lunes, 1 de enero de 2024

2019 – STAR WARS: EL ASCENSO DE SKYWALKER – J.J.Abrams (y 2)

 

(Viene de la entrada anterior)

 

El propio J.J.Abrams hizo declaraciones resaltando su oposición a la dirección que había tomado Rian Johnson en la película anterior y que parte de su trabajo había consistido en “corregir” líneas narrativas con las que no estaba de acuerdo (una postura que, a su vez, fue contestada por Johnson, recordando que un director no tiene que hacer caso a los fans sino seguir su propia visión). Algunos ejemplos de esto: Abrams se asegura de contarle a la audiencia –demasiado tarde a estas alturas- la historia del Líder Supremo Snoke; vuelve a vestir a Kylo Ren de Darth Vader; y arranca la pelicula con una larga secuencia de entrenamiento con la que deja claro que Rey no es alguien superdotado a quien los villanos jamás podrán derrotar.

 

Y, relacionado con esto y como no podía ser de otra forma, “El Ascenso de Skywalker” también adolece de los típicos agujeros de guion de Abrams, con cosas que suceden por absoluta casualidad y acontecimientos que tienen lugar justo en el momento providencial sin más razón que el deux ex machina. Por ejemplo, cuando Rey y Finn, que han llegado a un inmenso desierto del planeta Pasaana, tienen la fortuna de caer en unas arenas movedizas que los succiona justo hacia una cueva donde encuentran el objeto que están buscando. Por no hablar de todo lo que tiene que ver con la completamente inesperada y gratuita reaparición de Palpatine, desde la “explicación” en una sola línea apelando a ciertas habilidades de los practicantes del lado oscuro de la Fuerza – y, de paso, pulverizando por completo el sentido del sacrificio de Anakin/Vader al término de “El Retorno del Jedi”- hasta su parentesco con Rey (¿alguien puede imaginarse a ese siniestro Sith teniendo relaciones sexuales con alguna mujer?). Parentesco, por cierto, del que no sólo no se había dado ni una sola pista en las dos películas anteriores, sino que, al contrario, se había recalcado que sus padres eran gente sin relevancia en la política galáctica. En fin, chapuzas producto tanto de la improvisación como del deseo de anular el trabajo del anterior director imponiendo su propio criterio aunque ello suponga caer en graves incoherencias.

 

Abrams y Terrio se esfuerzan por marginar la importancia de las mujeres en la saga, punto este que, como he dicho, fue de especial importancia en “Los Últimos Jedi”. Rose Tico interviene en la trama, sí, pero sobre todo para que otros personajes puedan alabarla –en dos ocasiones- por haber hecho más de lo que su deber le exigía. Durante una reunión de los mandos rebeldes, alguien sugiere que su única opción contra la Primera Orden es intentar "la maniobra de Holdo" (haciendo referencia a la heroica acción de la vicealmirante del mismo apellido en “Los Últimos Jedi”). Poe lo rechaza inmediatamente y afirma: "Eso fue uno entre un millón". En cambio, la Resistencia opta por el plan de Poe, que es tanto o más incierto que el de su antigua superiora.

 

Este arrinconamiento de las mujeres en la trama se yuxtapone con una fijación por reafirmar la virilidad de los personajes masculinos, como si al estudio le preocupara que algunos fans de ese género se sintieran incómodos con la idea de mujeres decididas y resolutivas presentada en “Los Últimos Jedi”. Esto se materializa como el empeño en asegurarnos que los personajes masculinos principales son perfectamente capaces de tener relaciones sexuales, pero siempre con mujeres y preferiblemente de la misma raza.

 

Este aspecto es especialmente obvio en los dos protagonistas masculinos. Los aficionados percibieron desde el principio la afinidad entre Finn y Poe por la indudable química entre John Boyega y Oscar Isaac. Sin embargo, “El Ascenso de Skywalker” se preocupa muy mucho de asegurar al espectador que Finn es heterosexual, reafirmando (pero no desarrollando) su atracción hacia Rey e introduciendo a Jannah como su compañera más cercana en los momentos de acción. La película también presenta a Zorii Bliss (Keri Russell), una antigua socia de Poe que viste un ajustado mono y que flirtea descaradamente con él. 

 

Pero no es solo la generación más joven la que demuestra su heterosexual virilidad. Los momentos finales sugieren que Lando es todavía muy capaz de seducir a una mujer cuarenta años más joven que él. Es más, toda la trama de la película descansa en la revelación sorpresa de que el Emperador Palpatine tuvo, como dije, relaciones sexuales. De hecho, una de las secuencias más absurdamente ridículas del clímax de la película es aquella en la que el anciano sith rie orgásmicamente mientras dispara rayos de fuerza desde su entrepierna.

 

Para ser justos, hay que reconocer que “El Ascenso de Skywalker” no llega a profundizar o siquiera afirmar la existencia de vida sexual para Luke. Sin embargo, sí hace todo lo posible para que el personaje regrese de una manera pensada para compensar a los más iracundos fans que se encolerizaron por su papel en “Los Últimos Jedi” y que, al fin y al cabo, consistía en su reconocimiento del fracaso. Hay algo muy calculado, incluso teniendo en cuenta ese contexto, en el hecho de que Luke se le aparezca literalmente a Rey y le diga: "Me equivoqué", haciendo ahora referencia a su actitud en la película inmediatamente anterior.

 

Es más, aun cuando Luke finalizó su arco en “El Último Jedi” y no había razón alguna para que reapareciera en “El Ascenso de Skywalker”, Abrams y Terrio insisten en traerlo de vuelta para que quede claro lo maravilloso y sabio que es el personaje. Dejan caer que durante un tiempo estuvo embarcado con Lando Calrissian en una búsqueda para encontrar las causas del oscurecimiento de la Fuerza (una asociación de personajes más bien extraña) y ahora, convertido en una manifestación espiritual, es capaz de atrapar un sable de luz o hacer levitar un Ala-X, hazañas que no se habían visto realizar ni siquiera a Yoda.  

 

El tratamiento de los personajes tampoco es satisfactorio. Rey y Kylo Ren se definen únicamente por su relación con otros personajes. Después de que “Los Últimos Jedi” rechazara la importancia de la herencia o el linaje familiar, “El Ascenso de Skywalker” no sólo vuelve sobre ello sino que lo duplica: si Kylo Ren era el nieto de Vader, ahora descubrimos que Rey es la nieta de Palpatine. Los personajes son apresados y rescatados en un cuarto de hora; Rey sí tiene su propio arco, pero incoherente con lo narrado en las dos entregas precedentes; Poe y Finn se pasean por la película como meros peones con los que sacar adelante las escenas de acción. Kylo Ren sí mejora sustancialmente respecto a las películas anteriores, pero su desarrollo tampoco llega a cuajar adecuadamente dado que ha ido dando bandazos de un extremo al contrario para al final optar por el camino de menor resistencia.

 

Abrams decide ignorar por completo cualquier idea mínimamente interesante que contuviera “Los Últimos Jedi” y que ofreciera nuevos caminos a explorar para sus sucesores. Al contrario, no se le ocurre nada mejor que repetir el clímax de “El Retorno del Jedi”, mezclándolo con unas gotas del de “El Imperio Contraataca” (con el personaje central recibiendo una información devastadora sobre su identidad mientras cuelga a gran altura y luego es rescatado por el Halcón Milenario).

 

“El Ascenso de Skywalker” no solo está reaccionando para complacer a los fans que odiaban “Los Últimos Jedi”, sino que se moldea conscientemente como respuesta preventiva a la posible ira que pueda despertar en esos mismos foros. Por ejemplo, en una de las secuencias de acción de la primera parte, uno de los personajes clásicos muere… sólo para revelar inmediatamente que no ha sido más que una falsa alarma, como si se hubiera temido la reacción que tal deceso hubiera levantado en internet. Otro de los personajes veteranos sufre una amnesia artificialmente impuesta por la trama, pero también eso se arregla rápidamente….

 

Esta actitud cautelosa se traslada también al subtexto político de la película. “El Despertar de la Fuerza” y “Los Últimos Jedi”, aunque con menos acierto de lo deseable, abordaron el ascenso del neofascismo en la cultura contemporánea. Por el contrario, “El Ascenso de Skywalker” parece llegar a la conclusión de que oponerse al fascismo no es una decisión comercial inteligente, por lo que muy rápida y torpemente elimina esos rasgos de personajes como Kylo Ren y el General Hux. Este último, por ejemplo, había sido un trasunto del joven neonazi moderno, un tipo escuálido, pálido y perpetuamente enojado, pero aquí se ve sustituido por el leal y castrense general Pryde, un militar de carrera que se distancia de la imagen de fascista y, por tanto, dificulta interpretarlo como una alegoría ideológica.

 

En lugar de reinicidir en el mensaje, por otra parte bastante blanco e inofensivo y que permea “El Despertar de la Fuerza” y “Los Últimos Jedi”, de que el fascismo y la misoginia no son deseables, la moraleja de “El Ascenso de Skywalker” se aproxima más a un centrismo genérico de talla única. Los villanos de esta entrega no son claramente fascistas, sólo están enojados todo el tiempo. De hecho, la “tesis” central de la película es una cobarde equidistancia: todo el mundo debería aprender a exaltarse y enfadarse menos sin importar la postura ideológica que defienda. Quienes quieran imponer un orden fascista en el universo tienen que hacerlo sin exhibir tanta ira; y quienes quieran detenerlos, también deberían contener sus impulsos más primarios. Lo cual, claro, es una tontería digna de un infante de seis años.

 

“El Ascenso de Skywalker” está tan ocupada sobrerreaccionando a la absurda respuesta de algunos fans a “Los Últimos Jedi” que apenas tiene tiempo para construir su propia visión de lo que se supone debe tratar. El resultado, como ya apunté, es un encadenamiento de eventos a cada cual más espectacular y frenético que cubre tanto terreno y tan rápido que nunca encuentra el momento no ya para el compromiso emocional sino para algo tan simple como explicar adecuadamente elementos clave de la trama. El clímax de la película es esencialmente una sucesión crecientemente ridícula de deus ex machina, en la que tanto héroes como villanos sacan continuamente y de la nada ases ganadores: los villanos revelan que tienen un plan, los héroes contraatacan, pero resulta que los villanos tienen otro plan secreto más, que los héroes superan gracias a unos refuerzos secretos… En fin, que Abrams se esfuerza tanto por dejar claro lo que no es que le cuesta articular lo que sí quiere ser.

 

Otro problema, y no menor dado que afecta a una parte importante del metraje, es que las secuencias de acción de Abrams empiezan también a parecer reciclajes. Quizá ello sea debido a que las ocho películas anteriores de Star Wars y sus dos spinoffs han exprimido tantas posibilidades narrativas y visuales que quedan ya pocas opciones para poner en pantalla algo verdaderamente novedoso y sorprendente. Ya cuando Lucas estrenó las precuelas en el cambio de siglo, el estudio parecía estar quedándose sin ideas originales, algo que se visualiza claramente en el continuo esfuerzo por dar con coreografías cada vez más espectaculares e inverosímiles en los combates con sables de luz.

 

La escena de persecución en motos voladoras del desierto de Pasaana incorpora la novedad de los soldados de asalto con mochilas cohete pero el resultado final parece una combinación de la escena de los speeder en la luna de Endor de “El Retorno del Jedi” y la carrera de vainas en “La Amenaza Fantasma”. El rescate de Chewie en el Destructor Estelar de la Nueva Orden es un reciclaje del de Leia en la Estrella de la Muerte en “Star Wars” (1977) hasta el punto de copiar la idea de que el jedi del grupo (en este caso Rey en vez de Obi-Wan) se separe de aquél para terminar luchando con el villano principal.

 

Esto es aún más flagrante, ya lo he dicho, en el climax. Ciertamente, los planos de una miriada de Destructores Estelares flotando en el cielo de un planeta mientras las naves rebeldes se deslizan entre ellos disparando y esquivando el fuego enemigo, ofrece algunos de los mejores efectos visuales de la tercera trilogía (además, incluye una secuencia nueva –no necesariamente brillante- en la que los rebeldes corren a caballo por la cubierta de un Destructor). El problema, es que todo el planteamiento de ese desenlace es una copia casi exacta del final de “El Retorno del Jedi”, en el que un grupo trataba de anular el campo de fuerza de la luna de Endor mientras la flota rebelde se debatía desesperadamente contra las naves imperiales y el jedi se enfrentaba al Emperador Sith. Pues bien, aquí tenemos exactamente lo mismo, sustituyendo a Luke por Rey y Darth Vader por Kylo Ren: Palpatine tienta a Rey con el poder y la herencia del Imperio; Kylo se decide en el último momento por el lado luminoso de la Fuerza; y Palpatine cae derrotado tras un duelo de rayos de energía con Rey. La única diferencia es que es Kylo y no Palpatine quien cae al vacío por un foso convenientemente abierto justo al lado de donde transcurre la acción.

 

Cuando se estrenó “El Ascenso de Skywalker”, el resultado en taquilla fue incuestionablemente bueno (recaudó 1.077 millones sobre un presupuesto de 275), aunque considerablemente inferior al de las películas precedentes (de hecho, recaudó menos que “Rogue One” en su recorrido comercial en Estados Unidos). Si a ello se suma el pobre desempeño económico de “Han Solo” el año anterior, las señales parecían claras: el público había alcanzado un punto de saturación en lo que se refiere a las películas de “Star Wars”, aunque, a tenor de la popularidad de “El Mandaloriano”, estrenada aquel mismo año en la plataforma Disney+, se diría que lo que los espectadores rechazaban eran las repetitivas épicas en pantalla grande y no tanto el atractivo del universo en el que éstas transcurrían.

 

Al final, es difícil hacer una valoración definitiva de una película como “El Ascenso de Skywalker” dadas las emociones y expectativas que suelen suscitar estas megaproducciones en los seguidores del género fantacientífico. Como he dicho, es una película rápida y visualmente apabullante diseñada para satisfacer al espectador poco exigente, que probablemente terminará el visionado con la sensación de haber pasado un par de horas entretenidas (siempre y cuando, claro, haya visto las dos anteriores y las tenga frescas en la memoria). Los seguidores más veteranos sin duda se sentirán divididos al respecto, dependiendo de su edad y de lo que esperaban encontrar aquí. Algunos, capaces de obviar el desfile de disparates, se conformarán con la diversión que aporta en forma de acción, efectos especiales y guiños a los fans; otros se sentirán indignados por la torpeza del guion, su falta de originalidad y las incoherencias en las incurre.

 

Personalmente y para quien le pueda interesar, “El Ascenso de Skywalker” me dejó indiferente. Me pareció una película reiterativa, poco valiente y con la que un gran estudio trataba de apaciguar a los fans más ruidosos para evitar polémicas en las redes sociales. Ni siquiera el alud de batallas, combates, duelos, disparos, persecuciones y explosiones me parecieron particularmente entretenidas dado que en todo momento tenía la sensación de haber visto lo mismo en otras películas anteriores (quizá con una factura visual un poco más primitiva dadas las limitaciones técnicas de la época). O quizá es que estas películas ya no están dirigidas a un espectador de mi edad y experiencia por mucho que yo asistiera al estreno de la primera película en cines y el guionista se moleste en insertar guiños al pasado de la franquicia con los que supuestamente debería sentirme cómplice.

 


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