domingo, 26 de febrero de 2023

2022- TODO A LA VEZ EN TODAS PARTES - Dan Kwan y Daniel Scheinert

 

La idea del Multiverso fue postulada por el físico Hugh Everett en 1957 como parte de su respuesta a la Interpretación de Copenhague de la Física Cuántica. Burdamente sintetizado para los profanos, su solución de los mundos paralelos consiste en que cada evento cuántico, según ocurra de una forma o otra, arroja resultados diversos que llevan a un desdoblamiento de universos. La existencia o no de este multiverso sigue siendo discutida académicamente por los físicos pero la CF, siempre dispuesta a asimilar cualquier idea o concepto atrevido proveniente de la Ciencia, la incorporó enseguida a su canon.

 

En el caso del cine, el género de Historia Alternativa cuenta ya con un largo recorrido a partir del episodio “Espejito, Espejito” (1966), de “Star Trek”, en el que los protagonistas de la serie tomaban contacto con un universo alternativo en el que existían versiones malvadas de sí mismos. A lo largo de los años, diversas series de televisión han tomado como premisa variaciones de esa idea. En los años 90, aparecieron en los cines thrillers, comedias o fantasías románticas como “Corre, Lola, Corre” (1998), “Dos Vidas en un Instante” (1998), “Yo, Yo Mismo e Irene” (1999), “Amores Posibles” (2001) o “El Efecto Mariposa” (2004), todas ella basadas en la idea de un protagonista que saltaba a una realidad en la que su vida había seguido un curso diferente.

 

En años más recientes, el género de superhéroes se ha apropiado del concepto de multiverso, sobre todo los producidos por Marvel, como en “Spiderman: Un Nuevo Universo” (2018), “Spiderman: No Way Home” (2021) o “Doctor Extraño en el Multiverso de la Locura” (2022). En este sentido debería recordarse que las series de televisión de superhéroes DC bajo el “sello” del Arrowverso incluyeron varios episodios integrados en un multiverso; mientras que “The Flash” (2014-2023) incorporaba tramas en las que el personaje titular saltaba entre universos paralelos. Una aproximación más cómica a la idea y no muy diferente a la de la película que ahora nos ocupa la podemos encontrar en la serie de animación “Rick y Morty” (2013- )

 

Es natural que muchos aficionados a la CF tengan reservas respecto a las historias de multiversos, especialmente del tipo “Universo Espejo” de Star Trek o los de la variedad superheroica. Y es que éstas no son más que narraciones protagonizadas por los personajes de siempre a los que simplemente se les ha dado un cierto giro. No se trata de auténticas Historias Alternativas porque están creadas en el sentido contrario de lo que deberían. Por ejemplo, empiezan imaginando una versión oscura o retorcida del protagonista y luego lo insertan en una trama en la que pueda tener cabida; cuando lo que debería suceder es plantear un cambio en el curso de la Historia (científico, político, económico…) y a partir de ahí imaginar cómo ello transformaría el mundo que conocemos y, por ende, a los personajes que en él viven.

 

Tomemos otra vez el ejemplo del Universo Espejo de Star Trek, que se supone originado por algún cambio no especificado en el pasado, uno lo suficientemente importante como para que toda la Federación bascule hacia la maldad. Teniendo en cuenta una transformación histórica tan enorme, es poco verosímil que las circunstancias hubieran permitido nacer, crecer, formarse y reunirse a todos los miembros de la Enterprise ya conocidos… y que luego, una generación después, suceda lo mismo para la tripulación de “Star Trek: Espacio Profundo Nueve” (1992-99). Esto va más allá de la posibilidad científica. Es pura fantasía.

 

Pues bien, en 2022 se estrena una película de peculiar título, “Todo a la Vez en Todas Partes”, que sorprende a todo el mundo y que se convierte en la favorita para todo tipo de premios, acumulando once nominaciones a los Oscar, entrando en la clasificación de las diez mejores cintas del año –y no sólo las de género- y recaudando más de 100 millones de dólares sobre un presupuesto de 25.

 

“Todo a la Vez en Todas Partes” fue la segunda película del duo de guionistas y directores que se llaman a sí mismos los Daniels (y que en realidad son Daniel Kwan y Daniel Scheinert, sin parentesco alguno). Entre cortos, vídeos musicales y episodios para series de televisión, ambos habían escrito y dirigido la comedia fantástica “Swiss Army Man” (2016), en la que Daniel Radcliffe aparecía como un cadáver. Scheinert también dirigió en solitario el melodrama criminal “The Death of Dick Long” (2019). La película que ahora nos ocupa viene producida, además, por los hermanos Joe y Anthony Russo, conocidos por ser los entonces aún recientes directores del superéxito “Vengadores: Endgame” (2019).

 

Evelyn Wang (Michelle Yeoh) es una mujer de mediana edad que, junto a su marido Waymond (Ke Huy Quan), gestiona su propia lavandería automática. No está satisfecha con su matrimonio y discute frecuentemente con su hija Joy (Stephanie Hsu) porque ésta es lesbiana y tiene una novia. Un día, Evelyn, Waymond y el anciano padre de aquélla, Gong Gong (James Hong) acuden a las oficinas del IRS (el Departamento de Hacienda norteamericano) para someterse al interrogatorio de una de sus funcionarias, Deirdre Beaubeirdra (Jamie Lee Curtis), a tenor de sus impuestos. En el ascensor del edificio, Waymond es poseído por lo que dice ser una versión alternativa de sí mismo procedente de otro plano del multiverso, el Alfaverso. Éste le cuenta que la Evelyn de su línea temporal creó una tecnología que permite a la gente saltar entre universos similares, cambiar de cuerpos y absorber las habilidades de otros yoes paralelos.

 

El Wong alternativo, antes de abandonar el cuerpo de su marido, le deja a Evelyn unas instrucciones que, al llevarlas a cabo, la zambullen en un desconcertante torbellino de realidades paralelas en las que el Waymond del Alfaverso se ha convertido en un hábil guerrero que se enfrenta a una poseída Deirdre en un combate que arrasa las oficinas del IRS. En mitad de todo esto, Evelyn se encuentra cara a cara con la amenaza de Jobu Tapaki, una versión de Joy procedente de otra línea temporal, cuyo cinismo y amargura se han convertido en algo tan poderoso que ha creado un agujero negro dimensional hacia el que todo el multiverso se ve atraído. Mientras salta de una a otra versión alternativa de sí misma en realidades distintas, Evelyn se da cuenta de que es la suya la que tiene el poder de plantar cara y detener a Jobu Tapaki. 

 

“Todo a la Vez en Todas Partes” juega en su argumento con dos barajas diferentes. Por una parte, apuesta por la causalidad, tal y como vemos en el dispositivo que muestra las diferentes ramificaciones del multiverso en función de las decisiones tomadas por la protagonista. Por otra, se lanza de cabeza a la más absoluta fantasía: si en un universo alternativo los humanos hubieran nacido con salchichas como dedos, difícilmente habrían podido desarrollar una tecnología –y, por ende, una sociedad- similar a la nuestra. De haberse dado tal extravagancia evolutiva, el mundo resultante hubiera sido completamente irreconocible. Por no hablar ya de que Evelyn o Deirdre hubieran nacido con el mismo aspecto y terminado unidas sentimentalmente.

 

Dicho esto, “Todo a la Vez en Todas Partes”, asume esa ambivalencia y la lleva por derroteros absolutamente disparatados y a un ritmo frenético. Ya desde la escena de apertura, la película es una desconcertante mezcla idiomática que salta del inglés al mandarín y cantonés subtitulados y que transcurre en un lugar que parece ser una estancia que combina comedor, cocina y oficina abarrotada de objetos de lo más diverso que ocupan cada esquina hasta bloquear las escaleras que conducen a la tienda de abajo. Ésta es otro escenario al borde del caos en el que Evelyn salta de un cliente a otro mientras gestiona sendas crisis con su padre e hija. 

 

Pero cuando la película abraza por completo la extravagancia es cuando Evelyn, Waymond y Gong acuden a la entrevista con la inspectora del IRS. Todo arranca con la mencionada escena del ascensor en la que Waymond es poseído por su yo alternativo para darle rápidamente a Evelyn unas instrucciones aparentemente absurdas y luego liberar a su huésped, que no tiene memoria de lo que acaba de sucederle. A continuación, Evelyn decide seguir esas instrucciones y acaba encerrada en el cuarto de la limpieza intercambiando apresurados diálogos con su marido alternativo antes de que irrumpa una furibunda Deirdre y Waymond se revele como un artista marcial insuperable que derriba en solitario a un escuadrón de seguridad. A partir de aquí, se hace difícil resumir nada sin caer en el embrollo porque los Daniels retuercen una y otra vez la trama con una celeridad que deja poco tiempo para la reflexión y que hace necesario más de un visionado para asimilar toda la información, giros y revelaciones que contiene el resto de la historia.

 

Los Daniels se divierten encadenando diferentes escenarios extraídos del multiverso, a cada cual más enloquecido, desde uno en que Evelyn se ha convertido en una famosa cantante de ópera china a otro en el que es actriz (asistiendo al estreno de la misma película que estamos viendo); otro en la que Deirdre es una luchadora de sumo y otro más en el que ésta y Evelyn son pareja y los humanos tienen salchichas en lugar de dedos. Evelyn y Joy combaten desplazándose entre universos en los que adoptan el rol de prisionero y guarda, guerreras de una película Wu Xia, dibujos infantiles o piñatas; donde Evelyn es una chef junto a un pinche cuyas acciones están controladas por un mapache escondido en su gorro (parte de un gag recurrente relacionado con “Ratatouille”, 2007) e incluso otro en el que madre e hija terminan convertidas en simples rocas en un planeta Tierra donde nunca surgió la vida. El montaje es muy rápido, tanto que es fácil perderse las múltiples referencias a la cultura popular si se parpadea; el vestuario está muy elaborado y las escenas de acción bien coreografiadas y dosificadas.

 

Los Daniels consiguieron reunir para este proyecto a un reparto bastante sorprendente. Michelle Yeoh puede que tenga aquí el mejor papel de toda su carrera –aun cuando el personaje originalmente fuera pensado para Jackie Chan-. También figuran en los créditos actorales nombres que habían permanecido olvidados durante años, el más reseñable de los cuales es Ke Huy Quan, al que todos los aficionados recordarán como Tapón, el infantil compañero de Indiana Jones en “El Templo Maldito” (1984) y miembro de “Los Goonies” (1985), que a comienzos de los 90 tuvo que retirarse de la profesión por falta de papeles para actores asiáticos. Aquí ofrece una doble vertiente como dócil y sosegado marido por una parte y activo y valiente héroe de acción por otra.

 

Otro rostro familiar para los aficionados al cine de género es el de James Hong, al que se recuerda sobre todo por sus papeles en “Blade Runner” (1982) o “Golpe en la Pequeña China” (1986). Hong, actor de carácter, sí ha seguido trabajando desde entonces, sobre todo en la televisión o prestando su voz –por ejemplo, en las películas de Kung Fu Panda-. A pesar de sobrepasar ya los noventa años, aquí demuestra estar en posesión de una extraordinaria viveza y agilidad. Por su parte, Jamie Lee Curtis, que parece atrapada últimamente en su personaje de la saga de “Halloween”, nos recuerda su gran talento para la comedia. 

 

La película es un épico tributo a las familias disfuncionales y los perdedores. En un momento determinado de la trama, a Evelyn le aseguran que “eres capaz de todo porque eres muy mala en todo”. El principal gancho emocional de la historia es la reconciliación entre Evelyn y su hija Joy, la cual ha pasado en otro universo alternativo al alegórico “lado oscuro”, un bagel de negatividad que se ha convertido en un agujero negro que amenaza con engullir todas las realidades. Las escenas del largo clímax consisten en Evelyn tratando de salvar a Joy de la oscuridad que la posee mientras saltan frenéticamente de un escenario alternativo a otro.

 

“Todo a la Vez en Todas Partes” es una película que conviene ver como lo que es. No es una historia precisamente sutil y probablemente sus dos horas y veinte minutos sean excesivas. Aunque toma como premisa una idea propia de la CF, la desarrolla de una manera más propia de la fantasía y exige del espectador que suspenda por completo su incredulidad y visión racional. Alterna sin solución de continuidad la acción física, los saltos entre universos y el drama familiar. Pero, al final, la película no le pide al espectador que la comprenda. Es casi imposible. El ritmo es tan frenético que es inevitable dejar muchas preguntas por responder y otros tantos elementos sin explicar. Lo único que hay que entender es que Evelyn ama a su familia y que hará cualquier cosa, en cualquier universo, para protegerla.

 

Después de que Evelyn descubra que la versión Alfa de su hija es un malvado ser transdimensional, se convence a sí misma de que Joy está más o menos poseída por otra versión del multiverso y en ese punto la película empieza a introducir un factor de arqueología sentimental sobre la relación entre madre e hija que también funciona como comentario social. Evelyn, como inmigrante china en los Estados Unidos cuya hija ha nacido allí, quiere que su hija lleve la vida que a ella le hubiera gustado pero a la que ha debido renunciar. Al proyectar sobre el futuro de Joy sus propias esperanzas y sueños, imagina una vida enteramente ficticia y que más tiene que ver con la fantasía que con la realidad.

 

Cuando Joy llega a casa con un tatuaje, una novia y una actitud negativa y contestataria, Evelyn no puede comprender en qué punto se torció todo. Para ella, la explicación más sencilla es que un ser multidimensional de poder extraordinario y propósitos desconocidos ha poseído a su hija. Lo que no quiere aceptar es que Joy es independiente y que no le debe explicaciones sobre el tipo de persona en que se ha convertido. Conforme Evelyn accede a todas las habilidades cultivadas por sus muchos yoes del multiverso, su sentido de identidad se resquebraja, se sumerge más profundamente en todas las vidas potenciales que podría haber tenido lamentando las decisiones erróneas que la han dejado estancada en la mediocridad que repudia. Pero al final, decide que no le importa su propia identidad; su hija es lo más importante.

 

Bajo la excéntrica interpretación de conceptos extraídos de la CF, un ritmo rápido y sostenido y los guiños al cine chino, lo que se esconde aquí es la historia de una familia tratando de permanecer unida. Cuando Evelyn escapa de su propia realidad y sigue a su hija por el multiverso, ésta le muestra una y otra vez quién podría haber sido y quién ha acabado siendo realmente en un pulso que refleja otros dramas identitarios, estos sí, de nuestro mundo y tiempo: la a menudo desilusionante experiencia de los inmigrantes, la lucha de sus hijos por encajar en un país cuyas tradiciones no han heredado o la de aquellos cuya identidad sexual no es la que sus padres desean pero que quieren ser comprendidos por éstos y amados por lo que son. En el fondo, más allá de los alocados cambios y transformaciones, los momentos cómicos, el salto entre dimensiones y las peleas de kung fu, el tema principal de la película es el amor.

 

“Todo a la Vez en Todas Partes” viaja por muchos universos diferentes, algunos mostrados en pantalla muy brevemente. Pero los tres principales son: el de la línea temporal en el que conocemos a Evelyn y que podemos identificar como la nuestra; otro en el que ella es una estrella del cine chino apoyada por su consentidor marido y sin ninguna hija a la vista; y otro en el que Jobu Tupaki gobierna como líder de algún tipo de culto y que es escenificado como un gran templo blanco dedicado a un bagel simbólico que lo contiene todo: la Tierra, la idea del miedo, todos los sueños alguna vez soñados…

 

Pues bien, en cada uno de esos universos puede verse un tipo diferente de amor que rodea a Evelyn como un ciclón amenazando con destrozarla. Hay un momento, en el universo en el que ella es una estrella de cine, en el que Waymond pronuncia una de las frases más devastadoras de la película. Durante buena parte de ésta vemos a Waymond como un hombrecillo pasivo y sumiso que tiene problemas para comunicarse con su esposa, mucho más pasional pero también más agobiada por todos los problemas que la rodean. En esa escena él le explica que es fuerte porque es amable y no vive perpetuamente frustrado por no haber satisfecho sus ambiciones, como sí le ocurre a Evelyn. Él habría sido tan feliz vestido con un traje caro y relacionándose con las celebridades nacionales como encargándose de una humilde lavandería en tanto en cuanto ella hubiera estado a su lado.

 

Ese momento es la culminación de un arco emocional construido a lo largo de toda la pelícla: dos amantes tratando de reconectar bajo la lluvia en el callejón trasero de un cine tras haber asistido a un gran éxito para ella. El tono y la atmosfera de este universo remite tanto al tipo de cine practicado por el realizador Wong Kar Wai como al de los culebrones de segunda fila. Cuando este Waymond idealizado confiesa su amor, su admiración y sus arrepentimientos a Evelyn, que se ha pasado la película peleando contra Jobu Topaki, ésta comprende finalmente que su marido no es un alfeñique sin carácter sino alguien amable y generoso. Es tan fácil perder de vista la diferencia entre aquellos defectos y estas virtudes que Evelyn ha llegado a estar convencida de que Waymond es mucho menos de lo que en realidad es. Es tras este momento de iluminación personal que Evelyn por fin comprende que no es su capacidad para utilizar los conocimientos y habilidades de sus otras versiones lo que le da poder sino su capacidad para amar.

 

“Todo a la Vez en Todas Partes” es una metáfora sobre cómo nos dañamos a nosotros mismos tratando de hacer que nos quieran y cómo mostramos sólo partes muy concretas de nosotros mismos a nuestras familias, amigos y parejas. Cuando Evelyn acepta que Joy es alguien autonómo y que debe aceptarla como un todo, consigue al mismo tiempo comprender que lo mismo pasa con ella misma. Evelyn no sólo acepta a Joy sino que le permite ser como quiera ser, sin explicaciones ni condiciones, dando solo generosidad y amor.

 

“Todo a la Vez en Todas Partes” es una película de ciencia ficción y fantasía repleta de humor negro y artes marciales pero en cuyo corazón se encuentra un drama familiar. Aborda temas interesantes, ofrece escenas memorables e incluye un reparto muy bien escogido que hace una labor más que meritoria. Es una película atrevida e irreverente pero también ruidosa, indisciplinada, acelerada, demasiado larga para la historia que cuenta y excesivamente ansiosa por encajar tantas referencias, guiños e ideas que en ocasiones a punto de está expulsar al espectador y pasar de lo original y divertido a lo reiterativo.

 

Por todo ello es una película tan recomendable como difícil de recomendar. Para algunos, su velocidad, ideas, acción, mensaje y personajes bastarán para sostener el conjunto. Para otros, se tratará de un ejemplo de manual de film en el que el estilo predomina sobre la sustancia.  

 


3 comentarios:

  1. Concuerdo, es una película a la vez recomendable y no recomendable. Pero siempre que me recomiendan películas termino aburrido o sacándola antes de la mitad, así que ya no recomiendo películas a nadie.

    Saludos,
    J.

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    1. Concuerdo. Ahora bien, si eres aficionado al género fantacientífico, hay películas que debes ver y esta sería una de ellas. Ahora, recomendarla sin reservas de ningún tipo a un espectador más generalista.... eso no lo tengo nada claro

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    2. Exacto, es un producto de "nicho", pero a la vez está pensado para que sobrepase esos límites. Así mismo, no siempre sobrepasar esos límites es posible para quien está mirando la película.
      Saludos,
      J.

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