jueves, 7 de diciembre de 2023

1974- LA PAJA EN EL OJO DE DIOS - Larry Niven y Jerry Pournelle (1)

 


El de Primer Contacto es uno de los subgéneros veteranos de la Ciencia Ficción, anterior incluso a que ese término se popularizara. A lo largo de la historia de la Humanidad, los períodos iniciales tras un primer contacto entre culturas humanas que habían permanecido aisladas las unas de las otras han sido a menudo turbulentos o, en el peor de los casos, catastróficos para aquellos colectivos tecnológicamente más débiles o menos agresivos. Esa sensación de peligro, de tensión, de desastre potencial esperando a la mínima chispa para estallar, impregnaba ya la historia que dio nombre oficial al subgénero, “Primer Contacto” (1945), de Murray Leinster y de la que ya hablé en su respectiva entrada.

 

En 1974, dos de los autores de ciencia ficción señeros de la época, Larry Niven y Jerry Pournelle, decidieron colaborar en lo que aspiraban fuera la novela definitiva de Primer Contacto: “La Paja en el Ojo de Dios”.

 

Larry Niven llevaba por entonces casi diez años escribiendo ciencia ficción inspirada en los límites de la ciencia conocida, creando mundos y seres alienígenas que, como en “Mundo Anillo” (1970), obtuvieron un gran éxito. Jerry Pournelle, cinco años mayor que Niven y también con formación científica, escribió tanto CF (sobre todo aventuras militares) como artículos técnicos sobre informática.

 

“La Paja en el Ojo de Dios fue el resultado final de un proceso bastante arduo que se dilató tres años en el que los diferentes estilos y sensibilidades de cada autor fueron sincronizándose hasta cuajar en una novela hoy considerada clásica que consiguió transmitir tanto la emoción exultante de descubrimiento como el temor a lo desconocido asociadas a una situación de Primer Contacto

 

Cada uno de ellos aportó a “La Paja en el Ojo de Dios” sus respectivas fortalezas. La reaccionaria obsesión por el orden y la disciplina del imperio galáctico creado por Pournelle a partir del CoDominio (la alienza entre EEUU y la Unión Soviética que da inicio a la Historia del Futuro en el que se insertan buena parte de sus ficciones tanto en solitario y en colaboración con Niven) contrasta con la caótica extrañeza de los alienígenas imaginados por Niven. Una de las fuentes de diversión de estas obras conjuntas es adivinar qué autor creó cada personaje o concepto (por ejemplo, es lógico atribuirle a Pournelle los veteranos militares que lanzan advertencias a menudo ignoradas; y a Niven los tipos curiosos que se saltan las reglas).

 

La novela, por tanto, está ambientada en el marco de la Historia del Futuro concebida por Jerry Pournelle y en la que engarzaría novelas y cuentos de cuatro series diferentes, escritas individualmente o con otros autores. La premisa básica de esa línea cronológica es que la Historia se comporta de forma cíclica, sucediéndose períodos de creación, consolidación y destrucción; y que los Imperios son una de las formas de gobierno que reaparecerán una y otra vez.

 

La Humanidad es, hasta donde se conoce, la única forma de vida inteligente en el cosmos y empezó a extenderse por la galaxia en 2020 bajo el liderazgo del CoDominio, una alianza corrupta de los Estados Unidos y la Unión Soviética formada en 1990 y que terminó colapsando en 2103 sumergiendo a las colonias en una guerra interestelar. De este periodo caótico surgió el Primer Imperio en 2250. En 2603, una coalición rival de mundos, liderada por el planeta Sauron, en el que se realizaban prácticas genéticas aberrantes, fue derrotada no sin dejar al Imperio hecho jirones. Ahora, en 3017, el Segundo Imperio tiene la firme intención de prevenir futuras guerras uniendo los mundos humanos bajo un solo y inflexible gobierno central, una estrategia que, por supuesto, no ha sido del agrado de todos los súbditos, lo que ha vuelto a generar alzamientos y revueltas.

 

Dos innovaciones tecnológicas revolucionarias cambiaron el destino de la especie humana. La primera fue el Impulsor Alderson en 2008, que permite a las naves viajar instantáneamente entre sistemas estelares que cuentan con puntos de transferencia o enlaces directos entre ciertas estrellas, un fenómeno natural sobre el que los hombres no tienen control. Algunas estrellas no cuentan con esta especie de líneas cósmicas de tranvía mientras que otras tienen muchas. Los eventos estelares, como las novas, pueden alterar estas conexiones. La civilización humana en la galaxia se ha ido construyendo alrededor de estos puntos de transferencia que permiten mantener un contacto relativamente fluido entre planetas habitados. Aquellos sistemas que carecen de ellos y los vastos espacios entre estrellas permanecen en gran medida inexplorados.

 

La segunda revolución tecnológica fue el Campo Langston, que crea una esfera hueca capaz de absorber inmensas cantidades de energía sin que lo que haya en su interior resulte afectado por aquéllas. Puede, por tanto, usarse para proteger naves en el espacio o ciudades enteras en la superficie de un planeta. Pero “si el Campo se sobrecargaba, liberaba toda la energía almacenada en un fogonazo blanco y cegador, irradiando tanto hacia fuera como hacia dentro”, lo que podría destruir todo aquello que rodeaban.

 

Un aspecto en el que Niven y Pournelle demostraron una especial presciencia respecto a otros autores contemporáneos fue al imaginar que los humanos del futuro llevarían ordenadores de bolsillo con los que acceder de forma inmediata a una gran cantidad de información, lo que cambiaría por completo el proceso y tiempos de las tomas de decisión.

 

El gobierno imperial tiene un gran parecido con la Gran Bretaña imperial, incluidos sus títulos nobiliarios y militares y su religión estatal. Las prácticas y organización de la Armada Imperial, compuesta exclusivamente por hombres, son una traslación casi exacta de la de los tiempos en los que Inglaterra dominaba los mares. Es esta sociedad humana estrictamente jerarquizada y obsesionada con el orden, la que toma contacto con los extraterrestres de la “Paja”.

 

El recién ascendido Capitán Roderick Blaine, de 24 años y linaje aristócrata, se ha distinguido en la pacificación del mundo rebelde de Nuevo Chicago. Su fortuna familiar le ha protegido contra los intentos de soborno del prisionero Horace Hussein Bury, un acaudalado y distinguido comerciante implicado en la revolución frustrada de aquel planeta y al cual Blaine, siguiendo órdenes, coloca en aislamiento en la nave MacArthur. Terminada la misión, recibe la orden de llevar la nave al mundo de Nueva Escocia para efectuar reparaciones y luego continuar hasta la capital imperial, Esparta. A bordo viaja también otro pasajero de postín: Sandra Bright Fowler, una estudiante de antropología sobrina de un influyente senador que ha sido rescatada de un campo de prisioneros en Nueva Chicago.

 

De camino al primer destino, Blaine recibe un mensaje encomendándole una insólita misión: interceptar un vehículo interestelar impulsado por una vela solar, que ha entrado en el sistema procedente de la Paja, el sol rojo de un sistema no explorado. La nave es claramente de origen no humano y, por tanto, la situación inminente es de un Primer Contacto. Los intentos de establecer comunicación por parte de la MacArthur son infructuosos y cuando reciben el disparo de un láser, Blaine maniobra para seccionar la vela solar separándola de la nave, la cual captura y sube a bordo. Por desgracia, en el transcurso del violento proceso, el alienígena que viajaba a bordo resulta muerto.

 

Los Pajeños están claramente hijos de la vívida imaginación de Larry Niven, que ya había poblado sus historias del ciclo “Espacio Conocido” (que, hasta aquel momento, comprendía unos veinticinco cuentos y la novela “Mundo Anillo”) con una plétora de originales seres no humanos. Estos extraterrestres son algo mucho más elaborado que el típico humanoide con piel de colores, narices raras o antenas que presentaba Star Trek cada semana. La evolución en gravedad cero ha hecho de los Pajeños unas criaturas extrañamente no simétricas, con dos pequeños brazos en un costado que usan para trabajos de precisión y otro grande y fuerte en el lado opuesto, anclado a la cabeza por fuertes músculos. Tienen dos ojos, estos sí, colocados simétricamente en la cabeza, una altura que no llega al metro y medio, grandes orejas membranosas y una ausencia de expresividad facial. Su origen es el Saco de Carbón, un sistema al que los humanos no pueden acceder con el Impulsor Alderson, por lo que habían pasado inadvertidos hasta ese momento.

 

Ya en puerto imperial, descubren que el ser estaba en hibernación y que, al penetrar en el interior, los humanos lo habían matado accidentalmente. Aún peor, el láser que la nave alienígena había dirigido contra la MacArthur no era sino una defensa automática contra meteoritos. Aún más sorprendente es que la nave ha recorrido treinta y cinco años luz careciendo de tecnología de viaje hiperespacial.

 

Estos alienígenas, los primeros que encuentra la Humanidad, podrían ser tanto el mayor peligro jamás afrontado como la oportunidad más maravillosa para el progreso. Con el fin de saber a qué atenerse y evitar más malentendidos, el gobierno imperial reúne un consejo de expertos y organiza rápidamente una misión con destino al origen de la nave, al que tendrán que acceder llegando primero al punto de transferencia más próximo, localizado en la capa exterior de una supergigante roja. La nave elegida para efectuar el primer contacto será la propia MacArthur comandada por Blaine, a bordo de la cual viajará un contingente de científicos. Otra nave de apoyo, la Lenin, bajo las órdenes del despiadado vicealmirante Kutuzov, se mantendrá al margen, observará y tomará las medidas necesarias, incluida, si llega el caso, la destrucción de la MacArthur, para proteger la tecnología del Impulsor Alderson y el Campo Langston. En caso de que se tratase de una especie hostil o expansionista, esos dos pilares del poder militar humano podrían darle a los pajeños, como mínimo, un plano de igualdad en caso de conflicto. Bury, que no ha podido ser transferido a las autoridades judiciales competentes, acompañará a la expedición en calidad de representante comercial.

 

Al llegar al sistema de la Paja, una pequeña nave sale a su encuentro. Su tripulante se muestra extrañamente poco comunicativo. En la nave también viajan unos pequeños seres que al principio se toman como animales pero que luego parecen entrar más en la categoría de ayudantes semi-inteligentes. El pajeño, tras matar con total frialdad a esos seres lanzándolos al vacío, acepta la invitación para subir a bordo de la MacArthur y explica a los humanos que su nave no tiene partes intercambiables: cada pieza, cada componente, ha sido fabricado a medida, lo que revela un nivel de ingenería inaudito. De hecho,  observa cuidadosamente y luego mejora todos los aparatos que encuentra a su paso en la MacArthur

 

Poco después, otra nave sale al encuentro de la MacArthur y los humanos averiguan entonces que los pajeños se dividen en subespecies altamente especializadas, como el Ingeniero que viajaba a bordo de la primera sonda, los Mediadores que ahora les contactan, los Amos, los Guerreros, los Agricultores… los atributos mentales y físicos de todas ellas así como sus inclinaciones y personalidades están moldeados genéticamente según las tareas que desempeñan.

 

En concreto, la subespecie de los Mediadores, de piel marrón y blanca, ocupa el rango medio de la evolución biológica y son los primeros con los que los tripulantes de la MacArthur entablan una auténtica relación. Trabajan para un Amo (uno de los muchos que hay en su planeta) y su especialidad es la comunicación. Su rápida adaptabilidad y velocidad de aprendizaje les hace excelentes embajadores. Asimilan velozmente la lengua y giros vocales humanos además de los códigos de comunicación no oral a partir de su emparejamiento con un individuo determinado, al que llegan a imitar a la perfección.

 

Un escalafón por debajo de los Mediadores se encuentran los Marrones –los humanos los llaman así por el color de su pelaje liso-, una clase de ingenieros extraordinarios capaces de deconstruir y mejorar intuitivamente cualquier artilugio, maquinaria o herramienta que ya funcionaba aparentemente a la perfección. Como les había demostrado el primer ejemplar vivo que encontraban, toda su tecnología se halla en continuo flujo y los Marrones reciclan, modifican y reutilizan continuamente cualquier pieza para la tarea que en cada momento sea necesaria. Sin embargo, más allá de esa genialidad mecánica, su intelecto no llega para comprender prácticamente nada más que las instrucciones básicas que reciben de las clases pajeñas superiores. Sus cráneos y orejas tienen formas diferenciadas y sus manos son más refinadas, con dedos más largos aptos para trabajos delicados. Se sirven como ayudantes de esa pequeña subespecia que antes mencionaba y a la que llaman Relojeros.

 

Los Pajeños invitan al contingente humano a visitar su planeta y a partir de ese momento la trama se divide en dos. Por una parte, lo que ocurre a bordo de la MacArthur, donde surge un inesperado peligro; y, por otra, la partida que llega al planeta, un grupo de jóvenes oficiales que se ven involuntariamente atrapados en una situación muy peligrosa. Y es que la sociedad pajeña, lejos de estar unida, se halla dividida en facciones ferozmente competitivas que, además, esconden un secreto que horrorizará a los imperiales cuando salga a la luz.

 

Se suceden muchas aventuras, momentos emocionantes, tragedias y destrucción. No todos los humanos saldrán con vida y deberán tomarse decisiones muy difíciles. (ATENCIÓN: SPOILER). La historia termina con el Imperio estableciendo un bloqueo del sistema pajeño que refleja el estancamiento de la Guerra Fría presente en nuestro mundo en el momento en que se escribió la novela, cuando cada día que se evitaba el apocalipsis nuclear se celebraba como una pequeña victoria.

 

(Finaliza en la siguiente entrada)

 


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