viernes, 15 de marzo de 2013

1950-STRANGE ADVENTURES Y MYSTERY IN SPACE - Julius Schwartz (1)





 Aunque muchos de los editores y guionistas de comics de comienzos de los cincuenta consideraban a la ciencia ficción únicamente como un género más del que poder obtener cierta rentabilidad, hubo otros que llegaron al negocio armados no sólo con experiencia en el medio editorial, sino con un amplio conocimiento de ese género. Fue el caso de Julius Schwartz

Nacido en 1915, Schwartz fue un aficionado pionero de la ciencia ficción. Leyó el primer número de la mítica “Amazing Stories” en 1926 y desde entonces se convirtió en un ávido seguidor del género, sumergiéndose en las historias que ofrecían las revistas pulp como “Astounding Science Fiction” o “Thrilling Wonder Stories”. A los dieciséis años editó su primer fanzine de gran tirada, “The Time Traveller” (enero 1932). Se graduó en el City College de Nueva York en Matemáticas y Física, disciplinas que le servirían de ayuda en el futuro.


Schwartz y su amigo Mort Weisinger (más tarde editor de los títulos de “Superman” en DC Comics) abrieron una agencia literaria especializada en ciencia ficción, “The Solar Sales Services”. Entre sus clientes se contaban nombres como Stanley Weinbaum, H.P.Lovecraft, Edmond Hamilton, Henry Kuttner, Robert Bloch, Alfred Bester o Ray Bradbury. En una etapa posterior de su carrera, Julius Schwartz participaría en la creación de muchos personajes, pero como agente literario, él mismo se convirtió en una personalidad arrolladora que inspiró a otros, como le sucedió al escritor Anthony Boucher, que modeló a su agente M.Halsted Phyn en el libro “Rocket To the Morgue” (escrito en 1942 bajo el seudónimo de H.H.Holmes”) a partir de Schwartz –el mismo Boucher era un personaje fascinante, autor de muchas obras de ciencia ficción y policiacas, probablemente el crítico más influyente del género y cofundador de la revista “The Magazine of Fantasy and Science Fiction”.

En 1944, Alfred Bester, que por entonces escribía guiones para los comics de “Green Lantern”, mencionó a Schwartz que había una posibilidad de entrar en el staff editorial de All-American Comic Group (más tarde integrado en DC Comics). Schwartz decidió abandonar el mundo literario (declararía años después que nunca volvió a leer ciencia ficción y que jamás vio un episodio de “Star Trek” o una película de “Star Wars”) y se dirigió a la entrevista de trabajo con el único conocimiento del medio que daba la lectura apresurada de un puñado de tebeos en el metro de camino a las oficinas donde iba a tener lugar dicha entrevista. Pero no debía preocuparse, porque su experiencia y su buen ojo a la hora de elegir y contar una historia le proporcionaron el trabajo, trabajo que desempeñó hasta 1986, cuando abandonó la edición de comics mensuales (su adiós fueron el “Superman” nº 423 y el “Action Comics” 583, escritos por Alan Moore). Pasó a asumir el cargo honorífico de “Embajador de Buena Voluntad” de DC Comics hasta su muerte en 2004.

Pronto se encontró supervisando los comics de “Flash”, “Green Lantern” y “All-Star Comics”. Schwartz aportó a su tarea como editor una capacidad extraordinaria para generar ideas, sentido del drama y, no menos importante, un sólido conocimiento científico, todo lo cual trasladaría a los argumentos de miles de historias. Aunque Schwartz es a menudo más recordado como el principal responsable en el renacimiento de los cómics de superhéroes conocido como “Silver Age”, con su renovación de títulos como “Flash”, “Green Lantern” o la “Liga de la Justicia de América”, fueron las colecciones de ciencia ficción que supervisó, “Strange Adventures” y “Mystery In Space”, sus mayores logros.

Porque lo cierto es que a finales de los cuarenta, los superhéroes habían pasado a un estado de hibernación. Parecía que más allá de la tríada clásica (Superman, Batman y Wonder Woman) ya nadie estaba interesado en los justicieros disfrazados. Las ventas se desplomaron y las editoriales buscaron nuevos géneros con los que atraer lectores. Uno de ellos fue la ciencia ficción.

Durante años, la ciencia ficción fue la gran olvidada por parte de los comic-books. “Planet Comics”, editada por Fiction House a partir de 1939, fue la única en dedicarse enteramente a ese género. Entretanto, el mundo fue cambiando. La explosión de la bomba nuclear, el inicio de la carrera espacial y la fiebre OVNI ocuparon en rápida sucesión la atención del público. Harry Harrison –más tarde escritor de éxito- y el dibujante Wallace Wood sugirieron al editor Bill Gaines aprovecharse de esa atención y lanzar una nueva línea de comics de ciencia ficción alejados temáticamente de lo que hasta el momento había venido haciendo “Planet Comics”. Así nacieron en 1950 “Weird Science” y “Weird Fantasy”, que bajo el sello editorial de EC y apoyados en los guiones de Al Feldstein ofrecieron historias de originales argumentos, inesperados finales -no siempre felices- y preocupación por las implicaciones tecnológicas de su tiempo y las consecuencias morales que de ellas se derivaban.

Al tiempo que los comics de EC inspiraron el nacimiento de otros títulos, se produjo el florecimiento de la edad dorada del cine de CF gracias al estreno de “Con Destino a la Luna” (1950) un revulsivo que no sólo animó a otros estudios a probar suerte con el género, sino que espoleó un interés en el público que animó a DC –entre otras muchas editoriales- a probar fortuna en el mundo de los cohetes, el espacio y los alienígenas.

La ciencia ficción no era nueva en DC. El género, como telón de fondo para las hazañas de los
superhéroes de la casa, había formado parte de los comics desde su comienzo. Pero también había sido objeto de series concretas, como “Don Drake on the Planet Saro” o “Astra, Girl of The Future”. Sin embargo, el primer héroe futurista en disfrutar de algo parecido al éxito popular fue Tommy Tomorrow. Sus aventuras compartían colección con las de Superman en “Action Comics”, donde se publicó de forma regular desde 1948 hasta 1959. Curiosamente, su primera aparición se registró en “Real Fact Comics” en 1947, aunque por entonces no era más que un personaje creado por Jack Schiff y Mort Weisinger a través del cual se realizaban predicciones sobre los próximos avances científicos. En su siguiente encarnación, ya en “Action Comics”, se había convertido en miembro de un cuerpo de élite del siglo XXI, los Planetarios. 


DC consideró que había llegado el momento de apostar algo más fuerte por esa nueva ola de ciencia ficción. La propuesta inicial para una nueva serie iba a llevar el título de “Project: Science”. Pero alguien, quizá el mismo Schwartz, se dio cuenta de que esta cabecera iba a sonar tan atractiva a los potenciales jóvenes lectores como si en su portada figurara un gran sello que dijera “Historias Aprobadas Por Tus Padres”. Así que se eligió un título más sonoro y evocativo, “Strange Adventures” (que previamente había denominado también a una revista británica de ciencia ficción de breve duración –dos números- en 1946-47). Parecía lógico escoger como editor de ese nuevo título a alguien con conocimientos del género y que, además, hubiera acumulado experiencia profesional con él. Julius Schwartz era la elección ideal.

El primer número, con fecha agosto-septiembre de 1950, incluía una adaptación de ocho páginas escrita por Gardner Fox y dibujada por Curt Swan de la mencionada película “Con Destino a la Luna”. Ya en aquella primera portada aparecía algo muy significativo: los nombres de los guionistas; inclusión insólita en un medio que siempre favorecía a los artistas por encima de los escritores. Ello tenía una explicación.

Aunque Schwartz se llevaba bien con sus artistas y respetaba su talento, siempre tuvo una predilección especial por los guionistas. Él mismo se ocupó de buscar a escritores con los que había trabajado en el pasado y a los que había representado en su antigua agencia literaria: Edmond Hamilton, H.L.Gold, Manly Wade Wellman… Al poner su nombre en los créditos e incluso las portadas pretendía atraer al lector de revistas pulp ya sobradamente conocedor de aquellos nombres.

Sin embargo, fue a su llegada a DC cuando Schwartz conoció a dos de los guionistas con los que formaría el mejor equipo de su carrera. El primero de ellos fue Gardner Francis Fox.

Fox, nacido en 1911, había estudiado Derecho y ejercido durante un breve periodo de tiempo antes de
entrar en el mundo de los comics de la mano del editor Vince Sullivan. Fox se convirtió en una rica fuente de guiones e ideas y trabajó para todas las editoriales de comic en el curso de una carrera profesional que se prolongó más de treinta años, creando personajes tan imperecederos como “Flash” o “Hawkman”. Y aunque no el más prolífico de los guionistas de su tiempo, sí fue uno de los que escribieron comics de mejor calidad. Su fuerte nunca fue la caracterización de personajes, sino el desarrollo de las historias, los giros inesperados y las aproximaciones novedosas a viejos clichés.

Gardner Fox y Julius Schwartz realizaron juntos su mejor producción, alcanzando alturas que nunca llegaron a repetir por separado. Su asociación creativa puede compararse a la que unos años después uniría a Stan Lee y Jack Kirby: juntos produjeron comics de una calidad que, por separado, ya fuera trabajando individualmente o en colaboración con otros, no se repetiría jamás. Más adelante, Schwartz utilizaría sus contactos editoriales para ayudar a establecerse a Fox como novelista de ciencia ficción, fantasía, westerns y relatos históricos. Murió en 1986.

El segundo guionista que más contribuyó a “Strange Adventures” (SA) y “Mystery in Space” fue John Broome. Nacido en 1913, conoció a Schwartz cuando éste consiguió vender algunas de sus historias mientras trabajaba como agente literario. Más adelante, cuando Julie se mudó a los comics, se llevó a Broome con él. Schwartz diría de él: “Mi padrino –en la boda de Julius con su esposa Jean-, mi mejor escritor y mi mejor amigo”. Los guiones de Broome tenían argumentos más ligeros que los de Fox, pero lo compensaba con su habilidad en la delineación de personajes. Murió en 1999 tras haber disfrutado de la aclamación de los fans en la San Diego Comic-Con del año anterior.

Fox y Broome fueron los colaboradores favoritos de Schwartz. Porque aunque él mismo era una fuente inagotable de ideas, no era escritor. Sólo escribió tres guiones en toda su carrera y era
muy consciente de que necesitaba la ayuda de otro profesional para insuflar vida al argumento y encadenar una serie de ideas sueltas en la forma de una historia. Tanto Fox como Broome sólo tenían palabras de elogio para su trabajo con Schwartz. Fox, que escribió la mayoría de las historias principales de “Strange Adventures”, explicó su método de trabajo en común: Schwartz pasaba a Fox una idea muy somera para una historia, éste le daba forma de sinopsis y luego ambos la discutían. “A veces cambiamos un poco la idea original. En la mayor parte de las ocasiones lo transformábamos muchísimo. De vez en cuando, desechábamos toda la idea y trabajábamos sobre una completamente nueva. A menudo invertíamos unas tres horas en cada historia corta y el doble en narraciones que ocuparan todo el número”.

Sea cual fuere el método con el que Schwartz, Fox y Broome realizaban las historias, parecía
funcionar. Naturalmente, no todo era de gran calidad y de vez en cuando aparecían historias realmente aburridas, pero “Strange Adventures” se vendió lo suficientemente bien como para animar a la editorial en 1951 a lanzar una nueva cabecera de ciencia ficción con el evocador título (sugerido por el editor ejecutivo de DC Whitney Ellsworth) “Mystery In Space” (MIS). Su primera portada recreaba el más puro estilo pulp, sensacionalista y erótico, mostrando el dramático rescate de una damisela de una muerte segura en el espacio profundo.

Cada número de MIS contenía material variado, mezclando artículos de ciencia popular y anuncios de interés público (“Know Your Country!”, “Be Your Self –Your Best Self!”; “Be Sure of Your Facts!”) con series e historias individuales. En sus páginas trabajarían muchos de los mismos guionistas que ya suministraban aventuras para SA: Broome y Fox, por supuesto, pero también Leigh Brackett, Otto Binder, Ed Herron, David V.Reed y Sam Merwin (antiguo editor de “Thrilling Wonder Stories” y “Startling Stories”. Normalmente, las historias principales de SA versaban sobre algún tipo de amenaza originada en nuestro propio planeta, mientras que las de MIS –antes de la aparición del que sería su personaje estrella, Adam Strange- presentaban peligros provenientes del espacio exterior. Aunque, naturalmente, esto no era una regla fija. 



(Continúa en la siguiente entrada)


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