viernes, 12 de noviembre de 2021

1953- MÁS QUE HUMANO – Theodore Sturgeon

La Humanidad se halla inmersa en un proceso de evolución hacia algo todavía por determinar pero que parece claro nos va a hacer replantearnos lo que significa ser “humano”. Y no se trata tanto de una evolución biológica como tecnológica. Ya sea utilizando la ingeniería genética, la cibernetización o la comunicación-fusión con alguna Inteligencia Artificial, el hombre se dispone a dar un gran salto. Los científicos son quienes se encargarán de guiar esta R-Evolución, pero serán los escritores de CF, como siempre han hecho, los encargados de explorar qué consecuencias podrán derivarse de la misma y en qué modo tales avances podrán ser utilizados para el bien o para el mal.

 

Por supuesto, uno de los aspectos relevantes dentro de este subgénero de la Trascendencia es el papel que desempeñará el Primero en llegar a ese plano intelectual-existencial. ¿Cómo será tratado y entendido parte de sus congéneres, profundamente tribales y escasos de empatía hacia todo lo que les es extraño? ¿Cuáles serán los efectos que sobre la mente de ese individuo/s tendrán la alienación y el instinto de autopreservación? ¿Exige una nueva clase de Hombre una nueva clase de Sociedad?

 

Desde sus orígenes, la CF siempre ha sentido un gran interés por el tema de la evolución del ser humano –entendida ésta no como adaptación al medio sino como progreso, en este caso biológico y/o mental-. Durante buena parte del siglo XX, al no tener en perspectiva un cambio tecnológico o científico que pudiera facilitar tal salto, los autores tendieron a discutir el concepto del superhombre de una forma genérica, centrándose en los aspectos éticos y las previsibles ambigüedades que surgirían en un mundo habitado simultáneamente por dos especies de humanos.

 

Ejemplos ilustres de lo antedicho los encontramos en “Frankenstein” (1818), “Forastero en Tierra Extraña” (1961), “Flores para Algernon” (1966), “Homo Plus” (1976)… o “Más que Humano”, de Theodore Sturgeon, una novela corta muy influyente que incorporó elementos psiquiátricos entonces de moda para narrar la tragedia compartida de un grupo de parias con capacidades telepáticas-telekinéticas, que se unen para formar algo más profundo y complejo que una familia tradicional: una suerte de entidad o Gestalt en la que los poderes mentales de todos completan las carencias de cada uno de sus miembros.

 

Hoy, Sturgeon es sobre todo conocido y citado gracias a la “Ley” que lleva su nombre y que, parafraseando, rezaría: “El 90% de todo lo que se escribe es basura”. Y es una lástima porque su ficción se encuentra entre la mejor que dio el género durante la Edad de Oro norteamericana, gracias tanto a su calidad literaria como a la valentía y humanidad con que abordaba temas no siempre habituales y cómodos, como el sexo o los rincones oscuros de la psique. Su obra influyó a autores tan diversos como Ray Bradbury o Samuel R.Delany.

 

En no poca medida, su marginación respecto a otros grandes nombres de la CF contemporánea se debe no sólo a su heterodoxia sino a que su producción consistió sobre todo en cuentos, que siempre han sido valorados un peldaño por debajo de las novelas por parte de los aficionados. De hecho, sólo escribió seis novelas de CF (una de ellas póstuma) y su obra dejó de reeditarse tras su muerte en 1985.

 

Sus historias de los cuarenta y cincuenta nos muestran a un autor intrigado por la condición humana y preocupado por su propia alienación. Buena parte de su obra explora el sentimiento de exclusión. A menudo sus personajes son adolescentes que se liberan sexualmente o acceden a una forma de trascendencia que, en algunos casos, implica una rebelión radical contra las normas sociales. Sus mejores historias se caracterizan por una sensibilidad y conciencia emocional poco frecuentes en el género, así como por su crítica del fracaso que para una sociedad supone la marginación de quienes considera anormales. Sin embargo y pese a lo que pueda parecer, su ficción no es siempre pesimista ni cínica; todo lo contrario. Sus personajes consiguen aquello que desean y a lo que aspiran independientemente de la posición a la que la sociedad les haya relegado. Esto es algo que ya aparecía en su primera novela, “Los Cristales Soñadores” (1950), y que volvemos en encontrar en la segunda, “Más Que Humano”.

 

El origen de esta novela se encuentra en un cuento, “El Bebé Tiene Tres Años”, que apareció publicado en la revista “Galaxy”. Para su lanzamiento como novela, Sturgeon añadió un segmento anterior y otro posterior, conformando la historia de un pequeño grupo de jóvenes incapaces de adaptarse a la sociedad humana que, debido a los poderes mentales que poseen, los toma por deficientes mentales y convierte en víctimas de maltratos de todo tipo.

 

La primera parte, “El Idiota Fabuloso”, presenta a cuatro de los seis personajes centrales. En primer lugar, Lone, un deficiente mental que vive en los bosques como un indigente. Carente de emociones o inteligencia, su supervivencia sólo ha sido posible porque puede escuchar los pensamientos de los demás e influir en ellos para que, por ejemplo, le alimenten. Tras la pérdida trágica de quien consideraba un alma gemela, es adoptado durante unos años por una pareja de granjeros ya maduros que perdieron a su auténtico hijo algún tiempo atrás. En ese periodo de paz y relativo afecto, ordena algo su mente y aprende a hablar y a trabajar.

 

Más tarde, Lone establece un sencillo refugio en los bosques que pronto se va a convertir en el hogar y refugio de una serie de niños con capacidades psíquicas: Janie, una niña de ocho años que puede mover objetos sin tocarlos; las gemelas mudas Bonnie y Beanie, que pueden teleportarse a grandes distancias; y el Bebé, cuyo cerebro, eternamente atrapado en el cuerpo de una criatura con síndrome de Down, puede calcular y cotejar datos con la rapidez y precisión de un ordenador.

 

Por separado, cada uno de estos cuatro superdotados son casi unos inútiles, pero cuando se reúnen y consiguen entender y controlar sus respectivas capacidades, se dan cuenta de que todos son complementarios de los demás, creando una nueva conciencia superior a la suma de la de los cuatro y a la que denominan Homo Gestalt (palabra alemana esta última, que significa algo así como "totalidad").

 

“El Bebé Tiene Tres Años”, la segunda parte, explora la naturaleza de esa conciencia expandida. La Gestalt crece y sale al mundo exterior para afrontar los desafíos de la supervivencia en una sociedad que no la acepta. Han pasado varios años desde el capítulo anterior y Lone, la “cabeza” y “manos” de la Gestalt, su nexo con el resto del mundo, ha muerto accidentalmente. Su puesto ha sido ocupado por Gerry, un pilluelo huérfano de poderosas habilidades telepáticas cuya difícil infancia en la calle le ha enseñado a sobrevivir y moverse entre los hombres, pero no a distinguir entre el bien y el mal. Si antes la Gestalt se hallaba limitada por la escasa capacidad mental de Lone, ahora lo está por el odio y la amargura de Gerry. Su falta de escrúpulos, sin embargo, sirve a la causa común dado que está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de impedir que les separen, lo que conllevaría la disolución de la conciencia que ahora comparten. Más que en la trama y la caracterización, este capítulo está centrado sobre todo en temas psicológicos como el sentimiento de pertenencia y la división entre lo consciente y lo subconsciente.

 

La tercera parte, “Moral” narra cómo la Gestalt madura al desarrollar una conciencia no sin tener que soportar para ello un proceso traumático. De nuevo, han pasado muchos años desde el anterior capítulo y en esta ocasión la narración adopta el punto de vista de Hip Barrows, un joven ingeniero militar que se ha convertido involuntariamente en el sujeto de un cruel experimento orquestado por Gerry. Janie se rebela contra éste y decide rescatarlo. Al final, Hip resulta ser el elemento que le faltaba a la Gestalt y sin el que no podía dar el siguiente paso hacia la verdadera madurez.

 

Y es que los fenomenales poderes de la telequinesia, la telepatía, la teleportación, la supercomputación y la presciencia no les ha evitado –al contrario, les ha provocado- severos hándicaps sociales, físicos y psicológicos, incluyendo psicopatías, discapacidades diversas y alienación. Si quieren dar realmente ese paso adelante en la evolución de la especie y no morir –o provocar la muerte del resto de la Humanidad- deberán no sólo aprender a manejar sus habilidades psíquicas sino hacerlo con el sentido moral necesario para no dañar a quienes les rodean. Deben decidir, en definitiva, si ser el comienzo de la siguiente fase de la humanidad o sus destructores. Y para ello, Hip deberá convencer al inmoral Gerry que de ese trascendental paso.

 

“Más Que Humano” ganó el International Fantasy Award de 1954 y hoy está considerada como una de las novelas imprescindibles de la Edad de Oro de la CF. En su momento, debió ser un rara avis dado que el género parecía estar dominado por los robots, cohetes, alienígenas y sociedades e imperios futuros imaginados por Isaac Asimov, Robert A.Heinlein o Arthur C.Clarke. Sturgeon proponía algo muy diferente: un libro ambientado en el presente, en el que no hay apenas ciencia ni tecnología y cuyo tono y atmósfera le aproximan más al realismo mágico que a la CF dura. De hecho, y aunque en la traducción se pierde parte de su belleza, la prosa recuerda a la de Ray Bradbury en su hálito poético y sus evocadoras imágenes. Como ejemplo, valga el párrafo de apertura:

 

“El idiota vivía en un mundo negro y gris, matizado por los relámpagos blancos del hambre y las llamas vacilantes del miedo. Llevaba ropas raídas y rotas. Aquí una tibia, afilada como un frío cincel, y allí, en la camisa agujereada, se veían unas costillas como dedos de un puño. Era alto y chato, de mirada serena y rostro inexpresivo”.

 

Desde hace ya algunas décadas, la explosión de la electrónica y el universo digital ha abierto para la CF nuevos campos que explorar. Por ejemplo, existe toda una nueva corriente dentro del género, desde la serie de televisión “Person of Interest” (2011-2016) a la película “Her” (2013), que imagina inteligencias artificiales cuyos procesos o estructuras “mentales” son verdaderamente extraños. A veces, tienen personalidades plurales, o muchas identidades existiendo en paralelo, básicamente mentes-colmena que comparten una sola conciencia. Pero esta idea de la mente colmena ha sido tratada en la literatura de CF desde hace mucho tiempo y uno de sus ejemplos más notables es “Más Que Humano”.

 

Para 1953, cuando Sturgeon publicó esta influyente novela, la mente colmena como vía para alcanzar la trascendencia ya era un concepto bien establecido en la CF. Sin embargo, el género optó preferentemente por explorar otros caminos, como por ejemplo los poderes mutantes o las mejoras aportadas por tecnología alienígena. Es posible que ello se deba a que la mente colmena normalmente se asocia con la pérdida de individualidad y ello está considerado como algo de ningún modo deseable. Ahí están los grimosos invasores extraterrestres de “La Invasión de los Ladrones de Cuerpos” (1956) o los temibles Borg de “Star Trek”.

 

Sturgeon, de todas formas, no lo presenta ni mucho menos como una experiencia opresiva o que suponga un abandono de la propia individualidad. La Gestalt es un concepto al que el autor dio muchas vueltas en varias de sus historias. En “Más Que Humano”, hace que hunda sus raíces en la psiquiatría (disciplina en la que Sturgeon estaba muy interesado) y, de hecho, el capítulo central consiste enteramente en una larga sesión terapéutica en la consulta de un psiquiatra al que acude un atormentado Gerry y en el curso de la cual, la Gestalt adquiere por primera vez autoconciencia. También resulta evidente el espíritu humanista de Sturgeon en su fe en el amor como poder transformador. Muchos escritores de CF, ya lo he comentado, han asumido que los superseres deberían mostrarse hostiles hacia aquellos que no han evolucionado como ellos, pero Sturgeon adopta un punto de vista opuesto. En lugar de imponerse al Homo Sapiens, la Gestalt representa el máximo logro del potencial humano; y como tal, el Homo Gestalt tiene el deber moral de guiar, inspirar y proteger al Homo Sapiens, su antepasado.

 

En cualquier caso, esa idea de una consciencia “Gestalt” producto de la fusión de mentes para conformar una mayor y más poderosa se ha venido repitiendo desde entonces en la CF hasta la actualidad. En aquel mismo año 1953, Clarke presentaría algo similar en “El Fin de la Infancia”. Y otros ejemplos los encontramos en la Unimente en la fue se reunian “Los Eternos” (1975) de Jack Kirby; la “Deriva” de “Pacific Rim” (2013), en la que dos personas fusionan sus mentes para controlar un robot gigante; e incluso la Red de Metamorfosis de los Power Rangers bebe del mismo concepto.

 

“Más Que Humano” plantea una de las grandes preguntas que se hace el Hombre: no por qué estamos aquí o de dónde venimos, sino a dónde podríamos llegar. Sturgeon imagina una nueva fase de la evolución que no podemos tomar como realista a tenor de nuestros conocimientos científicos actuales. Es difícil imaginar el tipo de selección natural o presiones del entorno que acabarían produciendo algo como el Homo Gestalt. De hecho, Sturgeon no ofrece demasiados detalles acerca de qué origen, justificación o límites tienen los poderes mentales de los protagonistas. Éstos los utilizan y aceptan su existencia sin cuestionarse su fuente o funcionamiento. Pero desde el punto de vista de la ficción especulativa, se trata de una premisa espléndida con la que explorar lo que el autor valora como la característica más singular y definitoria del ser humano: somos seres morales, capaces de mirar más allá de nosotros mismos y considerar el bien común a la hora de tomar nuestras decisiones.

 

Significativamente, los “más que humanos” protagonistas son también, en cierto sentido, “menos que humanos” porque todos ellos sufren de algún tipo de discapacidad psíquica, trauma psicológico o abuso familiar o social que les impide controlar y utilizar adecuadamente sus poderes. La única forma de que puedan superar sus respectivos hándicaps y funcionar plenamente como humanos, es fusionarse en esa conciencia compartida en la que las fortalezas de los demás pueden suplir las carencias propias. A Sturgeon le interesa especialmente cómo sobreviven y se adaptan a un mundo que, en teoría, podrían llegar a gobernar. Y ese es el otro gran dilema. Juntos, son invencibles, pero con el poder –y en la personificación de Gerry- llega la arrogancia. Sólo un sentido de lo moral puede lograr un equilibrio.

 

Los tres personajes principales –Lone, Gerry y Hip- completan un arco de evolución personal que tiene su homólogo en el progreso de la propia Gestalt. Con todos sus defectos, discapacidades y ambigüedades, Sturgeon los presenta de manera compasiva, resaltando por igual sus virtudes y sus defectos. Es cierto que el lector puede sentirse un tanto confundido, incluso distanciado emocionalmente, por la estructura de la novela: tres partes separadas no sólo por amplias elipsis sino por diferentes voces narrativas. Al menos en parte, ello se debe a su origen como expansión de lo que en origen era una novela corta. Sturgeron era, ya lo dije, antes un fabulador de historias cortas que un novelista. Pero al final y como ocurre con el Homo Gestalt, el escritor consigue salvar lo que en otras manos habría sido una obra dispareja e irregular y hacer que la suma de partes distintas dé como resultado algo mejor que una mera adición, un conjunto con su propia y original coherencia.

 

El primer capítulo quizá sea el mejor escrito o, al menos, el más emotivo; y mientras que las dos siguientes partes cobran interés una vez avanzada su lectura, tienen el problema de que los personajes que las protagonizan se pasan docenas de páginas perdidos en el laberinto de sus identidades, tratando de recuperar recuerdos reprimidos o averiguando lo que les impulsó a tomar ciertas decisiones. No es raro, por tanto, que el lector se sienta a veces tan desorientado como ellos –aunque no descarto que ése fuera el efecto que deliberadamente quisiera provocar Sturgeon-.

 

En mi opinión, la principal pega de “Más Que Humano” es que la belleza formal de su prosa (cuyo lirismo nunca tropieza en lo relamido u opaco), no consigue que los conflictos que se presentan en cada capítulo surtan el deseable efecto emocional porque todo se explica a grandes brochazos, dejando poco espacio para la reflexión sobre las sutilezas y ambigüedades de una situación tan extraordinaria como la que se plantea. No es que sea una novela tosca y, de hecho, sí pueden encontrarse algunos matices, pero éstos no llegan a desarrollarse todo lo satisfactoriamente que habría sido deseable.

 

No me atrevería a calificar “Más Que Humano” como una obra maestra del género, pero lo que no se puede negar es que es una novela que en su momento se atrevió a ir más allá de los límites que muchos otros autores se habían impuesto, poniendo el foco en la psicología y la ética e incluyendo situaciones y temas muy duros, como el abuso sexual a niños, el maltrato de los discapacitados mentales o la segregación racial (El libro se publicó un año antes de la histórica sentencia del caso Brown versus Board of Education, en el que el Tribunal Constitucional de Estados Unidos declaró inconstitucionales las leyes estatales que establecían segregación racial en las escuelas). Lo que se nos presenta en “Más Que Humano” es, de alguna forma, una familia no tradicional en la que Bebé tiene Síndrome de Down y las gemelas son negras. Cuando Lone muere, los niños son adoptados por una mujer blanca y rica con una criada negra que les hace comer en mesas separadas según sus razas, una distinción contra la que los niños se rebelan.

 

Si “Más Que Humano” sigue siendo una lectura recomendable y figurando en numerosas listas de obras relevantes del género es porque ha envejecido mucho mejor de lo que cabría suponer siete décadas después de su publicación original. Y ello es así no sólo porque narra una historia donde la tecnología e incluso la época no juegan gran papel (buena parte de la acción transcurre en zonas rurales, que siempre registran los cambios más despacio y menos radicalmente que en las bulliciosas ciudades), sino por los temas que aborda: cuestiones imperecederas relacionadas con el poder y la moralidad; las dificultades de adquirir ésta cuando se vive ajeno a la sociedad; la individualidad y el sentimiento de pertenencia; el trauma psicológico y sus consecuencias; y el amor y su poder redentor y transformador.

 

La soledad y aislamiento que experimentan los protagonistas no se diferencian demasiado de los que sufre cualquier adolescente; y la necesidad de desarrollar una brújula moral forma parte del proceso de salida de la infancia y entrada en la madurez. En este nivel metafórico, “Más Que Humano” es una de las novelas seminales en el tema de la Trascendencia y los Poderes Mentales, pero puede leerse también como una especie de drama psicológico de delincuentes juveniles (un tema que preocupaba mucho en la ficción de los años cincuenta). En último término, es un texto que nos recuerda que sea cual sea el camino por el que nos lleve esta accidentada búsqueda que llamamos Vida, en un momento u otro tenemos que madurar y adoptar un código moral; que ello es mejor hacerlo cooperando que planteando conflictos; y, en definitiva, que no hay nada malo en ser más que humano en tanto no olvidemos lo que es ser humano.

 

 

2 comentarios:

  1. Libro seminal de CF pendiente, gracias por la reseña y crítica.

    Sobre este tema, y mient4as lo leía, quizás puedas ayudarme a localizar una obra que leí. Desgraciadamente no recuerdo el autor o edición (Ed. Destino me viene a la mente, sin ninguna razón de peso). Es una novela corta, describiendo una invasión extraterrestre que lleva las de ganar hasta que, por una razón X, toda la humanidad se une en una mente colectiva que responde con éxito. Recuerdo sobre todo una escena de ese climax que me impactó mucho: la denun niño que se introduce voluntariamente entre los engranajes de un tanque alienígena para morir pero al mismo tiempo bloquearlo y permitir su derrota. No es un sacrificio, es una decisión de él/nosotros y no provoca un segundo pensamiento al respecto. Me impactó mucho porque fue un buen ejemplo de cómo una mente gestalt podría ser tan extraña a nosotros que provocaría rechazo al lector, sin entender que se mueve en otras coordenadas. Ennfin, no sé si con tan pocos datos algo te viene a la cabeza. ¡Mente colmena, ayuda! 😉

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    1. Lo siento radar, pero con esos datos, no me viene nada a la cabeza... Es que mentes colmena en la CF hay a porrón. sorry

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