Aunque la CF echa sus primeras raíces en el continente y cultura europeos, a comienzos del siglo XX la poderosa maquinaria comercial norteamericana empezó a expandir el género entre las clases populares ávidas de un entretenimiento sencillo pero rico en ideas. Primero fueron los pulps, luego los comics y, por último, el cine y la televisión. En todos esos formatos (excepto quizá en el pulp, del que ya existían precedentes europeos), los estadounidenses fueron pioneros y supieron como nadie vender su producto y adaptarlo al gusto general. Al fin y al cabo, siempre hubo más público para una película, una serie o un comic publicado en cientos de periódicos que para una novela.
Ese dinamismo empresarial se conjugó con otros dos factores. Por una parte, el ascenso del inglés al estatus de lingua franca internacional, lo que, de salida, le garantizaba a cualquier obra literaria o audiovisual en ese idioma más lectores o espectadores potenciales que una rusa, polaca, alemana o, ya puestos, española. Y, por otra, el liderato de Estados Unidos en el campo de la tecnología y la ingeniería, le granjeó -y lo sigue haciendo- la atención y admiración de muchos lectores, que veían en sus rascacielos, creciente automatización e invenciones de todo tipo el camino hacia un futuro mejor. ¿Qué mejor lugar para producir CF que aquél en el que se estaba fraguando el mañana?
Pero este predominio estadounidense en el género tuvo otras consecuencias menos deseables. Los tropos, escenarios y estética de la Ciencia Ficción norteamericana fueron, década tras década, calando en el inconsciente colectivo y la cultura popular de todo el mundo occidental, un proceso que ha continuado hasta hoy. Pero eran tropos, escenarios y estéticas producto de un marco sociocultural muy concreto, de una manera específica de interpretar el presente y soñar con el futuro. Una aproximación a la literatura especulativa, en fin, que sedujo a lectores y autores de otras nacionalidades pero que, por el camino, marginó o ahogó otras visiones, temores y esperanzas respecto al mañana más acordes a otras especificidades culturales e históricas.
La antología de relatos publicada bajo el título “El Tercer Mundo después del Sol” pretende llamar la atención sobre esa poco deseable anomalía de monopolio cultural, recordándonos que la CF es mucho más extensa de lo que hemos llegado a pensar y que dispone de espacio más que suficiente para incorporar lugares, pensamientos y conceptos específicos de otras culturas del mundo, en este caso de Latinoamérica.
Resulta llamativo que los hispanohablantes nos sintamos mucho más próximos a la CF incubada en Estados Unidos que a la gestada en países a los que nos une no solamente la lengua sino una cierta actitud y carácter. El conjunto de autores que colaboran en esta colección de cuentos nos proponen escenarios e idiosincrasias quizá chocantes en relación a lo que habitualmente nos suele llegar del mundo anglosajón, pero, precisamente por eso, fascinantes a su propia manera. Al fin y al cabo, si la CF siempre se ha enorgullecido de ser una literatura de ideas y sus lectores nos ufanamos de tener una mente receptiva a las mismas, este volumen debería ser especialmente atractivo para nosotros.
“La Conquista Mágica de América”, del chileno Jorge Baradit, es una reimaginación en clave fantástico-mágica de la llegada de los españoles al continente, fantaseando con un cónclave de brujos oscuros tirando de los hilos desde siglos atrás para dirigir las hordas de hombres sedientos de oro que ocultaban involuntariamente el verdadero propósito de esa perversa organización: acabar con la multiplicidad de creencias, folklores y mundos mágicos de esas tierras.
En “Éxodo X”, el colombiano Luis Carlos Barragán imagina una pandemia de metamorfosis imposibles: hombres que se convierten en animales (por ejemplo, ballenas), animales que lo hacen en hombres, varones en mujeres y viceversa… y ciudadanos de países ricos en otros de naciones que no lo son tanto. No solamente adquieren nuevos rasgos físicos sino que, poco a poco, sus mentes son invadidas y conquistadas por recuerdos, sensaciones, gustos e incluso idiomas hasta hace poco ajenos. Patrick, un joven blanco, anglosajón y protestante de San Antonio, Tejas, se transforma en Denis, un muchacho colombiano de extracción humilde y no tiene más salida que abandonar su antigua familia y viajar hasta Sudamérica para asumir el mismo rol en una nueva.
“El Gran Experimento”, del mejicano Alberto Chimal, desarrolla en cien austeros y devastadores puntos una crónica anunciada del apocalipsis autoinducido por la desconfianza, los prejuicios, la ceguera voluntaria, la apatía, la codicia y la mentira.”La Sincronía del Tacto”, de la también mejicana Gabriela Damián Miravete, describe con lirismo psicodélico el fenómeno del entrelazamiento cuántico en términos de los efectos que sobre la mente tiene un hongo psicotrópico recién descubierto. “Amor: Una Arqueología”, del brasileño Fábio Fernandes, es una sorprendente narración fragmentada (elección que tiene todo el sentido cuando se descubre el quid de la historia) en la que dos hermanas investigan la figura y pasado de su padre ausente, del que tienen recuerdos muy distintos, utilizando un ingenio portátil recientemente comercializado capaz de trazar todas las posibles líneas temporales alternativas.
La cubana Maielis González nos propone en “Slow Motion” la rebelión de una IA personal que, harta de atender los caprichos virtuales de un adolescente, contacta con un grupo conspirador de IAs que pretende acceder a los conocimientos que los humanos, en un intento de controlar su poder, les han vetado, entre ellos todo lo relacionado con el género de la CF, abundante en ideas peligrosas sobre lo que las máquinas podrían hacer y, en concreto, una obra: “Matrix”. Desde Argentina, Teresa P. Mira de Echeverría nos cuenta en “Les Pi´Yemnautas” la historia de dos hermanos indígenas que se convierten en astronautas destinados a explorar el centro de la galaxia en un viaje que les separará al tiempo que les mostrará quiénes son en su yo más íntimo.
También argentina es Laura Ponce que en “A Través del Avatar” nos propone una historia en clave ciberpunk sobre los peligros de la adicción a los mundos inmersivos de los videojuegos. “Other Voices”, de la boliviana Giovanna Rivero, son las meditaciones en primera persona del fantasma de una joven fallecida en el ataque al World Trade Center del 11-S, que pervive en otro plano de la existencia atormentada por una carta nunca leída remitida por su novio, relacionado con un antiguo hikikomori devenido líder de una extraña secta.
En “Constelación Nostalgia”, el peruano Juan Manuel Robles aplica con un estilo casi didáctico sus amplios conocimientos de neurociencia para contar una historia de la que poco se puede desvelar so pena de arruinar los giros sorpresa, pero que mezcla nanotecnología, traumas, crímenes de guerra, memoria, manipulación mental y la clásica advertencia de que incluso la ciencia desarrollada con las mejores intenciones puede ser utilizada de forma desaprensiva por los gobiernos en defensa de sus intereses. “Un Hombre en Mi Cama”, es el título del cuento firmado por la ecuatoriana Solange Rodríguez Pappe; y también el nombre de una página web a la que es adicta su protagonista, Noa. Ésta vive en un futuro al borde del colapso climático en el que resulta peligroso permanecer en el exterior, lo que ha creado una sociedad disfuncional en la que gente como Noa sólo se relaciona con otros seres humanos de forma virtual, como la mencionada web, que no ofrece, como su nombre podría llevar a pensar, contenido sexual sino que videollamadas múltiples en las que los participantes duermen simultáneamente creando una ilusión de intimidad.
En “Fractura”, un cuento que mezcla el realismo mágico y la ucronía, un escritor uruguayo –como su autor, Ramiro Sanchiz-, atormentado por un aparentemente insignificante recuerdo de su infancia, viaja a una fascinante ciudad de Lima todavía cubierta por un inmenso domo traslúcido construido por unos antiguos incas casi mágicos y por cuyas calles aún circulan los últimos restos tecnológicos de aquel pueblo ya desaparecido, los incarrodados, tirados por bestias mutantes.
La venezolana Susana Sussmann lantea en “Dos Transmigraciones” una dupla de cuentos muy breves sutilmente relacionados: el desmoronamiento mental y social de un desgraciado que cae víctima de un parásito alienígena que se alimenta de sus sueños; y un email enviado a sus padres por una estudiante en una colonia extrasolar en el que describe el rito funerario de una muchacha asesinada basado en la satisfacción póstuma de sus sueños para liberar su espíritu. “Khatakali”, de la cubana Elaine Vilar Madruga, es quizá la historia más triste de la antología: los anhelos por ser “normal” de una niña deforme en un mundo postapocalíptico, arriesgando su cordura a cambio de la ilusión de un amor imposible. Un relato conmovedor y pesimista sobre la discriminación y el coste de perseguir una imaginaria perfección.
Cada autor, una vez finalizado su cuento, da su propia visión de la CF sudamericana, con observaciones tan interesantes como la de Jorge Baradit: “Latinoamérica no produce su propia tecnología punta, vive entre computadores dados de baja, aviones a hélice, oficinas con marañas de cables que no van a ningún lado y celulares descontinuados, todo conviviendo con ordenadores ultrasofisticados y chamanes que venden exorcismos vía internet. Latinoamérica es temporalmente circular (…) Nada se ha ido, todo sigue acá, revolcándose como serpientes en celo, dando forma a un futuropasado permanente, un agujero luminoso y alucinado del que no puede salir(…). El volumen se cierra con un glosario de términos utilizados en los cuentos que nos demuestran no sólo la gran diversidad y flexibilidad de la lengua que compartimos todos los que la hablamos independientemente de dónde residamos, sino las diferencias culturales que enriquecen a toda la comunidad hispanohablante.
Ignoro si puede hablarse en propiedad de CF latinoamericana en tanto en cuanto literatura dotada de características propias y diferenciadoras respecto a la producida en otros continentes y obrada por un amplio grupo de autores que conscientemente traten de maridar los temas y lugares comunes del género con las especificidades de sus respectivas culturas. De hecho, algunos de los propios escritores que aquí colaboran, en esos textos que complementan su aportación, no parecen estar completamente seguros de que exista tal cosa. Pero incluso aunque así fuera el caso, esta antología demuestra sin lugar a dudas que no sólo es posible una fusión semejante sino que es incluso necesaria para el enriquecimiento y expansión del género más allá de sus referentes e imaginería tradicionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario