Con tantas series emitidas en múltiples plataformas todos los meses, cada vez es más difícil decidir en qué producción invertir nuestro siempre escaso tiempo. Las propias plataformas se encargan de, algoritmos mediante, tratar de entender nuestros patrones de ocio y redirigirnos a lo que nos podría interesar –o les interesa a ellas-. Pero con todo, habida cuenta de la cantidad de novedades y el continuo bombardeo de comentaristas hiperexcitados en las redes sociales, resulta fácil pasar por alto series verdaderamente originales. Es el caso de “Dark”, un thriller alemán de ciencia ficción con toques sobrenaturales creado por el director y guionista Baran bo Odar (quien dirigió todos los episodios) y su esposa Jantje Friese, una serie injusta e inadecuadamente comparada con otra de Netflix mucho más publicitada, “Stranger Things”.
Como había hecho “Stranger Things”, “Dark” empieza con un
tono claramente terrorífico a partir de la desaparición de un niño en una
tranquila población donde nunca pasa nada. Al cabo de unos cuantos episodios,
sin embargo, quedan claras las diferencias entre ambos productos porque la
segunda decide centrarse en la ciencia ficción con un formato sin concesiones
que mezcla el thriller y el drama familiar, haciendo hincapié en el sustrato
intelectual, filosófico y religioso del viaje en el tiempo.
Tratar de explicar el argumento de “Dark” es como intentar
comprender qué fue primero, si el huevo o la gallina. Hay tantos personajes,
versiones de los mismos en diferentes épocas y relaciones entre ellos, que
hacer un desarrollo coherente del argumento por escrito es un ejercicio fútil:
aquellos que conozcan la serie lo encontrarán superfluo y aburrido y quienes
no, sólo serviría para confundirles sin darles una idea de lo que es
verdaderamente esta serie.
Valga decir que la acción se sitúa en 2019, en una pequeña
y soñolienta población alemana llamada Winden, situada en una zona muy boscosa
y en cuyas cercanías se encuentra una central nuclear construida en los años
cincuenta y que está a punto de ser puesta fuera de servicio. La desaparición
de un niño ha supuesto un auténtico shock del que la comunidad no se ha
recuperado, cuando un segundo muchacho, Mikkel, se esfuma también una noche en
el bosque mientras huye junto a sus hermanos y algunos amigos de unos extraños
ruidos provenientes de una cueva. Al mismo tiempo, se producen otros extraños
sucesos: un hombre misterioso con aspecto de vagabundo aparece en el pueblo;
otro que se suicidó meses atrás dejó escrita una nota con instrucciones para
que sólo ahora, en una fecha y hora muy concretas, se abra; una oscilación en
la energía de la planta antecede a una lluvia masiva de pájaros muertos…
A partir de aquí, se suceden los misterios alrededor de la
desaparición de los niños y el papel que en ello jugó la central nuclear o el personal
a su servicio. Misterios que irán aclarándose sólo para revelarse parte de una
gran conspiración transtemporal en la que se enfrentan dos fuerzas: una que
trata de mantener el status quo y otra que está decidida a romper el bucle
temporal en el que se hallan atrapados los habitantes de Winden y que siempre
termina en 2019, con una explosión apocalíptica de la central nuclear. La
acción –y varios de los personajes- viajarán, utilizando portales naturales o
máquinas, entre varios años clave de ese bucle: 1921, 1953, 1986, 2019 y 2053,
donde tendrán oportunidad de conocer las versiones pasadas y futuras de sí
mismos y de otros vecinos que desempeñan un papel clave en ese conflicto
secreto y cuyas familias están unidas por un laberinto de secretos, mentiras y
manipulaciones externas.
“Dark” es una historia descarnada y abrumadoramente
complicada que aborda cuestiones tan profundas como la naturaleza del Tiempo,
el Destino y los sutiles lazos que conectan pasado, presente y futuro. La
primera temporada es probablemente la mejor de las tres de las que consta la
serie. Se suceden los giros, la sucesión de misterios y extraños personajes y
acontecimientos, la sensación de que, tras todos los detalles y sucesos, hay
una gran y sorprendente historia… Cada episodio finaliza con un cliffhanger que
obliga a ver el siguiente episodio hasta completar los diez de que consta la
temporada.
La segunda temporada estira las diferentes tramas en tantas
direcciones y durante tanto tiempo que el espectador casual empieza a sentirse
confundido y apabullado, una sensación que aumenta todavía más en la tercera
temporada, cuando a los diferentes tiempos incluidos en el bucle se añade un
universo paralelo donde los acontecimientos y las vidas de los personajes que
ya conocíamos han transcurrido de forma diferente.
Pese a carecer de la exposición mediática que recibieron por la misma época, por ejemplo, “Black Mirror” o “Stranger Things”, “Dark” se ha convertido por méritos propios en una serie de culto. Eso sí, su peculiar estructura y complejidad argumental no la hace apta para cualquier espectador.
En primer lugar, hay muchos personajes. Y no sólo eso, sino
que los conocemos en diferentes momentos de su pasado e incluso su futuro.
Solamente esto ya supone un desafío para quienes sólo busquen una ficción
sencilla, lineal y poco exigente. Además, ninguno de estos personajes encaja
limpiamente en una clasificación de “héroe” o “villano” sino que, como en el
mundo real, la historia nos recuerda que el bien y el mal reside en cada uno de
nosotros. Es interesante cómo los guionistas jugaron a confrontar a los
espectadores con los prejuicios y valoraciones que se habían formado sobre esos
personajes, haciendo evolucionar a éstos conforme la trama avanzaba hasta el
punto de que el espectador ya no es capaz de decidir quién está en lo cierto y
quién no, quien milita en el bando correcto y quién en el equivocado, y, por
tanto, puede empatizar con todos en un momento u otro.
Personajes, además, que tienen personalidades complejas y
que están muy bien integrados en la historia, ofreciendo ésta una completa
visión de su origen y evolución a lo largo de las décadas; personajes humanos
cuyas emociones resultan comprensibles y bien reflejadas. Y cuando uno piensa
que ya los ha calado, los guionistas los embarcan en un nuevo arco que los pone
del revés.
En segundo lugar, tenemos la propia historia. “Dark” es una
de las series con la trama más intricada de toda la historia de la televisión.
Sin embargo, está tan bien expuesta y perfectamente planificada que sorprende
continuamente lo bien engarzados que están todos los detalles, aunque para
descubrir su función y conexión entre ellos haya que esperar una temporada
entera. En un momento u otro –o continuamente en algunos casos- el espectador
puede sentirse abrumado, confundido y perdido, pero el suspense, el misterio,
el drama familiar y la inminente amenaza que pende sobre el pueblo, le animan a
seguir adelante. Los giros y sorpresas están bien encajados en la historia, con
el adecuado grado de dramatismo sin caer en el ridículo. No hay escenas
superfluas o desperdiciadas y cada diálogo tiene su importancia y cumple un
papel en lo que está por venir.
Uno de los obstáculos a los que se tuvieron que enfrentar
los guionistas fue el siempre espinoso tema del viaje en el tiempo. Y es que,
admitámoslo, es muy difícil abordar la cuestión con un grado razonable de
lógica, esquivando las paradojas y sin recurrir a trampas o soluciones
peregrinas. A menudo, las ficciones que adoptan el viaje temporal como motor
narrativo corren el riesgo de perder la lógica y caer en el absurdo y la
incoherencia. Pero “Dark” sale mucho mejor airosa de lo que podría haberse
pensado, aunque a costa de complicar inmensamente la trama. La serie utiliza el
viaje temporal no sólo como herramienta narrativa sino como metáfora del
enfrentamiento de uno mismo con su pasado y su probable futuro con el fin de crecer
y evolucionar –y, quizá, morir-.
Además de los viajes en el tiempo que conectan épocas y
personajes, el núcleo de la serie está compuesto por los dramas familiares. La historia
entrelaza los destinos de cuatro familias a lo largo de varias décadas del
pasado, presente y futuro, conectándolas en un gran bucle coherente formado por
sacrificios, secretos, mentiras, tragedias, traiciones y amor. Y dado el
reducido tamaño de Winden, todos los personajes están estrechamente
relacionados unos con otros, lo que añade un nivel particularmente intenso de
carga emotiva. Por ejemplo, la madre de Jonas, el principal personaje, tiene un
affaire con el jefe de policía, cuya esposa es la directora del instituto al
que acuden todos los niños del pueblo; y su hija es de quien está enamorado
Jonas. De primeras, todo parece un poco incestuoso y forzado, pero conforme se
van desenvolviendo los acontecimientos y descubriendo el misterio del bucle,
todas esas relaciones resultan cumplir un propósito.
Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para salvar a tus
seres queridos es la pregunta que aflora una y otra vez en las tres temporadas
de la serie. Cada familia tiene sus problemas y conflictos, desde la pérdida y
el duelo a los trastornos generados por el sexo en sus diversas formas o las
cargas heredadas del pasado. Todos los personajes forman parte de una compleja
red multigeneracional que los acaba conectando a diferentes y sorprendentes
niveles. Quien crea que tiene superada esta asignatura tras completar “Juego de
Tronos”, por ejemplo, encontrará en “Dark” un verdadero desafío.
Intercalados entre los dramas familiares y los viajes en el
tiempo, “Dark” inserta una apreciable dosis de reflexiones filosóficas con las
que desafiar nuestra mente, cuestionar nuestras propias creencias y aportar una
nueva perspectiva sobre el Tiempo y el Universo. La historia interpreta el
Tiempo como una especie de divinidad y una de las ambiciones de varios
personajes es crear un mundo sin ese Tiempo que esclaviza a los humanos, misión
a la que se entregan con el celo de auténticos creyentes (las referencias
religiosas son abundantes, como esa “Biblia” que es el libro que escribió el
relojero visionario Tannhauser, los nombres de Adán y Noe para dos personajes
centrales, la presencia ominosa del cuadro “La Caída de los Condenados”, de
Rubens…)
Los guionistas utilizan un recurso de la CF como es el
viaje en el tiempo para ofrecer un punto de vista diferente que cuestiona el
significado tradicional de la fe, la familia, los lazos de sangre y el propio
tiempo; y plantea preguntas sobre la dicotomía libre albedrío-predestinación.
¿Podemos cambiar nuestro destino? ¿Existe siquiera el Destino? ¿Podemos
liberarnos de las cadenas del Tiempo? ¿Cambiar el futuro? ¿Están nuestros actos
determinados por la mano invisible del Tiempo? ¿Cómo afectan decisiones
aparentemente insignificantes y a las que no prestamos atención al devenir de
la vida propia y ajena? Son todas ellas cuestiones profundas sobre las que
meditar, aunque jamás vayamos a encontrar respuesta para ellas. Pero además y
en el contexto de la serie, sirven para explorar temas como el amor, el
sacrificio, el dolor, la ambición… todo aquello que, en fin, nos hace humanos.
Un apartado en el que hay que hacer especial hincapié es el
del casting, algo nada baladi en una serie que nos muestra a un amplio reparto
de personajes en diferentes momentos del tiempo separados décadas y en dos
realidades alternativas distintas. El responsable de elegir a los actores hizo
un trabajo sobresaliente dado que no resulta nada complicado para el espectador
identificar, por ejemplo, las versiones jóvenes de los personajes adultos o
viceversa. Por ejemplo, el aspecto y caracterización del actor que interpreta
al Jonas del futuro es perfectamente coherente con el del presente; y lo mismo
puede decirse, entre otros,
del joven y rebelde Ulrich y sus versiones maduras.
A diferencia de otras series y películas, no hubo que recurrir aquí a la
solución fácil de utilizar, por ejemplo, un peinado característico que permita
identificar al personaje tanto de joven como de adulto o anciano, sino que se
ha elegido a actores que comparten ciertos rasgos físicos. Lo cual nos
demuestra que no se trata siempre de elegir a grandes actores para este o aquel
papel, sino al actor adecuado para el papel ideal.
“Dark” envuelve el brillante trabajo de guión,
caracterización e interpretación con un estilo visual muy particular en el que
destacan su fotografía e iluminación. El siniestro bosque que rodea Winden, a
menudo mostrado mediante tomas aéreas con drones, ofrece un excelente contexto
para construir una espesa atmósfera de claustrofobia y amenaza siempre presente
pero oculta. También la inquietante caverna transmite sensación de peligro (aunque
con el avance de la historia acaba convirtiéndose en un “simple” corredor que
conecta tres épocas diferentes). Sin duda, esa ambientación tan alejada de la
habitual en las series norteamericanas y el excelente trabajo de fotografía
contribuyen a añadir densidad visual al suspense de la trama. El uso de filtros
para cada época del bucle ayuda a diferenciar con precisión y sin más ayuda que
la visual en qué momento se localiza una acción concreta.
Otro ingrediente que contribuye de forma esencial a que al
espectador le inunde esa sensación mixta de melancolía e inquietud por una amenaza
indefinida, es la banda sonora compuesta por el australiano afincado en
Islandia Ben Frost, una mezcla de música electrónica e instrumentos de cuerda
(junto a un soundtrack diverso pero también muy adecuado).
Para muchos, “Dark” es la historia definitiva sobre viajes
temporales. Se trata de una serie compleja pero brillantemente producida, con
unos actores poco conocidos por estos lares, pero cuyo desempeño oscila entre
lo eficaz y lo sobresaliente, una factura visual y sonora distintivas y en
perfecta sintonía con la historia. Es ciencia ficción dura e intelectual que
ofrece una interesante interpretación del viaje temporal, sus paradojas y sus
consecuencias sobre la vida y el propio Tiempo.
Pero también, ya lo he apuntado, contiene muchos elementos
que la hacen poco recomendable para un sector nada despreciable del público. Es
extraña, inquietante, cruda, un tanto deprimente y muy exigente en términos de
atención y paciencia. Los múltiples viajes en el tiempo que acometen diferentes
personajes y la enrevesada maraña familiar en la que están envueltos todos
ellos requieren a veces detenerse, pensar o incluso tomar apuntes. Si quieres
tener alguna oportunidad de entender todo este extraño puzzle, no puedes estar
mirando mientras tanto el móvil, haciendo la cena o conversando con el cónyuge.
Y aún así, no serán pocos los que abandonen, desesperados, al poco de comenzar
la tercera y última temporada, donde se hace casi imposible seguir una trama
que se desarrolla en diferentes épocas de dos mundos paralelos, con distintas versiones
de los mismos personajes viajando a lo largo de sus respectivos bucles y de una
a otra realidad.
Además, y aun cuando no paran de suceder cosas y aportarse información, el ritmo es lento y no hay escenas de acción al estilo tradicional ni efectos especiales que de vez en cuando sacudan al espectador o le alivien del esfuerzo que supone mantener la atención fijada en los detalles y los diálogos de cada pasaje.
“Dark” es, por tanto, una serie difícil de recomendar sin reservas porque sus mismas virtudes pueden ser problemas para según qué tipo de espectadores o en función del tipo de expectativas con que se acerquen a ella. Para averiguarlo, lo mejor es dedicar un poco de tiempo a intentar penetrar en su oscuro universo y probar con los primeros episodios. Si no consiguen enganchar, el resto de la serie no lo hará.
Linda atmósfera, es recomendable verla en continuo, para la 3er temporada (la final) tuve que recordar algunos eventos que pasaron en l a1era. Directa, buena y con personajes que dan giros y giros según los acontecimientos.
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