sábado, 24 de enero de 2015

2003-PAYCHECK -John Woo




Philip K.Dick está considerado como uno de los escritores de ciencia ficción más importantes de todos los tiempos. Entre sus muchas obras destacan “El Hombre en el Castillo” (1962), “Tiempo de Marte” (1964), “Los Tres Estigmas de Palmer Eldritch” (1964), “¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?” (1968), “Ubik” (1969), “Laberinto de Muerte” (1970), “Valis” (1981)… El núcleo de todas ellas siempre gira alrededor de un número muy reducido de temas: el poder de las corporaciones, el cuestionamiento paranoico de la realidad, los dobles... Sus protagonistas a menudo acaban averiguando que su mundo no es sino una construcción artificial, que lo que daban por cierto no es real o que alguien está manipulando su percepción de las cosas.

Dada la complejidad de sus relatos más conocidos y la densidad simbólica y conceptual que presentan, resulta chocante que Dick sea uno de los autores más adaptados a la gran pantalla. Entre las películas que se han apoyado en sus escritos están “Blade Runner” (1982), “Desafío Total” (1990 y 2012), “Asesinos Cibernéticos” (1995), “Impostor” (2002), “Minority Report” (2002), “A Scanner Darkly” (2006), “Next” (2007), “Destino Oculto” (2011) o “Radio Free Albemuth” (2010). Es también el caso del título que ahora comentamos, “Paycheck”, basado en la historia del mismo nombre escrita por Dick en 1952 y, de hecho, el cuarto de sus cuentos que consiguió ver publicado.



Michael Jennings (Ben Affleck) es un especialista en ingeniería inversa para compañías sin escrúpulos: rompe los códigos de los chips de un producto fabricado por un competidor, los analiza y los copia añadiendo alguna mejora que permita sortear las leyes de copyright. Dado que esto es ilegal y que ninguno de sus empleadores quiere correr el riesgo de sufrir un chantaje, al final de cada uno de sus encargos y de acuerdo con los contratos de confidencialidad que firma, el cerebro de Jennings sufre un borrado de memoria de todo el periodo temporal invertido en el proyecto en concreto.

Un día, su amigo y millonario James Rethrick (Aaron Eckhart), presidente de la poderosísima empresa Allcom, le ofrece un trabajo muy especial. Durará de dos a tres años (el encargo más largo aceptado por Jennings hasta entonces había sido de ocho semanas) y su recompensa será un cheque con ocho cifras. Michael acepta a sabiendas de que un borrado de memoria tan extenso puede resultar peligroso.

Tres años después, Jennings emerge de su “amnesia programada” para encontrarse con que ha
trocado su recompensa de 92 millones de dólares en acciones por un sobre de objetos diversos y sin valor: unas gafas de sol, una caja de cerillas, una llave, un bote de laca, un clip, un crucigrama, un billete de autobús… Para empeorar las cosas, el FBI lo detiene y lo interroga y, cuando escapa de su custodia, empiezan a perseguirle unos asesinos pagados por Rethrick. Mientras huye de unos y otros, descubre que cada uno de esos pequeños objetos que lleva encima le ayudan a salvar la vida en momentos muy concretos. De alguna manera, mientras estuvo trabajando para Rethrick, consiguió ver el futuro y se envió ayuda a sí mismo…. ¿Pero, qué fue lo que averiguó y por qué ahora todo el mundo parece querer matarle?

En principio y sin atender a otras consideraciones, la historia funciona bien en pantalla,
estableciendo un adecuado clima de suspense y paranoia al tiempo que tocando varios de los temas propios de Dick y con los que el aficionado al cine de ciencia ficción ya se había ido familiarizando gracias a otras adaptaciones de sus relatos: el hombre que lucha por recordar información borrada de su cerebro (“Desafío Total”), la precognición (“Minority Report”), la figura del fugitivo (“Desafío Total”, “Impostor”, “Minority Report”, “Destino Oculto”) o la tecnología desarrollada por grandes empresas y el poder que ello les proporciona (en casi todas las anteriores).

Por tanto, el guión es fiel al espíritu de Dick y plantea la trama de forma inteligente, centrando la diversión en averiguar la forma y el momento en que los objetos en poder de Jennings le ayudarán a salir de apuros. Hay secuencias de buena ciencia ficción, como esa en la que Rethrick envía a una sosias de la amante de Jennings, Rachel (Uma Thurman) para que se cite con él en un café. La relación que mantuvo con Rachel pertenece al periodo en que sufrió un borrado de memoria y Jennings se esfuerza por penetrar en las nieblas de su cerebro para decidir si puede o no confiar en ella. En momentos como esos, el guionista Dean Georgaris casi se gana el perdón por el estúpido guión que pergeñó para “Lara Croft Tomb Raider: La Cuna de la Vida” pocos meses antes.

Lo que lastra a “Paychek” no son sus ideas ni su argumento, sino el mismo problema que ha
empañado otras adaptaciones de obras de Philip K.Dick, como “Desafío Total” o “Next”: la obstinación en convertirla a toda costa en una película de acción. Cualquiera que haya leído una obra de Dick se habrá dado cuenta de que sus historias son básicamente conceptuales, relatos psicológicos sobre protagonistas acosados por las dudas sobre la naturaleza del entorno, o descubriendo traumáticamente quiénes son en realidad. El tono suele ser opresivo, oscuro, paranoico y de inestabilidad emocional. Lo que desde luego no son sus historias son ejemplos de relatos de acción: no hay persecuciones a toda velocidad a bordo de vehículos futuristas, ni tiroteos, ni peleas cuerpo a cuerpo…. Y por eso resulta difícil entender la elección de John Woo como director para este proyecto.

Por un tiempo, en los noventa, Woo fue un realizador de culto en el cine de acción de su Hong Kong natal, con títulos en su haber como “Un mañana mejor” (1986), “El asesino” (1989) o “Hard Boiled” (1992), en los que patentó su particular concepción de la violencia estilizada gracias al uso de la cámara lenta y una cuidadosa e irreal coreografía.

Woo emigró a Estados Unidos justo antes de que los chinos recuperasen la colonia de Hong Kong y allí se embarcó en una fructífera carrera rodando films como “Blanco Humano” (1993), “Broken Arrow” (1995), “Face/Off” (1997), “Misión Imposible II” (2000) y “Windtalkers”
(2002). “Blanco Humano” y “Misión Imposible II” fueron esfuerzos loables, pero en lo que todo el mundo coincide es en que su traslado a Hollywood le restó empuje y frescura. En la Meca del Cine, la producción de películas “de ideas” se suele quedar empantanada en los tópicos de los blockbusters y lo que antes habían sido características originales del cine de Woo aquí pasan a ser autoplagios y pastiches de sus propios tics. En “Paycheck” tenemos varios ejemplos de ello en esa escena de tablas mexicanas entre Ben Affleck y Aaron Eckhardt, ambos apuntándose mutuamente con sus enormes pistolas a escasos centímetros de la cara y con la cámara girando a su alrededor; o los planos en cámara lenta de una paloma volando…

En favor de Woo se puede decir que no permite que “Paycheck” quede totalmente invadida por
los tópicos del cine de acción. En su mayor parte, se limita a dejar que la historia se cuente a sí misma. Eso no es óbice para que se incluyan escenas de acción totalmente innecesarias: persecuciones con motocicleta y coches chocando y explotando, tiroteos en centros comerciales y túneles del metro, combates con artes marciales y, especialmente, el enfrentamiento final en el laboratorio, donde se dan cita múltiples lugares comunes del cine de Woo y se cae directamente en el absurdo, como que el malvado millonario se rebaje a participar personalmente en la refriega o que Uma Thurman convierta un brazo robótico en un bo de kendo para que Affleck pueda lucirse. Son secuencias que saben a rancias, como si hubieran sido rodadas con distanciamiento, siguiendo un manual de estilo que el director se sabe de memoria.

Hace ya tiempo que se desinflaron las expectativas sobre Woo y su carrera. “Paycheck” no dio el resultado económico esperado y su antecesora, “Windtalkers”, fue un desastre de taquilla. En 2008 abandonó el cine norteamericano y regresó a Hong Kong para rodar películas de corte épico-histórico (como “El Arrecife Rojo”, 2008), pero su producción parece haberse ralentizado bastante.

De todas formas, los films de su etapa americana ya demostraron que sus escenas de acción a cámara lenta eran la única arma de su arsenal. Ya fuera en una película de identidades intercambiadas (“Face/Off”), un film de ciencia ficción psicológica (“Paycheck”) o uno bélico (“Windtalkers”), Woo repite una y otra vez las mismas persecuciones a cámara lenta, explosiones efectistas y tiroteos de imposible capacidad destructora. Incluso en sus propios términos, las secuencias de acción se convierten en pura rutina, refritos de escenas que ya vimos mejor hechas en sus primeras películas. No hay nada que recuerde el fresco dinamismo de sus films de Hong Kong o incluso el de las más interesantes “Blanco Humano” o “Misión Imposible II”.

Aun más decepcionante en el caso de “Paychek” es que cuando esas escenas de acción frenética
dejan paso a la historia propiamente dicha, nos encontramos con unos personajes poco trabajados sobre los que apenas se nos cuenta nada y que se limitan a ser meros instrumentos con los que hacer avanzar la trama. De esta forma, lo que nos queda es un trabajo regular, suficientemente interesante en las ideas que plantea, pero monótono y predecible en sus momentos de acción. Cuando llegamos al final, la película hace rato que ha perdido cualquier atisbo de entusiasmo. Uno tiene la sensación de haber presenciado un montaje de secuencias procedentes de otros tecno-thrillers: el gran laboratorio, el millonario sin escrúpulos, el héroe inmerso en una situación que no entiende, los matones de aspecto patibulario abatidos por el amateur al que se le dan bien las ciencias…

En este sentido, no es de extrañar que los actores se vean poco inspirados. Puede que Ben Affleck esté más comedido que en otras ocasiones, pero desde luego no se puede decir que realice una interpretación memorable. En justicia, no creo que ello pueda achacársele enteramente al actor. Su personaje está tan poco elaborado que resulta difícil aportar matices. Se nos muestra que gana mucho dinero pero que su vida es solitaria y, probablemente, vacía de propósito, que es algo caradura y prepotente. Pero en cuanto la trama cobra velocidad, se convierte en el tópico héroe de película de acción: hábil con las armas, experto motociclista, ingenioso y con recursos, en excelente forma física y sin mostrar vacilaciones ante lo que debe hacer y cómo hacerlo.

Lo mismo puede decirse de Uma Thurman, que hace lo que puede para dar vida a una Rachel
Porter igualmente insípida y con la que resulta difícil empatizar, ya que toda su supuestamente apasionada relación con Affleck ha tenido lugar fuera de pantalla, lo que hurta peso y significado al personaje. Sus escenas de acción resultan mucho menos convincentes que las de “Kill Bill”. Paul Giamatti se limita a figurar, puesto que su papel de “Shorty”, el típico amigo fiel y contrapunto humorístico y algo ridículo del héroe, no da para más. Como se podía esperar, Aaron Erckhradt es el mejor de todos, demostrando que su versatilidad le permite pasar con naturalidad de tipo simpático y amistoso a villano despiadado de una escena a otra. Pero aunque su interpretación es la más destacable, no se puede decir lo mismo de su personaje, tópico e inverosímil a partes iguales.

Además Woo demuestra muy poco interés en los elementos de ciencia ficción de la historia. Comparada con, por ejemplo, la elaborada estética ciberpunk de “Blade Runner”, los minuciosos detalles que servían de fondo a “Minority Report” o incluso los toques futuristas algo camp del primer “Desafío Total”, “Paycheck” se queda muy corta. Aparte del bonito holograma tridimensional que diseña el protagonista al comienzo del film y la máquina borradora de memoria, Woo se limita estrictamente a integrar sobre la marcha todo aquello que necesite para que avance la historia, como el detector de humo inteligente, las plataformas antigravedad del laboratorio de Rachel y, en el mismo escenario, un laboratorio hidropónico diseñado bajo la absurda idea de que los rayos y tormentas artificiales son necesarios para cultivar plantas.

En resumen y a pesar de todo lo antedicho, sus inconsistencias (inevitables en los relatos de
paradojas temporales no suficientemente meditados) e inverosimilitudes, “Paycheck” no es una completa pérdida de tiempo. Su idea central y algunos momentos de su desarrollo resultan de interés, aunque su ejecución general sea simplemente correcta. No llega a aburrir, pero decepciona por sus escasas ambiciones conceptuales y el potencial desaprovechado por productores y director al empeñarse en vestir a la historia de Dick de lo que nunca debió ser: una película de acción.

3 comentarios:

  1. ¿Me vas a creer que a mí me gustó mucho esta cinta? Eso sí, debo confesarte que me molesta que Hollywood solo sepa adaptar obras de este autor y en cambio a cualquier otro grande del género lo ignoren...¿Cuándo veremos las sagas de "Fundación" o "Hiperión" llevadas al cine?

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  2. La película es entretenida, pero para mi gusto no pasa de ahí. Es una lástima que Woo muestre tan poco interés por la vertiente de la ciencia ficción y le de tanto énfasis a la acción. En cuanto a la Fundación de Asimov, parece que están trabajando en ello, aunque también es verdad que los rumores ya llevan años circulando. Un saludo.

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  3. Pensar que la fui a ver al cine! Es malísima por donde se la mire. Si fuera purista de la ciencia ficción diría que mancillaron el gran nombre de P. K. Dick, pero tampoco tanto. Ni siquiera vale la pena comprar el VHS para quemar la cinta.
    Aunque, si se presenta la oportunidad...

    Saludos

    J.

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