domingo, 20 de abril de 2025

2021- CHAOS WALKING – Doug Liman

En las últimas dos décadas se ha producido un auténtico florecimiento de la literatura juvenil de género. En el caso de la CF, el subgénero predilecto ha sido el de la Distopía. Son éstas novelas dirigidas específicamente a un público juvenil, protagonizadas por valientes y honestos muchachos de ambos sexos que emprenden un viaje de autodescubrimiento mientras se enfrentan a un sistema o individuo opresor. Son narrativas que abordan los temas de la identidad, la adopción de unos valores, el idealismo, el tránsito a la madurez en un mundo que no es lo que parece, el valor de la amistad y el amor… todo ello salpimentado con mucha angustia adolescente y edulcorado con romance.

 

Habida cuenta del éxito que han registrado estas novelas (a menudo publicadas como trilogías) y su consecuente proliferación, no es de extrañar que el fenómeno captara la atención de Hollywood, siempre dispuesta a capitalizar cualquier moda o tendencia que demuestre cierta amplitud y duración. Aunque estas adaptaciones se han solido promocionar mucho y algunas han disfrutado de un considerable éxito (“Los Juegos del Hambre”, “Divergente”, “El Corredor del Laberinto”), podría decirse que la mayoría han tenido un desempeño mediocre que las ha mutilado desde la primera entrega, dejando a los espectadores sin conocer el desenlace. Las razones son múltiples, desde la dilución del contenido original de la obra literaria, la ejecución deslustrada, castings desnortados o, simplemente, una sobreabundancia de productos muy similares entre sí que han acabado por aburrir al público potencial. Entre la división de fracasadas tenemos “Eragon” (2006, basado en la serie de Christopher Paolini), “Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso” (2013, adaptación del primer libro de la serie de Cassandra Clare); “The Host” (2013, del libro homónimo de Stephanie Meyer); “La Quinta Ola” (2016, novela de Rick Yancey); “Mortal Engines” (2018, traslación de la primera entrega de la tetralogía del mismo nombre firmada por Phillip Reeve)… y la que ahora nos ocupa, “Chaos Walking”.

 

“Chaos Walking” es la adaptación un tanto libre del primer volumen de una trilogía de novelas de CF juvenil del mismo título (en español, publicada como “El Cuchillo en la Mano”) escrita por Patrick Ness, cuyo premiado libro infantil “Un Monstruo Viene a Verme” ya había sido trasladado a la pantalla en 2016. El novelista participó también en la escritura del guion de “Chaos Walking” junto a Christopher Ford, quien había firmado el libreto de cintas como “Un Amigo para Frank” (2012) o “Spiderman: Homecoming” (2017).

 

La trilogía se publicó entre 2008 y 2010 y los derechos de adaptación cinematográfica fueron rápidamente vendidos a Lionsgate, una productora ansiosa por replicar su anterior éxito distópico juvenil, la serie de “Los Juegos del Hambre”. Lo que no se esperaban es que la producción se dilatara casi diez años, barajando entretanto nombres célebres como el del guionista Charlie Kaufman y el director Robert Zemeckis y esperando a encontrar las apropiadas estrellas protagonistas que dieran lustre al cartel. Estas resultaron ser dos jóvenes actores que habían alcanzado el éxito recientemente gracias a su participación en sendas franquicias: Tom Holland en “Spiderman” y Daisy Ridley” en “Star Wars”. Finalmente, el proyecto cayó en manos de Doug Liman, un realizador que emergió a finales de los 90 con películas independientes bastante interesantes como “Swingers” (1996) o “Viviendo sin Límites” (1999), demostrando a continuación su capacidad para moverse en el cine mainstream con “El Caso Bourne” (2002) y “Sr. y Sra Smith” (2005). Tuvo menos éxito con su primera película de CF, “Jumper” (2008), pero remontó con “Al Filo del Mañana” (2014). También de CF fue la serie de TV “Nightflyers” (2018) que él produjo.

 

La película se rodó en en 2017, pero los pobres resultados que arrojaron unas proyecciones de prueba la congelaron en el limbo durante nada menos que cuatro años. Que ese periodo fuera tan dilatado parece haber respondido a la necesidad de esperar a que las ocupadas agendas de Tom Holland y Daisy Ridley con las películas de “Spiderman” y “Star Wars” respectivamente, les permitieran volver a rodar algunas escenas. Para colmo, sobrevino la pandemia del Covid-19, lo que retrasó todavía más el estreno. Al final, toda la demora y los esfuerzos invertidos resultaron innecesarios porque cuando la película por fin llegó a los cines en 2021 con menos publicidad de la esperable (quizá porque el estudio sabía que tenía entre manos un producto fallido) la respuesta del público fue de indiferencia y la de los críticos principalmente negativa. 

 

En el año 2257, una primera oleada de colonos humanos se ha establecido en un planeta al que han llamado simplemente Nuevo Mundo. Aunque por lo demás es muy parecido a la Tierra, allí se da un fenómeno muy peculiar que consiste en que los pensamientos de los varones se manifiesten visible y sonoramente en forma de una especie de proyección neblinosa alrededor de sus cabezas. A esta anomalía, que algunos han aprendido a enmascarar en mayor o menor medida, le llaman Ruido.

 

Todd Hewitt (Tom Holland) es un muchacho que nació en el planeta y que se ha criado en la granja de su padre adoptivo, en un asentamiento llamado Prentisstown, cuyas mujeres fueron, según le han contado, asesinadas por los nativos humanoides del planeta. Aunque sin mucho éxito, se esfuerza todos los días por contener su Ruido. Un día, una cápsula proveniente de una nave nodriza terrestre que transporta a la segunda oleada de colonos, se destruye durante la reentrada matando a todos sus ocupantes excepto a una joven, Viola (Daisy Ridley), a la que encuentra Todd no lejos de su granja. Es la primera mujer que ve en su vida e inmediatamente se da cuenta de que ella no tiene el Ruido. La lleva ante el Alcalde Prentiss (Mads Mikkelsen), que, siendo mujer e inmune al Ruido, la considera una amenaza. Cuando Viola se entera accidentalmente de que lo que pretende aquél es engañar a los nuevos colonos que viajan en la nave recién llegada y tomar el control de la misma para escapar de un planeta que ha llegado a odiar, huye.

 

Tod la encuentra escondida en el granero de su granja y huye con ella perseguidos por Prentiss y la gente del pueblo a la que éste controla. Conforme atraviesan los bosques rumbo a otro asentamiento, Farbranch, desde donde quizá ella pueda contactar con su nave, Viola trata de acostumbrarse a la extrañeza que le causa ver y oir los pensamientos de Todd, mientras que éste, avergonzado por verse tan expuesto ante una extraña que le atrae, tiene que lidiar con la dura realidad de que lo que le habían contado sobre ese mundo y la historia de los colonos es mentira.

 

Hay que reconocer que la premisa central, un planeta en el que los pensamientos de la gente se manifiestan continuamente, no es sencilla de trasladar a imágenes, pero el director la ejecuta de una manera original que antes no habíamos visto y que no se parece a la tradicional telepatía. Por otra parte, la construcción del mundo sobre el que se desarrolla la historia y el planteamiento de arranque son interesantes. Eso sí, hay ciertas cuestiones que el guion deja sin responder o, quizá, evita abordar. Por ejemplo, Tom se encuentra continuamente traicionado por sus propios pensamientos, que expresan su deseo de besar a Viola, a lo que ella responde rechazándole con incómoda tolerancia. Sospecho que en una situación tal, la realidad sería más parecida a la de hombres paseándose por ahí mientras manifiestan fantasías pornográficas bastante más explícitas. Aunque podemos perdonar esa divergencia tratándose de una aventura juvenil dirigida a un público con edad acorde a la de los protagonistas, el espectador adulto puede preguntarse cómo lidiaría la gente de ese mundo con el sexo, dado que no pueden ocultarse los pensamientos lascivos hacia, por ejemplo, la mujer del vecino. Por otra parte, en una sociedad sin mujeres, ¿por qué las relaciones homosexuales no se han normalizado entre los varones supervivientes? (sólo se presenta una pareja tal, la de los padres adoptivos de Todd).

 

En cuanto a la presentación del mundo, la ambientación, utillaje y escenarios, el equipo hace un buen trabajo teniendo en cuenta que, seguramente, la mayoría de los 100 millones de dólares de presupuesto fueron destinados a contratar a las estrellas y al costoso proceso de volver a rodar ciertas escenas. Aunque los valores de producción quizá sean algo mejorables, funcionan dentro del contexto que se describe, al tiempo mundano (asentamientos primitivos, caballos, herramientas convencionales) y fantástico (el Ruido, la fauna nativa, los habitantes originales). No hay nada en la dirección artística, la decoración, el diseño de producción, la fotografía o la música que destaque demasiado, pero todos esos aspectos cumplen su cometido.

 

El auténtico problema de la película es que el prometedor arranque acaba diluyéndose en algo mucho menos atractivo. Mientras que la primera mitad está dedicada casi exclusivamente a la construcción de ese mundo, la segunda no es más que una persecución en la que los dos protagonistas huyen de unos villanos que tratan de capturarlos. Para ser justos, hay que reconocer que las películas de persecuciones son complicadas de sacar adelante porque suelen seguir siempre la misma fórmula: el o los perseguidos van encontrándose en su huida con una variedad de aliados, enemigos y obstáculos. Liman sigue la receta al milímetro, pero sin aportar algún toque especial que haga del viaje de la pareja algo memorable. Muchas de las escenas de caminata de Tom y Viola por el bosque son bastante aburridas, sin que suceda nada más allá de algún intercambio verbal, el Ruido de Tom y uno o dos problemas fácilmente solventables. Este ciclo se repite durante gran parte de la película, incluyendo el final del primer acto y casi todo el segundo, lo cual genera muchos problemas de ritmo y contribuye a transmitir una sensación de lentitud, de que no ocurre gran cosa a pesar de su metraje de hora y cuarenta y nueve minutos. Aunque el clímax tiene lugar en el evocador escenario de una enorme nave estelar estrellada en el bosque, para entonces lo más probable es que el espectador haya perdido el interés tras más de media hora de caminatas y carreras.

 

Por otra parte, y probablemente debido a las mencionadas dificultades con las que se encontró la producción en sus etapas finales, la película parece un revoltijo de escenas dispares que Liman (que ya había demostrado su pericia en las narrativas complejas con “Al Filo del Mañana”) intentó ensamblar en una narración coherente. Además, aunque el efecto del Ruido se utiliza puntualmente de formas originales (como proyectar imágenes mentales de otras personas o crear ilusiones), el guion no solo abusa de él (la sorpresa acaba agotándose a los pocos minutos) sino que deja demasiados agujeros al respecto, convirtiéndolo en un recurso polivalente para resolver ciertas escenas. ¿Por qué algunos hombres del Nuevo Mundo tienen mayor control que otros sobre ese fenómeno? ¿Es realmente capaz el Alcalde, tal y como parece, de controlar mentalmente a sus subordinados como si fueran poco más que drones?

 

Y, para colmo y de forma sorprendente dado que el propio Patrick Ness estuvo involucrado en el guion, la película finaliza dejando un buen número de cosas sin resolver. Quizá fuera inevitable tratándose de la adaptación del primer volumen de una trilogía que en el cine quedará inconclusa debido a la falta de éxito comercial. Así, se dejan sin explorar adecuadamente aspectos importantes de ese mundo que sólo se dejan apuntados. Por ejemplo, todo lo relacionado con los nativos del Nuevo Mundo (que en las novelas acabarán yendo a la guerra contra los humanos), los cuales apenas vemos más allá del tiempo justo para encajar un comentario facilón sobre lo pernicioso del colonialismo; la existencia de otras colonias en el planeta con diferente grado de desarrollo; o la conquista de Farbranch por parte del Alcalde Prentiss. Se prepara también el terreno para un comentario sobre la masculinidad tóxica que ha emergido en Prentisstown, pero se opta por no desarrollarlo, ya sea manteniéndolo en la periferia del arco de Todd o utilizándolo como mero potenciador de la villanía de Prentiss. En las novelas quedaba mucha más historia que contar, pero la película (ATENCIÓN SPOILER) no tiene más remedio que echar un abrupto cierre matando al Alcalde y llevando a Todd a bordo de la nave colonizadora, concluyendo con la idea de que todo irá bien en el futuro, tanto su relación con Viola como la de los colonos entre sí y con los nativos.

 

Y hablando de los villanos de la historia, son dos igualmente mediocres: el ya mencionado Alcalde Prentiss, deseoso de apoderarse de la nave en órbita y dispuesto a agredir sin remilgos a las otras colonias cuya existencia ha mantenido oculta a Todd; y el predicador Aaron (David Oyelowo), un personaje deslucido que existe tan sólo para proferir amenazas apocalípticas, perseguir a los protagonistas y causarle a Todd una gran pérdida. Aunque al menos el Alcalde tiene cierto peso dramático por su inicial relación paternalista con Todd, tanto él como Aaron carecen de motivaciones claras más allá de lo mínimo indispensable para ser calificados de villanos. El resultado es una falta de carisma que impide que el espectador se preocupe por ellos y que no compensan las indiscutibles presencias tanto de Mikkelsen como de Oyelowo. Otro ejemplo de personaje poco o nada desarrollado es el del hijo del alcalde, David Prentiss (Nick Jonas), al que inicialmente se presenta como casi un rival de Tom Hewitt, pero que es marginado casi por completo después del primer acto.

 

El elenco de “Chaos Walking” está compuesto por un grupo de actores y actrices reconocidos y competentes. Por desgracia, la mayoría están muy infrautilizados y el guion no consigue elevarlos por encima de la insulzez. Holland y Ridley hacen lo mejor que pueden con el material disponible, aunque el primero, ya sea porque es mejor actor o porque su personaje tiene mayor carga dramática y tiempo de metraje, sobresale bastante más que la segunda, la cual no sabe profundizar en su personaje, limitándose en la mayor parte de los casos a lanzar miradas inexpresivas discordantes con la situación en que está inmersa.

 

Debido a sus respectivas experiencias vitales, Todd y Viola son jóvenes reservados y gran parte de la historia consiste en el desarrollo de su relación, empezando por una mezcla de miedo y hostilidad y terminando en algo potencialmente romántico, aunque nunca llega a culminar (de nuevo, un aspecto en el que sin duda se iba a profundizar en una segunda parte). El problema es que esa transición es poco creíble habida cuenta no sólo del concepto de masculinidad que le ha sido inculcado a Todd desde su infancia (no hace más que repetirse internamente "¡Sé un hombre!”) sino por el obstáculo que para una relación sentimental supondría algo como el Ruido, dado que el varón vería involuntariamente expuestos todos sus pensamientos mientras que los de la mujer permanecerían privados. De hecho, los pensamientos de Todd traicionan continuamente su deseo sexual, lo que hace sentir a Viola comprensiblemente molesta dado que su sentimiento no es recíproco. El repentino giro de esa relación inicialmente turbia hacia algo más profundo, parece una progresión incongruente, como si varias escenas ampliando la evolución de su vínculo se hubieran quedado en la mesa de montaje.

 

A pesar de tener una interesante premisa y un plantel protagonista capaz de atraer al público juvenil, “Chaos Walking” es una película que lucha infructuosamente por encontrar el equilibrio entre el entretenimiento y la lealtad al material original, dejando demasiados agujeros de guion e hilos sin rematar. Es, sin duda, una película técnicamente bien hecha y ofrece algunos momentos satisfactorios, pero globalmente tiene demasiados problemas (ritmo, personajes, agujeros de guion, sobreutilización del gancho inicial, argumento genérico) como para que este nuevo intento de explotar una distopía juvenil literaria tuviera alguna oportunidad de convertirse en éxito de taquilla.

 

 

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