Aunque se considera a Disney, Pixar e Illumination Entertainment (“Gru, Mi Villano Favorito”, “Minions”, “Canta”) como los tres gigantes de la industria de animación infantil, existen en Estados Unidos otros estudios de animación menos conocidos pero que están demostrando ser pujantes competidores. Uno de ellos es Sony Pictures Animation, subsidiaria de Sony Pictures (como Columbia y Tristar), que ha producido híbridos de acción real y CGI pero que últimamente está despuntando también por películas de animación pura.
Su
primera película animada llegó en 2006, “Colegas en el Bosque”, que obtuvo una
acogida extraordinaria. Ese fue el punto de partida para otras producciones
como “Locos por el Surf” (2007), “Lluvia de Albóndigas” (2009), “Los Pitufos”
(2011), “Hotel Transilvania” (2012), “Angry Birds” (2016), “Peter Rabbit”
(2018) o “Spiderman: Un Nuevo Universo” (2018). Las mencionadas son las más
exitosas, películas que han generado segundas partes e incluso abierto
franquicias, pero, como siempre sucede con los estudios de animación, también
tuvieron sus tropiezos.
En
el caso de la película que ahora traigo a colación, “Los Mitchell contra las
Máquinas”, no hay forma de saber lo que hubiera sido su desempeño en taquilla
porque, aunque se produjo para estrenarse en salas de cine, la pandemia de
Covid-19 llevó a Sony a venderla a Netflix para que la incluyera en su parrilla
de programación streaming. Dado que la plataforma no suele compartir
abiertamente sus estadísticas de visionado, lo único con lo que contamos son
los comentarios de la crítica, casi unánimemente positivos, y los datos de
agregadores como Imdb (7,7) o Rotten Tomatoes (97 en la crítica y 89 en el
público).
Katie
Mitchell es una adolescente de Michigan que está a punto de marcharse a la
universidad de California para estudiar cine. Allí espera satisfacer sus sueños
de rodearse de otras mentes inquietas, curiosas y creativas como la suya.
Viendo que está perdiendo el contacto con su hija, su padre, Rick, toma una
decisión drástica la víspera de su marcha: cancela los planes de viaje de Katie
y organiza un viaje familiar por carretera hasta California a bordo de su viejo
vehículo. Esta idea de recuperar los lazos afectivos y volver a conectar, como
era de esperar, no gusta en absoluto a Katie pero no tiene otra opción y así,
ella, su padre, su madre Linda y su hermanito enamorado de los dinosaurios
Aaron, se ponen en marcha.
Por
el camino, Rick y Kate se esfuerzan por retomar la comunicación mutua, tratando
de sacar algo positivo de esa experiencia, sin mucho éxito al principio aunque progresando
positivamente conforme transcurren los días. Pero los asuntos familiares y la
recolección de recuerdos del viaje pasan a un segundo plano rápidamente cuando
la I.A. que controla el principal sistema operativo de todos los dispositivos
electrónicos del mundo, PAL, decide esclavizar a la humanidad cuando su
creador, el gurú tecnológico Mark Bowman, anuncia su intención de sustituirla
por una versión más avanzada. Enfrentados a un apocalipsis en el que robots
cazadores atrapan a los humanos y los llevan a una gigantesca nave que los
expulsará de la Tierra, los disfuncionales Mitchell pasan a “modo
supervivencia”, desesperados por permanecer juntos e impedir el fin del mundo
mientras continúan buscando una manera de recuperar la antigua confianza que
una vez se tuvieron.
Como
ya dije más arriba, los estudios de animación de Disney, Pixar e Illumination
son hoy día los dominantes en la industria. Sus lanzamientos vienen acompañados
de potentes campañas publicitarias y suelen ser alabados por críticos y
espectadores por igual. Esto no quiere decir que otros estudios no sean capaces
de producir auténtico oro (ahí están Cartoon Saloon, Aardman Animation o
Laika), pero los tres grandes disfrutan ya de un prestigio y largo recorrido
que les garantiza un puesto destacado en la parrilla de salida
independientemente de la calidad de la producción de que se trate.
Sony
Pictures Animation pertenece a la segunda división de ese club y sus películas
han sido, en general, material menos brillante. Desde luego, “Hotel Transilvania”
y “Spiderman: Un Nuevo Universo” pueden medirse sin verguenza con cualquier
producción de sus hermanos mayores, pero Sony también tiene en su catálogo
títulos más flojos, como las varias partes de “Colegas en el Bosque”, “Arthur
Christmas: Operación Regalo” (2011) o la muy mediocre “Emoji: la Película”
(2017). Los híbridos de acción real y CGI, como “Los Pitufos” o “Pesadillas”
(2015) recibieron una acogida en general fría cuando no desfavorable. Hasta la
fecha, podría decirse que Sony Pictures Animation tiene momentos de brillantez
pero necesita un encadenamiento sólido de películas sobresalientes para estar a
la altura de los grandes.
Lo
cual nos lleva a “Los Michell contra las Máquinas”, una comedia de acción
inicialmente titulada “Conectados” –haciendo referencia no sólo a la relación
familiar sino a la de todos nosotros con los dispositivos electrónicos- pero
que Netflix obligó a cambiar por no parecerle el título lo suficientemente
descriptivo. Si antes mencionaba la necesidad que tenía Sony Pictures Animation
de contar con peliculas de calidad que cimentaran su prestigio, aquí tenemos
una de ellas. Porque “Los Michell” es una película que, pese a algunas pegas
menores, ofrece una aventura muy divertida, emotiva –que no sentimental en su
acepción más negativa- y excelentemente animada. Aunque no llega al nivel de
“Spiderman: Un Nuevo Universo”, no se queda muy lejos –aunque en un registro
diferente, claro-.
“Los
Mitchell contra las Máquinas” está dirigida por Mike Rianda y codirigida por
Jeff Rowe. Ambos habían trabajado como guionistas, directores creativos y
actores de doblaje en la muy bien considerada serie de animación “Gravity
Falls” para el Disney Channel. Dado que su experiencia no era mucho más
dilatada que eso, el resultado de la colaboración entre ambos como responsables
de esta película es más que notable: una comedia familiar con elementos
dramáticos, ciencia ficción y acción. En otras manos, habrían sido demasiados
ingredientes y hubiera sido fácil que la historia acabara inclinada más hacia
alguno de ellos, pero la diestra mano de Rianda y Rowe encuentra un equilibrio
armonioso y un ritmo muy dinámico, sin perder nunca de vista el núcleo esencial
de la trama, compuesto de humor y sentimientos.
Ese
equilibrio se consigue gracias, en primer lugar, al guion, firmado también por
Rianda y Rowe –figurando como consultor del mismo Alex Hirsch-. Lo que se nos
presenta es lo que uno podría esperar de una película animada sobre los
problemas y desencuentros de una familia con un hijo adolescente, mientras que
el apocalipsis robótico permite introducir suspense y humor. Hay muchas
estupideces en la subtrama de los robots esclavistas para que así nada resulte
violento o excesivamente terrorífico, pero ese tono ligero funciona en beneficio
de la película compensando la dimensión más dramática de la historia, a saber,
el distanciamiento de Katie del resto de su familia y la catástrofe tecnológica
que puede exterminar a la especie humana. De esta forma, los aspectos cómicos,
dramáticos y de acción se complementan y amplían todo lo que la película puede
ofrecer.
La
meta de PAL y los robots es eliminar las relaciones humanas del planeta porque
las consideran dañinas e impiden que la gente alcance su potencial. Contra este
argumento se presentan los Mitchell, sobrados de defectos y aparentemente
distanciados más allá de la reconciliación. Pero ante la amenaza del
apocalipsis, cierran filas y reconstruyen sus lazos afectivos. Ese proceso de
curación se va desarrollando a lo largo de toda la película, mostrando cómo las
singularidades de cada Mitchell, que al principio parecían la causa de la
disfuncionalidad, a la hora de la verdad, cuando se aceptan mutuamente como lo
que son, defectos incluidos, encuentran su auténtica fortaleza como familia.
La
yuxtaposición del drama y la comedia da como resultado algunos de los momentos
más hilarantes de la película, una marca del estilo de producción de Phil Lord
y Christopher Miller, el dúo tras títulos como “Lluvia de Albóndigas”, “Comando
Especial” (2012), “La LEGO Película” (2014) y “Spiderman: Un Nuevo Universo”.
Aunque no se implicaron tanto en este proyecto como en algunos de los
mencionados, su filosofía está claramente impresa en él, sobre todo en lo
referente al humor, que recuerda al de la “LEGO Película” en sus rápidos y
efectivos encadenamientos de chistes, gags físicos y agudos intercambios verbales
desde el comienzo hasta el final. El tempo y el montaje
de esos pasajes cómicos
es perfecto y su sátira de nuestra moderna obsesión con la tecnología y los
ridículos hábitos que genera es aguda y absolutamente oportuna.
A
nivel técnico, “Los Mitchell contra las Máquinas” es también muy destacable.
Aunque no tiene el nivel gráfico y de animación que uno exigiría a Disney o
Pixar, los responsables han conseguido encontrar un estilo gráfico propio que,
apartándose de las estéticas modernas más extendidas, le da un carisma propio y
coherente con los personajes. Parte del equipo creativo venía de otra película
innovadora del mismo estudio, la mencionada “Spiderman: Un Nuevo Universo”, que
incorporaba a la animación la estética propia del comic book y las texturas de
las páginas de los tebeos. En el caso de “Los Mitchell contra las Máquinas”, el
estilo de animación se pensó para enfatizar artísticamente las imperfecciones
humanas.
El
director artístico Toby Wilson y la diseñadora de producción Lindsey Olivares
al frente de un nutrido grupo de animadores crearon un mundo muy imaginativo y
colorido pero que parece dibujado enteramente a mano, con formas muy orgánicas,
líneas nerviosas y texturas de acuarela. Además, aquí y allá, se incorporaban otros
estilos visuales claramente discordantes para representar las emociones de
Katie o su amor por el cine, recurriendo a caricaturas o viñetas, reproduciendo
el aspecto de los viejos VHS o introduciendo llamativos gráficos digitales. La
película casi parece un proyecto que Katie hubiera creado para entrar en una
escuela de cine, lo cual es perfectamente coherente y juega a favor de la
propia cinta.
La
película tiene también sus pegas, aunque no sean de un calibre que amenacen con
hundirla. Una de ellas es algo muy común en las cintas de animación y es su
predictibilidad. La premisa de partida y la presentación de personajes están
muy bien planteados, pero es imposible –al menos para un espectador adulto- no adivinar
hacia dónde va dirigida y cómo va a resolverse toda la trama de inteligencias
artificiales megalomaniacas y resentidas y robots capturando humanos. Esto no
quiere decir que el viaje que conecta el principio con el final no sea muy
divertido, pero quizá hubiera sido deseable incorporar algún detalle o giro
originales.
Por
otra parte, el acelerado ritmo al que transcurren los 114 minutos de metraje
impide un satisfactorio desarrollo de varios de los personajes, que quedan algo
marginados al no tener las suficientes escenas que ayuden a darles más
profundidad. Katie es la protagonista nominal, la adolescente inquieta,
creativa y ansiosa por abandonar el nido familiar y comerse el mundo. Su padre
es el típico bonachón aunque algo cabezota y reacio al cambio. Katie lo
considera un tipo aburridamente práctico y a lo largo de la experiencia que
comparten se dará cuenta de que también tenía una vena artística que se vio
obligado a abandonar cuando ella nació. La relación entre Mitch y Katie da
lugar a los momentos más tiernos de la película. Por su parte, Linda y Aaron,
la madre y el hermano, están claramente en segunda fila en lo que a la trama se
refiere y carecen de un arco de evolución tan claro como el de Katie y Mitch.
Con todo, la interacción entre los cuatro, sus discusiones, peleas y
reconciliaciones, está maravillosamente bien llevada, como decía, con
sentimiento pero sin sentimentalismo.
Es
una pena que la actual “cultura” de las plataformas, con sus continuos estrenos
semanales, haga que películas como ésta pasen más desapercibidas o parezcan más
desechables que si se hubieran podido ver en las salas de cine. Pero lo cierto
es que sus ratings en las páginas especializadas son muy altos, lo que indica
que la mayoría de quienes la ven han disfrutado con ella. Es más, ha recibido
multitud de premios en diversos foros y certámenes y está nominada a la Mejor
Película de Animación a la edición de los Oscars de 2022. Algo tiene el agua
cuando la bendicen.
Y es que “Los Mitchell contra las Máquinas” es una comedia de CF irreverente, divertida y entrañable sobre las dificultades de vivir en familia cuando los jóvenes crecen y reniegan de ella; sobre cómo recuperar la conexión con los que queremos y nos quieren; y sobre los peligros de depender demasiado de la tecnología. “Los Mitchell contra las Máquinas” no podría haberse contado de otra forma que con dibujos animados. Y aún más importante, a diferencia de tantas otras películas de animación que se publicitan como “cine familiar” pero que en realidad su público es infantil, ésta sí es realmente un film que ofrece algo para disfrutar y recordar a todos los miembros de la familia, adultos y jóvenes. Cualquiera puede identificarse de una forma u otra con alguno de los protagonistas, sus problemas, esperanzas y miedos.
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