El contacto con visitantes alienígenas ha sido uno de los géneros más tratados por el cine de ciencia ficción, abordándose el tema desde múltiples puntos de vista ya desde el comienzo de la era moderna del cine de género. Así, “Ultimátum a la Tierra” (1951) fue pionera en los contactos amistosos mientras que “El Enigma de Otro Mundo” (1951) lo fue en las invasiones extraterrestres. Después, las pantallas registrarían la llegada de todo tipo de visitantes, desde los tiernos y bondadosos como “E.T.” (1982) a los ridículos como “El Hermano de Otro Planeta” (1982), “Alf” (1986-1990), “Mi Novia es una Extraterrestre” (1988) o “Los Caraconos” (1993).
Pero sea cual sea el propósito de la visita alienígena
(amistoso, hostil o accidental), la enorme dificultad que supondría la
comunicación es casi siempre cómodamente obviada por los guionistas. O bien los
extraterrestres han aprendido a hablar el idioma que toque antes de llegar o
inmediatamente después viendo programas de televisión; aún más absurdo, los
astronautas que viajan a otro planeta se encuentran que los nativos hablan
inglés (“Flash Gordon”, 1936; “La Reina del Espacio Exterior”, 1958). O bien,
igualmente ridículo, los guionistas se sacan de la manga algún artilugio como
el Traductor Universal de “Star Trek”.
Son relativamente escasos los films que se han atrevido a
integrar en sus argumentos las dificultades que surgirían a la hora de
comunicarse con unos seres alienígenas. “Stargate” (1994) solventaba el asunto
incluyendo en el equipo protagonista a un lingüista, pero evitaba dar ninguna explicación
acerca del proceso mediante el cual éste descifraba la lengua. Más original fue
“Encuentros en la Tercera Fase” (1977), en el que los científicos utilizaban
tonos musicales como base de entendimiento. “Contacto” (1997) se servía de las
matemáticas como lenguaje común, si bien planteaba que el problema principal
eran las inmensas distancias cósmicas que separan a las civilizaciones
inteligentes. “Esfera” (1998) daba soluciones interesantes a la comunicación
entre los humanos protagonistas y una nave alienígena, si bien al final se
descubría que ésta provenía no de algún lejano mundo sino del futuro del
nuestro.
En “Ultimátum a la Tierra” había un extraterrestre que hablaba
inglés, pero el hincapié se ponía en que el verdadero problema, con o sin
comunicación, era el miedo de los humanos a todo lo que es diferente a nosotros.
Pero es que, además, podría haber otro problema, que se abordaba en el remake de la anterior del año 2008: quizá nuestras mentes no están preparadas para
asumir conceptos demasiado vastos y ajenos. “Solaris” (1972) fue quizá el mejor
ejemplo de esta aproximación. En ella, los ocupantes de una estación orbital en
el planeta del título, se ven acosados por manifestaciones físicas de sus
recuerdos más traumáticos, que parecen ser intentos de establecer comunicación
por parte del propio planeta, que es una entidad viva. Quizá la obra más
conceptualmente interesante sobre este tema sea no una película sino un
documental dirigido y escrito por Michael Madsen en 2015: “The Visit”, en el
que se consultaba a diversos expertos sobre las dificultades que se
presentarían en el caso de la llegada de alienígenas. Un año después y de la mano del director
Denis Villeneuve, se estrena “La Llegada”, cuyo argumento –adaptado del relato
“La Historia de Tu Vida” (1998), de Ted Chiang- se apoya completamente en el
enigma del lenguaje alienígena y la imperiosa necesidad de descifrarlo.
Denis Villeneuve es un director canadiense francoparlante que en los últimos años ha ido ganando un peso considerable. Empezó a llamar la atención del público de festivales con films en francés como “Un 32 de Agosto en la Tierra” (1998), “Maelstrom” (2000) o “Politécnico” (2009). El reconocimiento internacional vino con “Incendios” (2010), que fue nominado al Oscar al Mejor Film Extranjero. Su éxito popular le llegó con dos películas estrenadas el mismo año y rodadas ya en inglés: el psicothriller “Prisioneros” (2013) y el drama “Enemy” (2013), a los que siguió “Sicario” (2015), una cinta de acción policiaca. Su siguiente proyecto, “La Llegada”, recibió excelentes críticas y enseguida fue incluida entre los mejores títulos de su año.
La llegada a la Tierra de doce naves alienígenas idénticas
que quedan suspendidas sobre otras tantas partes del planeta, causa un profundo
impacto en todo el mundo. La población entra en pánico y los gobiernos, al
tiempo que tratan de mantener el orden, se ven forzados a colaborar para
averiguar a qué obedece la visita. La lingüista Louise Banks (Amy Adams) es
reclutada por el ejército norteamericano para integrarse en un equipo dirigido
por el coronel Weber (Forest Whitaker) con el objetivo de descifrar el idioma
de los extraterrestres. Junto al físico Ian Donnelly (Jeremy Renner) y otros
científicos y militares, Louise es transportada al valle de Montana donde se
halla una de las naves suspendida a varios metros del suelo.
Louise, Ian y algunos militares entran en la nave y toman
contacto con sus tripulantes, unas grandes criaturas con tentáculos que flotan
en una densa atmósfera al otro lado de una pared de cristal y a los que bautizan
como heptápodos. Louise trata de establecer las bases de una comunicación y
descubre que los visitantes se expresan creando con tinta en la atmósfera en la
que viven unos complejos y cambiantes símbolos.
Presionada por unos militares y políticos cada vez más
nerviosos y paranoides, Louise regresa todos los días a la cámara de la nave y
va dando forma a un catálogo de símbolos que sirven para ir creando un terreno
común de comunicación entre ambas especies. Pero no es el americano el único
equipo que está tratando de averiguar quiénes son estos alienígenas, de dónde
vienen y, sobre todo, qué pretenden. Cuando uno de ellos interpreta que el
mensaje es el de “ofrecer arma”, la colaboración internacional se rompe y los
chinos declaran la guerra a los heptápodos. De nada sirve que Louise trate de
razonar argumentando que la palabra “arma”, dado el desconocimiento de la
cultura alienígena, bien podría traducirse como “herramienta”. La situación se
deteriora rápidamente y Louise, que ha venido sufriendo extrañas ensoñaciones
desde que empezó a descifrar el lenguaje extraterrestre, se embarca en una
carrera contra reloj para averiguar el auténtico propósito de los visitantes.
Quien sólo haya leído por encima la sinopsis de la
película, probablemente asumirá lo peor: otra cinta de invasiones
extraterrestres en la línea de “Independence Day” (1996) o “La Guerra de los Mundos” (2005). Nada más lejos de ello. “La Llegada” se distancia de la mayoría
de las películas de ese subgénero desde la primera escena. En ella, mientras
vemos emotivas escenas familiares de Louise con su hija (su nacimiento,
fragmentos de su vida juntas, el descubrimiento de la enfermedad terminal de
ésta siendo adolescente y su muerte), escuchamos su voz en off de ella,
cuestionando la validez e importancia de
lo que consideramos lo más precioso de nuestras vidas. Parece un arranque en
exceso meditativo y superfluo, pero conforme el misterio de la llegada de los
alíenígenas va saliendo a la luz, este pasaje cobra toda su importancia. De
hecho, encapsula la esencia principal del mensaje que la historia quiere
transmitir: la celebración de la vida y el disfrute de cada uno de sus pequeños
instantes.
En lugar de evitar la dificultad de tratar el tema de la
comunicación con seres que no sólo no son humanoides, sino que piensan de forma
completamente diferente, “La Llegada” se lanza con valentía a esa difícil
misión, mostrándonos la necesidad de hallar un terreno común y los riesgos de
malinterpretación al tener visiones de la realidad –y del Tiempo- completamente
diferentes. La película se apoya explícitamente en la hipótesis Sapir-Whorf (que
ya imbricaron en sus argumentos novelas clásicas del género como “Los Lenguajes de Pao”, 1958; o “Empotrados”, 1973), la cual postula que la lengua puede dar
forma al pensamiento y que las estructuras gramaticales y el léxico de un
idioma determinan la visión del mundo que tienen sus hablantes y condicionan
sus capacidades cognitivas. La historia lleva esta hipótesis lingüística (hoy
rechazada por la mayor parte de la comunidad científica pero
que proporciona,
como aquí vemos, una buena base para el drama y el suspense) todavía más allá:
la adquisción de un lenguaje completamente nuevo y extraño a nuestra especie,
no sólo cambia nuestros esquemas mentales sino la misma percepción del Tiempo.
Para darle verosimilitud a ese intrigante concepto, la producción de la
película contrató los servicios de un grupo de lingüistas y artistas que
pudieran crear el lenguaje alienígena. “La Llegada” bien podría ser el primer
film que aborda esta idea tan de altos vuelos.
Cuando se estrenó la película, hubo bastante expectación y
debate entre la comunidad científica. Por ejemplo, cuando Neil deGrasse Tyson
comentó que deberían haber elegido a un criptógrafo y un astrobiólogo en vez de
a un lingüista para comunicarse con los alienígenas, la página especializada
Language Log publicó una carta abierta firmada por diversos especialistas
refutándolo con argumentos.
Una habitual malinterpretación de la especialidad lingüística es la de asumir que un experto en esa área conoce múltiples idiomas. Eso no es necesariamente así. La Lingüística trata sobre cómo se engarzan los mecanismos del lenguaje. Así, puede haber especialistas que sepan muchísimo de un solo idioma, mientras que otros puedan hablar veinte o sólo leer una o varias lenguas muertas, como el hitita, el sánscrito o el armenio clásico.
En “La Llegada”, cuando el coronel Weber se presenta en el
despacho de Louise para ofrecerle colaborar en la traducción de la lengua
alienígena, le reproduce una grabación y le pregunta qué significa, si ha sido
capaz de distinguir alguna palabra o frase. Ella responde que es imposible
traducir a partir de un archivo de sonido. El militar se sorprende, porque sabe
que ella colaboró con el gobierno anteriormente y pudo traducir del farsi a
partir de grabaciones, así que, ¿por qué esta vez no es posible? Ella replica
que conoce el farsi, pero no el idioma aligenígena. Parece la respuesta obvia,
pero lo que hace esta escena es refutar la percepción común de que sólo por ser
lingüista alguien ha de conocer multitud de idiomas.
Cuando Louise por fin llega al lugar donde se encuentra la
nave, tiene la oportunidad de empezar con el trabajo de campo, utilizando
métodos que resultan verosímiles. Tras un par de sesiones sin registrar
progresos (porque los heptápodos utilizan una especie de sonidos parecidos a
los de las ballenas y nosotros ni podemos traducirlos ni imitarlos), Louise
tiene la idea de recurrir a los símbolos gráficos con la esperanza de que los
alienígenas tengan algún sistema de escritura. Y, efectivamente, los
heptápodos, responden con un logograma (un sistema de escritura que por sí sola
representa una palabra, es decir, una unidad con significado, en contraste con sistemas
de representación como los pictogramas o ideogramas, o con sistemas fonográficos
como los alfabetos, donde cada símbolo representa un sonido.
Ese descubrimiento supone un gran avance y pronto empieza a
formarse un vocabulario. Un equipo de analistas se dedica a descifrar esos
logogramas –utilizando, parece ser, geometría- y traducirlos para elaborar un
programa informático que pueda realizar la traslación inversa de nuestro idioma
al suyo. Esta parte del proceso es la que el film decide pasar por alto, entre
otras cosas, imagino, porque resulta poco verosímil –sobre todo en cuanto a lo
rápido que llegan a la solución-. Pero, al fin y al cabo, se trata de ciencia
ficción y, encima, con un idioma alienígena involucrado, así que no hay que
darle demasiadas vueltas. Y en cuanto a la hipótesis Sapir-Whorf, la cual constituye
la piedra angular de la película, aunque ya he comentado que fue descartada
hace tiempo, en el contexto de la historia no rompe la suspensión de
incredulidad al respetar la consistencia interna de toda la narración.
Pero “La Llegada”, además de lo fascinante de su concepto
básico, admite otras interpretaciones y lecturas de escala más humana que
técnica y más complejas que la fácil moraleja de que aprender a comunicarnos
con otras culturas ajenas a la propia es una panacea contra los prejuicios, el
odio y la violencia y una palanca para el desarrollo mutuo. Y es que la
película tiene otro subtexto, más peliagudo y agridulce, que se articula exclusivamente
a través de la protagonista y que trata sobre cómo encontrar una forma de
sobreponerse a la desesperanza. El heroísmo de Banks, tal y como descubrimos
solo al final, consiste en afrontar un punto de inflexión en su vida a partir
del cual va a tener que soportar una inmensa carga y por partida doble. Por una
parte y para ahorrar sufrimiento a sus seres queridos, ocultarles su
conocimiento cierto de la desgracia que en el futuro se abatirá sobre ellos; y
por otra, aprender a extraer lo máximo de cada uno de los minutos que la
separan de esa desgracia. “La Llegada” no tiene un final abiertamente feliz.
Sí, de su pérdida en el ámbito personal se derivará un bien mayor para toda la
Humanidad, pero éste queda tan ambiguamente definido que no queda claro que tal
sacrificio sea necesario.
“La Llegada” consigue mantener asombrado al espectador
desde poco después de su comienzo. No se trata solamente de que sea una
película inteligente y bien escrita comparada con el erial que aquel año
ofrecía la CF cinematográfica en lo que se refiere al contacto extraterrestre
(con ejemplos como “La Quinta Ola” o “Independence Day: Contraataque”) sino que
Denis Villeneuve, apoyándose en el guion de Eric Heisserer –tras escribir
“Pesadilla en Elm Street: El Origen” o “La Cosa”-, la inquietante pero
agradable y evocadora música de Johan Johansson y una fotografía etérea de Bradford
Young, suscita la emoción de hallarnos ante algo increíblemente vasto y más
allá de nuestra comprensión. Y eso no es poca cosa en un género que, como
“Independence Day”,
tiende a confundir el sentido de lo maravilloso con el
despliegue de sofisticados efectos especiales. Las escenas en las que los
protagonistas entran por primera vez en la nave, los extraños fenómenos
gravitatorios en el interior, el encuentro con los aliens a través del muro de
cristal y sus intentos de comunicación mantienen al espectador cautivado. Este
es un film donde nada puede ser fácilmente tachado de cliché y cuya
inteligencia conceptual se mantiene desde el principio hasta la conclusión.
Y ello aun cuando, si lo reducimos a su esquema más básico,
lo que tenemos es algo no tan alejado de “Ultimátum a la Tierra”: la llegada de
los alienígenas, los militares con gatillo fácil, los científicos como única
esperanza de encontrar una forma de entendimiento, el descubrimiento del
propósito amistoso… En cierto modo, “La Llegada” es “Ultimátum a la Tierra” con
sus tensiones políticas propias de la Guerra Fría del pàsado siglo sustituidas
por las propias de los tiempos modernos.
El ambiente paranoide que preside la película, con los
gobiernos de la Tierra cada vez más preocupados primero por la potencial
amenaza para la especie humana que podrían suponer los alienígenas y luego por
la posibilidad de que suministren tecnología armamentística a una potencia
rival, no está presente en la historia original de Ted Chiang. Puede que
narrativamente le aporte a la película un mayor suspense y sensación de
desastre inminente, pero también es el elemento más convencional de la misma. A
favor del guionista, hay que decir que evita caer en ciertos clichés. Por
ejemplo, el coronel Weber es el aliado de Banks y Donnelly, mientras que en un
film que optara por lo fácil, se le habría presentado como el principal antagonista,
el típico militar desconfiado dispuesto a iniciar hostilidades a la menor
provocación imaginaria.
En el debe también hay que apuntar la forma en que se
resuelve la tensión, evitando en el último momento un ataque nuclear. Es una
solución que, justificadamente, puede hacer rechinar los dientes a más de uno
porque abre un considerable agujero de guion que agrieta la consistencia de las
reglas del juego que se han puesto sobre la mesa. Por no hablar del evidente
deseo de –aunque sea al final- presentar bajo una luz favorable a los chinos y
que sin duda obedece a una maniobra comercial con vistas a la taquilla de ese
país.
Y esto nos lleva al desenlace de la historia, que toma la
forma de un giro sorprendente pero inteligente y coherente con el resto de la
misma, aunque su originalidad pueda ponerse en duda para aquellos
familiarizados con Kurt Vonnegut y “Matadero Cinco” (1969). Un desenlace, es
cierto, que decepcionó a aquellos que esperaban algo visualmente más llamativo
en lugar de un giro conceptual, sin entender que “La Llegada” es una película
de ideas y no de imágenes epatantes.
Uno de los triunfos de la película reside en la sutileza
con la que desarrolla las ideas relacionadas con el Lenguaje y el Tiempo.
Resulta que la historia de la vida de Louise no era tan lineal como habían
dejado suponer los primeros quince minutos de metraje y tal verdad se revela
con gran habilidad y delicadeza. Heisserer, con cierta ironía, declaró que su
adaptación había sido calificada por los ejecutivos del estudio como
“execution-dependent”, es decir, que no confiaban demasiado en el guion y que
evitar el fracaso dependía enteramente de la capacidad del director. Por
suerte, Villeneuve demostró no sólo estar a la altura de las circunstancias
sino comprender bien cómo funciona la ciencia ficción conceptual. Su trabajo es
impecable tanto en el apartado técnico como de dirección de actores (Amy Adams
y Jeremy Renner encarnan perfectamente a sus respectivos personajes, gente
corriente arrojada a una situación extraordinaria y con los que resulta fácil
empatizar) y de dosificación de la información necesaria para ir completando el
mosaico final de forma coherente y no a base de giros gratuitos.
De hecho, “La Llegada” es un film cuyo ritmo y desarrollo
pueden incluso aburrir a quien se acerque a él esperando algo más tradicional.
A falta de mejores definiciones, podría calificarse como una mezcla de drama introspectivo
e intriga detectivesca. Los pasajes más “animados” son el atentado orquestado
por los militares rebeldes y la deconstrucción que Banks consigue hacer de una
frase alienígena. La trama contiene abundante información dispersa e intervalos
aparentemente oníricos o delirantes que, si se tiene paciencia, resultan ser
piezas clave para entender el conjunto pero que pueden alienar al espectador
más ansioso. De cualquier forma, recomiendo un poco de persistencia porque el
destino merece la pena. Una vez que se descubre la gran revelación, las ideas e
imágenes que han ido sembrándose a lo largo de la película germinan y florecen,
dándole a todo lo visto un nuevo sentido. Lo que parecía una historia lineal de
invasiones alienígenas o primer contacto resulta ser no sólo un homenaje al
poder de nuestra inteligencia sino al poder del cine –y del arte de contar
historias- para sorprendernos y maravillarnos.
“La Llegada” es, en definitiva, el tipo de película de CF que puede desear un aficionado exigente: tiene un reparto sólido, un concepto básico muy atractivo y, conforme avanza la trama, demanda cada vez más atención del espectador. El ritmo es adecuado, la fotografía sugerente y la historia absorbente, poco predecible y difícil de olvidar.
A mi no me gustó nada porque me pareció un melodrama para señoras disfrazado de peli de CF. No comparto eso de poco predecible, es cine comercial pordiós, pensabas que los alienígenas iban a destruir la Tierra, la prota no iba a resolver su drama femenino o que eran dioses lovecraftianos? Y difícil de olvidar tampoco. Yo ya lo único que recuerdo es que me pareció tramposa y mala. Naturalmente es un juicio limitado porque la peli sólo la he visto una vez y prejuicioso porque no me gusta el melodrama y la tensión gratuita (todo eso que comentas de los militares y los estados está claro que es puro relleno, dar tensión a una historia que no carece della porque lo literario no funciona igual que lo visual).
ResponderEliminarLa verdad es que por una parte me da curiosidad verla, tal vez alguna tarde la vea.
ResponderEliminarNinguna película puede dejar "contenta" a la comunidad científica porque una película se piensa desde otra perspectiva diferente a la de la ciencia, incluso, o más que nada, las películas de ciencia ficción. Más allá de eso, teniendo en cuenta las películas que venían haciéndose, y las que se hicieron después, dentro del género, representó un buen adelanto. Habría que seguir esa línea, pero no es tan comercial como las películas de Star Wars.
ResponderEliminarSaludos,
J
Saludos internautas , donde puedo ver o descargar el documental de Michael Madsen “The Visit” ?
ResponderEliminarSi te refieres gratis, no lo se. Al menos hasta hace no mucho estaba en Apple TV
ResponderEliminarSe googlea y se encuentra. No es tan difícil.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Acabo de verla y me gustó mucho la idea de usar el lenguaje como centro de la historia. El desarrollo del lenguaje en el ser humano y los cambios idiomáticos producidos por guerras y migraciones, son temas que me apasionan desde la adolescencia. Conocer las raíces comunes de las palabras me ha servido para tener algunas nociones básicas de idiomas extranjeros. Creo que en cierto modo llevaba mucho tiempo esperando una película de este tipo. La disfrute, aunque me pareció algo extraño que los extraterrestres comprendieran tan facilmente otro lenguaje humano, el gestual, ya que se relaciona con nuestra forma específica. Tampoco me creí mucho lo de los chinos tomando la palabra "arma" en un sentido tan literal, pero por lo demás me pareció una película muy agradable que recomendaría a cualquiera que busque algo menos obvio.
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