Hubo un tiempo en el que John Carpenter figuró entre los directores más importantes y reconocidos del cine de género. No en vano, firmó cuatro clásicos de la CF y el Terror cinematográficos: “Dark Star” (1974), “La Noche de Halloween” (1978), “1997: Rescate en Nueva York” (1981) y “La Cosa” (1982). Sin embargo, desde mediados de los 80, su reputación sufrió un recorte considerable. Sus películas seguían despertando interés, pero su calidad se tornó irregular y dejó de despertar las mismas alabanzas de sus primeros trabajos.
Su declive siguió acentuándose en los años 90. Su nombre no
quedó tan olvidado como el de Tobe Hooper –al menos, sus películas se
estrenaban en salas- pero aquella época de años atrás en las que casi cada año
aparecía un nuevo título ya nunca volvió. Los hiatos entre estreno y estreno
eran cada vez más prolongados y varios de los proyectos en los que trabajó
nunca llegaron a despegar. Con todo, siguió gozando de un innegable estatus de
director de culto, lo que le garantizaba un público quizá no muy numeroso, pero
sí fiel, dispuesto a perdonarle y justificar incluso sus films más mediocres.
Es el caso de “Fantasmas de Marte”.
El año es 2176. El proceso de terraformación de Marte se ha
completado en un 84% y la sociedad allí establecida se ha organizado como un
matriarcado. Un tren policial regresa a la ciudad de Chrysse, desde donde fue
enviado a una ciudad minera con la misión de recoger al buscado asesino James
“Desolación” Williams (Ice Cube). Sin embargo, cuando el tren se detiene en la
estación, se descubre que ha sido puesto en modo automático y que a bordo sólo
hay una superviviente, la teniente Melanie Ballard (Natasha Henstridge). Para
averiguar lo sucedido, se forma un comité que la interroga y la oficial
comienza así a narrar su ordalía.
Unos días atrás, cuando la partida policial integrada por
Ballard y otros tres colegas llegó a su destino, se encontraron con el pueblo
desierto, cabezas de los lugareños clavadas en picas y cadáveres colgados boca
abajo. Desolación era uno de los pocos que habían sobrevivido solamente gracias
a hallarse encerrados en el sólido edificio de la cárcel local. Juntando los
relatos de unos y otros –en especial el de la doctora Arlene Whitlock (Joanna
Cassidy)- llegan a la conclusión de que una especie de espíritus de los
marcianos muertos mucho tiempo atrás y liberados tras abrir un nuevo túnel en
una excavación cercana, han poseído a parte de los obreros humanos, que han
eliminado a la otra parte. Su objetivo es asesinar de la forma más violenta
posible a los que consideran invasores de su mundo: los humanos. Tras la muerte
de la comandante de la partida, Ballard se ve obligada a asumir el mando y
aliarse con Desolación y otros forajidos con el fin de sobrevivir.
“Fantasmas de Marte” es un título muy representativo de la
última etapa de John Carpenter. Originalmente, se anunció para aprovecharse de
la expectación que habían levantado los estrenos en 2000 de otras dos películas
ambientadas en Marte, “Misión a Marte” y “Planeta Rojo”, pero diversos retrasos
obligaron a posponer su estreno un año. Y cuando por fin pudo verse en las
pantallas, se confirmó como una de las películas más flojas de Carpenter. Aun
cuando su campaña publicitaria o su tráiler no parecían prometedores, al menos
era legítimo esperar una película de acción eficaz en la línea de “1997:
Rescate en Nueva York”. De hecho, al principio se concibió la película como la
tercera entrega de la saga de “Serpiente” Plissken; y el personaje de
“Desolación” Williams es claramente un clon del aqué. Pero los decepcionantes
resultados en taquilla de “2013: Rescate en Los Ángeles” (1996) obligaron a
Carpenter a reescribir el guion y prescindir de su carismático antihéroe.
Lo que acabó viéndose en la pantalla no parece más que una
versión levemente disfrazada de CF de otra película temprana de Carpenter,
“Asalto a la Comisaría del Distrito 13” (1976), sobre un grupo cercado en un
edificio policial por una horda de enloquecidas bandas. De hecho, “Fantasmas de
Marte” cobra mayor sentido cuando se ve como una película de asedio de bandas
callejeras terrestres que como una de CF. La amenaza alienígena no parece más
extraña que la típica pandilla de moteros delincuentes y, de hecho, toda la
imaginería de los poseídos marcianos se ha importado del mismo lugar: cuero,
crestas punk, piercings, dientes afilados… El líder de los atacantes (que nunca
queda claro si es un alienígena resurrecto o un humano poseído) bien podría
haber sido interpretado por Marilyn Manson, mientras que, para la banda sonora,
Carpenter recluta al grupo de heavy metal
Anthrax. No haría falta mucho
esfuerzo para trasplantar la acción de esta película, prácticamente intacta, al
Bronx neoyorquino o al South Central de Los Ángeles.
Tanto “Misión a Marte” como “Planeta Rojo”, aunque
duramente criticadas (a mi juicio, más de lo que se merecen) ofrecían ideas
conceptualmente atrevidas sobre una humanidad que, explorando el planeta rojo,
debía enfrentarse a los misterios de nuevas formas de vida o extrañas
estructuras. En comparación, lo único que Carpenter nos ofrece aquí es una pura
y predecible rutina escasamente trabajada. Puede argumentarse que quizá más que
con estas películas, “Fantasmas de Marte” debería ponerse en correlación con
otra cinta del año 2000, “Pitch Black”, que también presentaba a un grupo de
variopintos individuos acosados por alienígenas hostiles y que tenían que superar
sus rencillas personales para sobrevivir. El problema es que tampoco resiste la
comparación con la cinta de David Twohy, más intensa, emocionante y con un
protagonista mucho más carismático.
Por ejemplo, en la introducción, Carpenter lanza la
interesante idea de que la sociedad marciana es matriarcal, pero luego no se
desarrolla en absoluto (aún peor, en determinado momento se identifica con el
lesbianismo). El único esfuerzo que se hace en representar tal concepto es
poner a un grupo de mujeres fuertes al mando, sin profundizar en qué tipo de
factores sociológicos podrían haber llevado a tal modelo.
La labor de los actores tampoco ayuda en absoluto a mejorar
el resultado final. Natasha Henstridge, la antigua modelo cuya belleza había
impresionado a los fans del cine de género en su debut como actriz en “Species”
(1995), no sabe distinguir entre una mujer dura y una mujer inexpresiva. Se
desenvuelve razonablemente bien en las escenas de acción, pero es incapaz de
transmitir la tensión, el terror y el peso de la responsabilidad que caen sobre
su personaje. Esto es algo que deja muy claro desde el mismo momento en que se
sienta a testificar ante el comité de investigación, narrando los espeluznantes
acontecimientos en los que participó con la misma emoción que si estuviera
recordando la lista de la compra. Cualquiera de las actrices que se
consideraron antes que ella, Michelle Yeoh, Franka Potente y Famke Janssen,
hubieran realizado una labor más competente (de Courtney Love, a la que
sustituyó tras haberse lesionado aquélla, no estoy tan seguro).
El rostro más conocido aquí (aparte de secundarios como
Joanna Cassidy o Pam Grier) es el de Jason Statham, al que aún faltaban un par
de años para ascender a la primera división de los films de acción. Su
personaje, el del sargento Jericho Butler, es un grimoso acosador que no para
de hacer proposiciones sexuales a su superiora por mucho que ésta le rechace
con brusquedad… hasta que de repente y sin justificación alguna, decide
prescindir de su disgusto y lanzarse a besarlo. Un momento tan estúpido como
breve, dado que el peligro les obliga a interrumpir el acalorado encuentro y no
se vuelve a mencionar o siquiera sugerir nada al respecto en lo que resta de
película.
Inicialmente, el elegido para interpretar a Desolación
Williams había sido Jason Statham pero, deseando añadir un nombre más conocido
al cartel actoral, se eligió al rapero Ice Cube (nombre artístico de O´Shea
Jackson) para interpretarlo. Otra mala decisión, porque en ningún momento
demuestra ser la gran estrella del cine de acción que la publicidad del film
prometía (de hecho, la protagonista, Natasha Henstridge, figuraba después de él
en los créditos). Basta comparar su interpretación aquí con la intensidad
magnética de Vin Diesel como Riddick –un personaje prácticamente idéntico- en
“Pitch Black”. El único registro de Ice Cube es el de parecer malhumorado y
resentido.
En todos los aspectos, “Fantasmas de Marte” es una
decepción. Carpenter agrupa un conjunto de personajes que, aunque modelados a
partir de tópicos, podrían haber tenido un desarrollo interesante; y los empuja
a una situación comprometida aun cuando la amenaza en sí carece de interés u
originalidad. Sin embargo, el director no sabe sacar provecho alguno de la
premisa ni de los personajes. Hay muchos saltos, carreras, explosiones, peleas
y enemigos saliendo de la nada, pero todo parece cutre y desganado si lo
comparamos con la tensión que Carpenter había sabido crear en “La Noche de
Halloween”, “La Cosa” o incluso un film menor como “La Niebla” (1980). Por
ejemplo, una escena como aquélla en la que Ballard es poseída por uno de los
entes y abandonada por sus compañeros en el exterior de la comisaría a merced
de los zombis marcianos, debería haber transm
itido una gran intensidad, pero
fracasa completamente y se resuelve de una forma que solo puede calificarse de
risible.
(ATENCIÓN: SPOILER): Por otra parte, a Carpenter le gustan los finales abiertos que aportan un giro sorpresa al espectador y dejan el camino abierto a una nueva aventura, pero lo que aquí hace es tan sólo dejar con la miel en los labios: los zombis han empezado a aparecer en Chrysse y las fuerzas policiales son puestas en alerta; Ballard empieza a vestirse y armarse cuando Desolación Jones aparece en su puerta y la anima a unirse a él en lo que parece va a ser, por fin, un clímax a gran escala… para inmediatamente después cerrar la película. (FIN SPOILER)
En 2011, el director aseguró que su intención había sido la
de hacer una película exagerada y al límite de la parodia, incluso estúpida,
pero entretenida y emocionante. Se mostraba irritado porque la mayor parte de
quienes la vieron se la tomaran en serio. Pero tratar de echar la culpa del
fracaso del film a un público estúpido no es elegante ni cierto. La película no
supo encontrar el tono y, aún peor, tenía serias carencias a todos los niveles,
desde los actores a los efectos especiales, pasando por el guion e incluso la
música. Si “Fantasmas de Marte” hubiera sido un film de serie B directa a
vídeo, podría juzgársela bajo otros parámetros e incluso ser más benevolente.
Pero tratándose de una película escrita y dirigida por John Carpenter, era
legítimo esperar más de ella. Ni siquiera uno de sus protagonistas salió en su
defensa: Ice Cube la calificó como la peor película en la que había
participado, “insoportable en muchos
aspectos. John Carpenter nos decepcionó con los efectos especiales. Parecía
algo sacado de un film de 1979”.
En cualquier caso, el fracaso financiero de “Fantasmas de Marte” llevó a Carpenter a abandonar Hollywood y hubieron de pasar nada menos que nueve años antes de que volviera a ocupar la silla de director para “Encerrada” (2010).
Tus artïculos me encantan, Manuel, aunque no esté de acuerdo con ellos XD Un abrazo.
ResponderEliminarEn este caso, lo ha clavado. Pagué por ver esto en el cine y todavía tenemos coñas con lo mala que nos pareció ya en su momento.
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