“Antiviral” es una película sucia, incómoda, rara, desconcertante, incluso grotesca. No es para aprensivos. Y esto lo digo en el buen sentido, porque también es una cinta inteligente dentro del lúgubre panorama que propone. Se trata de una inquietante exploración de la relación que mantiene el público y los medios con los famosos y hasta dónde son capaces de llegar las personas para crearse la ilusión de estar cerca de sus ídolos.