sábado, 10 de agosto de 2019

1993- STAR TREK: ESPACIO PROFUNDO NUEVE (2)


(Viene de la entrada anterior)

Mientras tanto, en febrero de 1992, Paramount anunció el comienzo de la producción de la nueva serie con nuevos personajes. No tardaron en extenderse los rumores acerca de los posibles protagonistas, citándose a un comandante padre soltero y su hijo; un alienígena metamorfo cuya forma natural era una masa protoplasmática; un ser proveniente de un mundo de baja gravedad que para convivir con los humanos debía confinarse a una silla de ruedas; así como el matrimonio O´Brien y la alférez Ro Laren, éstos últimos trasladados de “La Nueva Generación”.


El alienígena en silla de ruedas nunca llegó a unirse a la tripulación, pero sí apareció en el episodio “Melora” de la segunda temporada, en la que Daphne Ashbrook interpretaba a la alférez Melora Pazlar, la primera oficial elaysiana de la Flota. El metamorfo sería Odo; y Miles y Keiko O´Brien se trasladaron con su hija Molly de la Enterprise a Espacio Profundo Nueve. El padre comandante y su hijo se convirtieron en Ben y Jake Sisko. Sin embargo, la alférez Ro nunca llegó a aparecer. Pero vayamos por partes.

El 25 de marzo de 1992, antes de que siquiera hubiera comenzado el casting, “Espacio Profundo Nueve” ya se había vendido a 84 cadenas de televisión de la red sindicada de Estados Unidos. Incluso con el guión del episodio piloto ya completado semanas antes de comenzar la producción propiamente dicha, el rodaje se convirtió en una tarea extraordinariamente ardua. Las cosas se complicaron debido a retrasos en la construcción de los decorados y sets y el largo
proceso de casting. Y es que se había trazado la ambientación general, establecido el arranque de la serie y delineado los personajes principales, pero los productores necesitaban encontrar a los actores que les dieran vida.

Uno de los ladrillos más importantes a la hora de construir una serie de éxito es el reparto, conseguir un grupo de actores capaces de interactuar con fluidez. Si no tienen química entre sí, el público lo notará inmediatamente. Afortunadamente, EPN reunió a un grupo de profesionales con habilidades interpretativas tan diversas como su aspecto, algunos de ellos, ya lo veremos, extraídos de “La Nueva Generación”.

Cuando comenzó el proceso de casting en junio, los fans y los medios de comunicación
rebosaban de rumores y preguntas. Por ejemplo, ¿Era viable una serie de Star Trek sin una nave estelar Enterprise en ella? (algo que, por otra parte, ya habían demostrado varias novelas de la franquicia). También se dijo que, libres de la supervisión del fallecido Roddenberry, Michaekl Piller y Rick Berman estaban llevando a la nueva serie por un derrotero mucho más oscuro, un rumor que no hubo manera de desmentir y que en cierta medida vino confirmado por la emisión de los primeros episodios. Al mes siguiente, septiembre de 1992, Paramount anunció el casting definitivo. En esta ocasión, los principales habitantes de EPN serían una discordante colección de individuos alienados entre sí y, en mayor o menor medida, de los de su propio pueblo.

El reparto de protagonistas debía estar encabezado por alguien que como oficial al mando pudiera aportar la misma presencia y carisma que William Shatner como James T.Kirk y Patrick Stewart como Jean-Luc Picard. Por otra parte, Berman y Piller decidieron que había llegado el momento de que el oficial de máximo rango fuera de raza negra y se realizaron pruebas a diferentes actores, incluyendo nombres conocidos como James Earl Jones o Carl Weathers. Pero tampoco se descartaron actores caucásicos americanos, ingleses y alemanes (se dice que “MacGyver”, Richard Dean Anderson, estuvo considerado para el papel). Al final, el elegido para dar vida al comandante (más adelante capitán) de la estación, Benjamin Sisko, estaría interpretado por Avery Brooks, conocido por encarnar al personaje de Hawk en la popular teleserie “Spenser, Detective Privado” (1985-1988) y luego en su propio y efímero programa, “Un Hombre Llamado Halcón” (1989).

El pasado de Sisko está dominado por la tragedia. Cuando Picard estaba abducido por los Borg
como Locutus y lideró a su flota contra la Federación, Sisko fue el comandante de una de las naves destruidas por aquél en el episodio “Lo Mejor de Ambos Mundos”. Allí perdió a su esposa Jennifer y desde entonces ha tenido que criar solo a su hijo Jake. No ha superado la muerte de su mujer y no recibe con agrado la orden de hacerse cargo de EPN.

Aunque los productores querían alguien con buenas dotes interpretativas, sobre todo dieron prioridad al carisma. Ahora bien, su elección no fue del agrado de Ira Steven Behr, que consideraba un error tener a Brooks como Sisko. El tratamiento inicial decía que era un oficial de poco más de treinta años y el que el actor fuera un hombre ya maduro y que no hubiera alcanzado siquiera el grado de capitán, a juicio de Behr, decía poco de él como hombre preparado para el mando. Behr quería demostrar que el trabajo de Sisko era, de alguna forma, más importante, o al menos más complicado, que el de Picard o Kirk. Porque éstos eran
exploradores y aquél es un constructor. Su tarea es forjar una alianza y una relación entre especies, algo muy distinto a ir explorando mundos que se abandonan con tanta rapidez como se encuentran. Lo que haga o no haga Sisko en un capítulo puede tener consecuencias tres, cuatro o cuarenta episodios más tarde.

Sisko, obviamente, fue uno de los puntos focales de la serie y experimentó una impresionante transición desde el comienzo de la misma hasta su conclusión siete años después. Al ser destinado a EPN, su opinión sobre Bajor no era precisamente favorable, considerándolo un mundo retrasado y marginal, un punto muerto para su carrera. Pero con el transcurso de las temporadas aprende a admirar y respetar su cultura, sus bellezas naturales, su historia e incluso sus gentes hasta el punto de construirse una casa para pasar su jubilación. Asimismo, al principio se muestra no sólo escéptico sino incluso despreciativo con la religión y espiritualidad bajoranas, pero poco a poco acepta su papel como reverenciado Emisario de las divinidades de ese mundo (que resultan ser avanzadísimos alienígenas que viven en el cercano
agujero de gusano). Aprende el valor de la tolerancia y el perdón, cura el dolor que siente por la pérdida de su esposa y termina la serie de una forma inesperada que no voy a desvelar aquí.

El amor nostálgico de Sisko por el beisbol (deporte ya extinto en el siglo XXIV) y su gusto por la cocina casera (especialmente la de Nueva Orleans, donde su padre aún tiene un restaurante), recuerdan el amor que sentía Picard por los objetos antiguos y los libros de Shakespeare. Pero Picard es en mayor medida un hombre devoto de la Flota y la Federación, mientras que Sisko es más rebelde, llegando a desobedecer órdenes directas de sus superiores para defender a sus hombres.

Un factor clave en el éxito de la Star Trek original había sido la inclusión del señor Spock, un alienígena que podía analizar a la especie humana con una perspectiva distante y objetiva. Esa misma función la realizaba Data en “La Nueva Generación”. Y en “Espacio Profundo Nueve”, se repite el patrón en el personaje de Odo, el jefe de seguridad de la estación, un metamorfo de origen desconocido. Ya había desempeñado ese mismo puesto durante la ocupación cardasiana y lo conservó después gracias a su íntimo conocimiento de las instalaciones y su inquebrantable integridad, fuera cual fuese el amo al que sirviera.

Odo estaba interpretado por René Auberjonois, un veterano conocido sobre todo en ese momento por haber participado en 135 episodios de la comedia “Benson”. Auberjonois hizo en “EPN” un trabajo excepcional habida cuenta de que tenía que someterse para cada episodio a dos horas de maquillaje e interpretar a través de una gruesa e inexpresiva máscara de látex. Tampoco en esta ocasión la elección de los
productores fue del gusto de Behr, que no veía que Auberjonois tuviera similitud alguna con el perfil de vaqueros solitario interpretado por Clint Eastwood, tal y como decía “la biblia” de la serie. Este tipo de divergencias entre los planteamientos iniciales con los que él y Peter Allan Fields habían trabajado aportando ideas y argumentos para futuros personajes, y la elección final de los actores, dificultaba mucho su trabajo.

Como he dicho, Odo venía a ser el elemento extraño, inhumano, que contemplaba a la humanidad desde el exterior. Pero había más diferencias que similitudes entre Odo y Spock o Data. Odo es un ser frustrado: por no conocer su origen, por haber vivido entre seres que no son su pueblo, por verse forzado a adoptar una forma humanoide que no es la suya… Desde luego, observa y hace apreciaciones sobre el comportamiento y naturaleza humanos, pero no desea ser humano. Lo que verdaderamente anhela es conocer su origen y si hay otros como él en el universo, algo que finalmente averiguaría en el episodio “La Búsqueda”, un hallazgo que con el transcurrir de la serie le acarrearía más tristeza y decepción que alegrías, dándose cuenta de que con quien
realmente se sentía a gusto era con sus amigos humanoides de EPN. Tanto es así que se unirá a éstos en la guerra contra el Dominio, el poderoso imperio del Cuadrante Gamma fundado y liderado por sus congéneres.

Su capacidad para adoptar virtualmente cualquier forma a voluntad hace de Odo el más versátil –y el más alienígena- de toda la tripulación de EPN. Por otra parte, como no creció bajo el cuidado de otros metamorfos, no ha perfeccionado esa habilidad y, en particular, tiene problemas para reproducir el rostro humano. Como “persona”, es alguien con un sentido extraordinario de la dignidad y la justicia, pero también hace gala de un seco sentido del humor, sobre todo en su interacción con Quark. En general, esconde sus auténticos sentimientos y su progresiva “humanización” (especialmente su amor por Kira) bajo una fachada de tipo gruñón y puntilloso. Como ha vivido toda su vida en el Cuadrante Alfa y es el único metamorfo conocido, su situación es equivalente a la del androide Data en “La Nueva Generación” y más ajeno a la cultura humana de lo que lo habían sido Spock o Worf.

En toda serie de Star Trek, tiene que haber un oficial médico. Y en “EPN”, siguiendo los
ilustres pasos de Leonard “Bones” McCoy y Beverly Crusher, tenemos a Julian Bashir, interpretado por Siddig El Fadil (conocido como Alexander Siddig a partir de la cuarta temporada). La idea original había sido que el doctor fuera de raza hispana y, de hecho, en la “biblia” su nombre figuraba como Julian Amoros. Pero tras muchos problemas con el casting, encontraron en Siddig –de ascendencia sudanesa- la persona idónea, así que optaron por cambiar la etnia del personaje y convertirla en arábiga.

Bashir es un joven licenciado de la Academia Médica de la Flota, brillante, ambicioso y con más entusiasmo que sentido común. Piensa que en EPN encontrará toda la aventura que desea. Michael Piller lo ideó como alguien no particularmente simpático para el espectador debido a su arrogancia y vanidad. Y lo consiguió porque a mitad de temporada el estudio le dijo: “Tenemos que despedir al médico. No le gusta a nadie”. Exactamente eso era lo que se pretendía. Piller defendió al personaje y su visión sobre el mismo, aunque sí lo suavizó un tanto en lo sucesivo.

Al final de la serie, será uno de los personajes que haya registrado un arco más interesante, pasando de novato arrogante a sensato y experimentado oficial y descubriéndose por el camino su secreto: en el episodio “¿Doctor Bashir, supongo?”, se revela que siendo un niño fue genéticamente modificado para mejorar su inteligencia y capacidades físicas. No solamente era una práctica ilegal –lo cual está a punto de costarle el puesto- sino que lo convirtió en un alienado de todo el mundo excepto de aquellos compañeros de EPN cuyo respeto se ha ganado. En la sexta temporada, con su secreto ya expuesto, Bashir puede exhibir sus habilidades sobrehumanas, por ejemplo realizando complejos cálculos a gran velocidad.

El jefe de ingenieros Miles O´Brien, interpretado por el gran actor irlandés Colm Meaney, había ido poco a poco cobrando prominencia en la Nueva Generación desde sus humildes
inicios como operador anónimo del transportador. Se traslada a EPN como jefe de ingeniería junto a su mujer, la botánica Keiko, y su pequeña hija Molly. Los guionistas hicieron al principio hincapié en su relación matrimonial y su lucha por compatibilizar la gran responsabilidad de hacerse cargo del funcionamiento de la estación y sus deberes como esposo y padre. Como es lógico, esto daba lugar a frecuentes conflictos, algo que muchos espectadores no recibieron con agrado por considerar que no respetaba la filosofía de Roddenberry, así que los productores decidieron abandonar ese camino.

Otra faceta importante de O´Brien era su relación de amistad con el doctor Bashir, una
relación que sólo se forjó con el tiempo. Al principio, Bashir veía a O´Brien como un héroe, un veterano profesional que había participado en mil aventuras y al que aspiraba a imitar. Su actitud entusiasta y carácter hablador y excesivamente extrovertido ponía a prueba la paciencia de O´Brien, que miraba con una mezcla de condescendencia y desprecio a ese joven novato con acento inglés de clase alta. Poco a poco, trance tras trance, aprende a respetarlo y los dos se convierten en inseparables.

Los avariciosos y grotescos Ferengi habían sido presentados en el episodio “El Último Baluarte” de la primera temporada de La Nueva Generación, y se decidió incluir a un representante de esa especie en “EPN” como propietario del bar de la Promenade. Aunque al
principio Quark se utilizó como una especie de alivio cómico –al fin y al cabo, los ferengi siempre habían sido representados como seres ridículos e histriónicos -, pero pronto los guionistas supieron darle a Quark una personalidad compleja aprovechando el carisma y talento del actor que lo interpretaba, Armin Shimmerman (por cierto, el primero que había dado vida a un Ferengi en el mencionado episodio y que aquí fue llamado para repetir).

El bar de Quark añadió una nueva dimensión a la serie. No sólo nos descubre la presencia de empresas privadas en la estación –que no deja de ser una instalación militar- sino que en este caso, además, se trata de un turbio negocio que mezcla la venta de bebidas y comidas, el juego y las holosalas dispuestas para fantasías sexuales.

Shimmerman supo darle a Quark una dignidad y, a falta de mejor expresión, una humanidad, que nadie al principio había sospechado, alejándolo de la burda caricatura y sátira capitalista que era al comienzo. Estaba orgulloso de ser un
ferengi pero a menudo y debido al contacto con los humanos de la Flota estacionados en EPN, se encuentra enfrentado a conflictos internos impensables para un ferengui de pro. La cultura codiciosa, egoísta y mercenaria propia de su pueblo choca con una creciente conciencia que, con el tiempo, aprende a aceptar aunque no a reconocer públicamente. De hecho, demuestra que puede comportarse con nobleza y generosidad. En el episodio “Asuntos de Familia” nos enteramos de que ama a su madre aun cuando ésta sea una hembra excéntrica que escandaliza a la sociedad de su mundo participando en negocios, llevando una vida pública, hablando con extraños y –horror de los horrores- llevando ropa, todo ello actividades y costumbres prohibidas a las mujeres ferengui.

En “Los Jem´Hadar”, Quark recuerda al espectador que los ferengui no son tan diferentes de
los líderes capitalistas humanos, argumentando que el disgusto que los terrestres del siglo XXIV sienten por la cultura ferengui se debe a que ésta es un constante recordatorio de un aspecto de su pasado que les gustaría olvidar. La única diferencia, añade, es que los antiguos humanos eran todavía peores: los ferengui, aunque codiciosos, nunca han llegado a los niveles de bajeza humanos, como esclavizar a sus semejantes o iniciar guerras por motivos económicos.

El actor Cirroc Lofton, que había debutado un año antes en “Beethoven: uno más de la familia”, creció tanto literal como profesionalmente, en “EPN” (tenía 14 años cuando fue elegido para el papel) interpretando a Jake Sisko, el hijo del comandante. Al principio, tras haber vivido en cuatro naves distintas y dos planetas, Jake es un muchacho que sólo desea
regresar a la Tierra y no quedarse en un sitio tan lúgubre como EPN. Conforme la serie avanzara, la relación entre Jake y su padre se convertiría en una de las más sólidas de toda la franquicia, entre otras cosas porque le añadía una carga al personaje del comandante Sisko de la que carecían Kirk o Picard: preocuparse por el presente y el futuro de su hijo.

Por otra parte y a pesar de las reticencias iniciales de muchos aficionados, Jake Sisko nada tenía que ver con el Wesley Crusher de “La Nueva Generación”, un supergenio que parecía salvar la nave en episodios alternos. Jake es un muchacho normal que no aspira a seguir los pasos de su padre como oficial de la Flota y que lucha por encontrar su propio camino e independencia. No tiene grandes habilidades técnicas, no va a salvar la estación.



(Continúa en la siguiente entrada)

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