“Langosta” fue la quinta película del director griego Yorgos Lanthimos, quien obtuvo un gran éxito con su segundo film, “Canino” (2009), una comedia extraña e inexpresiva sobre unos padres que habían mantenido a sus hijos confinados durante toda su vida, pudiendo éstos sólo imaginar el mundo exterior con resultados divertidísimos. Volvió a llamar la atención internacional con “Alpes” (2011), aunque se trataba de una propuesta más apagada y menos cohesionada en cuanto a sus ideas. “Langosta”, una coproducción de Irlanda, Reino Unido, Grecia, Francia y Holanda, fue la primera película que rodó en inglés y ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 2015.
Tras ser abandonado por su esposa, el arquitecto
David (Colin Farrell) se
queda sin pareja por primera vez en su vida adulta. En
la sociedad del futuro en la que vive, estar desparejado (ya sea por separación
o muerte del compañero/a) es ilegal, así que se ve obligado a registrarse en el
Hotel, llevando consigo a su hermano, transformado en perro. En esa
institución, los huéspedes disponen de 45 días para encontrar a su media
naranja o serán convertidos en animales. Preguntado al respecto por sus
preferencias cuando se registra en el Hotel, David elige ser, llegado el caso,
una langosta.
Los huéspe
des pasan su estancia realizando
diversas actividades sociales: bailes, juegos… y cacería de “Solitarios”
–rebeldes antisistema que se empeñan en seguir solteros- en el bosque cercano utilizando
fusiles cargados con dardos tranquilizantes. Cuantas más presas se cobre cada
cazador, mayor prórroga de tiempo se le concede en el Hotel. En un ambiente
forzado, artificial, controlado y carente por completo de calor humano, todos
se esfuerzan al máximo por encontrar una pareja, pero la desesperación acaba
por apoderarse de aquellos cuyo plazo está próximo a expirar, eligiendo
compañero/a en base a las coincidencias más estúpidas.
David está en la mediana edad, es miope, con
sobrepeso y una personalidad aburrida y gris, así que no tiene muchas posibilidades
de encontrar pareja. Presionado por el agotamiento de su plazo, decide
finalmente fingir sociopat
ia y absoluta falta de compasión para ganarse el
favor de una huésped despiadada (Angeliki Papoulia) a la que todo el mundo detesta.
Los administradores del Hotel los emparejan oficialmente, pero ella insiste en
ponerlo a prueba y acaba por descubrir su artimaña cuando, al matar a patadas a
su perro/hermano, David se derrumba emocionalmente. Para evitar que lo
denuncie, la seda con un dardo, la mete en la habitación de transformación y
huye al bosque para unirse a los Solitarios, liderados por una mujer (Lea
Seydoux ) y que, como he dicho, han adoptado una actitud completamente opuesta
a la de la sociedad de la cual reniegan: en su grupo es obligatorio permanecer
soltero y evitar cualquier flirteo so pena de ser terriblemente castigados.
Pero si en el Hotel, David había tenido que
fingir afecto por alguien hacia quien no sentía nada, ahora se va e encontrar
obligado a fingir desapego por alguien que sí le atrae, una mujer (Rachel
Weisz) que, además, le corresponde. Ambos inician una relación secreta que les
puede costar la vida.
Tanto en “Canino” como en “Alpes”, Lanthimos había
demostrado su fascinación por las sociedades absurdas y los rituales
inventados. Es el caso también de “Langosta”, donde nos presenta un futuro en
el que las personas participan en extrañas ceremonias de cortejo y apareamiento
re
gidas por unas reglas insólitas. El espectador está en todo momento
preguntándose qué diablos está ocurriendo, como cuando a David le obligan en el
Hotel a pasar un día entero con la mano atada a la espalda para demostrarle lo
dura que es la vida sin pareja; o cuando una mucama restriega periódicamente
sus posaderas por las partes pudendas del protagonista para ver si registra una
erección (en caso contrario, se asume que se ha masturbado, práctica que
amerita un duro castigo, como vemos en otra escena con John C.Reilly).
Lanthi
mos no se lo pone fácil al espectador.
Muchas de las reglas que imperan en el Hotel se explican visualmente y hay que
deducirlas por el contexto y las reacciones de los personajes. Los diálogos son
escasos y parcos y todo transmite una sensación de inhumanidad, absoluta
frialdad, carencia de empatía y despersonalización (de hecho, la mayoría de los
personajes carecen de nombres). Es más, todos los personajes son bastante
despreciables y quienes uno esperaría un comportamiento de “heroicos
resistentes”, los Solitarios del bosque, resultan ser igualmente crueles,
inflexibles e indiferentes al sufrimiento ajeno. David jamás podrá ganar en un
mundo como éste, pero es que él mismo dista mucho de ser alguien ejemplar o
siquiera con el que poder empatizar.
Poco a poco, se hace evidente que “Langosta” (cuyo
guion está coescrito por el propio Lanthimos y Efthymis Filippou) es una
versión satírica de las actuales “
relaciones” salidas de Tinder, OK Cupid,
Meetic y otras webs de emparejamiento, en las que la compatibilidad de una
pareja se reduce a un puñado de etiquetas que nada sugieren sobre la posible
atracción o compatibilidad. Todos los días, miles y miles de personas acuden a
esos servicios online, desesperados no por encontrar una pareja, sino porque un
algoritmo haga el trabajo por ellos. En la película, los angustiados huéspedes
del Hotel –pero también los Solitarios del bosque- se conforman con que sus
potenciales parejas compartan características tan absurdas como la miopía o las
hemorragias nasales. Lanthimos también satiriza la actual necesidad de considerar
la vida privada ajena como un estándar universal y la hipócrita exhibición
pública de una satisfacción amorosa falsa.
Más allá de la sátira social, “Langosta” es una
historia de amor; un amor que se debate entre las únicas dos existencias
posibles en ese futuro. Mientras que el hotel y su torpe gerente (Olivia
C
olman) representan la corriente dominante de la sociedad, tan obsesionada con
encontrar pareja que ilegaliza a quien no la tiene, la tribu de Solitarios y su
líder representan a los solteros cínicos que exhiben orgullosos su abstinencia.
Lanthimos nos retrata un mundo dual en el que los individuos sólo disponen de
dos opciones y se fomenta la pareja sobre la unidad. También es una sociedad de
absolutos. Cada persona tiene que encajar en una plantilla perfectamente etiquetada.
Los tonos intermedios son inaceptables. Cuando a David le entregan el único
vestuario permitido en el Hotel –otra estrategia de uniformización y
despersonalización- le dicen que puede tener unos zapatos de talla 44 o 45, pero
no la que él gasta, un 44 y medio. También ha de registrarse como heterosexual
u homosexual, no permitiéndose preferencias combinadas.
Mientras los huéspedes del hotel se dedican a
cazar Solitarios y transformarlos luego en animales, éstos se han infiltrado en
el hotel para preparar un asalto nocturno con el que poner en evidencia las
mentiras sobre las que se han construido ciertas parejas. A pesar de la importancia
que esta sociedad da a las relacione
s, lo cierto es que ninguna de ellas es
auténtica. La gente modifica forzadamente su comportamiento y adapta su
personalidad para exhibir una compatibilidad falsa. El concepto de
compatibilidad lo es todo, algo que Lanthimos exagera hasta lo surrealista
cuando la gerente del Hotel informa, con absoluta indiferencia, que aquellas
parejas que estén encontrando dificultades para adaptarse recibirán un hijo
para suavizar las cosas. De esta forma, se parodia también ese reflejo de
muchas parejas de tener hijos para salvar su relación o empeñarse en seguir
juntos por el bien de aquéllos. También se burla del narcisismo que a menudo
subyace en muchos flirteos, en los que tratamos de identificarnos en otras
personas porque no somos capaces de admitir que el único amor que tenemos es
hacia nosotros mismos.
“Lang
osta” es una película mucho más inexpresiva
que “Canino”, aunque más pulida y conceptualmente coherente que “Alps”. Todos
los actores interpretan sus papeles con una impavidez y tono de voz monocorde
que les priva de cualquier matiz emocional. Esto simboliza cómo la emoción y el
sentimiento desaparecen de la ecuación del amor cuando las personas caen en la desesperación
–generada por un estrés autoinfligido o la presión social- por encontrar
alguien compatible.
El apartado visual acompaña esta atonía
emocional. El rodaje se realizó
casi en su totalidad con luz natural y sin
maquillaje. Solo se utilizó iluminación para algunas escenas nocturnas. La
película se filmó principalmente en el Hotel Parknasilla y sus alrededores en el
Condado de Kerry, Irlanda, utilizando para la fotografía principalmente tres
colores: azul, verde y diferentes tonos de rojo. Llama la atención el
desencuadre de algunas escenas en las que las figuras aparecen cortadas por los
hombros o mostrando sólo un lado del cuerpo, aunque probablemente este sea un
recurso del director para desorientar al espectador, intensificando la sensación
de incomodidad, de que hay algo profundamente erróneo en esa sociedad.
La sátira utiliza el humor, la ironía y la
exageración para ridiculizar a individuos, instituciones, vicios o taras
sociales. En este caso, Lanthimos encaja momentos de comedia muy negra, pero
desarrollada de forma seca y cruel: los aspavientos fingidos de Angeliki
Papoulia haciendo ver que se atraganta con una aceituna para comprobar si David
la dejaría morir; el ridículo lenguaje secreto que inventan David y la Mujer
Solitaria y su desenfrenado arrebato de pasión frente a los padres de la Líder;
la irritación de David por un intento de suicidio que va a estropearle la
siesta; las escenificaciones que se hacen en el Hotel tratando de mostrar a los
huéspedes, como si fueran niños, los peligros de estar sin pareja (morir
atragantado por un hueso, sufrir una violación por pasear solo); o la
perturbadora escena en la que Angeliki Papoulia, con la mirada vacía, anuncia a
David que ha matado a su perro. Cuando descubren a John C. Reilly masturbándose
con la foto de una mujer desnuda a caballo, le amonestan antes de castigarlo: “Si yo fuera tú, lloraría por el caballo, no
por la mujer. El caballo probablemente era otro hombre como tú”.
Este es un tipo de humor negro sin complejos
ni concesiones en el que el es
pectador pasa de la risa al terror prácticamente
sin salir de la misma escena. Esa es una de las razones por las que “Langosta” dista
de ser una película comercial apta para todos los públicos. Carece de asideros
que permitan hacerse una idea rápida y clara de lo que está pasando, deja
muchas cosas sin explicar (¿Cómo se transforman las personas en animales? ¿Qué
factores se han combinado para conformar una sociedad tan disfuncional?), no da
pistas sobre si uno debe reírse a carcajadas en tal o cual momento, no hay una
resolución de la trama ni del arco de los personajes y el final es
frustrantemente abierto. Lo más probable es que la mayoría de los espectadores
que se enfrenten a esta película, si consiguen terminarla, se queden, como
mínimo, perplejos y sin saber qué opinar ni si les ha gustado o no.
Dicho esto, a título personal me parece una
propuesta que cala hondo, que es muy original en su pr
emisa, tratamiento y
desarrollo, coherente en sus ideas y propuesta visual y tan desconcertante como
hipnótica. También es cierto que adolece de cierto desequilibrio en su
estructura. La primera mitad es la más intensa dado que el director sumerge al
espectador en un viaje de descubrimiento en el que van desvelándose las capas
de su extraño mundo despojado de tecnología y obsesionado hasta el ridículo por
la vida amorosa ajena. La segunda mitad, en la que se desarrolla el amor
ilícito de David y la Mujer Solitaria, es más tradicional y, desvanecida la
novedad de los conceptos planteados al principio, la película pierde fuerza y
pegada satírica para centrar
se en un drama amoroso algo predecible, por lo que
las dos horas de metraje se sienten excesivas.
“Langosta” es, en resumen, una película de autor, una excéntrica sátira distópica que mezcla la comedia oscura y la tragedia para burlarse de las reglas y normas que rodean al cortejo romántico, utilizando para ello una historia de soledad, pérdida y amor protagonizada por individuos profundamente perturbados por los valores de la sociedad en la que viven.

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