“Inhumano” es un comic de CF que, a priori, ofrece una receta interesante: un misterio en un planeta alienígena; el contacto entre dos comunidades muy diferentes; un ecosistema peculiar que oprime a sus habitantes –en lugar de a la inversa, más habitual-; su cuestionamiento de dos atributos muy propios de la religión como son la subordinación a una autoridad y la exaltación del sufrimiento como llave para la liberación; y el debate sobre el choque entre las necesidades del colectivo y el individuo en un momento histórico, el nuestro, en el que la emancipación de los círculos familiares, tribales o religiosos ha traído consigo–teóricamente- una mayor libertad y deseos de autorrealización.
Al pasar cerca de un planeta rojo, la tripulación de la lanzadera de reconocimiento de una nave colonizadora, la Alma Mater, cae en un estado de euforia irracional que les induce a cambiar el rumbo y estrellarse contra aquél. Ellis, un ginoide que forma parte del equipo, se da cuenta de que están controlados por algún tipo de influencia telepática, pero su programación le impide anular o contradecir las decisiones de los humanos. Así que la nave acaba hundiéndose en el gran océano que ocupa toda la superficie del planeta con la única excepción de una pequeña isla rodeada de unos arrecifes coralinos, cerca del lugar donde ellos han caído. El vehículo se sumerge rápidamente y, recuperados ya sus sentidos, la evacúan con rapidez con la providencial ayuda de unos seres parecidos a medusas.
Resultan estar, como he dicho, en la laguna interior de la única isla del planeta, un lugar a primera vista paradisiaco (el aire es respirable y el clima cálido) y en el que, para su sorpresa, encuentran un nutrido grupo de indígenas humanos que viven en condiciones prehistóricas. Los cinco supervivientes del “accidente” –el ginoide Ellis, la Capitana, el antropólogo Tafsri, la doctora Malika y el responsable de seguridad, Hiroshi- son acogidos amistosamente e invitados a compartir la comida. La hipótesis más razonable es que se trata de los descendientes de los tripulantes de alguna nave que también se estrelló allí tiempo ha, y que han olvidado sus orígenes, adaptándose a una forma de vida muy primitiva.
Sin embargo, no tardan en darse cuenta de que hay algo muy raro en sus anfitriones. Para empezar, son caníbales –devoran jubilosamente a uno de los náufragos que había fallecido en la evacuación de la nave-; pero, sobre todo, actúan al unísono en todo momento: a la misma hora se van todos a dormir, a la misma hora se levantan, realizan las mismas tareas en el mismo momento… Es una sociedad de autómatas que no sabe dar más explicación a su comportamiento que el deseo de satisfacer y ser útiles al Gran Todo. El ambiente de pasividad zombificada acaba apoderándose de Hiroshi, precisamente el más agresivo y desconfiado de ellos. Parece evidente que la tribu está sometida a algún tipo de conciencia superior que les priva de libre albedrío y les convierte en una especie de mente colmena.
Una noche, Ellis divisa a un hombre de lo que parece ser una tribu distinta, escabullirse por la chimenea del volcán que ocupa el centro de la isla. Ese descubrimiento les lleva a pensar que quizá la respuesta a todos los enigmas se encuentre en las profundidades, donde mora algún otro grupo humano. Empieza así un largo periplo del que no quiero contar demasiado so pena de arruinar las sorpresas y giros que van sucediéndose en el curso del mismo. Baste decir que el peligroso viaje se asemeja a un descenso por el árbol Yggdrasil de la mitología nórdica, o a través de los círculos del infierno de Dante, encontrando nuevas tribus viviendo en asombrosos entornos. Cada nivel que alcanzan los progresivamente menos supervivientes está basado en un elemento distinto (agua, aire, tierra y fuego) y añade una nueva pieza al puzle hasta que, finalmente, todo queda perfecta y satisfactoriamente explicado.
El matrimonio compuesto por Valérie Margin (guionista de la serie “Alix Senator” y Denis Bajran (guionista de “Universal War One”), ya habían firmado conjuntamente otras historias como “Abymes” (tres volúmenes, con Griffo y Loïc Malnati) o “Experience Mort” (4 volúmenes con Jean-Michel Ponzio), tocando en esta ocasión el género de la CF con una mezcla de aventura, thriller e investigación. Los protagonistas están atrapados en una carrera contra el tiempo porque deben descubrir de dónde proceden los humanos que han encontrado, cómo funciona su dinámica social y qué fuerza invisible los domina antes de que ésta se apodere de ellos mismos.
“Inhumano” es una historia que se apoya sobre todo en las ideas y la trama antes que en los personajes. Aunque los protagonistas están diferenciados por su especialidad profesional y algunos rasgos muy genéricos de sus personalidades, no tienen demasiada profundidad y sirven sobre todo para hacer avanzar la historia: la capitana es quien toma decisiones, Hiroshi es el militar suspicaz, Tafsir representa la curiosidad científica, Malika la vulnerabilidad… Sin embargo, los guionistas consiguen que el lector se sienta cercano a ellos –aunque sea colectivamente y no tanto como individuos-, haciendo que comparta su confusión ante el misterio que rodea a la tribu y las decisiones que deben adoptar.
Hacia la mitad de la historia, ya se desvela el secreto tras la extraña estructura social y ecológica de la isla, pero sólo al final se conoce la naturaleza de ese Gran todo que en todas partes está y a todos controla. Las piezas del puzle encuentran su lugar definitivo y las preguntas obtienen respuesta, empezando por el ataque de euforia que experimentaron los protagonistas aún a bordo de su nave. Eso sí, el aficionado veterano a la CF no encontrará la resolución tan original como quizá pretenden sus autores y, personalmente, no he podido evitar recordar “La Nave Estelar” (1958), de Brian Aldiss; “Los Hijos de Matusalén” (1941) y “Universo” (1941), de Robert A.Heinlein; o incluso “Solaris” (1961), de Stanislaw Lem.
Las cuestiones filosóficas que los guionistas plantean tampoco son ni mucho menos nuevas, pero sí tan interesantes y actuales como siempre. ¿Lo que una sociedad desea es aquello que realmente necesita? Al acceder a conocimiento científico y disponer de la libertad para utilizarlo, ¿está la Humanidad irremediablemente condenada a destruirse a sí misma y a los seres que la rodean? ¿Es mejor renunciar a la libertad y sobrevivir que ser libres para perecer víctimas de nuestros peores instintos? ¿Es posible alcanzar un equilibrio entre seguridad y libertad? ¿Puede preservarse y expandirse la especie sin comprometer el bienestar colectivo y el individual de cada uno de sus miembros? ¿Cuál es nuestro lugar en un ecosistema? ¿Merece la pena vivir una existencia de mera supervivencia biológica, privados de cultura, historia, emociones genuinas, libertad de elección y aspiraciones?
También hay punzantes alegorías al actual sistema económico-social, como que el Gran Todo obligue a algunos de sus “empleados” a correr como hamsters en una rueda sin fin, privados de toda esperanza de poder escapar de semejante destino; o que esa entidad sólo encuentre lugar y permita vivir a aquellos dispuestos a serle útiles sin cuestionar su autoridad. Y contrariamente a los mensajes luditas que suelen acechar en tantas obras de CF, aquí encontramos que la tecnología es la que, en último término, salva la situación. Ellis, el ginoide, se erige en el auténtico campeón defensor de la Humanidad que la ha creado, utilizando la templanza y racionalidad propias de su programación para forzar un equilibrio entre las partes en contienda.
El dibujante, Thibaud de Rochebrune, hace un trabajo razonablemente eficiente al que no se le pueden sacar más pegas que tener un estilo poco personal. Los diseños, los fondos, las figuras y la narrativa –que juega con el tamaño y disposición de las viñetas para agilizar la lectura y enfatizar ciertos momentos de la acción- están correctamente realizados, los personajes bien diferenciados físicamente para que sea sencillo identificarlos en todo momento, aunque ninguno de ellos tiene auténtico carisma visual.
El color –que también aplica Rochebrune- juega un papel fundamental a la hora no sólo de embellecer sus a veces esquemáticos dibujos sino de aportar profundidad, crear atmósfera, añadir información adicional y separar las sucesivas localizaciones y etapas del viaje. Aunque no puedo evitar la sensación de que su dibujo se diferencia bien poco del de tantos artistas de comic de la escuela naturalista francesa, hay que admitir que crea imágenes y momentos de gran belleza y espectacularidad: la escena submarina con una tenue iluminación rojiza debido a la actividad volcánica; el nivel de las terrazas agrícolas, dominado por el verde amarillento y con una lograda sensación de amplitud y profundidad; la laguna y sus hipnóticas gradaciones de azul…
“Inhumano” es, en resumen, una lectura agradable, entretenida e incluso absorbente gracias a un ritmo constante que no apresurado. La historia está bien estructurada y claramente narrada, integrando misterio, emoción, terror y sentido de lo maravilloso. Un comic correcto y atractivo visualmente, aunque desde el punto de vista conceptual y de caracterización peque de poco ambicioso, al menos para el aficionado a la CF más experimentado. A reivindicar también que se trate de una historia autoconclusiva y no el inicio de una saga que encadene al lector durante años; y, asimismo, que ofrezca un final ambiguo, agridulce y relativamente abierto que no pretenda ofrecer todas las respuestas en relación al futuro de esa comunidad.
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