(Viene de la entrada anterior)
El episodio “Bits de Amor”, con el que se abría la tercera temporada, es recordado sobre todo por la presencia en él de la bella canadiense Natasha Henstridge un par de años después de que debutara en “Species” (1995). En el año 2047, tras un holocausto nuclear, Aiden Hunter (Jon Tenney), quizá el último humano vivo, se refugia en un bunker subterráneo de alta tecnología que preparó antes de la catástrofe gracias a su talante previsor. Allí “vive” con su madre, padre y hermano, Griff (Steve Bacic), así como con diversos amigos… sin embargo, éstos no son sino hologramas supervisados por “Emma” (Natasha Henstridge), una inteligencia artificial. Además de interactuar con esas ilusiones, Aiden puede incluso mantener sexo con mujeres holográficas en su cápsula sensorial.
Emma, que
toma la forma de una atractiva mujer, no está basada en nadie que conociera
previamente Aiden y está programada para evolucionar. Con el paso del tiempo, Aiden
se cansa de crear para sí mismo mujeres ideales y decide seducir a Emma, que se
rinde a sus encantos. Pero una vez conseguido su objetivo, Aiden se comporta
como el canalla que en el fondo es y rechaza a Emma, dejándole claro que quiere
sólo hologramas que hagan lo que él les ordene. Pero la I.A. no es una mera
agrupación de fotones y empieza a complicarle la vida a su “amo”. Altera su aspecto
para parecer embarazada y comienza a manipular al resto de hologramas para
crear su propio mundo. Aiden busca desesperadamente la forma de reemplazarla y
desconectarla… sin éxito. Y es que Emma se ha dado cuenta de que lo único que
tiene que hacer para satisfacer su deseo de amor es crear un holograma de Aiden
e interactuar con él. Y eso es lo que hace: Aiden, el de carne y hueso, se
queda solo en su bunker tras ver a su versión holográfica abrazando a Emma y al
bebé.
También a la
tercera temporada pertenece “Música de las Esferas”, en la que encontramos otra
cara conocida, Kirsten Dunst, interpretando a Joyce, que junto a su hermano Devon
(Joshua Jackson), son los hijos del doctor Emory (Howard Hesseman). Esta es
otra historia con alienígenas, unos que se vieron obligados a transformar sus
cuerpos para adaptarse a la progresivamente mayor radiación ultravioleta con la
que su estrella bombardeaba su planeta. Descubrieron que nuestro Sol estaba a
punto de experimentar el mismo proceso así que hicieron lo que cualquier
extraterrestre bienintencionado haría: enviar un mensaje informándonos de cómo
cambiar nuestros cuerpos.
El único
problema es que ese mensaje está codificado como una forma de música alienígena
que sólo pueden escuchar los oídos de los adolescentes. Devon, que trabaja como
ayudante de un astronómo, capta una onda con un sonido interesante y lo graba. Como
tiene ya veintitantos años, la música no le afecta hasta mucho después, pero su
hermana Joyce se queda encantada con ella. Se lo muestra a su nuevo novio y
luego a los amigos y a no mucho tardar todos empiezan a mutar. Pero el proceso
es como el de una enfermedad o una adicción e incluso algunos muchachos mueren
cuando se les priva de la música. En esta ocasión, el guionista Steven Barnes
decidió darle a la historia un final feliz: toda la Tierra toma conciencia de
lo que está sucediéndole al Sol y se produce una metamorfosis en masa de los
humanos que así lo desean. Quienes prefieren mantener su forma humana, pueden
hacerlo si bien a costa de permanecer en el interior de sus casas durante las
horas de luz por el resto de sus vidas.
La nueva
serie de “Más Allá del Límite” también actualizó varios de sus episodios
clásicos de la etapa de los 60: “Yo, Robot”, en la primera temporada; “Estudio
de Viabilidad” en la tercera; “Pesadilla” en la cuarta y “Los Herederos” en la
quinta. En concreto, “Estudio de Viabilidad”, uno de los más recordados
capítulos de la serie de los 60, tuvo para esta nueva versión –escrita, como la
original, por Joseph Stefano- a David McCallum como protagonista, un actor que
ya había aparecido dos veces en la serie original. La historia nos cuenta cómo
todo el vecindario suburbano de una ciudad terrestre es secuestrado y
teleportado al planeta Luminos para ser utilizado como mano de obra esclava. En
el emotivo clímax, los humanos se unen en una terrible decisión: poner fin a
sus propias vidas infectándose con una enfermedad alienígena. Al demostrar ser
vulnerables a esa dolencia, los Luminoides ya no les consideran una raza apta
para servirse de ellos. La especie humana nunca sabrá lo cerca que estuvo de su
destrucción, salvada gracias al sacrificio de unos individuos tan anónimos como
heroicos.
Ya en la
cuarta temporada, encontramos “El Reencuentro”, otro buen episodio heredero de
las películas de body-horror que hiciera David Cronenberg en el comienzo de su
carrera y en el que también encontramos al menos otro par de caras familiares,
empezando por la de C.Thomas Howell interpretando a un astronauta, Miles Davidow,
cuya nave de transporte se estrella en Venus aniquilando buena parte de la
colonia allí establecida. El otro superviviente de la tripulación se suicida y
deja a Davidow con algo más de aire, teniendo así más posibilidades de
sobrevivir. Su novia, Kate Girard (Amanda Tapping, conocida por los fans de
“Stargate SG-1) encabeza una misión de rescate, pero lo que no saben es que
unas criaturas alienígenas han alterado su cuerpo y que ya no puede vivir en la
Tierra, donde su organismo reacciona de forma tan extraña como grotesca y se
hace necesario aislarlo…
“Litia”,
también de la tercera temporada y escrito
por Sam Egan, es asimismo digno de rescatar, especialmente en los
reivindicativos tiempos que vivimos. Transcurre en el año 2055, después de que
un holocausto nuclear aniquilara a la mayor parte de la especie humana sólo
para sufrir a continuación una extraña enfermedad que sólo afectaba a los
hombres, exterminando a todos los varones supervivientes. Hasta que un día, el
comandante Jason Mercer (David Kieth), despierta de su criosueño para
encontrarse en un mundo exclusivamente poblado por mujeres. Su reanimación no
fue un error. Como se desvela más tarde, el Consejo que gobierna esa sociedad
había encontrado once soldados –varones- en animación suspendida y decidió
realizar un experimento despertándolos y viendo qué sucedía.
Aunque las
mujeres de Lithia, la comuna en la que se encuentra Mercer, llevan vidas plenas
y felices, han de trabajar muy duro ya que no disponen de la tecnología del pasado.
Las aldeas vecinas son las que poseen muchos de los recursos vitales, cuyo uso
y distribución controla el Consejo. Cuando una de esas comunidades se niega a
desafiar al Consejo y vender electricidad antes de completar un estudio de
impacto, Mercer les dice a sus anfitrionas que en primer lugar deben asegurarse
ellas los recursos que necesitan. Hera (Julie Harris), su líder y la única lo
suficientemente anciana como para recordar los viejos tiempos, le recrimina que
fue ese tipo de actitud egoísta propia de los hombres la que llevó a la guerra
y que ahora están mucho mejor sin ellos. Mercer no tarda en darle la razón.
Aprovechando su posición, tiene sexo con un par de mujeres y da lugar a
problemas de celos; y luego encabeza una escaramuza contra el enclave vecino
para robar electricidad que se salda con varias muertes. Las ciudadanas de
Lithia tendrán que tomar una determinación respecto al destino de Mercer…
Para
conmemorar el episodio número cien en la quinta temporada, Sam Egan escribió
uno de los mejores guiones de los veintiuno que aportó a la serie: “Tribunal”.
Aaron Zgierski (Saul Rubinek) es un cazador de nazis moderno que persigue a un
anciano llamado Robert Green (Jan Rubes) por creerlo un criminal nazi. Y,
efectivamente, Green fue antaño Karl Rademacher (Alex Zahara), el cruel
comandante responsable de la muerte de la entonces esposa de su padre y el bebé
de ambos en Auschwitz. Pero sin contar con una evidencia sólida al respecto, no
tiene forma de llevarlo ante la justicia. Hasta que, gracias a un viajero
temporal, Nicholas, (Alex Diakun), se le presenta tal oportunidad cuando
aparece misteriosamente la prueba que buscaba.
Sintiendo
curiosidad por ese hombre, Aaron lo sigue hasta un hotel local donde descubre
diversa parafernalia nazi. Gracias a un antiguo reloj –que es en realidad la
máquina temporal- Aaron se ve accidentalmente transportado al campo de
concentración de Auschwitz en marzo de 1944, donde presencia de primera mano
los horrores que allí tuvieron lugar. Nicholas, que todavía está en posesión del
reloj, se da cuenta de lo que ha sucedido y devuelve a Aaron al presente, donde
le explica que los cambios que puede efectuar en la corriente temporal son
limitados. Un frustrado Aaron se hace con una pistola nazi y sale en busca de
Robert Greene-Karl Rademacher. Revelándole que conoce su auténtica identidad,
va a asesinarlo cuando Nicholas ofrece una solución alternativa.
Vestidos con
uniformes nazis, Aaron y Nicholas transportan al confuso Green, ahora
“ataviado” con el andrajoso uniforme que llevaban los judíos en Auschwitz, de
vuelta a a ese lugar. En un irónico giro del destino, es su joven persona, el
comandante Rademacher en toda su infame gloria, quien lo ejecuta. Pero Aaron
tiene una última misión: captura a la joven hija de su padre y ordena a
Nicholas que los devuelva al presente…
Lo que hizo
de este episodio algo especial para todo el reparto y muy personal para Egan es
que su propio padre, Leo Egan, era un superviviente de los campos de
exterminio. Sam escribió esta historia como un tributo a su padre y a su esposa
e hija que no salieron vivas de allí. Para conseguir el máximo de verosimilitud
rodaron en una granja de pollos en las afueras de Vancouver (Canadá), donde
replicaron las puertas de Auschwitz y los barracones; y rodaron en el mes de
febrero con un tiempo gélido y húmedo, contratando multitud de extras de
procedencia europea que no sabían hablar inglés. Podemos imaginar la reacción
de Leo Egan cuando su hijo lo invitó al set y vio el increíble trabajo de
recreación que había realizado el responsable del departamento artístico, Steve
Geaghan.
Inicialmente,
se planteó el capítulo final de la sexta temporada como cierre de la serie en el
año 2000. “Apelación Final” fue un episodio doble escrito por Sam Egan y que
reunió en su reparto a Charlton Heston, Robert Loggia, Cicely Tyson, Swoosie
Kurtz y Hal Holbrook encarnando a jueces del Tribunal Supremo que, en el
futuro, deben decidir sobre uno de los casos más extraños de la historia
judicial: la solicitud de que se reinstauren la ciencia y la tecnología, tiempo
atrás prohibidas. La letrada defensora es la doctora Theresa Givens, la viajera
temporal que Amanda Plummer había interpretado en “La Enmienda del Tiempo”, en
la segunda temporada y de la que
hablé anteriormente. De hecho, los dos
episodios incluyen fragmentos de otros once precedentes, utilizando como
recurso narrativo con el que introducir una continuidad hasta entonces ausente
en la serie el escenario principal, la futurista sala de tribunal. Los jueces
utilizan tecnología del futuro aportada por la doctora Givens en sus viajes
temporales para “trasladarse” a episodios anteriores y ver cómo determinados
artefactos se utilizaban en otras épocas pasadas y futuras. Fue un final
perfecto para la serie, una historia ingeniosa, bien interpretada y nada
tendenciosa.
En este
punto, el año 2001, Showtime, que quería renovar su programación, había dado
por finiquitada su relación con el programa. Éste, además, hacía tiempo que
había pasado al circuito sindicado y se vendía en formatos domésticos. Pero los
productores pensaban que aún tenían cosas nuevas que contar y contactaron con
Sci-Fi Channel, que ya emitía las temporadas anteriores, para proponerle una
séptima. Al fin y al cabo, ya habían recogido de la cancelación otras series de
Showtime, como “Stargate SG-1” o “Poltergeist: The Legacy”. Inicialmente, esta
cadena no se mostró muy entusiasmada. Según sus números, los episodios nuevos
tenían la misma audiencia que las reposiciones. Pero aún así, accedieron a
financiar el proyecto siempre y cuando se redujera el presupuesto por capítulo.
A pesar de que
los equipos de producción, creativo y técnico se esforzaron en trabajar con
menos dinero y aceptar un día menos de rodaje por episodio, fue inevitable que
se apreciaran cambios a peor. La cadena, además, impuso la censura sobre los
desnudos y el lenguaje malsonante. En esta ocasión, el vigésimosegundo episodio
de la séptima temporada sí marco el final definitivo de la serie.
Fueron, en
total, 154 episodios distribuidos a lo largo de siete años, en los que
participaron guionistas de gran talento y una enorme lista de actores, muchos
de ellos conocidos por el gran público, otros viejas glorias o glorias futuras
y otros, en fin, muy familiares para cualquier aficionado a la ficción
televisiva y, en concreto, a la CF. Además de los mencionados en esta serie de
artículos, pueden citarse sólo como ejemplos: Thora Birch, Rebecca de Mornay,
Leonard Nimoy, Ryan Reynolds, Heather Graham, Mark Hammill, Ryan Phillippe,
Clancy Brown, Brent Spinner, Victor Garber, Kim Cattrall, Stephen Lang, Ron
Rifkin, Jeniffer Beals, Gary Cole, Pat Morita, Melissa Gilbert, Kate Vernon,
James Marsden, Lou Diamond Phillips, David Keith, Harry Hamlin, Nicole de Boer,
Steven Bauer, Adam Baldwin, Ron Perlman, Nana Visitor, Joe Pantoliano, Robert
Hays, Ralph Macchio, Cliff Robertson, Malcolm McDowell, Cary Elwes, Michael
Ironside, Jeffrey Jones, Nathan Fillion, Stacy Keach, Michael Shanks, Joel
Grey, Bruce Boxleitner, Keith David, Gary Busey…
El programa,
más allá de cumplir sobradamente su misión inicial de rescatar del limbo a
MGM-TV, recibió muchas nominaciones y premios a lo largo de su dilatada
trayectoria. Dejando aparte los Emmys ganados por algunos actores y otros
galardones menores en fama, la Academia de la Ciencia Ficción, Fantasía y
Terror, que otorga los premios Saturn, especializados en esos géneros, le
concedió a “Más Allá del Límite” tres premios a la Mejor Serie de Género entre
1996 y 1998 y siguió nominándola en tal categoría entre 1999 y 2001. El
Sindicato de Guionistas de América concedió sendos premios a Naren Shankar y
Harlan Ellison por “Operadores Humanos”, adaptación de un cuento del segundo; y
a Scott Peters por “Simon Dice”. En total, “Más Allá del Límite” obtuvo 13
premios y 34 nominaciones.
Pen Densham,
uno de los productores, recordaría mirando atrás: “Estoy increíblemente orgulloso de haber podido recuperar un programa
que había admirado. Fui capaz de llevar imaginación a la pantalla cuando no
había ningún otro programa como aquél. Aunque no creé “Más Allá del Límite”,
sentía que estaba prolongando su legado. Para mí, el concepto fue el de coger
lo que habían hecho quienes lo habían creado originalmente y llevarlo hacia el
futuro de forma que les rindiera tributo. Yo era un aficionado de los cuentos
de Heinlein, Asimov y Sheckley; devoraba ciencia ficción cuando era niño. Una
cosa que dejé muy clara en “Más Allá del Límite” fue que no quería controlarlo,
sino crear una estructura, un ambiente de trabajo con los que la gente pudiera
crear las historias más imaginativas posible”. Y lo consiguió con creces.
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