Hasta finales de la década de los cincuenta del pasado siglo, el tipo de programas, contenido y orientación de los mismos en las tres principales cadenas norteamericanas de televisión –NBC, CBS y ABC- venían dictados por las compañías que los patrocinaban. Series enteras o programas individuales estaban asociados a un patrocinador en concreto. Se trataba del traspaso a la televisión, prácticamente inalterado, de un sistema de financiación propio de la radio. Es por eso que Estados Unidos los culebrones reciben el nombre de soap operas (“operas de jabón”) precisamente porque en la radio solían estar patrocinados por marcas de detergente.
Sólo tras los escándalos de los concursos a finales de los cincuenta empezaron a cambiar las

Interrumpir los programas con pausas publicitarias en las que diferentes anunciantes competían por atraer la atención del espectador en lugar de dejar aquéllos en manos de un solo patrocinador, significó que ya no era tan sencillo influir

Gracias a los avances científicos y tecnológicos y su concreción en la forma de electrodomésticos a precios que los norteamericanos de clase media podían permitirse, no es de extrañar que la ciencia ficción fuera ocupando un puesto

Esa fascinación popular por las posibilidades de la ciencia llevó asimismo a la emisión de programas didácticos, como los nueve especiales de “Bell System Science Series”, patrocinados por AT&T y para los que consiguieron contratar

En contraste, la programación de ciencia ficción de la década no tardó en ganarse la reputación de una forma subdesarrollada de cultura que sólo podía interesar al público infantil o escasamente letrado. De hecho, muchos comentaristas culturales norteamericanos de la

Y entonces llegó “La Dimensión Desconocida”, quizá el programa de CF más importante de los cincuenta y el primero en ver reconocidos sus méritos artísticos e intelectuales. Tenía muy pocos efectos especiales, pero

En 1959, el más reputado guionista de televisión era un antiguo paracaidista de talante decidido e inquieto: Rod Serling. Con sus intensos dramas televisivos en directo “El Precio del Triunfo” (1947, para el programa “Kraft Television Theatre”; luego llevado al cine

Pero no podía evitar sentirse frustrado. Serling quería escribir historias importantes sobre temas sociales candentes, pero las cadenas no hacían más que ponerle impedimentos, aterrorizadas ante la posibilidad de que sus progresistas mensajes ofendieran a un sector de la audiencia y suscitaran una polémica que, en último término, espantara a los anunciantes. Y fue entonces cuando tuvo la gran idea: esconder esos mensajes bajo la forma de una alegoría fantacientífica. Así nació “La Dimensión Desconocida”.


Aunque “La Dimensión Desconocida” ha pasado a ser uno de los programas más asociados con la televisión de los cincuenta, en puridad, pertenece a los sesenta porque el primer episodio lo emitió la CBS el 2 de octubre de 1959 y, de los 156 episodios de que constó (se canceló en junio de 1964), sólo doce se pudieron ver en la década de los cincuenta estrictamente hablando. Con todo, el espíritu de la serie sí puede relacionarse más con los cincuenta que con los sesenta. En cuanto a su formato de antología, no era nuevo dado que otros programas anteriores como “Tales of Tomorrow” (1951) ya lo habían ensayado. Narrativamente no hay una continuidad dado que son episodios autocontenidos e independientes unos de otros. En cualquier caso, fue una opción que otorgaba una enorme flexibilidad que, a su vez, le permitió adaptarse a cambios en los gustos y contextos socioculturales, perviviendo, como veremos, en otras encarnaciones aparecidas en posteriores décadas.

Muchos de los episodios de la serie podían clasificarse como de ciencia ficción, terror, fantasía o una combinación de dos o tres de esos géneros. Por otra parte y en lo que se refiere a CF, sus historias cubrieron prácticamente todos los subgéneros: los viajes espaciales (“Y Cuando el Cielo se Abrió”, en la que tres astronautas desaparecen misteriosamente tras regresar a la Tierra); la inteligencia artificial (“El Gran Casey”, sobre un robot deportista); los viajes temporales (“La Odisea del Vuelo 33”, en el que un avión queda atrapado en una brecha temporal); post apocalipsis (“El Viejo de la Cueva”, donde un ermitaño ser cuasidivino gobierna sobre lo que queda de la

Hay quien se ha preguntado e incluso puesto en duda si la ciencia ficción de “La Dimensión Desconocida” lo es realmente. Y es que hay elementos que pueden confundir a los menos avisados. Las conexiones con la ciencia ficción vienen de la mano de cierta iconografía asumida convencionalmente como tal: cohetes, máquinas del tiempo, robots, ciudades futuristas, extraterrestres… También se relaciona con el género a través de la participación de guionistas estrechamente asociados al mismo como Richard Matheson o Ray Bradbury.
Pero más allá del irresoluble debate acerca de qué es o no ciencia ficción y sus posibles definiciones, lo cierto es que “La Dimensión Desconocida” también se adentraba en el realismo mágico, la poesía visual, el terror, la fantasía y la comedia tanto

Por otra parte, Serling demostró que la ciencia ficción, como el género de ideas que fue al comienzo, no necesitaba apoyarse –como más tarde sí sería el caso y hasta el día de hoy- en espectaculares artificios visuales para llegar al público. Su prestigio ha permanecido incólume con el pasar de las décadas en parte porque supo explorar de forma muy inteligente las preocupaciones de la Norteamérica contemporánea. Ello nos recuerda que la ciencia ficción, independientemente de lo lejana espacial o temporalmente que sea la ambientación de la trama, lo que hace es utilizar escenarios imaginativos y extraños para proporcionar nuevas perspectivas a los problemas del presente.
Y ello no era poca cosa a finales de los cincuenta y primeros sesenta. “La Dimensión

Para ello, Serling se rodeó de un equipo de guionistas de primera y que formaban un grupo flexible que se autodenominó California Sorcerers, una hermandad no oficial con base en la zona de Los Ángeles que desde comienzos de los sesenta a mediados de los sesenta dominaron no sólo la CF y Fantasía literarias sino también las películas y programas de televisión de esos géneros. En su mejor momento, este grupo de creadores, cuya relación iba más allá de la profesional, incluyó a gente como el propio Serling, Richard Matheson, Robert Bloch, Jerry Sohl, Ray Russell, Ray Bradbury, William F.Nolan, Charles Beaumont, George Clayton Johnson o Harlan Ellison.

Para comprender la importancia de lo que esos guionistas trataron de hacer en “La Dimensión Desconocida” conviene tener en cuenta el contexto social de la época. El temor vago pero real, muchas veces incluso subliminal, a la amenaza comunista había dominado buena parte de la política norteamericana desde hacía dos décadas y la Guerra Fría estaba en su punto álgido. Culturalmente, se estaban produciendo grandes desarrollos en la música gracias al nacimiento de géneros completamente nuevos,

Los estudios cinematográficos nunca habían sido particularmente progresistas y persistieron en aferrarse al viejo orden. Con el temor al comunismo todavía muy vivo y bajo el amparo de la Motion Picture Association of America, los directivos de los estudios se habían atrevido a asegurar que “No contrataremos intencionadamente a un comunista o un miembro de cualquier partido o grupo que defienda el derrocamiento del gobierno de los Estados Unidos”; y luego abrieron una lista negra a la que añadieron los nombres de

Por tanto, no solo fue importante este nuevo intercambio de ideas que se produjo en la televisión bajo la forma de ficción fantacientífica, sino el que surgiera en un momento tan complicado socialmente. A pesar de ello, pocos críticos contemporáneos creyeron que “La Dimensión Desconocida” fuera a superar nunca el estigma de ser considerado un “vacío escapismo” para ser reconocido como lo que realmente era: un drama social. Entonces y hoy, la ciencia ficción sigue siendo víctima del prejuicio de aquellos que piensan que sus historias no pueden transmitir nada importante ni estar pobladas por personajes profundos.
(Continuará en la siguiente entrada)
Como siempre un gran análisis lleno de información y opinión.Un escritor solo llega a lograr un nivel de perfección tal si es ayudado por las fuerzas que moran...en la dimensión desconocida...
ResponderEliminarJajaja...Gracias Anónimo. Y gracias también a esas fuerzas que mencionas, a las que, de paso, les pido más tiempo para dedicarle a este blog. Un saludo
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