(Viene de la entrada anterior)
Los 26 episodios de la quinta temporada abordan ciertos temas e ideas que reflejan los intereses del equipo creativo. De hecho, muchos de esos temas culminan en “Equinox, Parte 1”, el capítulo final de ese año. Por desgracia, nunca llega a tenerse la sensación de que esas ideas lleguen a ponerse al servicio de nada ni qué es exactamente lo que el equipo de producción quería decir o hacia dónde deseaban dirigirse con esos conceptos.
Por eso, entre
otros factores, este quinto año transmite cierta sensación de apatía. La cuarta
temporada había sido sin duda la mejor de la serie, marcada por un propósito y
abundante en ideas de interés. Gracias a la inclusión de Siete de Nueve y el
miniarco centrado en los Hirogen, junto con la inteligente jugada de enmarcarla
con dos episodios como “Escorpión Parte II” y “Esperanza y Miedo”, se
consiguió, por fin, que una temporada terminara en un lugar diferente al de su
comienzo. Pero en la quinta parece que se limita a correr sin avanzar, como si
se hallara sobre una cinta transportadora.
Esta temporada
fue la primera de Star Trek en contar como productor a Brannon Braga. Aunque
había estado trabajando en la franquicia desde la cuarta temporada de ”La Nueva
Generación”, Braga aún carecía de la suficiente experiencia como productor. De
hecho, su primer crédito como tal, compartido con su compañero Ronald D.Moore,
sería “Misión Imposible II”, una película que no se estrenaría hasta un año
después del final de la quinta temporada.
Braga es uno de los guionistas con más talento de toda la historia de la franquicia Star Trek. Aportó historias verdaderamente originales en ideas y narrativa para “La Nueva Generación” y no tardó en establecerse como uno de los principales motores de “Voyager”. En muchos sentidos, “Parallax”, el tercer episodio de la serie, ya perfiló lo que iba a ser su tono durante los años siguientes: un énfasis en las situaciones extrañas y la pseudociencia por encima de las dinámicas interpersonales. “Dualidad Mortal”, el vigesimoprimer capítulo de la segunda temporada, estableció el molde de blockbuster de acción impulsado por elementos de ciencia ficción que iba a ser una de las fórmulas principales sobre las que se edificaría “Voyager”.
Durante la
etapa de Jeri Taylor como showrunner, la voz de Braga fue una de las más
importantes en la sala de guionistas. Trabajando con Joe Menosky, fue él quien
supervisó las “grandes” historias en dos partes que se insertarían durante o al
final de las temporadas: “El Fin del Futuro”, “Escorpión”, “El Año Infernal” y
“El Juego Asesino”; todas ellas, sucedáneos de blockbuster cinematográfico,
pequeñas películas que se conformaban con el presupuesto televisivo dado que
era imposible aspirar a la gran pantalla.
Supervisar el
día a día de una serie de televisión es un trabajo muy exigente sobre todo
cuando tiene la escala de Star Trek. Muchos de los productores que trabajaron
en la franquicia ya llevaban tras de sí una amplia experiencia en la televisión,
como Michael Piller, Jeri Taylor o Ira Steven Behr. Así que, aun cuando Braga
fuera una elección lógica para comandar el programa, lo cierto es que carecía
de experiencia fuera de Star Trek. Probablemente, se dio cuenta de ello porque
rechazó trabajar en la película “Star Trek: Insurrección” consciente de la
carga de trabajo que ya tenía sobre sus hombros con “Voyager”. No es una
coincidencia que el primer episodio de su trayectoria en la serie, “Noche”,
tratara sobre un líder cuestionándose su capacidad para guiar a sus
subordinados. Braga siempre ha sido muy abierto en las entrevistas respecto a
sus ambiciones con “Voyager”, pero su inexperiencia le condenó a una
interminable y a menudo infructuosa lucha por llevarlas a término.
De hecho,
varios miembros del equipo de producción han recordado las dificultades que
Braga tuvo a la hora de imponer su visión. Bryan Fuller, por ejemplo, reconoce
que Braga quería innovar narrativamente pero que a menudo se encontraba con la
resistencia del conservador Rick Berman. Éste llevaba tiempo teniendo problemas
para que Behr, responsable de “Espacio Profundo Nueve”, no se saliera de los
límites de la “filosofía” Star Trek que él consideraba aceptables (de hecho y
como ya comenté en los artículos dedicados a esa serie, no lo consiguió y
gracias a ello EPN fue la serie más original, sólida y coherente de toda la
franquicia). Así que no estaba dispuesto a que Braga le complicara la vida de
la misma forma. Mientras que Ira Steven
Behr tenía la experiencia y autoridad
necesarias para guiar “Espacio Profundo Nueve” de acuerdo a su propio criterio,
en “Voyager” Brannon Braga estuvo condenado a pactar siempre un insatisfactorio
equilibrio con Berman y sus mejores ideas quedaron sepultadas por el rancio
tradicionalismo de su jefe, hijo de la era de la sindicación y autonombrado
guardián de la pureza del espíritu de la franquicia.
Esa tensión lastra
toda esta quinta temporada. En ciertos episodios pueden vislumbrarse leves
apuntes y rastros de la visión de Braga, sobre todo en los primeros de esta
tanda, pero sin que lleguen a cuajar en nada sólido o satisfactorio a medio
plazo. Esto se hace dolorosamente obvio en la caracterización de Kathryn
Janeway. Braga había defendido durante mucho tiempo la conveniencia de darle a
la capitana un perfil más duro, quizá en la línea de Sisko en varios episodios
de “Espacio Profundo Nueve”. Algo de esto podemos ver en historias tempranas de
“Voyager” como “Dualidad Mortal” o “Macrovirus”.
Esa
aproximación al personaje se sugiere también en episodios como “Noche”, “Nada
Humano” o “Imagen Latente”, donde las historias nos llevan a pensar que Janeway
podría adoptar un estilo de mando más duro del que había exhibido en los años
en los que Jeri Taylor supervisó la serie. No era aquí ya la figura maternal y
tiernamente preocupada por sus subordinados que habíamos visto en, por ejemplo,
“Resoluciones” o “La Muerte de Kathryn Janeway”. En “Noche”, la capitana
contempla la posibilidad de acometer una misión suicida; y en “Nada Humano”
obliga a Torres a someterse a cirugía contra su voluntad; en “Imagen Latente”,
altera el programa del doctor… Este cambio, sin duda, puede calificarse de
valiente.
Valiente, sí,
pero sin continuidad o, al menos, coherencia. Toda esa rudeza vista en los
episodios mencionados, su disposición a poner la seguridad de la nave por
encima de la de cualquiera de los tripulantes, se ve contradicha por otros
capítulos como el doble “Lazos Familiares”, en el que arriesga toda la
tripulación para rescatar a Siete de Nueve. En “Regresiones Infinitas”, no
tiene ningún inconveniente en entregar un arma de destrucción masiva a una
especie alienígena, pero más tarde en “El Detonador”, se niega a dejar que una
bomba inteligente vuele a su objetivo, poniendo en peligro de paso a todos sus
hombres.
De hecho, el
episodio final de la temporada, “Equinox Parte I”, coloca a Janeway como
árbitro de la rectitud moral en contraste con el corrupto Rudy Ransom
(irónicamente la segunda parte de ese capítulo muestra a Ransom repitiendo las
transgresiones de Janeway durante la temporada anterior: sometiendo a un
miembro de la tripulación a un procedimiento médico sin su consentimiento y
reprogramando al doctor). No parece que Janeway se haya ganado en este capítulo
la integridad moral, claridad de miras y piedad con que los guionistas la
adornan.
Por otra parte,
hay momentos de introspección del personaje distribuidos por toda la temporada,
que parece más nostálgica y reflexiva que sus predecesoras. “Noche” nos muestra
a Janeway reconsiderando la decisión que tomó cuatro años antes en “El
Guardián”, y en “Equinox Parte I” ha de enfrentarse a un colega que tomó un
camino al que quizá no hubiera renunciado ella de tenerlo delante; en “Lobo en
Piel de Oveja” aparece una réplica perfecta de la Tierra; “Riesgo Extremo” y
“Nada Humano” nos devuelven el legado de los Maquis, uno de los elementos
definitorios de la premisa de la serie y que había sido inmediatamente
abandonado; “La Relatividad” nos retrotrae a un Voyager pendiente de iniciar su
misión; y “11:59” lleva al espectador aún más atrás, a la historia de una
antepasada de la capitana Janeway.
Pero la quinta
temporada no sólo vuelve la vista atrás, sino que, de algún modo, reflexiona
sobre las oportunidades perdidas. Repetidamente a lo largo de este año, la
serie, Janeway y el Voyager han de enfrentarse con sombras y versiones
alternativas de sí mismos. “La Enfermedad” muestra una nave generacional en una
misión de largo recorrido; en “La Ruta al Olvido” hay un duplicado perfecto de
la nave y sus tripulantes; “Lazos Familiares” reimagina el colectivo Borg como
un matriarcado obsesionado por recuperar a Siete de Nueve; “Equinox Parte I”
muestra una nave perdida de la Federación que ha sacrificado su sentido de la
moralidad por combustible con el que llegar a casa.
Cada uno de
esos episodios ponen de manifiesto la larga lista de posibilidades rechazadas que
había ido acumulando la serie. “La Enfermedad”, por ejemplo, reflexiona sobre
cómo sería la vida a bordo de una nave en un viaje tan largo que pasarán
generaciones hasta llegar a su destino y cuyos tripulantes se han visto
obligados a adoptar una estructura de mando menos rígida. “La Ruta al Olvido”
se abre con Paris y Torres contrayendo matrimonio. “Equinox Parte I” presenta
otra nave de la Federación que también se ha pasado cinco años vagando por el
Cuadrante Delta lidiando con todo tipo de especies hostiles. Por el contrario,
el Voyager parece protegido por una burbuja de estasis, como si corriera sobre
una cinta transportadora, sin parar de moverse, pero sin avanzar ni retroceder.
Constantemente
se tiene la sensación de que la temporada no se atreve a integrar las
ambiciosas ideas que sólo apunta de pasada en tal o cual episodio. Y esto no
solo en lo que se refiere a la visión de Brannon Braga. El guionista Michael
Taylor también se vio repetidamente obligado a diluir ideas atrevidas hasta
rebajarlas a lo meramente convencional. “Había Una Vez”, por ejemplo, fue
originalmente concebida como una historia vista a través de los ojos de la niña
Naomi Wildman, pero acabó convertida en una sosa aventura de la holocubierta.
Lo mismo ocurrió con “La Pelea”, cuya propuesta era original pero que acabó cuajando
en un episodio caótico y aburrido.
Taylor era un
guionista de peso. Algunas de sus primeras aportaciones a la franquicia de Star
Trek, como “El Visitante” y “Viviendo con Ello”, se cuentan entre los mejores capítulos
de “Espacio Profundo Nueve”. Aunque esos guiones fueron reescritos por
veteranos de la casa, como René Echevarría (“El Visitante”) y Ronald D.Moore
(“Viviendo con Ello”), demostraron su gran potencial. Sin embargo, sus
propuestas para “Había Una Vez” y “La Lucha” se consideraron demasiado
ambiciosas para el tono de la serie y se rebajaron hasta dejarlas, como he dicho,
en episodios totalmente prescindibles.
La quinta
temporada fue también el momento en el que muchas de las críticas que se le
habían hecho a la serie solidificaron en argumentos insoslayables. Como mínimo,
supuso el punto en el que muchos de sus tropos recurrentes se fosilizaron y lo
que años atrás podía haber sido interesante ahora era sólo una rutina familiar.
Relacionado con esto, lo más relevante es el carisma que Siete de Nueve había
insuflado en la serie desde su presentación en la cuarta temporada. Pero
mientras que ese año se le dio un arco que la convirtió justificadamente en el
centro del reparto, ahora se iba demasiado lejos con ese protagonismo.
Siete es el
personaje central en “Esclavo”, “Regresiones Infinitas”, “Felicidad”, “Lazos
Familiares I y II”, “Los Analistas”, “Una Pareja para Siete de Nueve” y “La
Relatividad”; al tiempo que juega un papel relevante en otros como “Imagen
Latente” o “La Ruta al Olvido”. Es decir, el 40% de los capítulos. Parece como
si el personaje estuviera dejando sin aire al resto del reparto. Un problema,
claro, que como ya apunté en entradas anteriores, viene de lejos dado que los
guionistas nunca supieron muy bien qué hacer con los personajes y, por tanto,
fracasaron a la hora de dotarles del atractivo y solidez de sus contrapartidas
en “La Nueva Generación” o “Espacio Profundo Nueve”. Tuvok cuenta con una buena
historia en “Gravedad” pero, por el contrario, Harry Kim y Chakotey no pueden
ni mucho menos decir lo mismo de “La Enfermedad” y “La Pelea” respectivamente.
Esta temporada
es también el punto en el que el Colectivo Borg pierde su aura de amenaza
insuperable. En “Dron”, un accidente del transportador crea un superBorg que
convierte al Voyager en presa de una Esfera Borg. La crisis se conjura en el
climax de la historia de una manera descuidada que rebaja el estatus de los
Borg como adversario definitivo del universo Star Trek. Ya no estamos ante esa
fuerza apocalíptica que habíamos visto en “Escorpión Parte I y II” o “Esperanza
y Miedo”. El Voyager se encarga de otra nave Borg en “Lazos Familiares” sin
demasiados problemas.
(Continúa en la siguiente entrada)
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