(Viene de la entrada anterior)
El tercer y último episodio de la primera temporada lleva por título “Toda Tu Historia” y se apoya en la utilización generalizada de un invento ficticio llamado “Grano” y que es un pequeño dispositivo electrónico que en el futuro se le implanta detrás de la oreja a todo el mundo nada más nacer. El aparato graba todo lo que hace, ve u oye su portador, pudiendo éste luego en cualquier momento reproducir el pasaje deseado bien en una pantalla externa bien directamente en sus ojos con ayuda de un pequeño mando similar a un iPod. Este artilugio narrativo le sirve al guionista –que no es Brooker sino Jesse Armstrong -para analizar con ojo crítico la actual obsesión por exhibir la propia vida.
A primera vista, el Grano parece una idea
fascinante. Uno podría rememorar con todo lujo de detalle sensorial los
momentos favoritos de la propia vida, ya fuera una experiencia sexual o unas
maravillosas vacaciones. Las imágenes recuperadas del Grano pueden ampliarse y
los sonidos amplificarse. Es como si Facebook o Instagram hubieran sido
descargados en nuestras cabezas dejando obsoletos las cámaras de fotos y vídeo.
En las reuniones de amigos o familia, los asistentes comparten sus recuerdos
como hoy hacen en las redes sociales. Pero la filosofía de la serie es apuntar
a los peligros que tienen estos avances tecnológicos cuando se combinan con
nuestros vicios, debilidades y defectos.
El episodio se centra en un joven matrimonio
formado por el abogado Liam (Toby Kebbell) y Ffion (Jodie Whittaker). Tras una
decepcionante entrevista de trabajo, Liam acude a una cena con varios amigos,
donde pilla a Ffion flirteando sutilmente con otro hombre, Jonas (Tom Cullen),
al que él no conoce. La situación le preocupa y durante la cena se fija
especialmente en las reacciones de su esposa hacia ese desconocido. Aunque,
para acallar sus sospechas, al volver a casa ella le confiesa que Jonas fue uno
de sus muchos exnovios, también le asegura que ello sucedió antes de que se
casaran.
Pero Liam no se queda satisfecho y se pasa el
resto de la noche bebiendo y rescatando de su grano otras ocasiones donde había
visto a Ffion y Jonas juntos, analizando y repasando obsesivamente cada imagen
para detectar discrepancias y pistas de un posible amorío entre ambos. Su
espiral paranoide le lleva a regresar, bastante ebrio, a casa de Jonas y
obligarle a borrar todas las imágenes que tiene su grano de Ffion, encontrando
en el proceso una que los muestra a ellos manteniendo relaciones sexuales sin
protección en la fecha aproximada en que su hija Jodie fue concebida.
Sin embargo, la moraleja del episodio no es
que el grano le sirve a Liam para confirmar sus sospechas y renegar de su
mujer. Las cosas no son tan simples en “Black Mirror”. El meollo de la cuestión
es que el grano arruinó la vida de Liam, facilitándole la entrada en una
espiral malsana y obsesiva por descubrir asuntos turbios que jamás habría
conocido de no haber tenido el implante, permitiéndole conservar un matrimonio
que –tras la infidelidad de Ffion-, parecía estar ya bien encarrilado. Esa es
la razón por la que al final de la historia, decide arrancarse a las bravas el
grano.
Aunque en este punto la serie sólo cuenta con tres capítulos, ya ha quedado claro que dos de sus características van a ser las tramas progresivamente más complejas y unos finales que dejan al espectador con un sabor amargo y un sentimiento de desazón que le obligan a reflexionar sobre los temas abordados y los dilemas éticos que plantean.
Por ejemplo, al final de “Toda Tu Historia”,
uno puede preguntarse si fue beneficioso para Liam averiguar más pronto que
tarde la infidelidad de su esposa o si hubiera sido mejor vivir en la
ignorancia. Es también difícil decidir a quién otorgar nuestras simpatías. Por
una parte, Liam exhibe todos los rasgos de una persona controladora y un
posible maltratador que sólo necesita una chispa para estallar. La dinámica de
la pareja bien podría haber seguido el mismo curso sin el grano; bastaría un
email, un wasap o un simple rumor. Pero al mismo tiempo, dado que sus sospechas
son ciertas, no se le puede culpar de ser un paranoico sin motivos.
En otras palabras, la serie difumina las
líneas morales. Ninguno de los personajes de estos tres episodios de “Black
Mirror” son netamente “buenos” o “malos” ni tampoco existe la figura de un
maquiavélico villano central que se sirva de la tecnología para cometer sus
maldades. En el caso de “Toda Tu Historia”, se trata de gente corriente que,
además, no puede decirse que haga un mal uso de la tecnología sino que más bien
acaban siendo sus víctimas. Ffion no es malvada. Obviamente, lo que hizo estuvo
mal, pero ello fue porque es humana y algunas veces cometemos errores. Liam es
celoso por naturaleza, pero sin el grano, quizá no habría caído en esa obsesión
malsana. El grano, a la postre, magnifica enfermizamente la intensidad y
gravedad de la situación. De hecho, hay una escena en la que Liam obliga a
Ffion a mostrarle la grabación que hizo su grano de la noche que pasó con
Jonas, un momento especialmente acongojante porque muestra sin paños calientes
los peligros de abuso y agresión que esconde una tecnología semejante.
Sí, el grano permite revivir los mejores
momentos de la propia vida, pero, ¿qué ocurre con los peores? Aunque existe la
opción de borrar recuerdos del grano, es muy probable que la mayoría de la
gente no lo hiciera. Los humanos tendemos a ser autocríticos e intrusivos y una
neurotecnología como la que se nos describe potenciaría esas tendencias. No
sólo revisitaríamos una y otra vez momentos en los que nos equivocamos o que
nos resultan embarazosos, sino que tenderíamos a analizar los actos y motivos
de otras personas. Y eso es una perspectiva bien poco deseable. La capacidad
del cerebro para olvidar es, en muchos casos, una bendición que nos permite
dejar el pasado atrás y vivir el presente, y es por eso por lo que este
episodio, que muestra un posible futuro en el que los recuerdos de todo lo
visto, hecho u oído durante toda la vida estarían a nuestra disposición hasta
nuestra muerte, resulta tan desasosegante.
Aquí, esa tecnología acaba utilizándose como
arma en un simple episodio de celos e infidelidad, algo tan viejo como el
tiempo. Liam recurre a sus propios recuerdos para echarle a la cara a su esposa
que lo que le aseguró tiempo atrás contradice lo que ahora ella afirma (que su
relación con Jonas había durado solo una semana). Con ayuda del grano, el
conflicto va engordando y agriándose, llegando a una crueldad no por
desagradable menos esperada. Es lo que ocurre en un mundo en el que el pasado
no se puede borrar y todo lo que alguna vez hayas hecho o dicho en presencia de
alguien puede acabar volviéndose contra ti.
Seis años después de emitirse este episodio,
en 2017, una compañía llamada MMT Neurotech anunció avances en el desarrollo de
un sistema implantable de reproducción de memoria. Ignoro los detalles de la
tecnología y la neurociencia aplicadas en este invento, pero parece funcionar como
el grano de la serie, permitiendo cargar en su disco información luego
reproducible, bien sean recuerdos propios o ajenos. El responsable del proyecto
sin duda tiene buenas intenciones. Podría ayudar, por ejemplo, a pacientes de
Alzheimer o autismo, algo sin duda deseable… bajo control médico. Pero
imaginemos si este dispositivo llegara a comercializarse libremente. Lo más
probable es que “Toda Tu Historia” dejara de ser ciencia ficción para verse
como un drama costumbrista.
Historias como estas, combinadas con un rápido
vistazo crítico a los comportamientos individuales y colectivos que nos son
propios, fomentan reflexiones no siempre cómodas acerca del rumbo y velocidad
que sigue la industria tecnológica. Es un sector que se expande tan rápidamente
que cuesta creer que haya alguien en esas empresas que se esté tomando el
tiempo necesario para sentarse y pensar en las consecuencias de lo que están
creando. No es suficiente inventar una tecnología, comercializarla y limitarse
a esperar que se utilice de acuerdo a las especificaciones e intenciones
originales. En unos tiempos como los nuestros, tan dependientes de la
tecnología, esa despreocupación puede acabar provocando cierto grado de caos.
No se trata de tecnofobia sino de responsabilidad. Sería estúpido negar los
muchos beneficios que nos ha brindado la tecnología a todos los niveles, pero
también ignorar deliberadamente la relación que tenemos con la misma, sea esta
beneficiosa o perjudicial.
La tecnología está concebida para unir a las
personas, no separarlas. Pero esto último es lo que muchas veces ocurre, un
subproducto no deseado pero real. Ahí lo tenemos todos los días en los corrosivos
contubernios que plagan las redes sociales, fomentando las posturas extremistas
y la intolerancia. Y eso es lo que quiere resaltar “Toda Tu Historia” –cuya
premisa tecnológica, aunque recuerda bastante a la de la película “Días
Extraños” (1995), tiene un desarrollo más apegado al verismo-. Originalmente,
el grano se inventó para facilitar el acceso de su usuario a los recuerdos más
felices de su vida, pero acaba siendo el instrumento mediante el cual,
figurativa y literalmente, el protagonista arruina su vida familiar,
profesional y sentimental aun cuando no fuera esa su intención.
El episodio nos anima a recordar que, en lo tocante al progreso tecnológico, conviene reflexionar sobre el impacto que tendrá en las dinámicas sociales. Y esto es aún más perentorio en el caso de la neurotecnología dado que con ella alteraremos y manipularemos aquello que nos hace más humanos: nuestro cerebro.
(Continúa en la próxima entrada)
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