Cuando se instituyeron los Premios Hugo en 1953, la de Mejor Artista no era una de las categorías originales. Ésta se presentó ya en la segunda edición, en 1955, proclamándose ganador Frank Kelly Freas. Desde entonces y con la excepción de 1957, se ha venido concediendo alguna versión de ese mismo premio. Inicialmente denominada “Mejor Artista”, acabó convertida en Mejor Artista Profesional” cuando se incluyó también la de “Mejor Artista Aficionado” en 1967. Pues bien, Michael Whelan se hizo con el primero de estos galardones en 1980, dando inicio a una racha de siete años ganadores. Acabó ganándolo nada menos que trece veces, la última en 2002, siendo nominado en 31 ocasiones.
Los Premios Locus los estableció en 1972 la revista del mismo nombre y
sus ganadores se eligen en base a una encuesta entre sus lectores. En años más
recientes, el sondeo se ha abierto también a los lectores online, aunque dando
un peso mayor a los votos de los suscriptores. En varias ocasiones, se ha
otorgado durante la celebración de la Westercon (la Convención de Ciencia
Ficción y Fantasía de la Costa Oeste), fundada en 1948. La categoría de Mejor
Artista en estos premios se remonta a 1974, si bien en los tres años anteriores
ya se había engregado galardón al “Mejor Portadista”. El primer premio al
Artista Profesional fue a parar a Frank Kelly Freas. Michael Whelan ganó su
primer premio Locus en 1980, obteniéndolo otras veinte veces en los años
siguientes.
Whelan fue el primer artista vivo en ser incluido en el Salón de la Fama de la Ciencia Ficción, donde se lo calificó como "uno de los artistas contemporáneos de Ciencia Ficción y Fantasía más importantes". Citaron su influyente papel en la fundación de un nuevo realismo para las ilustraciones que adornaban las portadas de los libros, en contraste con el estilo surrealista dominante en los años 50 y 60. "Su estilo, sin embargo, es mucho más intrincado y naturalista -a pesar de los temas fantásticos- que el de sus predecesores de la era pulp", escribieron. Su estilo a menudo se ha dado en llamar “realismo imaginativo”.
El padre de Whelan trabajó en la industria aeroespacial y, como
resultado, pasó gran parte de su juventud como un nómada, trasladándose de una
base militar a la siguiente y viviendo cerca de cohetes y misiles, cuyos
lanzamientos, tanto exitosos como fallidos, pudo ver de primera mano. Esto, sin
duda y junto a la dificultad de establecer amistades duraderas por el continuo
cambio de escuelas, ayudó a fomentar su amor por las películas de ciencia ficción.
Comenzó pronto a dibujar ovnis, monstruos de ojos saltones y otros elementos clásicos
del género. Estudió en la Universidad Estatal de San José y luego en el Art
Center College of Design. Su trabajo impresionó a Donald A. Wollheim, quien le
encargó su primera portada en 1975 para “The Enchantress of World’s End”, de
Lin Carter.
Poco después de llegar a la Costa Este, acudió con muestras de su
trabajo estudiantil a la convención artística Lunacon, en Nueva York. Harlan
Ellison vio sus ilustraciones y le consiguió su primer trabajo para una
revista, ilustrando su relato “Croatoan”, que apareció en “Gallery” en junio de
1975. En aquel evento también conoció a Rick Bryant, que lo presentó a Neal
Adams. Éste, que siempre fue muy generoso con los autores noveles en busca de
un empujón en sus carreras, llamó al director artístico de Ace Books y le abrió
las puertas para su primer encargo en esa importante editorial. Sólo en ese
año, Whelan pintó las ilustraciones de las portadas de diez libros.
Pronto se ganó reputación de artista con talento, imaginación y fiable
en sus compromisos de entrega, lo que le permitió obtener trabajos en
editoriales de primer orden, como la mencionada Ace, DAW o Del Rey. En 1979,
Michael Whelan ya había dibujado varias portadas de libros hoy icónicas. Sus
ilustraciones para el personaje de Elric, creado por Michael Moorcock, fueron
la carta de presentación de ese brujo albino para varias generaciones de
lectores y sus pinturas para las novelas de Pern de Anne McCaffrey sin duda
sirvieron para cautivar la imaginación de millones de lectores. En 1979, produjo
otra serie de once portadas que se convertirían en auténticos clásicos, en
concreto para la serie de Barsoom de Edgar Rice Burroughs.
Al recibir el encargo, Whelan leía, a menudo dos veces, toda la novela cuya portada debía ilustrar. “Intento que sea el libro lo que determine mi aproximación al tema”. Describe su misión como la de “comunicador”, un intermediario entre las palabras, visión y propósito del escritor y las expectativas del lector. Este enfoque significa que el simbolismo de su obra es tan importante como la escena que muestra.
Michael Moorcock dijo de él: “Estoy
más que normalmente agradecido con un artista que no sólo ha retratado a Elric
como lo imaginé (y describí) sino que también consigue capturar algo de la
atmósfera adecuada”. Anne McCaffrey lo elogió en estos términos: “Afortunado sin duda es el autor que tenga a
Michael Whelan como ilustrador”. Y Poul
Anderson: “''Lee. Es sorprendente que tan
pocos ilustradores lo hagan... Obviamente, Michael Whelan estudia los
manuscritos con atención y luego piensa mucho antes de comenzar a trabajar. Les
aseguro que en todo lo mencionado anteriormente, y seguramente en casi todo lo
demás, ha logrado que los escenarios y las personas, incluidos los no humanos,
sean exactamente los correctos”.
Whelan no se limitó a los libros. Se encargó, por ejemplo, de la portada del álbum de Meat Loaf “Bat Out of Hell II: Back into Hell” (1993) además de proporcionar diferentes ilustraciones para el libreto interior. Desde ese momento, otros músicos le confiaron las portadas de sus discos, desde Michael Jackson a Sepultura.
A comienzos de la década de los 90, Whelan empezó a dedicar casi todo
su tiempo a la pintura, protagonizando su primera exposición en 1997. El éxito
obtenido llevó a otra en 1999 y a su semiretiro de la ilustración (aunque siguió
colaborando ocasionalmente con su arte para libros de Stephen King, Robert
Jordan, Tad Williams o Brandon Sanderson). En 2024, anunció su retiro
definitivo del mundo de la ilustración de portadas.
Michael Whelan es, sin duda, uno de los artistas de Ciencia Ficción y Fantasía más valorados del último medio siglo. Moviéndose con igual maestría desde la Espada y Brujería hasta la Space Opera, su obra está impregnada de un espíritu reflexivo, empatía y emoción ausentes en el trabajo de muchos otros artistas contemporáneos.
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