miércoles, 4 de enero de 2012

1622- EL ADONIS – Giambattista Marino


La visión de Kepler fue, durante un tiempo, única. La influencia de la narrativa caballeresca y de viajes a tierras exóticas y lejanas propia de siglos anteriores aún se reflejaba en las obras de viajes interplanetarios. Aunque tanto Dante en su "Paraíso" (1320) como Ludovico Ariosto en su "Orlando Furioso" (1532) presentaban personajes que viajaban a la Luna, el segundo es a menudo mencionado como un precursor de la CF mientras que el primero no. Sin embargo, en mi opinión, en ninguno de los dos casos su adscripción al género puede considerarse cercana. Para ambos autores los cielos no eran algo material: en su perspectiva ptolemaica del sistema solar, los cielos eran inmutables, perfectos, divinos, una zona sobrenatural. Giambattista Marino (1569-1625), en su momento una importante figura de las letras italianas y personaje sobresaliente de la literatura europea (aunque hoy mayormente ignorado) sí escribió ciencia-ficción: una épica en veinte cantos titulada "L´Adone" (1622).

Se trataba de la vieja historia de amor entre la divina Venus y el mortal Adonis, pero se incluía un interludio interplanetario: en los cantos 10 y 11, Adonis es llevado a los cielos para viajar por el sistema solar, volando más allá de la Luna y visitando Mercurio y Venus. Ciertamente, este viaje espacial es más fantasía y mitología que ciencia-ficción. Transportado por un dios, Adonis se mueve de uno a otro cuerpo celestial como si saltara de una esfera a la siguiente dentro del sistema ptolemaico. Pero en un aspecto, este poema va más allá de las concepciones pre-copernicanas de la obra de Ariosto (que, por otra parte, ejerció gran influencia en Marino). "L´Adone" no es una simple revisión de un viejo mito, sino que está bien asentado en las últimas teorías científicas de entonces. Así, por ejemplo, uno de los héroes es Galileo, cuyo recién inventado telescopio es alabado en cuanto a herramienta desveladora de los misterios de los cielos. Al aproximarse a la Luna, Adonis pregunta a Mercurio si los cielos están compuestos de la misma materia que la Tierra o si su composición es radicalmente diferente, "incorruptible", tal y como ha oído decir. Y esta es una cuestión importante. Porque cuando se produce una situación equivalente en el "Paradiso" de Dante, el escritor responde con la explicación teológicamente ortodoxa de que el cielo está compuesto de un material incorruptible y perfecto, más puro que la materia terrestre y fundamentalmente diferente. El poema de Marino, en cambio, adopta un punto de vista material y no espiritual:

"El material del cielo, aunque sublime, soberano sobre otros en su grado de eminencia, no es sin embargo otro que el vuestro; no es cualitativamente diferente".

Este detalle tiene una gran relevancia por cuanto implica que las exploraciones de Adonis, aunque transcurran en otros planetas, tienen lugar en una dimensión material, no espiritual. La Luna, en lugar de ser una simple etapa de tránsito en el viaje simbólico hacia Dios, no es más que un mundo como la Tierra con "otros mares, otros ríos, otros manantiales, ciudades, reinos, provincias y llanuras y montañas”. Es este hincapié en la realidad material de la Luna, en su naturaleza de mundo habitado, lo que convierte al viaje alegórico de Adonis en ciencia-ficción y lo diferencia de otros relatos fantásticos o mitológicos. Y fue esa osadía intelectual lo que le valió la condena y la censura de la Iglesia Católica, que lo incluyó en su Index Librorum Prohibitorum en 1624.

1 comentario: