disfrutable. Efectos especiales normales, pero es verdad, si han leido el libro el pasaje al cine es una patada en los huev...en la cabeza. Muy muy muy distinto, se masacra cada página.Gracias por la reseña
ResponderEliminarEs lamentable que tenga mas alcance el cine que la literatura, aquí en Argentina se ignora el libro y no solo de Tropas del espacio hasta de La guerra de los mundos la mayoría de los argentino la adjudican como creaciones de cineastas. Como siempre excelente su trabajo señor Manuel.
ResponderEliminarGracias a ti por comentar. El que el cine sea más popular que literatura no es ningún misterio. Es algo que hay que aceptar y ya está. La mayor parte de la gente qeu entra en contacto con la CF desde los años sesenta es a través de su vertiente visual, bien el cine bien la TV. Leer siempre ha sido cosa de unos pocos. Es una actividad que requiere más esfuerzo y participación que el ver una película, que, después de todo, es algo pasivo. Un saludo
ResponderEliminarLa gente necesita más cultura, los libros en general superan las películas, aunque el cine es importante pues lo visual es otra faceta del arte humano; como dices, si coges la película como algo independiente se puede disfrutar, pero como adaptación del libro decepciona, además una película da menos que pensar y reflexionar a no ser que los guionistas sepan hilar mejores argumentos y meter intelectualidad sin defenestrar o dejar de lado la acción o la aventura.
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