“Los Conquistadores de Atlantis” fue la cuarta y última de las películas de Mundos Perdidos dirigidas por Kevin Connor y producidas por John Dark. Ambos empezaron la serie con “La Tierra Olvidada por el Tiempo” (1974) y la continuaron con “En el Corazón de la Tierra” (1976) y “Viaje al Mundo Perdido” (1977).
Mientras que las anteriores colaboraciones habían sido coproducciones
entre Reino Unido y los Estados Unidos y se basaban en alguna novela o saga de
Edgar Rice Burroughs, la financiación de la cinta que ahora nos ocupa (tras el
cierre del estudio que había participado en las anteriores, Amicus) fue
exclusivamente británica y no estaba basada en ninguna obra del escritor pulp
americano, aunque bien podría haber sido así porque sigue muy de cerca la
fórmula predilecta del escritor: unos científicos ingleses de la época
victoriana que acometen un viaje a bordo de un vehículo de tecnología avanzada
llegando a una tierra ignota bullente de monstruos y tribus de las que nadie
tenía noticia. Las películas de esta tetralogía también tienen en común al
imperturbable actor protagonista, Doug McClure, y unas criaturas poco
convincentes animadas con cables.
En 1896, el anciano profesor Aitken (Donald Bisset) y su hijo Charles
(Peter Gilmore) fletan el navío Texas Rose para una misión científica que
consistirá en la prueba de una campana de inmersión diseñada por el ingeniero
Greg Collinson (Doug McClure). Mientras se hallan sumergidos, son atrapados por
un pulpo gigante y arrastrados hacia el fondo, llegando a una de las siete
ciudades supervivientes de la Atlántida. Allí son hechos prisioneros por unos
soldados atlantes y destinados al trabajo esclavo. Llevan siglos secuestrando
humanos y alterando sus organismos insertándoles agallas, por lo que sus
víctimas ya nunca podrán regresar al mundo de la superficie.
Pero los tiranos atlantes eximen a Charles de ese funesto destino
gracias a sus conocimientos científicos y mente brillante que quieren
aprovechar para sus maquiavélicos planes. Intentando reclutarle para su causa,
le muestran las maravillas de su superciencia y descubre que en, en realidad,
los atlantes provienen de Marte y que llevan mucho tiempo utilizando sus
capacidades mentales sobrehumanas para influir sobre el curso de la historia de
los hombres y estimular sus inclinaciones más violentas. Mientras tanto, Greg
atiza las llamas de la rebelión entre los esclavos.
Las adaptaciones previas de obras de Burroughs acometidas por Dark y
Connor habían tenido una calidad algo desigual y en “Los Conquistadores de
Atlantis”, consiguieron apenas trascender la trivialidad de la misma fórmula
gracias al empeño del guionista, Brian Hayles (firmante de varios episodios de
“Doctor Who”), por mantener a los personajes en continuo peligro, lo que ayuda
a mantener la atención del espectador. Así, se suceden, como en un frenético
espectáculo fantacientífico luchas contra monstruos gigantes, el descubrimiento
de la Atlántida (y no sólo una ciudad sino nada menos que siete), marcianos,
supermentes que manipulan el curso de la Historia humana, una campana de buceo fabricada
en elegantes y bruñidos bronces de época, soldados con el rostro oculto por
siniestros cascos, bellas esclavas, revueltas, amotinamientos e incluso la
explicación al famoso misterio del Mary Celeste.
Los mejores pasajes de la película son aquellos que transcurren
durante el viaje por las ciudades perdidas, en los que se ofrecen panoramas de
urbes de inspiración griega y perfección utópica; atlantes que levitan mientras
meditan y un casco de cristal brillante capaz de mostrarle a Charles Aitken el
negro futuro que aguarda a la Humanidad (y que se representa insertando metraje
real rodado durante las dos guerras mundiales).
El problema es que todo esto no está encajado en algo que pueda
llamarse argumento. Casi tan pronto como llegan a Atlantis, los protagonistas
ya están tratando de escapar y sólo hay una mínima y muy efímera duda por parte
de uno de los personajes respecto a si debe o no marcharse. Todo parece
apresurado y narrado con un ritmo muy irregular, probablemente debido a
restricciones presupuestarias. A veces, los personajes invierten diez minutos
en hacer algo que bien podría haberse contado en dos; y otras, resuelven en
segundos escenas que ameritan más metraje. Esa precipitación impide transmitir
adecuadamente el sentido de lo maravilloso que es un ingrediente clave de
cualquier película fantacientífica que se precie.
Pero el principal obstáculo que impide a “Los Conquistadores de
Atlantis” ascender de categoría y convertirse en un pequeño clásico de la CF a
mitad de camino entre la escuela verniana y las fantasías de Burroughs son sus
flojos efectos especiales, desde los monstruos nada convincentes hasta sus
toscas pinturas mate representando las cavernas y ciudades. Como he dicho, el
diseño general del mundo perdido es interesante, así como ese efecto
fotográfico que parece bañarlo todo en una luz dorada que transmite sensación
de majestad. Pero cuando se entra en la ciudad propiamente dicha, la pequeñez
de los decorados, que parecen reciclados de alguna película bíblica de medio pelo,
neutralizan la ilusión de escala. A ello hay que añadir ese tufillo setentero
que desprende tanto la secuencia de viaje mental como un vestuario con claras
influencias de la música disco y el glam rock.
Por otra parte, la trama no consigue alcanzar un clímax satisfactorio.
La traidora tripulación del navío recibe su merecido castigo, pero uno habría
esperado algo más espectacular, como que la Atlántida explotara o volviera a
ser anegada. Es un final que no parece tal: los atlantes marcianos siguen en el
poder y manipulando los acontecimientos históricos, y el romance que se
apuntaba entre héroe y heroína se frustra cuando ella elige quedarse atrás y
seguir siendo una esclava. Quizá Dark, Connor y Hayles tuvieran en mente una
secuela.
Aunque es menos conocida que las colaboraciones anteriores de Connor,
Dark y Mcclure, “Los Conquistadores de Atlantis” es quizás la película más
divertidamente absurda de todo el ciclo. A priori, podría pensarse que ofrecía
los mejores ingredientes para un film de aventuras: monstruos, mundos perdidos,
peligros, batallas, huidas… Pero este es uno de esos casos en los que el
resultado no es mejor que la suma de sus factores. Sus efectos especiales
hilarantemente mal ejecutados, su historia inverosímil y algunas de las ideas
más extravagantes de toda la saga (y ya es decir hacen de esta película puro
material kitsch sólo adecuado para un domingo ocioso y quizá algo melancólico.
Ni que decir tiene que revisada hoy desde una perspectiva objetiva y
racional, “Los Conquistadores de Atlantis” es una película horrible. Pero eso
no importó tanto cuando se estrenó porque ningún niño de la época acudió jamás
a ver este tipo de cine esperando una experiencia edificante o un desafío
conceptual. Ofrecía aventura, maravilla, monstruos, héroes valientes y señoras
estupendas; y aunque todo fuera absurdo y luciera falso, los más jóvenes
espectadores de los años 70, aún sin curtir por el rápido avance de los efectos
especiales que acechaba a la vuelta de la esquina, salían de la sala con la
sensación de haber pasado un buen rato y alimentado su sed de fantasía.
Por eso es un producto difícil de recomendar hoy en día a un espectador adulto que no sintiera aquella emoción siendo niño. La única forma de revisitarla en la actualidad es a través del afecto propio de la nostalgia, abandonando cualquier espíritu crítico y dejándose llevar por su encanto de serie B con más pretensiones que medios.
Lo felicito por la crítica. Es muy cierto, los que disfrutamos estas películas lo hacemos por nostalgia, en mi caso mi niñez. Saludos.
ResponderEliminarOtro caso similar es el mío. Como adulto veo todos los defectos de guión, actuación y producción, pero entonces mi niño interior se abre paso, acalla cualquier critica y se deja llevar por el sentido de la maravilla y la aventura
ResponderEliminarEn su época debió de ser un puntazo. La verdad es que el guión es muy bueno. Thule inspiration?
ResponderEliminarHay doblaje al español?
Creo haberla visto en francés doblado o en Italiano, ni me acuerdo.
Posible remake?
Felicidades por el blog
Sí que hay doblaje en español. De hecho yo lo tengo en una edición en DVD en español. En cuanto al remake, me da que estas películas de aventuras con aire retro no tienen mucho tirón en la actualidad...
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