(Viene de la entrada anterior)
Así pues, la crisis de identidad de “Enterprise” tenía precedentes y no puede decirse que fuera del todo inesperada. Sin embargo, no podía soslayarse la sensación de que había en juego algo más que en el caso de “Espacio Profundo Nueve” o “Voyager”. Por un lado, la serie había heredado los pobres y decrecientes índices de audiencia de sus inmediatas predecesoras. Desde hacía años, por tanto, Star Trek había estado perdiendo terreno rápidamente en el mercado televisivo. Este intento de recuperar el terreno perdido era decisivo.
Por otra parte, éste era un mercado en el que intervenían nuevos jugadores muy a tener en cuenta. En 2001, la televisión estaba experimentando una revolución. Programas como “Oz”, “Buffy Cazavampiros”, “Expediente X” y “Los Soprano” habían demostrado que el público buscaba algo más que una simple cadena de episodios autoconclusivos. En este aspecto de la serialización y las tramas de larga duración “EP9” había sido pionera, pero ese impulso lo había desaprovechado “Voyager”. En 2002, series como “The Shield” y “The Wire”, confirmaron el advenimiento de una nueva edad de oro para la televisión.
Por aportar algo de contexto, “Enterprise” se lanzó al mismo tiempo que “24”, que basó su éxito tanto en la serialización dura como en el aprovechamiento del estado de ánimo nacional tras los atentados del 11-S. “24” duró nada menos que ocho temporadas en el formato televisivo antes de que Fox quisiera reconvertirlo en una franquicia cinematográfica. Cuando este proyecto no cuajó, retomaron la serie para la televisión sin que pareciera haber perdido atractivo por el camino. Por el contrario, “Enterprise” duró sólo cuatro temporadas de audiencia decreciente.
Gran parte de lo que vemos en “Enterprise” y en particular el conservadurismo narrativo, está directamente extraído de la vieja escuela de la franquicia. Las tramas se limitan a episodios autoconclusivos de cuarenta y cinco minutos. Los arcos de los personajes y los hilos argumentales rara vez se prolongan de un episodio a otro. A pesar del lanzamiento un tanto apresurado de la nave en el episodio piloto, en el siguiente capítulo ya la vemos navegando felizmente por el espacio.
La crisis de confianza que experimenta Hoshi en “Huir o Luchar”, el segundo episodio, se resuelve en esa misma trama, sin que el problema o su solución se prolongue en otros capítulos posteriores. Que Hoshi supere sus temores en cuarenta y cinco minutos no solamente es poco verosímil sino que no tenía encaje en el contexto de la nueva televisión que estaba triunfando entonces. En este punto ya quedó demostrado que “Enterprise” no iba a ser un programa lo suficientemente intrépido como para enviar a un personaje principal a casa tras haber fracasado en su misión, o cargarle con una tara que dificultaría su desempeño a bordo. Al asegurar los finales felices, se transmite la sensación de que no hay absolutamente nada en juego.
Del mismo modo, la primera temporada de “Enterprise” evita cuidadosamente causar ninguna baja entre la tripulación. Se había considerado matar a un personaje en el cuarto episodio, “Un Mundo Nuevo y Extraño”, pero finalmente se rechazó la idea porque los guionistas reconocieron que no había espacio suficiente en la historia para reflexionar sobre la idea de la muerte y pasar el periodo de duelo. El equipo de producción decidió conscientemente ignorar la solución obvia: matar al personaje y lidiar con las consecuencias a lo largo de los siguientes episodios. En cambio, se permite que la rigidez de la estructura episódica obstaculice la narración y ahogue el potencial de la serie.
Esta falta de voluntad a la hora de desarrollar a los personajes en subtramas que se extendieran durante varios episodios o incluso toda la temporada, es particularmente frustrante. Hoshi afronta sus inseguridades en “Huir o Luchar”, y vuelve a hacerlo como si no hubiera aprendido nada en “El Enemigo Dormido”. También Archer hace gala una y otra vez de los mismos defectos sin registrar ningún avance significativo en su aprendizaje, como si estuviera atrapado en un bucle.
Episodios iniciales, como “Broken Bow” o “Terra Nova”, sugieren que Archer es un antropocentrista al borde del racismo. Cuando se ve obligado a aceptar la ayuda de los vulcanos en el clímax de “Rompiendo el Hielo”, debería ser un momento decisivo en su crecimiento como personaje. Desafortunadamente, vuelve a la misma rutina en episodios como “Detenidos” o “Héroes Caídos”, en los que debería aprender a ser menos racista en su trato con otras especies.
Estos problemas se ven agravados por el hecho de que la serie no está en absoluto dispuesta a dejar que Archer fracase de vez en cuando. A lo largo de la temporada el comandante toma varias decisiones erróneas, pero siempre se las arregla para salir airoso sin pagar ningún precio por ello. En “Huir o Luchar” se enreda con un enemigo más poderoso que él sólo para ser salvado en el último minuto por la conveniente llegada de otros alienígenas; en “Un Mundo Nuevo y Extraño”, envía a la superficie de un planeta a un equipo cuyos miembros a punto están de matarse entre sí.
Por eso es mucho más destacable el episodio “Ondas de Choque Parte 1”, que cierra la temporada, ya que en él se reconoce la posibilidad de que la tripulación pueda cometer errores que conlleven graves consecuencias en el futuro. Naturalmente, los custodios de la franquicia no podían permitir que la Enterprise fuera responsable accidental de la muerte de miles de seres, pero al menos introduce la idea de que ese riesgo está presente en su misión.
De manera similar, “Enterprise” parece tener miedo de rematar sus episodios con cualquier cosa que pueda considerarse infeliz, divisiva o polémica, tal y como mencioné que había ocurrido en el episodio “Querido Doctor”. “Encrucijada en el Desierto”, otro ejemplo, termina con el ambiguo Zobral aceptando serenamente el hecho de que Archer ha condenado a su pueblo a la extinción.
Y en cuanto al tema de la Guerra Temporal, que parecía aspirar a ser el gran hilo conductor de la serie, Braga declaró: “Queríamos encontrar una manera nueva de hacer las cosas pero el programa no acabó siendo del todo lo que pretendíamos. No culpo al estudio porque no sé si tenían razón o no, pero sí sé que no hicimos la serie como deseábamos. Toda la Guerra Fría Temporal se incluyó porque nos exigieron meter algo “futurista”. No creo que ese elemento de Guerra Fría llegara a cuajar. Había un tipo espeluznante, agentes temporales y algunas de las complejidades en las que tienden a caer las historias de viajes temporales. Pero realmente no funcionó. Desempeñó un papel importante en la tercera temporada, pero Manny Coto, quien se hizo cargo de la cuarta, lo abandonó por completo.
“En mi cabeza había estado desarrollando una idea para un programa diferente sobre una Guerra Fría Temporal en la que se descubría que en 1981 algunos físicos habían descubierto el viaje en el Tiempo y comenzaron a joderlo. Y luego China lo consiguió y luego Irán, y de repente la gente se encuentra retrocediendo en el Tiempo; y alguien hizo algo que estropeó la línea temporal. Todos los países se dieron cuenta de que tenían que llegar a un acuerdo para que nadie volviera a utilizarlo. Era como una metáfora de las armas nucleares. Pero la paranoia haría que el contrario intentara viajar hacia atrás en el Tiempo y cambiar la Historia. Existirían agentes en diferentes décadas librando una guerra fría a lo largo del tiempo. Y pensé que podría encajar perfectamente en “Enterprise”. En cierto modo, sería una precuela y una secuela al mismo tiempo”. Aquella idea, como dice el propio productor, se consideró demasiado compleja y se aparcó después de haber invertido en ella una cantidad considerable de tiempo en pantalla.
Todos estos problemas no pueden achacarse solamente a los productores Rick Berman y Brannon Braga. Como hemos ido viendo, sus planes para la primera temporada eran mucho más ambiciosos de lo que finalmente pudo verse en pantalla. El propio Braga declaró: “Cuando estábamos rodando el piloto y llegó el momento de comenzar a escribir episodios, había muchas cosas que quería hacer. Pero una vez que la nave zarpó oficialmente, me sentí constreñido. Pensé: "Aquí vamos otra vez”. Además, era la primera vez que trabajaba con gente con la que no había colaborado anteriormente. Tenía un equipo grande de diez personas y es sabido lo difícil que es encontrar guionistas para Star Trek porque es un programa complicado de escribir. Ni siquiera complicado; es único. Tiene una voz específica y yo tenía un equipo de redacción novato en el género. De diez personas, creo que sólo un par sobrevivió ese primer año.
Fue duro. Estaba bastante deprimido, porque pensé que el primer episodio después del piloto fue bueno, y luego el tercero también, y luego hubo uno terrible titulado "Terra Nova". Era apestoso y pensé: "Tenemos problemas". Sucedió así de rápido. Había tenido la esperanza de hacer algo más seriado y ahora me encontraba en una situación en la que estaba empezando a caer en las pautas familiares (…) Siempre dije que necesitábamos historias que sólo pudieran contarse en “Enterprise”, pero una vez que tienes un programa que consiste en una nave, un capitán y su tripulación viajando y explorando, empiezas a encontrarte en una situación en la que ya has estado. “
En fin, que la cadena y el estudio querían un producto tradicional y conservador. Es imposible asegurar que el proyecto originalmente ideado por Berman y Braga hubiera sido más interesante, pero tampoco es razonable culparles sólo a ellos por todos los problemas que fue acumulando la serie.
También hay que subrayar que “Enterprise” introdujo algunos aspectos de continuidad. Eran comunes las referencias a episodios anteriores, lo que creaba la sensación de una línea temporal que los unía a todos. En “Oasis”, por ejemplo, se hace una referencia de pasada a “Algo Inesperado”; “Encrucijada en el Desierto” incluye una conversación sobre los acontecimientos narrados en “El Enemigo Silencioso”. La nave pone rumbo al planeta Risa en “Héroes Caídos” pero llegan allí en “Dos Días y Dos Noches”, tras pasar un episodio en tránsito. Quizá no sean demasiadas referencias a la continuidad, pero al menos sí son un paso en la dirección correcta.
Ocasionalmente, la serie va un poco más allá. En “Ecos de P´Jem” se reconocen las consecuencias que ha tenido la decisión que Archer tomó al final de “El Incidente Andoriano”, ocho episodios antes, si bien ese capítulo hubiera tenido más sentido sin haber estado tan distante del anterior. Los acontecimientos de “Detenidos” se proyectarán hasta el final de la temporada, aunque en último término se esquivarían las preguntas más interesantes que allí se planteaban (¿Cuál es el misterio que rodea a los Sulibanes? ¿Qué pasa con los otros campos de concentración? ¿Los actos de Archer intensificarían el conflicto en curso?) en favor de cuestiones filosóficas más abstractas.
Es un acierto que la decisión de Archer tenga repercusiones para él en el futuro, aun cuando nunca de la impresión de que tenga que lidiar de verdad con las consecuencias de sus actos. Aún así, esto es perdonable si se tiene en cuenta que se trata de una primera temporada y que aún quedaba margen de desarrollo. Este primer año lo más importante era delimitar un territorio y abrir espacios para que la serie pudiera crecer. Al fin y al cabo, también “La Nueva Generación” y “Espacio Profundo Nueve” se tomaron su tiempo para encontrar el rumbo idóneo.
Hay un puñado de episodios que muestran el chispazo de un Star Trek diferente. Puede que “Rompiendo el Hielo” no sea perfecto, pero es una historia refrescantemente relajada en relación a lo que solía ser habitual en la franquicia. Como ya apunté antes, por una parte transmite la sensación de maravilla y misterio ante los fenómenos que nos aguardan en el cosmos; y, por otra, la cotidianidad de una tripulación contestando los mensajes que les llegan de casa. Es un episodio que apunta a un mayor interés en la caracterización, algo que también puede detectarse en “Querido Doctor” o “Lanzadera Uno”.
(Continúa en la siguiente entrada)
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