sábado, 26 de agosto de 2023

2013- GHOST IN THE SHELL: ARISE (y 2)

 

(Viene de la entrada anterior)

 

Es obvio que el estudio Production I.G. considera a “Ghost in the Shell” uno de sus buques insigna y que han tratado de incorporar en “Arise” a muchos profesionales reputados en sus respectivos campos. El diseñador de “mechas” Takayuki Yanase le da al Logikoma el mismo tipo de apariencia estilizada pero corpulenta que tenían sus antecesores, los Fuchikomas y Tachikomas. El director es Kazuchika Kise, un consumado profesional que pasó años curtiéndose en la industria antes de encontrar como primer proyecto en labores de dirección a “Arise”.

 

Los guiones están escritos por el novelista de ciencia ficción Tow Ubukata, quien ya había demostrado su temple ciberpunk en otro anime, “Mardock Scramble”, y que se ocuparía del guion de la segunda temporada de otra serie del mismo género antes mencionada, "Psycho-Pass”. Ubukata se ciñe a la fórmula ya bien ensayada de la franquicia, y aunque demuestra comprenderla bien, también es cierto que no llega a la altura de “Stand Alone Complex”. El enigmático Firestarter nunca llega a ser tan memorable como el Titiritero o el Hombre que Ríe. Tampoco ayuda que los episodios no aporten un cierre a ese caso, esperando a que todo se resuelva –y es fácil predecir de qué manera- en la película “The Rising” (2015) con la que se prolongaría la saga.

 

Resulta muy apropiado para una serie de animación que trata sobre cibernética, utilizar una técnica en la que fusione el CGI con la animación 2D tradicional y que, además, lo haga de forma orgánica, sin que se noten demasiado las costuras. Es indudable que la calidad de la animación supone un paso atrás respecto a lo visto diez años antes en “Innocence”, una película que había elevado el nivel artístico de la saga todavía más allá de lo conseguido por la primera entrega de 1995. En comparación, “Arise” parece haber dado un paso atrás. Su animación está incluso por debajo, en cuanto a calidad, de la de aquel film inaugural de Mamoru Oshii. No obstante y para ser justos, hay que recordar que se trata de un OVA y no una película de gran presupuesto. Hay momentos que destacan técnicamente pero cada episodio tiene una considerable cantidad de escenas en las que la calidad visual cae notablemente durante algunos momentos.

 

El primer episodio no ofrece escenas de acción particularmente memorables, aunque este aspecto mejora bastante en el segundo, “Ghost Whisper”, en una secuencia frenética en la que los vehiculos que circulan por una autopista son embestidos salvajemente por una caravana que trata de destruir al robot Logicoma y por cuya puerta lateral se cuela Motoko saltando desde su motocicleta mientras dispara; o el tiroteo con los robots militares en un aparcamiento. El climax del cuarto episodio es una desesperada batalla contra un robot forrado de armas que, ahora sí, recuerda las espectaculares escenas de acción por las que “Ghost in the Shell” se hizo conocida.

 

Una de las principales decepciones de “Arise” es que, a pesar de la larga lista de diseñadores que aparecen acreditados, se ha invertido muy poco esfuerzo en construir un futuro verosímil. Todos los vehículos, por ejemplo, parecen sacados de aquel presente de los años 90, como si nada se hubiera progresado en los catorce años siguientes. Otra pega es la escasa expresividad facial de los personajes, en especial de la Mayor, en momentos que se suponen emotivos. Esto podría ser intencionado dado el complicado pasado de Motoko, pero se antoja extraño en episodios como “Ghost Tears”, en el que sus emociones son parte crucial de la trama.

 

En última instancia, gran parte del disfrute que se pueda extraer de “Ghost in the Shell: Arise” dependerá de la opinión que se tenga del resto de la franquicia. Se trata de episodios razonablemente accesibles, pero gran parte de su atractivo depende tanto del conocimiento previo que se tenga de la Sección 9 como de estar familiarizado con la estructura, tono y temas de la franquicia.

 

No creo que pueda etiquetarse a “Ghost in the Shell: Arise” como un mero refrito de productos anteriores, pero tampoco me extrañaría que alguien lo considerara así. De hecho, tuvo mucha menos repercusión que las películas y la serie precedentes. No es un producto estética o temáticamente ambicioso, no aspira a hollar territorios nuevos, a explorar historias con otro tono u orientación con las que ir ampliando las posibilidades de ese universo, algo que, para bien o para mal, “Innocence” sí había hecho. Pero, al mismo tiempo, es una serie bien realizada, con un ritmo firme, que exige atención y que, para los seguidores veteranos de la saga, propone una mirada a un periodo diferente de la vida de los personajes clásicos, utilizando esa excusa para mostrarnos versiones algo diferentes de los mismos.

 

En un balance global, “Arise” puntúa como una aportación recomendable en términos de entretenimiento y como revitalización de una franquicia que había permanecido demasiado tiempo hibernada.

 

Los cuatro Borders fueron reestructurados como una serie de diez episodios bajo el nombre de “Ghost in the Shell: Arise-Arquitectura Alternativa”, añadiendo otros dos capítulos que daban paso a otro film antes mencionado: “Ghost in the Shell: The Rising”. De hecho, bien podría decirse que la serie no fue sino un largo prólogo a la película con la que culminó esta etapa, dirigida por Kazuya Nomura y escrita también por Tow Ubukata.

 

Newport City, año 2029. La Mayor Motoko Kusanagi y su equipo de élite intervienen para detener a un escuadrón antiguos soldados ciborg que han tomado rehenes en una embajada como aparente protesta por los cambios en la estructura militar de Japón. Los siete especialistas de Kusanagi consiguen hacer el trabajo de doscientos policías superados por la potencia de fuego de los secuestradores. Pero este acto no es sino una maniobra para distraer su atención de la bomba oculta en un maletín, artefacto que estalla al abrirse matando al Primer Ministro. Dado que dependía directamente del fallecido, el equipo de Motoko pasa a ser una unidad sin jefe ni lugar en el gobierno.

 

Su investigación les lleva a encontrarse con su antigua némesis, el hacker Firestarter, capaz de introducir falsos recuerdos en los cibercerebros de la gente. Las pistas conducen a Kusanagi al orfanato donde ella misma creció como una humana con un cuerpo prostético completo, lo que convierte este caso en algo muy personal.

 

Al igual que las entregas anteriores de la franquicia, “The Rising” ofrece una trama muy complicada con todo tipo de giros y que exige del espectador un esfuerzo inusual para no perderse y seguir el ritmo. Pero a diferencia de los episodios anteriores de “Arise”, las revelaciones y los acontecimientos van encadenándose de una manera muy metódica y, si se presta atención, no cuesta demasiado entender lo que ocurre o por qué los personajes actúan como lo hacen. Aunque no todos los puntos se solventen satisfactoriamente, como es el caso de Firestarter, al menos la narración sí es más coherente y sólida.

 

La complejidad argumental es, ya lo he dicho, una constante de la franquicia, pero también es verdad que en este sentido vamos a encontrar poca novedad en “The Rising”: las mismas ideas, los mismos conceptos, el mismo tipo de adversario… el ritmo es incluso más lento que en “Arise”. Se trata, básicamente, de un episodio más de la serie alargado treinta minutos.

 

Lo más interesante aquí son las interacciones entre los personajes. Más que en cualquier otra entrega de la franquicia, vemos a una Motoko orgullosa y mordaz, lo que provoca roces con Aramaki, funcionarios del gobierno y, en menor medida, con los miembros de su propio equipo. No duda en decir lo que piensa y abofetear verbalmente a quien proteste por ello. Por mucho que a sus subordinados les disguste esa actitud, el guion deja claro que la respetan y nunca se plantean marcharse del equipo. Después de todo, ni los miembros de la Sección 9 ni las personas con las que tratan pueden ser calificados de “agradables”.

 

Uno de los principales aspectos que definió las películas anteriores fue su sustrato filosófico, algo que no se ha perdido del todo en “The Rising” pero que está planteado de una forma diferente. Mientras que los dos primeros largometrajes contaban con bases filosóficas más amplias y unificadas, esta película adopta un enfoque más fragmentado. Todo el asunto de la implantación de recuerdos falsos, el uso de múltiples cuerpos e incluso el intercambio de rostros abre la puerta a reflexiones profundas sobre temas ya tratados en la franquicia, como hasta dónde puede ser considerado humano un ciborg y la manera de definir la identidad personal. En cambio, el guion opta por meditar sobre las consecuencias del avance tecnológico y su aplicación directa sobre el ser humano. Por ejemplo ¿qué sucedería con aquellos cuyos componentes cibernéticos se volvieran obsoletos, de tal forma que las actualizaciones fueran funcionalmente inviables?  Es sencillo trazar paralelismos con los trabajadores del presente cuyos empleos están quedando obsoletos por el progreso de la tecnología digital.

 

“The Rising” también plantea que las fronteras internacionales seran inútiles en un mundo dominado por el libre intercambio de información; y que la aplicación de las leyes convencionales en un entorno tal podría volverse imposible, regresando a un estadio bárbaro caracterizado por el dominio del más fuerte, esto es, quien posea la mayor sofisticación tecnológica. Todas estas son nociones interesantes que sin duda merecen una mayor exploración, pero el guión de Tow Ubukata se inclina más por plantearlas como meros puntos de conversación. Esto no es necesariamente algo negativo si no se está seguro de alcanzar un equilibrio que no agote la paciencia de muchos espectadores, como sucedió en “Innocence”.

 

“The Rising” termina con una escena que enlaza directamente con el comienzo de la primera película de Oshii, lo cual es un guiño a los fans más veteranos pero también, por si alguién aún albergaba dudas, deja fuera de continuidad a “Stand Alone Complex”, que ya no dispone de encaje en la nueva cronología que se crea al fusionar uno y otro film.

 

En último término, “The Rising” no tiene entidad propia. Es la culminación de la serie inmediatamente precedente, la cual es necesario conocer previamente para comprender el desarrollo de los acontecimientos. No aporta nada verdaderamente nuevo a excepción de explorar un poco más la trayectoria inicial de la Sección 9, así que no puede recomendarse como puerta de entrada a quien no esté ya bien familiarizado con la franquicia. Quién sí lo esté podrá sentirse tan satisfecho con el reencuentro con estos carismáticos personajes y el fascinante futuro en el que moran como decepcionado por no encontrar nada nuevo que permita a “Ghost in the Shell” ir adaptándose a los nuevos tiempos.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario