(Viene de la entrada anterior)
A juzgar por los comentarios de los fans en internet, el éxito de Bujold ha sido en gran medida resultado de escribir personajes sobre los que la gente disfruta leyendo y no de una buena campaña de marketing por parte de sus editores. De hecho, los libros de Bujold han sido maldecidos con algunas portadas bastante mediocres, lo que sin duda ha debido desanimar a más de un lector potencial.
Hubo
una discusión sobre esto en los comentarios online de la reseña retrospectiva
que hizo la escritora Jo Walton de "Fragmentos de Honor". La propia
Walton, una entusiasta fan de Bujold, señaló que "toda la serie (Vorkosigan) no tiene portada, ni de tapa dura ni de tapa
blanda, británica o estadounidense, que me diga: "¡Apuesto a que te
gustará esto, Jo!". En otro de los comentarios del mismo hilo, Bujold
contestó: "Oh, cielos, ¿tú también
has pensado eso sobre mis libros?". Muchas veces me he preguntado si, en algún momento de mi aprendizaje
como escritora, ignorado u olvidado por mí misma, hice algún tipo de trato con
los Poderes Infernales sobre que mis libros permanecerían impresos para
siempre, pero las portadas siempre serían "espantosas".
Pero lo
importante es, precisamente, que la mayoría de sus libros han sido
continuamente reeditados y que desde hace tiempo disfrutan de una nueva vida en
formato eléctrónico. Prueba de ello es que el penúltimo libro de Volkosigan,
"Captain Vorpatril's Alliance", fuera uno de los cinco libros nominados
en 2013 para el Hugo a la Mejor Novela de 2012 y, de hecho, quedó en segundo
lugar (perdiendo frente a “Redshirts” de John Scalzi).
En su ensayo "El Colaborador Anónimo", Bujold describe un libro como un proceso, no como un objeto. Depende del autor no excluir a lectores potenciales, ya sea concentrándose de manera solipsista en una "Buena Escritura" o usando lenguaje o escenas que repelan al lector (o, como mínimo, a un colectivo amplio). En su ensayo "Escribir sobre Sexo", por ejemplo, habla de cómo ella misma dejó de leer un par de libros debido a escenas de sexo que consideró repugnantes; en ambos casos decidió no volver a leer a ese autor. Cuando describió la escena de sexo entre dos de sus personajes de la saga “El Vínculo del Cuchillo”, Fawn y Dag, lo hizo porque ese momento era importante para lo que quería mostrar sobre su relación, y se esforzó por presentar algo que no provocara una reacción negativa entre sus lectores.
Bujold tiene
cierto conocimiento y control sobre esto porque se reúne frecuentemente con sus
fans, ya sea online o personalmente en convenciones de ciencia ficción, y puede
leer lo que escriben. El fandom de Bujold, como la mayoría de las variedades de
fandom, está más que dispuesto a comunicarse e interactuar y hoy en día gran
parte se hace a través de internet, lo que permite a la propia Bujold
participar, leer publicaciones y revisar comentarios en su blog. Gracias a ello,
puede seguir el pulso de sus lectores y ver qué partes de sus libros tienen éxito
y cuáles fracasan, con una inmediatez y eficacia imposibles para las
generaciones anteriores de escritores.
Los
lectores reaccionan no sólo con comentarios y críticas directas, sino también
escribiendo su propia ficción ambientada en los universos de Bujold. Algunos
autores tienen una reacción muy negativa hacia el fanfic, viéndolo como un
cruce entre intrusión y plagio. Otros, como Rowling y Bujold, se lo toman a
bien y lo interpretan como una forma de publicidad gratuita. Al fin y al cabo,
ella misma conoció los fanfics a través de Star Trek y desde entonces ha
publicado textos de este tipo en varias comunidades de fans.
A
principios de la década de 1980, un amigo le prestó algo de ficción slash, que
ella leyó "con las cejas arqueadas.
Hasta alrededor de las 6 de la mañana, si no recuerdo mal". La ficción
slash trata sobre la relación emocional y/o sexual entre dos personajes, casi siempre
del mismo sexo y generalmente masculinos: el "slash" es el vínculo
tipográfico que une las dos mitades eróticas de la relación, como la clásica
pareja Kirk/Spock. A veces, estos dos personajes son personas reales, por
ejemplo, actores. Bujold no es la única que encuentra esta modalidad (conocida
como RPS, Real Person Slash) un paso más allá de lo normal. Pero sí descubrió
que la ficción slash era el primer escrito pornográfico que podía leer sin
sentirse amenazada o repelida. En el pasado también leyó fanfics sobre sus
propios universos, aunque lo abandonó a regañadientes por consejo de otros
escritores: había demasiado riesgo de verse en la diana de una demanda legal
si, involuntaria o inconscientemente, acababa trasladando personajes,
situaciones o tramas de esas fanfiction a sus propias novelas. En un comentario
que escribió sobre estas aportaciones de los fans, dijo: "Es realmente deprimente cuando algunos
escriben mejor que yo".
Existe una
cantidad considerable de fanfic inspirados en los escritos de Bujold, algunos
de los cuales son slash. Miles/Gregor e Ivan/Byerly son los emparejamientos más
comunes. Pero la mayor parte de estas ficciones imaginadas por los fans no son
slash, sino que inventan escenas que no están en los libros, desarrollan
personajes o amplían o critican "el canon". Además del
“Vorkosiverso”, hay también fanfics de sus sagas de fantasía de Chalion o de
“El Vínculo del Cuchillo”. Y también algunos crossovers bastante extraños, como
"Vorbarra´s Terrier", sobre el Capitán Vimes (de Ankh-Morpork, la
ciudad de Mundo-Disco, creado por Terry Pratchett), trabajando en un caso para
Ezar Vorbarra y entrando en conflicto con el Capitán Negri; o
"Testing", de Kathryn Anderson, en la que Miles e Ivan son
estudiantes de Hogwarts. Los mejores de estos textos, en definitiva, ofrecen
una perspectiva crítica sobre la ficción de Bujold y contribuyen a ampliar sus
universos.
Algunos
de los autores más vendidos del género reciben muy poca atención por parte de la
crítica (mientras que otros, a veces ni siquiera los más vendidos, reciben
demasiada). Los críticos frecuentemente ignoran los bestsellers porque dan por
supuesto que no satisfacen alguna cualidad intangible de excelencia literaria;
pero, precisamente, los best sellers siempre deberían ser de interés para los
estudiosos porque, cualquiera que sea su "calidad", el hecho de que se
hayan vendido tanto dice mucho sobre el contexto histórico-social en el que
fueron creados y disfrutados.
En el
caso de Bujold, la negligencia de la crítica podría deberse, al menos en parte,
a que ha sido encasillada (erróneamente) como escritora de space opera. Es este
un subgénero dominado por autores masculinos cuyos mundos ficticios parecen a
veces estar poblados casi exclusivamente por hombres. Por lo tanto, las
críticas femeninas no se lo ha tomaron en serio, mientras que los masculinos no
suelen prestar atención a las escritoras de space opera. Bujold no es la única autora
centrada en este subgénero que ha sido ninguneada por una parte de la crítica;
también le ha ocurrido a Carolyn Cherry, quien escribe destacables space operas
bajo el seudónimo de C.J.Cherryh.
Y, sin embargo, la space opera se encuentra muy cerca del corazón del propio género de la CF y cualquier persona interesada en él debería conocerla y comprenderla. El problema de Bujold, si lo tiene, es que no ha sido una escritora “fiable” de space opera tradicional. Juega con sus convenciones y las subvierte. Además, no toda su ciencia ficción es space opera ni toda su producción es ciencia ficción. También transitó por la Fantasía en direcciones nuevas y originales y, de hecho, atrajo hacia esos libros a muchos de los más acérrimos seguidores de Vorkosigan.
os
libros de Bujold son herederos de las aventuras espaciales de los años 50 y 60,
pero nos llaman a reflexionar sobre cuestiones profundas y atemporales: la
discapacidad, el papel de la mujer, la moralidad de la experimentación
genética, el papel de la guerra en la sociedad... Todos Los libros de Bujold
abordan de manera inteligente y crítica diferentes tipos de cuestiones morales
y éticas que son tan relevantes para nosotros como para sus personajes de
ficción. Sin embargo, también hay que destacar que los libros son divertidos;
los personajes se desarrollan de formas interesantes y, en ocasiones, inesperadas
a lo largo de la saga. La prosa es engañosamente simple y directa, pero
claramente redactada con mucho cuidado para que cada palabra cuente. Los
diálogos, en especial, están muy bien escritos y, a menudo, con ingenio.
Probablemente sea la combinación de humanidad y sentido del humor de Bujold lo
que hace que sus lectores se encariñen tanto con sus personajes.
Casi todas las historias de ciencia ficción de Bujold están
ambientadas en la misma historia del futuro y la mayoría está protagonizada por
la familia Vorkosigan, que vive en el planeta Barrayar, colonizado por los
humanos dos mil años en nuestro futuro. La saga de Vorkosigan, en la que también
pueden integrarse cientos de escritos de aficionados que han utilizado los
personajes creados por Bujold, es una Historia del Futuro en la línea de la que
imaginó Heinlein para sus cuentos de los años 40 y 50. Se la ha comparado
también con otras narrativas en proceso ininterrumpido de expansión, como
Doctor Who, Star Trek o las franquicias superheroicas. Pero en la primera etapa
de la carrera de Bujold como escritora, las historias de Vorkosigan eran más a
menudo calificadas de “space opera”, una etiqueta que ha acabado asumiendo con
orgullo.
El término “space opera” fue utilizado originalmente, a comienzos de
los años 40 del pasado siglo, con ánimo peyorativo para referirse a aventuras
ambientadas en el espacio, muy toscas en su ejecución y que sólo se
diferenciaban de los westerns en que, en lugar de un colt, los personajes
disparaban blasters, los pieles rojas se transmutaban en aliens y los caballos
en naves espaciales. Pero, conforme fueron avanzando los años 50 y 60, algunos
escritores empezaron a producir obras más sofisticadas de este subgénero y
enorgullecerse de ello. Bujold empezó a escribir durante uno de los periodos de
florecimiento de la space opera. De hecho, fue el subgénero mayoritario entre
las novelas ganadoras del Hugo entre 1981 y mediados de los 90.
Esa renovada popularidad bien podría proceder del éxito de “Dune”
(1965), pero, probablemente, sus principales impulsores fueron los fenómenos
que para la televisión y el cine supusieron, respectivamente, “Star Trek” (emitida
inicialmente entre 1966 y 1968) y “Star Wars” (estrenada en 1977). C.J.Cherryh
ganó premios Hugo por “La Estación Downbelow” (1981) y “Cyteen” (1989); David
Brin por “Marea Estelar” (1983) y “La Rebelión de los Pupilos” (1988); Dan
Simmons por “Hyperion” (1989); Vernor Vinge por “Fuego sobre el Abismo” (1992);
y la propia Bujold por “El Juego de los Vor” (1991), “Barrayar” (1991) y “Danza
de Espejos” (1995).
La segunda gran ola de space opera, a veces conocida como “Nueva Space
Opera”, comenzó más o menos por entonces, asociada generalmente con escritores
británicos como Iain M.Banks, Alastair Reynolds o Ken MacLeod, aunque también
entraron en ella canadienses (Peter Watts y Karl Schroeder) y australianos
(Greg Egan o Sean Williams). La Nueva Space Opera vino firmada principalmente
por hombres. En el lado femenino, la escritora británica Gwyneth Jones, con sus
grandes ideas y espacios abiertos, contrastó con las bizantinas intrigas
políticas de decanas como C.J.Cherryh y Lois McMaster Bujold. El crítico Gary
Westfahl describió a Cherryh y Bujold como autoras que ofrecían en sus novelas "una mezcla de space opera clásica, ruritana
y romántica, con guerras en el espacio,
equilibradas por una sutil comprensión de
la política y una persuasiva atención a las relaciones interpersonales".
La dura realidad es que ningún practicante de la New Space Opera consiguió hacerse con un Hugo (aunque Ken MacLeod fue preseleccionado en 2002). El apogeo de la ópera espacial, si lo analizamos exclusivamente en términos de Premios Hugo, tuvo lugar en los años 80 y principios de los 90, justo cuando Bujold se estaba dando a conocer como alguien a tener en cuenta en el género.
Bujold ha descrito su proceso de escritura como la canalización de la
niña de 13 años que aún vive en su interior. Con esto, quería referirse sobre
todo a la parte de su personalidad que es "diabólicamente egocéntrica", intratable y, a veces, "insoportablemente engreída". Es de
esa parte de ella de donce procede no sólo Miles, sino todo el resto del
llamativo reparto de la saga.
Pero también hay que tener en cuenta las novelas que la Lois McMaster
Bujold de trece años estaba leyendo alrededor de 1962. Los verdaderos
antecedentes literarios de Miles Vorkosigan son personajes de la space opera de
aquella época: las dinámicas aventuras de Nicholas van Rijn y Dominic Flandry,
narradas por Poul Anderson desde los años cincuenta hasta los setenta; las
hazañas interestelares de Jaime Retief, contadas por Keith Laumer desde
principios de los años 60 hasta los años 80; y los cuentos de la Federación del
Centro, de James H. Schmitz, muchos de ellos publicados en la revista "Analog"
en los años cincuenta y principios de los sesenta. Hubo otros autores
trabajando en líneas similares (Murray Leinster y H.Beam Piper, por ejemplo),
pero el tono de los trabajos mencionados de Anderson, Laumer y Schmitz es el
que heredó Bujold, que también ha destacado al escritor británico Eric Frank
Russell como otra de sus influencias. La creatividad y falta de respeto por la
autoridad que comparten la mayoría de los héroes de Russell es claramente una parte
de la personalidad de Miles Vorkosigan. También ha mencionado Bujold la
influencia en su obra de quien fue quizá el más elegante y original de todos
los escritores de space opera, Cordwainer Smith, quien escribió su ciclo de
“Los Señores de la Instrumentalidad” entre 1955 y su muerte en 1966. De hecho,
Bujold llegó a jugar con la idea de que Miles se asemejara al Lord Jestocost de
Smith cuando fuera adulto.
(Continúa en la siguiente entrada)
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