viernes, 15 de abril de 2016

1993- ATRAPADO EN EL TIEMPO – Harold Ramis


En el mundo anglosajón, cuando alguien siente que su vida se ha convertido en algo insufriblemente monótono y rutinario, se refiere a ello como “El Día de la Marmota”, título en inglés (“Groundhog Day”) de la película que ahora comentamos. Esa intrusión de un film en el habla cotidiana dice mucho acerca del impacto que ha tenido en aquellos que lo han visto. Y es que esta cinta dirigida por Harold Ramis no es una simple comedia, sino una reflexión sobre la vida y la forma en que decidimos pasar por ella.



Phil Connors (Bill Murray) es el hombre del tiempo de una cadena de televisión. Individuo cínico, sarcástico, quemado y soberbio, como todos los años, se ve obligado a viajar hasta la pequeña ciudad de Punxsutawney, en Pensilvania, para cubrir la “noticia” del festival conocido como “El Día de la Marmota” y que se celebra anualmente el dos de febrero. Es un encargo tedioso que Phil, acompañado de un cámara, Larry (Chris Elliott) y una productora, Rita (Andy McDowell), con la que trabaja por primera vez, acomete con desgana y escasa profesionalidad.

A consecuencia de un temporal de nieve, el trío se ve obligado a pernoctar en la ciudad. Pero cuando Phil despierta a la mañana siguiente, se encuentra con que es otra vez dos de febrero y que los eventos del día anterior, todos y en el mismo orden en que los vivió, se van sucediendo otra vez. Lo mismo sucede al día siguiente, y al siguiente…. Aunque jornada tras jornada consigue introducir cambios en la cadena de acontecimientos, invariablemente y sin importar lo que haga, al día siguiente vuelve a ser exactamente el mismo dos de febrero. Aún peor, él es el único consciente de esa situación y sus esfuerzos por explicarlo a sus compañeros caen en saco roto.

Tras un periodo de angustia y desconcierto, Phil acaba asumiendo la situación, primero con cierta alegría perversa al darse cuenta de que es libre de hacer lo que quiera puesto que no tendrá consecuencia alguna en el futuro –ya que no hay futuro-; luego con desesperación suicida, aunque sus intentos por acabar con su vida no hacen sino devolverlo al casillero de salida; más adelante con renovada ilusión al intentar conquistar a Rita organizando la cita perfecta –con igual nulo éxito-; y, por fin, encontrando un sentido a su existencia, aún cuando ésta se halle congelada en un bucle temporal, mejorándose a sí mismo y ayudando a los demás aunque ello suponga ir contra su antigua naturaleza.

A priori, el guión que nos ofrecen Harold Ramis y Danny Rubin no es en absoluto nuevo. “La
Dimensión Desconocida” ya ofreció en la televisión de 1963 un episodio particularmente inquietante (¿cuál no lo era en aquella serie?) titulado “La Nave de la Muerte”, en la que un grupo de astronautas aterrizaban en un planeta, encontraban una nave estrellada que parecía exactamente la suya, se imaginaban que estaban muertos y…lo volvían a repetir todo otra vez, y otra vez… La del hombre atrapado perpetuamente en el mismo día es una situación abrumadora, terrorífica… que Harold Ramis transforma de manera magistral en la base para una encantadora comedia romántica.

Porque lo que hace Ramis es recoger la idea y modificarla de manera sorprendente, planteando vez tras vez la misma cadena de eventos pero vista a través de toda una variedad de enfoques que oscilan desde la comedia negra hasta el romance. Esas variaciones y la forma en que Ramis las va superponiendo son un modelo de guión y montaje, como los interminables intentos de Phil de averiguar lo que gusta y disgusta a Rita para construir (infructuosamente) sucesivas versiones de una cita perfecta con ella; o la divertida escena en la que él trata de convencerla de que es Dios y lo demuestra revelándole detalles acerca de las vidas de cada una de las personas que les rodean en la cafetería.

“Atrapado en el Tiempo” es también una historia emotiva y muy romántica. Ver a Phil
equivocándose vez tras vez en sus intentos por conseguir sus objetivos inspira verdadera lástima, mientras que cuando trata de explicarle a Rita lo que ella significa para él resulta conmovedor. Bill Murray interpreta a su personaje con su habitual talante sarcástico, pero por una vez el guión le proporciona un digno sustento emocional que le permite transformarse gradual y coherentemente de un individuo arrogante y ofensivo –eso sí, sin levantar un ápice la voz- hasta alguien carismático y encantador. Y lo hace sin perder su ingenio. Se convierte en alguien mejor, no diferente.

La elección de Murray no fue casual. Ramis y él se conocían desde hacía muchos años, cuando ambos trabajaban como cómicos de improvisación en un club de la comedia de Chicago, y conocían perfectamente las virtudes y debilidades del otro. Probablemente, Ramis no habría sacado adelante el proyecto de esta película de no haber podido contar con Murray (recordemos que ya habían colaborado anteriormente en películas de tanto éxito como “Los incorregibles albóndigas”, “El Club de los Chalados”, “El Pelotón Chiflado”, o “Los Cazafantasmas”).

El final de la historia, la cual discurre en continuos meandros alrededor de un hilo invariable,
resulta difícil de adivinar y aunque nunca llega a explicarse a qué se debe el fenómeno experimentado por Phil (que permanece atrapado en ese recurrente día, según los cálculos de gente ociosa de internet, algo más de ocho años), no importa, porque no es relevante y el desenlace, tranquilo y desenfadado, tiene sentido a su manera en el contexto de la película.

Aunque el tema de los fenómenos temporales ha sido tradicionalmente un coto reservado a la ciencia ficción, “Atrapado en el Tiempo” puede igualmente ser considerado una historia
fantástica, una fábula con moraleja. La situación en la que se encuentra Phil no es sino una alegoría de lo que la vida se ha convertido para mucha gente de hoy: levantarse a la misma hora todos los días, hacer las mismas cosas en el mismo orden, ir al mismo trabajo, llegar a casa a la misma hora, mantener las mismas conversaciones, ver los mismos programas en la televisión… La película nos dice que no es necesario romper con todo y exiliarse en la Antártida, sino aprovechar esa rutina para asumir pequeños riesgos cotidianos, utilizar correctamente el tiempo de que disponemos, esforzarnos por observar y disfrutar las cosas pequeñas que normalmente pasamos por alto y pensar que vivir es también ofrecer algo al mundo y a quienes nos rodean.

Prisionero de su rutina, Phil acaba viéndose a sí mismo como realmente es, dándose cuenta de que
ama a Rita. Sus torpes e infructuosos intentos para seducirla le hacen comprender que ese no es el camino: debe ser él quien mejore como persona y, así, hacerse digno de su amor. Le cuesta mucho tiempo, pero finalmente Phil aprende y se convierte en una buena persona. Su viaje es una parábola de los tiempos modernos, dominados por un materialismo e infelicidad que ahoga nuestra capacidad de disfrute y transformación. El hombre, nos viene a decir Ramis, está atado a la rueda del tiempo y destinado a repetir una y otra vez sus mismos errores hasta que se gane su ascenso al siguiente nivel. A la vista de esto quizá no sea tan extraño que diferentes líderes religiosos recibieran la película como uno de los films más espirituales de todos los tiempos.

Independientemente de que la película se haya convertido en un clásico muy querido que ha soportado perfectamente el paso de las décadas, la idea de un hombre atrapado en el tiempo fue reciclada posteriormente en bastantes ocasiones, como en el telefilme “12:01: Testigo del Tiempo” (1993), “Retroactive” (1997), “Repeaters” (2010), “Código Fuente” (2011), “Al filo del mañana” (2014) e incluso dio soporte a toda una serie de televisión, “Atrapado en el Tiempo” (2006).

En resumen, una comedia de ciencia ficción inteligente y entretenida, tan fluida y bien escrita que su genialidad pasa a menudo desapercibida. Pero lo que es cierto es que todo el que la haya visto la conservará en algún pequeño rincón de su memoria.



2 comentarios:

  1. Adoro esta cinta que en realidad es maravillosa y todo lo que dices sobre ella es cierto. Eso sí, para nada la encuentro una obra de ciencia ficción, si bien trata un tema caro al tema; humildemente creo es más bien una obra de fantasía, puesto que como bien dices en tu propio texto, nunca se explica qué lleva al protagonista a realizar su particular odisea temporal.

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  2. Harold Ramis y Bill Murray, una combinación irrepetible!

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