jueves, 4 de agosto de 2022

2020- INTO THE NIGHT


Basada en una novela del escritor polaco Jacek Dukaj, “La vejez de Axolotl” (2015), la mejor manera de describir la serie de Netflix “Into the Night” (la primera de origen belga para esa plataforma) es la de thriller trepidante que tiene lugar en un avión de pasajeros que trata de escapar del apocalipsis. Seis episodios intensos que aplican a una premisa de CF los mecanismos tradicionales del drama y el suspense.

 

A medianoche, en Bruselas, Sylvie (Pauline Etienne) despierta de un sueño que la atormenta solo para darse cuenta de que ha perdido su vuelo. Con la urna que contiene las cenizas de su pareja en su mochila, compra otro billete para Moscú. Mientras tanto, en el aeropuerto tienen lugar otros dramas. Terenzio (Stefano Cassetti), que dice ser un oficial de la OTAN y que se encuentra en un visible estado de nerviosismo, compra en el mostrador un billete que lleve a cualquier lugar al oeste. Un cretino de primera clase (Jan Bijvoet) se queja de que un anciano en silla de ruedas embarque antes que él. A una famosa influencer (Alba Gaia Bellugi) se le corta súbitamente una llamada con su movil cuando su amiga emite un extraño sonido y cuelga; está preocupada, pero, como le admite a un desconocido cercano de rasgos turcos (Mehmet Kurtulus), la amiga tiene un retorcido sentido del humor así que quizá no sea nada.  

 

Mientras espera impaciente la salida de su vuelo en un bar, Terenzio ve por la televisión imágenes de cadáveres en otras partes del mundo y sus nervios sucumben. Noquea a un guardia, se hace con su fusil y toma como rehenes al escaso pasaje que ya ha entrado en el avión a Moscú. Tratando de hacerse con el control de la cabina, le dispara en la mano al copiloto, Mathieu (Laurent Capelluto), dejándolo incapacitado para manejar el aparato. Sin embargo, Sylvie había sido piloto de helicópteros en el ejército e interviene para evitar más violencia, aviniéndose a despegar siguiendo las instrucciones de Mathieu.

 

Entre los pasajeros se encuentran el indeseable de primera clase, la influencer, el turco, un policía, el anciano y su enfermera, un joven enfermizo que solo habla árabe, un técnico aeronáutico que sí comprende ese idioma, una madre rusa que viaja con su hijo pequeño aquejado de una enfermedad respiratoria y una azafata que trata de mantener la calma en el grupo.

 

Terenzio obliga a Sylvie y Mathieu a poner rumbo a Nueva York y les informa de que el sol, de alguna forma, está matando a la gente así que la única forma de sobrevivir es viajar siempre hacia el oeste, manteniéndose en la mitad oscura del planeta y lejos de la línea del amanecer. Pero claro, el avión tiene combustible limitado, por no mencionar que no puede volar más rápido de lo que rota el planeta. Convenientemente para la trama, el internet del avión y el sistema de comunicaciones están fuera de servicio, por lo que todos a bordo quedan aislados del exterior. Sylvie y Mathieu son escépticos ante las declaraciones apocalípticas de Terenzio, pero dado que éste es quien posee el arma, nada pueden hacer sin ponerles en peligro a todos. Terenzio, por su parte, es consciente también de su precaria situación: si les dispara, el avión se estrellará.    

 

En cualquier caso, no disponen de combustible para llegar a Nueva York (el vuelo estaba programado para Moscú) y Mathieu asegura que no tienen más remedio que repostar en Islandia. Los pasajeros son informados de lo que ocurre, aunque no pueden creer que sea el fin del mundo. Hay discusiones y disputas, Terenzio es desarmado y encerrado en el baño, luego liberado y armado otra vez…. Y es que Islandia resulta ser la confirmación del desastre. A partir de ese momento, los pasajeros se verán obligados a superar sus prejuicios y emociones y cooperar para sobrevivir, si bien algunos de ellos estarán dispuestos a hacerlo sacrificando la vida de quien sea necesario.

 

“Into The Night” viene avalada por Jason George, quien había trabajado anteriormente como productor y guionista en otras series (“Narcos”, “Ingobernable”, “Alice in Borderland”) y que aquí se acredita como creador aunque los guiones vengan firmados por terceros. No estamos ante un producto de una originalidad desbordante (algo parecido ya se había planteado en el cuento “Los Langoliers” de Stephen King y la miniserie televisiva que lo adaptaba) pero su suspense, la eficaz sencillez de su planteamiento y su corta duración (seis episodios de entre 35 y 40 minutos) permiten sumergirse fácilmente en la aventura y verla de tirón sin pararse a pensar en lo canónicamente que se ajusta al molde de “sociedad en miniatura ante el apocalipsis”.

 

El argumento se centra sobre todo en el suspense de un viaje que no debe interrumpirse y el drama resultante de la interacción de unos personajes muy diversos, no bien avenidos y varios de los cuales esconden oscuros secretos. El cómo y el por qué de ese apocalipsis queda en un plano secundario. No hay explicaciones científicas demasiado sólidas, pero eso no debería molestar a nadie. Al fin y al cabo, ninguno de los pasajeros es científico ni estaba al corriente de la situación (Terenzio se enteró por casualidad como miembro del staff de la OTAN, pero incluso la cúpula de los militares ignoraba por qué ocurría un fenómeno que, por otra parte, no dejaba a nadie vivo a su paso para poder estudiarlo).

 

“Into the Night” es una serie emocionante que sabe mantener el suspense de principio a fin. Cada vez que parece que los personajes vayan a tener un cierto respiro, sucede algo para empeorar su situación. Con el peso del reloj corriendo tras ellos, cada problema exige una solución a corto plazo que, a su vez, genera otro desafío. Estos giros están colocados en la trama de acuerdo a la fórmula propia del thriller, en los momentos lógicos y precisos para que ni el espectador pierda el interés ni aquéllos parezcan forzados o inverosímiles: la aparición de algún superviviente inesperado en un aeropuerto, la muerte de algún pasjajero, un efecto secundario del fenómeno sobre el combustible o los alimentos, la revelación de alguna información preocupante sobre alguno de los personajes…

 

Tanto los pasajeros como el copiloto parecen ser al principio meros estereotipos, peones planos al servicio tanto de la obligada diversidad racial y sexual como de una historia impulsada exclusivamente por la premisa inicial. Sin embargo, gracias a los rápidos y reveladores flashbacks con los que se abre cada episodio, se nos proporciona información sobre ellos que explican sus actos, comportamiento y motivaciones. Están lo suficientemente perfilados para que, a pesar de ser una miniserie de extensión muy ajustada, el espectador pueda desarrollar hacia ellos simpatía o aversión.

 

Aunque la única amenaza inmediata y letal sea el sol, como es de esperar en este tipo de ficciones el grupo de supervivientes se las arregla para complicarse las cosas con sus conflictos y fricciones, lo que da lugar a algunas escenas bastante intensas. Algunos actúan con sentido común, otros son líderes natos, hay quien aspira al poder sin saber cómo ejercerlo, también los hay inseguros y veletas… y para todos ellos llega algún momento en el que tienen que elegir entre el puro egoísmo o la solidaridad. Han de afrontar dilemas complicados en una situación en la que todos dependen del resto aun cuando entre ellos los haya poco fiables. Los actores son –al menos para quien esto escribe- desconocidos, pero todos ellos transmiten una buena quimica y hacen un trabajo que va de lo eficaz a lo notable, aportando verosimilitud, diversidad y emotividad a sus personajes.  

 

Al final, me resulta difícil llegar a una recomendación clara. La primera temporada es un thriller que ofrece una premisa inquietante, un ritmo trepidante, suspense a raudales, giros sorpresa y unos personajes interesantes. Pero claro, la historia no termina (no puede hacerlo habida cuenta de la enormidad del trasfondo y en solo seis capítulos) y su continuación en la segunda temporada supone claramente una decepción.

 

Todo lo que en la primera funcionaba bien, se deja de lado. Al final de aquélla, conseguían aterrizar y acceder a un antiguo bunker soviético en Bulgaria en el que se refugiaban otros supervivientes. Pero el respiro dura poco porque un accidente estropea parte de la comida y la única opción para asegurar su supervivencia parece ser viajar hasta el Banco Mundial de Semillas de Svalbard, en Noruega. Pero no son los únicos que tienen esa idea y en nombre del bien común el grupo deberá dividirse, avenirse con los militares que administran el bunker y hacer sacrificios en una nueva carrera contra el tiempo.

 

Ciertamente, la premisa de esos seis episodios iniciales no podía mantenerse indefinidamente sin perder intensidad y verosimilitud, pero este cambio de escenario y dirección perjudica a los personajes y el ritmo. Las nuevas incorporaciones no son interesantes y aportan poco, e incluso los personajes veteranos pierden carisma y empiezan a comportarse de forma estúpida. Todo tiene un saborcillo desagradable a culebrón de los mediocres.

 

A pesar de que la mayor parte del reparto original vuelve a participar en esta segunda temporada (aquellos cuyos personajes habían sobrevivido, claro), que como creador sigue figurando Jason George y que, sobre el papel, la historia podría haber seguido manteniendo el intéres explorando ese mundo postapocalíptico, lo cierto es que se tomaron tantas malas decisiones en el guion que parece una serie completamente diferente.

 

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