jueves, 20 de marzo de 2025

2001- STAR TREK: ENTERPRISE (y 8)

 

(Viene de la entrada anterior)

 

Aunque la temporada se compone de doce historias separadas, esto no quiere decir que no estén ligadas por una continuidad. Se ha hablado mucho sobre su conexión con la franquicia Star Trek, pero quizá sea más relevante la solidez de su propia continuidad interna, mucho mayor que en los años anteriores. El secuestro del Ave de Presa klingon al comienzo de “Zona Fronteriza” (cuarto episodio) desemboca en los eventos de “Aflicción” (episodio decimoquinto); o las negociaciones de paz de “Unidos” (capítulo 13) allanan el camino para su ratificación en “Demonios” (20).

 

También se presta más atención al universo en sí. El ataque xenófobo que sufre Phlox en “Hogar” (3) es mencionado en “Aflicción” (15) y condiciona el tono de “Demonios” (20); el lanzamiento del Columbia está siendo preparado en “Hogar” y se produce en “Aflicción”; Archer recobra los textos sagrados de Surak en “Kir´Shara” (9) y T´Pol los estudia en “Efecto Observador” (11). El equipo se esforzó claramente en aportar mayor textura al universo habitado por los personajes, recordando la forma en que “Espacio Profundo Nueve” creó su propia continuidad interna en sus cuarta y quinta temporadas.

 

Lo que ocurre es que a menudo la inclusión de esta continuidad interna queda marginada de los análisis en favor de discusiones sobre si “Enterprise” se ajusta mejor o peor al canon aceptado de la franquicia. Ciertamente, la serie siempre había mantenido una relación algo complicada con la línea temporal establecida desde los años 60 y una de las facetas metafóricas más interesantes de la Guerra Fría Temporal fue, precisamente, la sugerencia de que “Enterprise”, en realidad, representaba una reescritura literal de la historia de Star Trek.

 

Una de la críticas más frecuentes que tuvo que soportar “Enterprise” en sus primeras temporadas fue la de ser más una precuela de “La Nueva Generación” que de la serie original. El personaje encargado de servir de nexo entre ésta y “Enterprise” en “La Primera Misión”, el capítulo inaugural, había sido tomado de la película “Star Trek: Primer Contacto” (1996) y no de la serie de los 60. Aunque en “El Incidente Andoriano” (1x07), los Andorianos desempeñaron su papel más importante en la franquicia desde “Viaje a Babel” (serie original, 2x10), se puso un énfasis deliberado en recuperar especies de la “Nueva Generación”, como los Nausicanos de “El Hijo del Fortunate” (1x10) o los Ferengi en “Adquisiciones” (1x15).

 

Incluso durante la segunda temporada, cuando “Enterprise” se dedicaba sin vergüenza alguna ya a reciclar casi cualquier episodio medio decente de otras series, el equipo de producción se inclinó por plagiar más a la “Nueva Generación” que a la serie original. Sí, “El Comunicador” era una revisión algo más oscura de “Una Tajada” (serie original, 2x17), pero aquello fue más la excepción que la norma. “Amanecer” era un trasunto de “Darmok”; “Punto de Fuga” fue una mezcla de “El Reino del Miedo” (LNG, 6x2) y “Recuérdame” (LNG 4x5); “La Brecha” era otra versión de “Jetrel” (“Voyager”, 1x15)… No es extraño que los aficionados pensaran que había una clara desconexión entre “Enterprise” y la serie original.

 

La tercera temporada empezó a acortar distancias incorporando parte de la ridícula estética que definió en no poca medida la serie original. La paleta de colores ganó en brillantez, incorporando tonos de púrpura; el maquillaje y los efectos especiales se hicieron algo más toscos, probando incluso con insectos generados por ordenador. El episodio “Hora Cero” culminaba con una secuencia en la que Archer peleaba con un reptil malvado sobre un arma espacial gigante…

 

La cuarta temporada continuó en la misma línea, adoptando parte de la estética de la Star Trek clásica. Los Andorianos y los Telaritas juegan un papel más importante y ya no hay reparos a la hora de utilizar diseños retro para los personajes y ambientes: las chicas esclavas de Orion (que en la serie original habían aparecido en los episodios “La Jaula”, “Viaje a Babel” y “A quién Destruyen los Dioses”) se recuperan en esta temporada en el capítulo “Zona Fronteriza”; el diseño de decorados de “Estación Fría 12” no le hubiera resultado muy extraño a Kirk; y para el episodio doble “En Un Espejo Sombrío” se recrearon los decorados clásicos de la Enterprise de los 60.

 

Asimismo, la serie se vinculó más estrechamente con la continuidad establecida de la franquicia. El primer arco de tres episodios de la temporada estaba relacionado con las Guerras Eugénicas, un conflicto que se había mencionado en el célebre capítulo “Semilla Estelar” de la serie original y que resultó luego difícil de casar con capítulos posteriores como “El Fin del Futuro” (“Voyager”, 3x8). El equipo de producción también incorporó referencias al juego de rol “The Last Unicorn” (1998) en los guiones de “Hogar” y “Unidos”. Y, en general, toda la temporada se dirigió a un desenlace en el que, por fin y gracias a los esfuerzos de Archer y sus hombres y mujeres, se fundaría la Federación.  

 

Hubo momentos en los que esta cuarta temporada de “Enterprise” pareció una especie de diario de viaje o guía del universo Star Trek, pasando más tiempo en territorios ya conocidos que explorando otros nuevos. “La Forja” fue el primero de un arco de tres episodios ambientados principalmente en Vulcano y en los que se ofrecía la descripción más detallada hasta la fecha de ese mundo y su cultura. Aunque “Babel Uno” y “Unidos” conforman una dupla bastante efectiva, se decidió ampliar la historia con “Los Aenar”, un capítulo cuya existencia parece obedecer sobre todo al deseo de que la Enterprise visitara el mundo base andoriano.

 

La temporada trata al universo de Star Trek como si fuera un personaje más, con su propia historia y perspectiva. Hay docenas de referencias y alusiones a la continuidad entrelazadas con muchos episodios. En particular, los capítulos sobre Vulcano, integran cada referencia casual sobre esa cultura que se había visto en la franquicia desde su inicio para presentar una exploración coherente de la misma, desde el párpado interior vulcano mencionado en “¡Operación Aniquilación!” (serie original, 1x29) hasta el cisma romulano de “Equilibrio de Terror” (serie original, 1x14) pasando por el templo en “Gambito, Parte II”, no se olvida ningún aspecto ya conocido de la cultura vulcana.

 

“Aflicción” y “Divergencia” resolvieron el misterio de las frentes klingon que había permanecido inexplicado desde la primera película de Star Trek en 1979. “En un Espejo Sombrío” sirvió simultáneamente de secuela de “La Telaraña Tholiana” (serie original, 3x9) y precuela de “Espejo Espejito” (serie original, 2x4). Los Organianos, presentados en “Tentativa de Salvamento” (serie original, 1x26), reaparecen en “Efecto Observador”. El “fantasma” de Spock sobrevuela toda la temporada en momentos como la fusión de mentes de Surak y Archer en “La Forja” o la aparición del bebé híbrido Elizabeth en “Demonios”. En “Zona Fronteriza” apareció Brent Spinner interpretando a Arik Soong, un antepasado del creador de Data.

 

Llegó incluso a contemplarse la inclusión de William Shatner como una versión “malvada” de Kirk en un capítulo que explicaría la creación del Universo Espejo. Coto, Braga y Berman se reunieron con el actor para almorzar y exponerle el proyecto –a decir de Coto, tuvieron que enseñarle a manejar su recién comprado teléfono móvil, lo cual no deja de tener su gracia-. Shatner estuvo de acuerdo, pero pidió una cantidad que Paramount no estaba dispuesta a pagar, unos 100.000 dólares por cada episodio. La cadena sabía que esta iba a ser la última temporada y no creía que la presencia de Shatner tuviera el suficiente efecto sobre los ratings como para compensar el dinero que exigía, impresión que confirmó cuando hizo algunas proyecciones de prueba en Las Vegas sin conseguir despertar demasiado entusiasmo. Por otra parte, Shatner, a sus setenta y tantos años, estaba ya muy lejos de poder encarnar al Kirk más lozano. Al final, el proyecto se desechó y el guionista Mike Sussman tuvo vía libre para hacer su propia –y probablemente más interesante- versión del Universo Espejo en dos partes.

 

Algunas de las iniciativas que se llevaron a cabo funcionaron bastante bien. Ese rumbo hacia la formación de la Federación que se apunta en toda la temporada aportó una línea optimista que contrarrestó el cinismo predominante del año anterior. Fue refrescante ver a la serie volver a abrazar el idealismo utópico por el que la franquicia es conocida, sobre todo en un momento en el que la cultura popular parecía estar dominada por el pesimismo y la imaginería apocalíptica y/o distópica. Recordemos que esta fue la única temporada de “Enterprise” que se solapó con la emisión la “Battlestar Galáctica” reimaginada por Ronald D.Moore.

 

Sin embargo, también hubo puntos en los que la obsesión por respetar y completar la continuidad amenazó con sofocar la serie. Por ejemplo, ¿qué aportaba realmente la presencia de los organianos en “Efecto Observador”? ¿En qué se hubiera diferenciado la historia de haberse tratado de nuevos alienígenas? La idea de ofrecer una historia de origen para el transportador condujo a “Dédalo”, uno de los fracasos más sonados de la temporada. “Aflicción” y “Divergencia” se antojan capítulos innecesarios. “Vinculados” puso de manifiesto el lado más negativo de la nostalgia incondicional, abrazando un sexismo sesentero que evocaba lo peor de Star Trek.

 

En defensa de esta cuarta temporada de “Enterprise”, hay que decir que la serie ya había perdido a la mayor parte de su público ocasional. Debido a la cambiante naturaleza de la televisión del siglo XXI y al total desinterés de UPN, los únicos que veían el programa eran los fans incondicionales que, estos sí, tendían a preocuparse por nimiedades relacionadas con la continuidad. Si bien era poco probable que este tipo de historias atrajeran a un público nuevo, al menos contaban con una audiencia base sobre la que sostenerse. El propio Coto era consciente de ello cuando tomó el timón de la serie: “El piloto había tenido 12 millones de espectadores. Por desgracia, no les gustó lo que vieron. Pero el concepto de precuela era válido”. Aceptó que la audiencia mainstream se había ido para no volver y trató de mantener la nave a flote con historias que apelaran al interés de los fans por la continuidad y la formación del universo que ya tan bien conocían.

 

Teniendo en cuenta esto, esa obsesión por la continuidad que despliega la cuarta temporada podría ser excusable. “Enterprise” había muerto ya en “Hora Cero”, el último episodio de la temporada anterior, y ahora estaba viviendo un tiempo prestado. Dado que no existía posibilidad alguna de atraer un público más amplio, el equipo decidió –probablemente con acierto- abordar ese cuarto y último año como un homenaje al fandom más entregado. De ahí todas esas referencias y alusiones que tienen poco sentido fuera del contexto de una franquicia con casi cuarenta años de historia a sus espaldas.

 

Sin en Star Trek los episodios relacionados con el Universo Espejo, como “El Otro lado del Espejo” (“Espacio Profundo Nueve”, 3x19) o “Espejo Destrozado” (“Espacio Profundo Nueve”, 4x19) siempre dieron la impresión de haber dejado la cámara rodando mientras el equipo y el reparto aliviaban tensiones, “Un Espejo Sombrío” parecía una especie de fiesta de despedida en clave distópica con la que poner punto y final a ese tipo de historias. No pudo ser más apropiado que fuera durante la producción de este capítulo en concreto que llegó la confirmación de la cancelación de la serie.

 

Una vez más, da la sensación de que esta cuarta temporada se adelantó a tendencias futuras de la cultura popular, prediciendo el auge e influencia de los fans de línea dura y los cambios que los medios de comunicación implementarían para atraer a ese grupo demográfico. Este conjunto de episodios de “Enterprise” adoptó el concepto de "universo compartido" de una forma que ninguna otra serie de Star Trek había hecho antes, explorando a lo largo de toda la temporada sus rincones, curiosidades y mitología. Hubo momentos en los que casi pareció una especie de manual del universo Star Trek.

 

En cierto modo, predijo la fascinación moderna por los universos compartidos y la continuidad. En la era actual, parece que casi todas las grandes películas o series de televisión vienen con un manual o una mitología específicas y muy detalladas. Se abren páginas web para expandir ese universo en particular y explicar todo tipo de pequeños pormenores descifrando sus significados ocultos; y todo un colectivo de auténticos fans se moviliza para crear listas de lectura y textos de referencia al respecto. Todo esto hubiera parecido extraño o incluso surrealista en 2004 y 2005. Después de todo, la burbuja del cine de superhéroes todavía se estaba formando y existía aún cierta reticencia por parte de los estudios cinematográficos y televisivos tanto a asumir los aspectos más estúpidos del material original como a alienar al público no conocedor del mismo. “Enterprise” se emitió en un momento en el que, por ejemplo, en “X-Men 3” (2006) se presentaba una versión de Mariposa Mental cuyo único parecido con el personaje del comic era su pelo púrpura; diez años después, en “X-Men: Apocalipsis”, los productores ya no tuvieron ningún problema en vestirla con su absurdo bañador ninja de colores eléctricos.

 

La cuarta temporada de “Enterprise” exploró y explotó el canon de Star Trek de una forma similar a la que luego harían otras franquicias. Si la serie dedicó dos episodios enteros a explicar la curiosa forma de las frentes klingon, “Star Wars: Rogue One” (2016) estaría íntegramente dedicada a desarrollar una sola línea de diálogo pronunciada en la película de 1977. Es por esta aproximación al material y su aceptación gozosa del canon que, en su último año, “Enterprise” supo adelantarse a su época.  

 

De hecho, se puede trazar una clara línea que conecte la cuarta temporada de “Enterprise” con el reinicio cinematográfico que no mucho después, en 2009, encabezaría J.J. Abrams. Irónicamente, dado el lugar un tanto discutido de “Enterprise” en el canon, sería la única serie que no se vería afectada por la reformulación propuesta por ese director en el comienzo de su primera película, como lo demuestra la maqueta de la nave “Enterprise” de Archer visible en el escritorio del almirante Marcus en “Star Trek: En la Oscuridad” (2013). Sin embargo, las conexiones entre uno y otro producto son más profundas que ese pequeño detalle o incluso la elección de Peter Weller como antagonista xenófobo.

 

Y es que la cuarta temporada y las dos primeras películas del reinicio de Abrams comparten ideas parecidas. El transportador de larga distancia inventado por Emory Erickson en “Dédalo” se hace realidad como parte de la trama básica de “En la Oscuridad”, aunque se presente como una amenaza existencial menor. El ataque con rayos láser a San Francisco en el clímax de “Terra Prime” prefigura una secuencia similar en el de “Star Trek”. No hace falta decir que J.J. Abrams disfrutó de un presupuesto mucho mayor para llevar a cabo estas secuencias.

 

Las películas de Abrams sentían una fascinación por el canon de Star Trek tan intensa como la cuarta temporada de “Enterprise”. Merece la pena subrayar que lo primero que hicieron el director y los guionistas de las películas tras bosquejar el reinicio en la primera de ellas, fue rendir un homenaje a “Star Trek II: La Ira de Khan” (1982). De igual manera, el primer arco argumental de tres episodios de la cuarta temporada de “Enterprise” es un homenaje bastante poco sutil a la ya clásica cinta dirigida por Nicholas Meyer, incluyendo la Estación Fría 12. De igual manera, tanto esa temporada como la trilogía de Abrams interpretan a Spock como una encarnación del ideal de la franquicia, una especie de embajador ante el gran foro de la cultura popular. Los productores lograron convencer a Leonard Nimoy para que volviera a encarnar a su más icónico personaje en “Star Trek” y “En la Oscuridad”, trasladándose de un universo a otro como si fuera una reverenciada reliquia. A lo largo de la cuarta temporada de “Enterprise”, se presenta a una híbrida vulcana-humana como una suerte de figura mesiánica. Tanto “Enterprise” como Abrams reconocieron a Spock como la figura más conocida de la franquicia y así lo interpretaron en sus historias.

 

Naturalmente, las películas de Abrams no son una rareza en la cultura pop moderna. Están insertas en un movimiento más amplio que se basa en la apropiación y reinvención nostálgica, la fetichización del pasado cultural y la inclinación a considerar ciertas propiedades intelectuales como una especie de reliquias sagradas. La gestión y ampliación de las franquicias ha ido convirtiéndose en una tarea cada vez más compleja. Durante la era de Rick Berman en Star Trek, los estudios cinematográficos se preocupaban tan solo de hacer secuelas. Ahora tienen que manejar universos enteros.

 

Una película como “X-Men: Días del Futuro Pasado” (2014), con la que se intentaba fusionar en un todo coherente dos iteraciones de una franquicia, habría parecido un proyecto ridículo incluso a finales de la primera década del siglo. Sólo hay que comparar esa cinta con los crossovers que se produjeron en la franquicia Star Trek, como el episodio “Reliquias” (La Nueva Generación”,6x4) o la película “Star Trek: La Próxima Generación” (1994), en la que se utilizaba el pasado principalmente para validar el presente, poniéndose el énfasis en un individuo encargado de pasar la antorcha a su sucesor más que a reconciliar todo en un ente mayor. De nuevo, la cuarta temporada de “Enterprise” parece adelantada a su tiempo.

 

Para ser justos, esa fijación por la continuidad y la cohesión sugiere, en un nivel más profundo, un cierto grado de inseguridad. El equipo de producción era consciente de que se le estaba acabando el tiempo y su última temporada parece particularmente preocupada por la forma en que la serie sería recordada por los fans en el futuro. El episodio doble de apertura de la temporada, “Frente de Tormenta”, cierra la Guerra Fría Temporal, pero la cuestión del legado y la memoria bulle bajo la superficie del resto de capítulos. En “Kir´Shara” se recuperan los sagrados textos perdidos de Surak; en “Dédalo”, Emory Erickson se pregunta cómo le recordará la posteridad; Archer se preocupa por su legado en “En un Espejo Sombrío”; la tripulación se lamenta en “Demonios” de que los están borrando de los libros de historia; y “Terra Prime”, por fin, les concede el protagonismo histórico que anhelan. En el capítulo final, “Estos son los Viajes…”, se revela que la tripulación sobrevivió y que sus hazañas han sido recordadas y admiradas, introduciendo a Riker y Troi para subrayar que el universo de Star Trek reconoce los logros de Archer y sus hombres y mujeres.

 

Tal ansiedad es comprensible. “Enterprise” iba a ser la primera serie de Star Trek en ser cancelada desde su encarnación original cuarenta años atrás. Pocos programas televisivos duran siete temporadas, pero se había confiado en que “Enterprise” tendría un desempeño similar y que incluso podría desembocar en una franquicia cinematográfica. Así que el cierre de la serie cayó como un jarro de agua fría –no inesperado, eso sí- y una cura de humildad. Y fue una lástima porque la tercera y cuarta temporadas de “Enterprise” demostraron ser más ambiciosas que la mayoría del material que había producido ese universo en las últimas décadas.

 

Por otra parte, aunque la cuarta temporada de Enterprise parece mirar tanto al pasado como al futuro, también refleja su presente, dado que, en no poca medida, quedó marcada por la Guerra contra el Terrorismo que surgió a raíz de los atentados del 11-S. “La Primera Misión”, el capítulo inaugural, se emitió el 26 de septiembre de 2001, menos de dos semanas después de aquellos atentados que cambiaron el mundo. Aquella nefasta mañana, el equipo de producción se hallaba trabajando en el episodio “Civilización” (el noveno de la primera temporada) y el impacto de esos sucesos se dejó sentir claramente a partir aproximadamente de los dos tercios de la primera temporada. Gracias a episodios como “Ecos de P'Jem” (el 15 de esa temporada), el universo de Star Trek se tornó un lugar mucho más extraño y hostil.

 

Las referencias a la Guerra contra el Terrorismo se concentraron sobre todo en la tercera temporada, lo cual no tiene nada de raro. Ese conjunto de episodios se convirtió en una gran metáfora de la respuesta de Estados Unidos al 11-S, asumiendo Archer la misión de aventurarse en una región de la galaxia políticamente inestable para infligir un castigo a los alienígenas responsables de un devastador ataque contra la Tierra. Lo cierto, sin embargo, es que la Guerra contra el Terrorismo siempre formó parte del ADN de la serie. Consciente o inconscientemente, “La Primera Misión” presentó a Jonathan Archer como un héroe propio de la era del presidente George W. Bush.

 

Existe la sensación de que la Guerra contra el Terrorismo lanzada por el gobierno de Bush contaminó a “Enterprise”, corrompiendo el ideal utópico de la franquicia hasta tal punto que ya no era sostenible. Esto se hace particularmente evidente durante la segunda temporada, cuando aparecen con más frecuencia de la habitual hasta entonces todo tipo de alienígenas hostiles que habrían podido convivir si su actitud hubiera sido diferente: “Campo de Minas”, “Amanecer”, “El Cruce”, “Canamar”... La franquicia de Star Trek siempre había necesitado para su narrativa de extraterrestres enemigos, pero esa segunda temporada pareció rechazar cualquier sueño de coexistencia pacífica.

 

Por eso, la tercera temporada puede interpretarse como una suerte de exorcismo, un esfuerzo por limpiar la sensación de paranoia y la retórica reaccionaria para recuperar el optimismo y la esperanza originales de la franquicia. Funcionó, porque la cuarta temporada trata básicamente de construir un mundo mejor, presentando un universo en el que la idea de cooperación pacífica es novedosa y hasta subversiva, pero no por ello menos necesaria.  

 

Lo cual no quiere decir que esa temporada final fuera ajena a las realidades de la América contemporánea. La xenofobia que impregna capítulos como “Hogar”, “La Forja”, “Aflicción”, “Demonios” y “Tierra Prime” refleja el ascenso de la islamofobia y los movimientos contra la inmigración de comienzos de siglo. Personajes como V´Las o Paxton encarnan, llevados al extremo, los ideales reaccionarios que alimentaron las políticas y filosofías de la Guerra contra el Terrorismo. No es casual que individuos como estos aniden y prosperen en el corazón de lo que acabará siendo la Federación. Y eso por no hablar de los paralelismos dispersos por varios episodios: la representación del pacifismo en “La Forja” o “Los Aenar”; las guerras provocadas por informes falsos en “Kir´Shara”; el uso de drones en “Babel Uno” y “Unidos”; las alianzas meramente pragmáticas y la realpolitik de “Aflicción” y “Divergencia”; las políticas aislacionistas en “Demonios” y “Tierra Prime”… Sí, la “Guerra contra el Terrorismo” alimenta y da forma a la cuarta temporada, pero de una manera que sugiere que el equipo finalmente comprendió su lado más oscuro. Puede detectarse un claro rechazo al subtexto más reaccionario presente en la segunda temporada y exorcizado en la tercera.

 

Pero los guionistas no supieron expiar todos los pecados originales. La cuarta temporada conserva esa extraña sexualidad adolescente que separó ya a la serie desde “La Primera Misión”, del resto de las series supervisadas por Rick Berman. Hay ciertos destellos –algo cándidos- de representar con madurez la faceta sexual de ciertos personajes en episodios como “Hogar” o “En un Espejo Sombrío”, pero también se insiste en la rancia fantasía de exhibir a mujeres ataviadas muy reveladoramente, empezando por la recuperación de las esclavas de Orión en “Zona Fronteriza”. “Los Intensificados” incluye una secuencia completamente gratuita en la que dos personajes en ropa interior luchan a cuchillo; en “Babel Uno”, una adiestrada militar andoriana decide que la mejor forma de distraer a un guardia es quedarse en ropa interior y seducirlo… todo esto desemboca en ese desastre que es “Vinculados”, el último de los episodios autónomos de “Enterprise”, en el que Manny Coto trató de reinventar a las esclavas de Orión en clave feminista solo para fracasar estrepitosamente.

 

A medida que el cuarto año de “Enterprise” iba avanzando, los ratings permanecieron frustrantemente bajos. Algunos críticos la acusaron de seguir siendo una serie tímida a la hora de reflejar los acontecimientos que estaban teniendo lugar en el mundo. Pero también hubo muchos aficionados que, por fin, encontraron que esa temporada les devolvía el auténtico Star Trek. En cualquier caso, y a pesar de que Coto había conseguido detener la sangría en la audiencia, la cadena trasladó el programa al horario de viernes por la noche, lo que equivalía a una condena a muerte. El productor reconocería que “en sus tres primeros años, la serie recibió una increíble cantidad de críticas negativas y eso fue muy difícil de superar. Además, “Enterprise” tampoco encajaba en el molde corporativo de la UPN. Buscaban un público urbano, moderno, más joven y negro”.

 

El último episodio, “Estos Son los Viajes…”, es una recreación holográfica de los últimos días del capitán Archer a bordo de la Enterprise cuando él y su tripulación regresan a la Tierra para que la nave sea retirada del servicio activo. Archer se prepara para asistir al acto inaugural de una Federación Unida en la que humanos y alienígenas podrán resolver sus diferencias pacíficamente. Esta simulación holográfica está siendo estudiada por el comandante William Riker, de “La Nueva Generación”, intentando averiguar el origen de un misterioso acontecimiento sucedido durante el mando de Archer, cuando éste rescató a una chica andoriana de unos siniestros criminales y Tripp se sacrificó para detenerlos.

 

Algunos de los miembros del reparto se molestaron por que se hubieran traído a personajes de “La Nueva Generación” (también aparecía Marina Sirtis encarnando a la consejera Deanna Troi) precisamente en ese capítulo de cierre. La siempre locuaz Jolene Blalock declaró al Boston Herald: “Asumí que el final sería sobre nuestra serie y no de todo un conglomerado… fue insultante”. Buena parte de la prensa especializada en televisión opinaba igual, pero Berman (guionista junto a Brannon Braga de ese episodio) lo justificó diciendo que lo que se preveía iba a ser un adiós de la franquicia en la pequeña pantalla debía incluir a todos los trekkis, no sólo a “Enterprise”. De hecho, los últimos segundos de aquel episodio final incluyeron las famosas entradillas clásicas con las voces en off de Kirk y Picard.

 

Con todo, el propio Braga tuvo que admitir que, aunque la idea de observar a los personajes de “Enterprise” a través de los ojos de una generación posterior era interesante y que la intención era correcta, la historia en sí misma resultó ser más plana de lo que merecía y que matar a Trip molestó a mucha gente. Una parte importante de los fans e incluso del equipo creyó –y no les faltaba razón- que dar el protagonismo a Riker y Troi en un capítulo final en el que el centro absoluto deberían ser los personajes de la serie, fue una falta de respeto hacia éstos. El propio Jonathan Frakes se sintió incómodo con la situación y comprensivo con la decepción del reparto; y Manny Coto consideró la dupla “Demonios” y “Terra Prime” como el auténtico final de “Enterprise”.

 

El último día de rodaje, aparecieron por sorpresa en el set dos invitados: Majel Barrett Roddenberry y su hijo, Rod, que agradecieron a todo el equipo lo duro que habían trabajado para mantener vivo el legado de su marido y padre.

 

Durante un tiempo, se tuvo la esperanza de que Spike TV (el nombre de TNN, The Nashville Network, a partir de 2003, y cuyo target eran los jóvenes varones de entre 18 y 34 años), que había emitido “La Nueva Generación” con buenos ratings de audiencia, podría estar interesada en renovarla. Los aficionados trataron de salvarla organizando una campaña de peticiones epistolares dirigidas a la cadena y tratando de recaudar 32 millones de dólares con los que colaborar en el presupuesto de una posible quinta temporada. A pesar de que profesionales anónimos de la industria aeroespacial que pensaban que “Enterprise” había hecho mucho para promocionar la exploración espacial se comprometieron a donar 3 millones de dólares, el proyecto estaba muerto. Al final de la cuarta temporada, Paramount ya contaba con 98 episodios, suficientes para revenderla en el mercado sindicado.

 

Rick Berman diría: “No soy muy partidario de echarle la culpa a nada. Jonathan Dolgen, presidente de Paramount en aquel entonces, utilizó conmigo la frase "fatiga de franquicia", que creo que fue una de las mejores explicaciones de lo que estaba yendo mal. Por entonces, hicimos una película con uno de los mejores guionistas de Hollywood, John Logan, llamada "Star Trek: Némesis", y fracasó. Simultáneamente, hubo problemas con "Enterprise". Así que creo que realmente todo tenía que ver con la sensación de "fatiga de franquicia" y con el hecho de que se había producido muchísimo de Star Trek”.

 

Pero había otros puntos de vista. El crítico Glen C.Oliver lo interpretó así: “A pesar de mis muchos recelos sobre la dirección que a menudo tomaron estas series, sostengo firmemente que “La Nueva Generación”, "Espacio Profundo Nueve", "Voyager" y "Enterprise" no provocaron "fatiga de franquicia", como algunos han afirmado. Afirmo que su estilo, su narrativa a menudo carente de imaginación y los desenlaces blandos que sus historias solían ofrecer fueron lo que promovió el desinterés por la franquicia. "Fatiga" sugiere demasiado de algo. En este caso, creo que a muchos fans simplemente les dejó de importar  porque Star Trek los llevó a esa posición. Por decisiones que se tomaron de forma activa y repetida, y también por decisiones que no se tomaron. Con el paso de los años, Star Trek dejó de tratar sobre algo tangible. Y al final, ¿quién quiere ver series que no parecen estar completamente seguras de su propia identidad? ¿Series que casi parecen rehuir su propio potencial?”

 

Hay una innegable dosis de tragedia en el propio espíritu de “Enterprise”. Es una serie que no supo encontrar su rumbo debido a una nefasta combinación de malas decisiones y un timing inapropiado. Es muy significativo que la cuarta temporada muestre a la Enterprise regresando a la Tierra una y otra vez. La serie no pudo escapar de sus problemas internos por mucho que lo intentó.

 

La cuarta temporada de “Enterprise” fue audaz y ambiciosa, pero también limitada por las barreras establecidas por la propia franquicia. Nunca tuvo una oportunidad real de salvar a Star Trek del desinterés del público y, sin embargo, su último año brilló con más fuerza, conectando con el pasado y mirando al futuro. Fue el final de aquella larga etapa de Star Trek, pero no el peor imaginable.

 


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