En 1922, Jacob Clark Henneberger y J.M.Lansinger se asociaron para fundar una nueva empresa editorial: Rural Publicactions, Inc. Ubicada en Indianápolis, Indiana, enseguida lanzó una nueva e interesante revista de ficción titulada "Detective Tales", cuyo primer número, de gran formato (20x28 cm), llevaba fecha de 1 de octubre de 1922. El encargado de supervisar cada número, con cadencia quincenal, era un experimentado escritor y ex editor de prensa llamado Edwin Baird. El contenido del primer número incluía una novela y diez cuentos de autores como Vincent Starrett, Henry Leverage y Harold Ward.
Desgraciadamente, desde el principio las ventas distaron de
ser satisfactorias. El mundo pulp era un ecosistema superpoblado y muy
competitivo y “Detective Tales” resultaba indistinguible de tantas otras
revistas de historias de detectives que saturaban los quioscos. En el cuarto
número, su supervivencia ya estaba en entredicho. Henneberger decidió entonces tomar
medidas, añadiendo un segundo título para intentar aumentar los ingresos al
tiempo que repartir los costes fijos. Siempre había sido un gran admirador de
los escritos de Edgar Allan Poe y pensó que una revista centrada en lo
sobrenatural podría ser justo lo que le daría a la empresa un rasgo distintivo,
una palanca para triunfar.
Así que un par de meses después se presentó al mundo
"Weird Tales", con el subtítulo "The Unique Magazine".
Tanto "Detective Tales" como "Weird Tales" ofrecían ahora
192 páginas en formato 15x23, con portadas tricolor. Su precio de venta era de 25
centavos, significativamente más caro que el normal de 10 a 15 centavos por el
que se vendían la mayoría de las otras revistas. La nueva publicación también
sería editada por Edwin Baird.
La historia a la que se dedicaba la portada del primer número de “Weird Tales”, fechado en marzo de 1923, fue "Ooze", de Anthony M.Rud. Se trataba de una historia muy convencional con científico loco, personajes que desaparecían misteriosamente y una ameba gigante devoradora de hombres. El contenido incluía otras 25 historias, pero ninguna ilustración interior. Dos futuros editores de "Weird Tales" publicaron historias ya en este número inaugural: Farnsworth Wright con "The Closing Hand"; y Otis Adelbert Kline con un serial en dos partes titulado "The Thing of a Thousand Shapes”. Ambos serían colaboradores frecuentes de la revista bajo la dirección editorial de Baird y, de hecho, Kline llegó a publicar historias en cinco de los primeros seis números.
Al igual que su revista hermana, "Weird Tales"
tuvo un comienzo difícil. Las causas podrían unas portadas mediocres ejecutadas
con una calidad amateur, la ausencia de escritores de renombre, el precio de venta
o, más probablemente, una combinación de los tres factores. Tras sólo dos
números, "Weird Tales" cambió de formato a uno mayor de 21,5 x 28 cm
y redujo su extensión a 64 páginas, pero las cubiertas eran aún más aburridas
que las de los dos números anteriores. Aunque la revista tenía teóricamente una
cadencia mensual, hubo un par de meses que no llegó a los quioscos. El de julio
fue el primero, por lo que el siguiente llevó en portada la leyenda de “julio-agosto”.
Cabe destacar que Clark Ashton Smith publicó dos poemas en ese número, "The
Red Moon” y “The Garden of Evil”. La poesía se convertiría en uno de los
ingredientes habituales de la revista a partir del número de enero de 1924.
El número de octubre de 1923 fue un punto de inflexión.
Señaló la primera aparición de dos de los escritores posteriormente más
célebres de la revista. Seabury Quinn había estado presente en el mundo pulp
desde finales de 1917 y ya contaba con su propio público que devoraba
ávidamente sus ficciones, por lo que Baird aceptó con gusto lo que el autor le
envió. En ese número de octubre se incluyo su novela corta, “The Phantom
Farmhouse”, así como un ensayo sobre Barbazul, el villano de ficción que
gustaba de asesinar a sus esposas.
La otra gran adquisición de “Weird Tales” fue un joven de talento llamado H.P.Lovecraft, quien al principio había enviado por correo un paquete con cinco historias escritas a mano y a un solo espacio. Baird se lo devolvió con una nota en la que le indicaba que volviera a remitírselas con un formato apropiado. A Lovecraft no le gustó la respuesta pero accedió y escribió a máquina el cuento “Dagón” para enviarlo de nuevo a “Weird Tales”. Apareció aquel mismo mes. Tanto Quinn como Lovecraft se convirtieron en colaboradores habituales de la cabecera durante años.
Resultó que Harry Houdini, el gran mago y escapista, era un
gran lector de “Weird Tales” desde el inicio de la revista y envió un par de historias
que, por supuesto, Baird trató con absoluta consideración. “The Spirit Fakers
of Hermannstadt” se serializó en dos partes en los números de marzo y abril de
1924, siendo, además, portada del primero. El segundo cuento, “The Spirit
Lover”, recibió también portada, la del número de abril; como asimismo el
tercero, “Imprisioned with the Pharaohs”, en el número combinado de
mayo/junio/julio de 1924. Este último era un relato autobiográfico y, en
realidad, lo escribió para Houdini nada menos que H.P.Lovecraft. Por si fuera
poco, se inauguró una nueva sección, “Ask Houdini”, en la que el mago respondía
a las preguntas de los lectores relacionadas con lo sobrenatural.
El de abril de 1924 fue el último número que tuvo como
editor a Edwin Baird. En ese punto, la empresa se vio obligada a efectuar un
parón de un par de meses. Tras un año publicando dos revistas sin obtener
resultados positivos en cuanto a ventas, Rural Publications Inc se encontraba
al borde de la bancarrota, con una deuda acumulada de entre 40 y 50.000
dólares. ¿Cómo se había llegado a esa situación? Los escritores de prestigio
que Henneberger había esperado atraer a “Weird Tales” nunca mostraron interés
alguno en enviar sus escritos; como ya he dicho, las portadas eran sosas; y,
aún peor, la selección de material que realizó Baird era muy pobre. Por
ejemplo, nunca supo ver el potencial de las ficciones de Lovecraft y rechazó
las primeras que éste le envió. Si llegaron a ver la luz fue por orden expresa de
Henneberger. El problema de fondo es que a Baird no le interesaba la temática
fantástica que constituía la espina dorsal de “Weird Tales” y se limitaba a
jugar sobre seguro aceptando las típicas historias de fantasmas que tantas
otras revistas publicaban desde hacía muchos años. No era una estrategia muy
acertada para una revista que se subtitulaba “The Unique Magazine”.
Henneberger creía firmemente en las posibilidades de “Weird
Tales” y quería que sobreviviera a cualquier precio. Rápidamente, efectuó
algunos cambios importantes con los que esperaba resucitar a la revista. En
primer lugar, vendió su parte de los derechos sobre “Detective Tales” a su
socio, J.M.Lansinger. Henneberger también despidió a Baird de “Weird Tales” y
se lo cedió a Lansinger para que continuara editando “Detective”. Rural
Publications fue disuelta y ambas revistas continuaron bajo nuevas empresas
independientes. Lansinger fundó Real Detective Tales Inc, y “Detective Tales”
fue rebautizada como “Real Detective Tales” primero y luego “Real Detective
Tales and Mystery Stories”. “Weird Tales”, por su parte, conservó su nombre y
pasó a depender de Popular Fiction Publishing Company.
Tras la reorganización corporativa, se trataba a
continuación de conseguir que “Weird Tales” alcanzara su auténtico potencial.
Henneberger sabía quién era el candidato ideal para el puesto ahora vacante de
editor. Viajó a Brooklyn, Nueva York, para visitar a un recién casado
H.P.Lovecraft. El empresario estaba tan deseoso de fichar su talento que le
ofreció por adelantado diez semanas de salario y un control editorial absoluto.
Lovecraft y su nueva esposa estaban dubitativos. Se acaban de establecer en la
costa este y no deseaban más cambios. Al final, rechazaron la generosa oferta.
Es imposible no preguntarse cómo habría sido el “Weird Tales” dirigido por
Lovecraft.
Pero Hennegerber tenía una segunda opción, Farnsworth Wright, el antiguo ayudante de Baird cuya función había sido la de leer y filtrar todos los envíos de los escritores, seleccionando los que satisfacían el nivel de calidad exigido. Éste aceptó el trabajo, para el que contó con la ayuda en el campo financiero de William Sprenger.
Antes de que todos esos cambios cuajaran, se publicó un
número más bajo la dirección del anterior staff: el mencionado de
mayo/junio/julio de 1924, un “número aniversario” de 192 páginas todavía con el
formato de 22x28 cm pero con un precio de 50 céntimos acorde a su extensión.
Los contenidos fueron seleccionados por Henneberger con la ayuda de Otis
Adelbert Kline y Farnsworth Wright. Pero, con la excepción del artículo
editorial, probablemente escrito por Kline, poca labor real pudieron hacer dado
que todo el material ya había sido anteriormente comprado por Baird.
Encontramos, sin embargo, alguna narración a destacar, como la titulada “Tea
Leaves”, de Henry S.Whitehead, un autor novel y corresponsal de H.P. Lovecraft
que se iba a convertir en colaborador regular de “Weird Tales” y uno de los
escritores de Terror y Fantasía más populares de su época. Lo que lo hace una
figura fascinante es que, mientras escribía todas aquellas historias siniestras
y terroríficas, oficiaba de ministro de la Iglesia del Buen Pastor en Dunedin,
Florida.
La otra historia reseñable de ese número extra es “The
Loved Dead”, firmada por C.M.Eddy Jr. Este cuento generó cierta polémica –con
la consiguiente fama de la que se benefició la revista- debido a su mención de
pasada a la necrofilia. Aquello fue suficiente para indignar a la gente
bienpensante de varias ciudades, que exigieron que esa ofensiva publicación
fuera retirada de todos los expositores.
El primer número del “nuevo” “Weird Tales” llevó fecha de portada de noviembre de 1924 y supuso un regreso al formato original de 15 x 23 cm y 144 páginas, con un precio de 25 centavos. Las oficinas estaban emplazadas en el Edificio Baldwin, de Indianápolis, aunque a finales del año siguiente hubieron de mudarse al cercano Holliday Building dado que aquél iba a ser derruido. Y aun cuando el sueño de Henneberger de contar con Lovecraft ejerciendo de editor no pudo materializarse, lo cierto es que Wright hizo una labor excelente.
Nacido en Santa Bárbara, California, el 29 de julio de
1888, Wright había combatido en Infantería durante la Primera Guerra Mundial,
ejerciendo de intérprete de francés para las Fuerzas Expedicionarias
Americanas. Tras la contienda, volvió a los Estados Unidos y se trasladó a
Chicago como crítico musical del Chicago Herald and Examiner. Por entonces
empezó a manifestar los primeros síntomas de Parkinson. Su primera tarea en
“Weird Science” fue, como ya apunté, la de revisar todos los escritos enviados
a la revista y seleccionar los mejores. En ese periodo, él mismo publicó seis
historias antes de sustituir a su predecesor en el puesto de editor. Le
costaría un par de años, pero conseguiría convertir lo que había sido una
revista mediocre y moribunda en una de las más memorables del género
fantástico.
El número de noviembre de 1924 presentó nada menos que tres
nuevos escritores. Frank Belknap Long llegó a “Weird Tales” animado por su
viejo amigo H.P.Lovecraft. “The Desert Lich” fue su primera venta a la cabecera
y la segunda de su carrera. No tardaría en ser uno de los escritores más
prolíficos no sólo del género fantástico sino también de la Ciencia Ficción
gracias a sus narraciones para la “Astounding Science Fiction”, dirigida por
John W.Campbell Jr. También escribió misterios bajo el seudónimo de “Ellery
Queen”, comic-books, poemas e incluso trabajó como editor de revistas durante
los 50 y 60.
Greye La Spina también dejó su marca en aquel número con
“The Tortoise-Shell Cat”. Pronto se convertiría en una autora muy popular aun
cuando su producción se limitó a menos de dos docenas de cuentos y tres
novelas. “Thus Spake the Prophetess: A Tale of Tahiti” fue la primera
aportación de Estil Critchie a “Weird Tales”. Éste no era sino uno de los
primeros seudónimos de Arthur J.Burks, quien había servido en los marines
durante la Primera Guerra Mundial. Mientras estuvo destinado en el Caribe quedó
tan fascinado por las historias de ceremonias vudú que decidió empezar a
escribir sobre ello en 1920. Tanto disfrutaba con la literatura que abandonó el
ejército en 1928 para dedicarse a escribir a tiempo completo. Se convertiría en
uno de los autores más prolíficos de la era pulp, llegando a firmar más de
ochocientas historias y ganándose el apodo de “El Hombre de Un Millón de
Palabras al Año”. También tenía reputación de maestro de la improvisación:
alguien le sugería temas o tropos comunes y él, inmediatamente y sobre la
marcha, tejía a su alrededor una detallada trama.
La historia que ocupaba la portada del número de enero de
1925 fue una de Ciencia Ficción titulada “Invaders from Ouside”, por
J.Schlossel, que cayó inmediatamente en gracia tanto a los lectores como a
Farnsworth Wright. Joseph Schlossel tuvo una corta y no muy bien documentada
carrera literaria, si es que siquiera merece tal nombre, porque sólo publicó
seis historias en siete años. Con todo, fue muy popular y se le recuerda como
uno de los pioneros de la “space opera”. Aquel número también supuso el debut
de E.Hoffman Price, con el cuento “The Rajah´s Gift”. Price continuaría
colaborando con la revista con un par de docenas de historias.
El número de abril de 1925 incluía una de las historias más comentadas de aquellos años pioneros: la primera entrega de un serial de tres partes, “Invaders from the Dark”, de Greye La Spina, contaba una historia de hombres lobo que había sido rechazado por Edwin Baird, pero que Wright consideró interesante. Y así fue, a tenor de la respuesta entusiasta que recibió tanto por parte de los lectores en sus cartas como de los profesionales. En una misiva escrita por él mismo, Wright dijo de La Spina que era una de las diez firmas más populares de la revista.
Otro número importante fue el de julio de 1925, y ello
porque ofreció la primera historia de un joven aspirante a escritor llamado
Robert Ervin Howard. Aquella venta le supuso 16 dólares y fue el arranque de
una carrera literaria espectacular aunque tristemente breve: once años después,
el hombre que casi en solitario y con su personaje de Conan el Bárbaro creó el
subgénero de Espada y Brujería, se suicidó tras recibir la noticia de la muerte
de su madre. Hoy, casi cien años después, su nombre sigue siendo uno de los más
venerados por los aficionados al género de la aventura fantástica.
En agosto de 1925, apareció en “Weird Tales” la primera historia de un escritor ya bien asentado en el género de la ciencia ficción (aunque entonces aún no se había acuñado ese término): Murray Leinster. “The Oldest Story in the World” no era ni Ciencia Ficción, ni Fantasía ni Terror, sino una mezcla lo suficientemente extraña y única como para encajar perfectamente en la línea de la revista.
Otro número importante fue el de octubre de ese año gracias
a la presentación de un personaje, Jules de Grandin, creado por Seabury Quinn
en la historia “The Horror on the Links”. Se trataba de un médico francés e
investigador de lo oculto que solucionaba misterios sobrenaturales y explicaba
fenómenos enigmáticos. Le acompañaba en sus casos su fiel ayudante el doctor
Trowbridge. De Grandin acabaría siendo el personaje, protagonista de su propia
serie, más popular de “Weird Tales” en su época, por encima incluso del Conan
de Howard y los Mitos de Cthulu de Lovecraft. Entre este número y su última
aparición en el de septiembre de 1951, la revista publicaría nada menos que 93
historias protagonizadas por él.
Cuando Farnsworth Wright se hizo con las riendas de “Weird
Tales” a finales de 1924, una de las primeras medidas que tomó fue la de
encontrar un nuevo artista que se ocupara tanto de las portadas como de las
ilustraciones interiores. El elegido fue Andrew Brosnatch, quien, hay que
reconocer, no tenía demasiado talento y estaba muy lejos de legendarios
dibujantes que más adelante colaborarían para la cabecera, como Margaret
Brundage, Virgil Finlay o Hannes Bok. Pero durante los primeros quince meses de
la etapa editorial de Wright, fue el pilar gráfico sobre el que éste se apoyó.
Brosnatch nació el 24 de octubre de 1896 en Fayette County,
Pennsilvania. Estudió arte en Chicago y consiguió su primer trabajo de
importancia precisamente cuando “Weird Tales” se mudó a esa ciudad en 1924 y
Wright lo contrató. Empezando en el número de noviembre de ese año, realizó la
portada de los siguientes trece números hasta noviembre de 1925. De hecho, fue
el único artista de cinco de los 12 números publicados en 1925 (abril, julio,
septiembre, octubre y noviembre), realizando portadas e interiores. Por la
razón que fuere, el número de marzo de 1926 fue el último cuya portada firmó y
el de abril el último con sus ilustraciones para el interior. No mucho más se
sabe de él después de su etapa en la revista. Según algunos archivos personales
y documentos, siguió viviendo en la zona de Chicago al menos hasta 1930,
trabajando como artista comercial. De acuerdo con su cartilla de reclutamiento
de la Segunda Guerra Mundial, en 1942 vivía en Nueva York. Murió el 26 de
diciembre de 1965 en Los Angeles y su último trabajo publicado fue para la
antología “The Loved Dead and Other Tales”.
El número de mayo de 1926 incluyó otra primera historia de
otra futura leyenda: “Bats Belfry”, de August W.Derleth. En 1939 y en compañía
de su viejo amigo Donald Wandrei, fundaría la editorial Arkham House
Publishing, especializada en fantasía y terror y, en concreto, en la obra de
H.P.Lovecraft. Aunque hoy se le conoce por sus relatos sobrenaturales, Derleth transitó
por multitud de géneros, desde el misterio y la ficción histórica hasta la
ciencia ficción.
Julio de 1926 vio el primer cuento publicado de Clare Winger Harris, “The Runaway World”. En diciembre, la autora participó con una historia en el concurso organizado por Hugo Gernsback en la revista “Amazing Stories”. Quedó tercera con “The Fate of the Poseidonia”, cuento que fue publicado en el número de junio de 1927 de esa cabecera, lo que le valió ganar cierta popularidad entre los aficionados a la CF, convirtiéndose en una de las pioneras del género. Como fue el caso de su colega J. Schlossel, aunque su producción fue relativamente pequeña, consiguió conquistar la imaginación de los lectores. En total, publicó sólo once cuentos y una novela, todo ello entre 1923 y 1930. También está acreditada como la primera mujer que publicó con su propio nombre en una revista de CF.
Un mes después, agosto, Edmond Hamilton publicó en “Weird
Tales” su primera historia, “The Monster-God of Mamurth”. Este cuento, como el
de casi todos los demás colaboradores de aquel número, quedaron eclipsados por
el que se llevó la portada, “The Woman of the Wood”, del veterano Abraham
Merritt. Por entonces, Merritt y Edgar Rice Burroughs eran los escritores más
famosos del mundo pulp. En este caso concreto, la historia de Merritt había
sido enviada originalmente a “Argosy”, pero cuando esta cabecera la rechazó, el
autor la remitió a “Weird Tales”, donde Wright no dudó ni un segundo en darle
la máxima exposición. Hamilton volvería al final del año con un serial de tres
partes titulado “Across Space”, en el que los marcianos trataban de destruir la
vida en la Tierra desviando la órbita del planeta; y ocuparía la portada del
número de diciembre con “The Metal Giants”. Fueron historias como estas las que
cimentaron su reputación de escritor de Ciencia Ficción y, no mucho después,
pionero de la space opera.
En el número de octubre de 1926, F.Orlin Tremaine,
ocultándose tras el seudónimo de Orlin Frederick, publicó su primera historia,
“The Throwback”. Aunque sólo llegó a ver publicadas un puñado de sus
narraciones, su principal aportación literaria consistió en su trabajo de
editor en el campo de la Ciencia Ficción. Sería el segundo editor de
“Astounding Science Fiction”, de 1933 a 1937, siendo sucedido por John
W.Campbell. En 1940, fundó su propia editorial y lanzó “Comet Stories”, cuya
vida no superó los cinco números (diciembre 1940 – julio 1941).
Durante los primeros años de su etapa al frente de “Weird Tales” (noviembre 1924-marzo 1940), el editor Farnsworth Wright dio a conocer a autores como Edmond Hamilton, E.Hoffman Price, Frank Belknap Long, Robert E.Howard, H.Warner Munn o Arthur J.Burks entre muchos otros. El legendario dramaturgo Tennessee Williams, autor de clásicos como “La Gata sobre el Tejado de Zinc” o “Un Tranvía Llamado Deseo”, publicó su primer cuento en “Weird Tales” a la edad de 17 años. Se tituló “The Vengeance of Nitocris”, y compartió número con el debut del personaje Solomon Kane, de Robert Howard.
Muchos de esos autores se convirtieron en colaboradores
regulares de la revista y, de hecho, Robert E.Howard vendió a Wright casi todos
sus primeros trabajos. En las páginas de “Weird Tales”, Howard presentó a Bran
Mak Morn, el rey Kull y, naturalmente, su mejor y más popular creación, Conan
el Bárbaro. Aunque, técnicamente, depende de cómo se defina la primera
aparición de Conan. “El Fénix en la Espada” (“Weird Tales”, diciembre 1932),
fue la primera historia protagonizada por el personaje. Pero en un cuento
anterior de Howard, titulado “El Pueblo
de la Oscuridad” (“Strange Tales of Mystery and Terror”, junio 1932), el
protagonista, que había vivido varias vidas a lo largo de las eras, recordaba
haber sido un bárbaro de cabello oscuro llamado Conan.
A finales de 1926, Popular Fiction Publishing se trasladó íntegramente
a Chicago (aunque la sede de la empresa se había mudado en 1924, las oficinas
editoriales permanecieron en Indianápolis hasta este momento). Los negocios
habían ido muy bien gracias al admirable trabajo del equipo al frente de “Weird
Tales”, que había conseguido hacer bueno su lema: “The Unique Magazine”. La
parte del león de ese mérito, por supuesto, ha de atribuirse a Farnsworth
Wright, quien logró que la revista se ganara la reputación de hogar de autores
e historias únicos y, generalmente, de calidad.
En 1930, Wright lanzó otra revista, “Oriental Stories”, cuyo tema era obvio. Mucho de los colaboradores habituales de “Weird Tales” publicaron allí también. Fue para esta nueva cabecera que Wright contrató a quien fue quizá uno de sus mayores descubrimientos, Margaret Brundage, una artista que se encargaría de las portadas. Fue la primera y única mujer artista del mundo pulp y su estilo erótico y elegante atrajo la atención de muchos lectores y profesionales. No pasó mucho tiempo antes de que diera el salto a “Weird Tales”.
Pero, para entonces, los efectos del Parkinson en la salud de Wright habían avanzado tanto que ni siquiera era ya capaz de hacer una firma legible. Luchó valientemente contra esa dolencia durante otros diez años hasta que, en mayo de 1940 e incapaz de realizar físicamente sus tareas, no tuvo más salida que abandonar su puesto de editor. Un mes después, el 12 de junio de 1940, Farnsworth Wright murió a la edad de 51 años, dejando atrás un legado que perdura hasta el día de hoy.
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