sábado, 4 de agosto de 2012

1927-METRÓPOLIS - Fritz Lang (y 3)


 


(Continúa de la entrada anterior)

En primer lugar, por supuesto, hay que destacar el diseño visual y conceptual de la propia Metrópolis, una ciudad dividida verticalmente entre los obreros confinados en los pasadizos subterráneos y los aristócratas que viven en brillantes rascacielos y se ejercitan en soleados estadios olímpicos; un espacio futurista, pero en el que Rotwang vive en una mansión gótica y se enfrenta a Fredersen en el tejado de una catedral medieval. La película no proporciona un argumento racional para la coexistencia de estilos visuales tan dispares, por lo que podríamos pensar que esa yuxtaposición formaba parte de la intención del realizador, una yuxtaposición que se solapaba a la de lo humano y lo mecánico, también muy presente en la cinta (María robot/humana, Obreros/Máquinas). El diseño de producción -dirigido por el propio Lang, que había estudiado en su juventud en la Escuela Superior Técnica de Viena- sintetizaba sus impresiones neoyorquinas combinándolas con el Expresionismo, el Art Deco y el Futurismo

Sería simplista decir que el responsable de efectos especiales Eugene Schuefftan hizo todo sirviéndose de espejos. Se construyeron decorados colosales para el film, pero en gran medida se utilizaron combinados con actores, multitudes de extras, maquetas y miniaturas ayudándose de espejos colocados en ángulos específicos de la cámara. Las escenas que mostraban los automóviles y aviones desplazándose por la ciudad requirieron un largo y complejo proceso de stop-motion mientras que para la transformación del robot en María se utilizaron técnicas más convencionales de iluminación y efectos de cámara. La principal innovación de Lang puede que fuera el uso de la cámara subjetiva durante la explosión de la máquina –un efecto que, como el director afirmó, “le dio al público la impresión de que los actores sintieron realmente el temblor”. De obligada mención es el montaje, en el que también se introdujeron originales efectos, como aquél que nos introduce en las pesadillas de Freder, con una María bailando seductoramente ante un grupo de hombres de lasciva mirada.

La combinación de talento creativo, destreza técnica y disponibilidad de fondos, dio como resultado
una larga lista de escenas icónicas: Freder trabajando en las manecillas de un gran reloj como si fuera un Cristo crucificado, las columnas de obreros que entran y salen de las fábricas como si fueran robots, las salas llenas de máquinas en las que los trabajadores se antojan meras piezas del colosal engranaje, el nacimiento de la María robótica en un proceso con tintes religiosos, la persecución que Rotwang lleva a cabo de la heroína por las catacumbas a la espectral luz de una linterna, el reloj de diez horas que marca la jornada laboral, los planos generales de Metrópolis, la enloquecida actuación de la malvada María en el nightclub , la quema del robot en la hoguera, el salvamento de los niños...

Decir que la visión de Lang no había resultado barata es quedarse corto. El rodaje duró 16 meses y sus colosales cifras (8 actores protagonistas, 750 secundarios, 26.000 extras masculinos, 11.000 extras femeninos, 750 niños…) costaron a la compañía siete millones de marcos y convirtieron la película en la más cara de la época muda. Tanto se sobrepasó el presupuesto que el film no pudo recuperar el coste e incurrió en abultadas pérdidas, entre otras cosas porque su rendimiento en taquilla resultó peor de lo esperado. La UFA estuvo a punto de quebrar (lo haría al cabo de pocos años, en buena medida por ser incapaz de recuperar el agujero dejado por "Metrópolis").

Así que no es ninguna sorpresa que esta película no animara a otros estudios a apostar por grandes
superproducciones de ciencia-ficción. Raras excepciones –como el musical "Just Imagine" (1930), que tenía lugar en el futurista año de 1980 (“cuando todo el mundo tenía un número en lugar de un nombre y el gobierno te dice con quien debes casarte”) o la épica cinta británica “La vida futura” (1936), no consiguieron conectar con el gran público. En cambio, los espectadores de la Depresión acogieron con entusiasmo los seriales de espíritu pulp, cintas baratas basadas en personajes de comic como Flash Gordon o Buck Rogers. Pero eso es otro capítulo.

El fracaso económico de "Metrópolis" no desanimó a su director a la hora de abordar una nueva
película de ciencia ficción dos años después, "La Mujer en la Luna" (1929), de la que hablaremos en una futura entrada. Esta última tiene sus defensores, especialmente de su primera parte, en la que se construye y se lanza un cohete (dice la leyenda que los nazis, unos años después, censuraron la cinta y destruyeron las maquetas por miedo a que pudieran dar pistas sobre su programa bélico V2). Pero no hay nada en este film que esté a la altura icónica de las imágenes urbanas de "Metrópolis" o del robot dorado. Fue gracias a esos magistrales chispazos visuales -por mucho que tan sólo fueran breves extractos de narraciones mucho más extensas- que el cine contribuyó decisivamente no sólo al desarrollo de la ciencia-ficción como género sino a la familiarización del gran público con sus iconos y temas.

Es imposible exagerar la influencia de esta obra maestra. Con la posible excepción del "Star Wars"
original, ningún otro film de CF ha tenido tal impacto. Merece la pena destacar que "Metrópolis" fue una influencia clave en la propia "Star Wars": el androide dorado C3PO fue específicamente diseñado como contrapartida masculina del robot femenino de "Metrópolis". Pero en la mayoría de los casos su legado no resulta tan obvio. La visión de Lang de una ciudad moderna y brillante regida por la tecnología en la que juegan los malcriados hijos de industriales y millonarios mientras sus contrapartidas subterráneas son tratados como zombies o robots, han sido recicladas en la CF hasta el hartazgo (recordemos la reciente "In time"). Visualmente, la ciudad de Metrópolis acecha tras el Los Ángeles de "Blade Runner", el Nueva York de "El Quinto Elemento", el Coruscant de "Star Wars", la ciudad-nave de "Dark City" o incluso el Gotham de “Batman”, por nombrar sólo algunos ejemplos. Incluso las películas de CF del extremo más mediocre han recurrido a Metrópolis: la megaciudad de "Juez Dredd", por ejemplo, es una versión imperfecta de la imaginada por Lang.

¿Por qué esta visión futurista de casi cien años de vida continúa vigente? Sencillamente, porque es uno de los films más bonitos de la historia del cine y su belleza está influenciada tanto por las precisas líneas del movimiento arquitectónico de la Bauhaus como por las sombras del Expresionismo alemán. Ambos se funden de forma casi perfecta en el campo de la ciencia ficción.

Tan influyente como el diseño, los temas de Metrópolis son también muy apreciados por los cineastas de CF. Además del tema de los humanos levantándose contra una sociedad mecanizada, Metrópolis presenta el primer robot cinematográfico de relevancia (aunque se pueden encontrar antecedentes en algunos cortos humorísticos, como "The Electric Servant" o "A Mechanical Husband"); y el primero que se asemejaba claramente al hombre para infiltrarse entre la población. No creo que a nadie se le ocurra citar a Brigitte Helm como influencia interpretativa de Arnold Schwarzenegger, pero como su último "Terminator", Helm imprimió humor en el lenguaje corporal de su mecánico personaje (al menos, esperemos que su intención era la de parecer algo divertida en la escena donde el robot Maria azota a los hombres de Metrópolis, presas de un delirio masoquista, rendidos por su contoneo enfebrecido). Y cuando incita a los obreros a levantarse contra los artefactos mecánicos que les roen el cuerpo y el alma al grito de “Muerte de las Máquinas”, bien podríamos estar mirando a una Sarah Connor de la época muda. Sin lugar a dudas es el film que dio comienzo a la fascinación del cine con los hombres (y mujeres) mecánicos, ya sean robots, androides o replicantes.

Encontramos también aquí la idea de que la tecnología es una fuerza deshumanizadora y controladora
para muchos individuos aunque para otros -la jerarquía gobernante- sea una liberación. Las películas de CF han recurrido desde entonces a estos esquemas para contar sus historias. Los replicantes de "Blade Runner" son artificiales y buscan la humanidad que los hombres les niegan, mientras que las máquinas de "Yo, Robot" intentan esclavizar a la especie humana por su propio bien; los ordenadores de "Matrix" hacen lo mismo, pero para beneficio de las mismas máquinas.

Metrópolis, con todos sus defectos, dio en el clavo al mostrar claramente y sin concesiones el lado oscuro de la tecnología y continuará proyectando su sombra en la ciencia ficción aún durante muchos años.


2 comentarios:

  1. Metropolis todo un clasico, de tu trabajo no tengo nada que decir ya que es impecable....Saludos

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  2. Gracias por pasarte por aquí de nuevo Doctor. Y qué te voy a decir, "Metrópolis" es el clásico por excelencia del género. Parece mentira que ya vaya para los cien años...

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