sábado, 24 de agosto de 2019

1993- STAR TREK: ESPACIO PROFUNDO NUEVE (4)


(Viene de la entrada anterior)

La segunda temporada arrancó en septiembre de 1993, expandiendo el universo Star Trek con nuevos elementos y líneas argumentales anteriormente iniciadas, no sólo en EPN sino también en la Nueva Generación y la serie clásica. A pesar de contar con tres guionistas diferentes (Ira Behr, Peter Allan Fields y Michael Piller respectivamente), los primeros tres episodios de esta nueva temporada, “Regreso a Casa”, “El Círculo” y “Asedio”, conformaban un arco argumental único que permitió a los guionistas explorar más a fondo la política bajorana y su impacto en todos los personajes. Cardasia apoya un grupo militar encubierto, el Círculo, que pretende derrocar al gobierno de Bajor, lo cual incrementa la tensión entre ambas especies. Los problemas ocultos entre Bajor y el personal de la Federación que opera EPN también se pone de manifiesto cuando un grupo de bajoranos asedia y ocupa la estación con el propósito de expulsar al personal de la Federación. Por casualidad, esta historia sobre las luchas intestinas en Bajor fue emitida justo cuando Boris Yeltsin se enfrentó al Parlamento ruso.


Para dar vida al ministro de Bajor Jaro Essa se escogió al veterano actor Frank Langella; y Louise Fletcher volvió para interpretar otra vez a la insidiosa líder religiosa de ese planeta, Vedek Winn. Esto significó otra señal del deseo de los responsables de la serie de alejarse del formato prevalente en la franquicia hasta ese momento. La cadena siempre había argumentando que introducir continuidad en la serie en contraposición a episodios autónomos, sería un desastre de cara a vender posteriormente el programa al mercado sindicado. En ese momento nadie podía verlo (con la posible excepción de Ira Steven Behr), pero esa innovación permitiría introducir un sentido de la épica desconocido en Star Trek.

Buena parte de la segunda temporada se dedicó a ir definiendo los personajes mediante historias que integraban diversos conceptos de ciencia ficción. También se consiguió demostrar el carisma y potencial de los personajes secundarios recurrentes, como Rom, Gul Dukat o Garak, que no tardarían en ser tan importantes para las grandes tramas de la serie como los protagonistas.

La interacción con el Cuadrante Gamma también cobra mayor importancia en la segunda temporada cuando los Ferengi intentan establecer allí una base comercial estable en “Reglas de Adquisición”. En “Santuario”, tres millones de refugiados de ese sector llegan al Alfa huyendo de la tiranía de algo llamado “El Dominio”, una amenaza con cuyo brazo armado, los temibles Jem´Hadar, tomarán contacto Sisko y Quark en el último capítulo de la temporada. Los guionistas habían por fin
encontrado el auténtico y terrible adversario que necesitaba la serie. El Dominio es un imperio, una tiranía cuyos líderes permanecen en la sombra y que ejercen su poder sobre una gran cantidad de razas y civilizaciones. Han creado por manipulación genética especies como los Vorta o los Jem´Hadar, que les sirven de diplomáticos o guerreros Es, podría decirse, el reverso oscuro de la Federación. En una temible demostración de poder militar y tecnológico, expulsa a los colonos bajoranos y al personal de la Federación del Cuadrante Gamma y les prohíbe que vuelvan a atravesar el agujero de gusano. Esta claro que el Dominio no es una fuerza benevolente y que estaba destinado a convertirse en la principal amenaza alienígena de la serie.

Este conflicto –y luego guerra- con el Dominio sirvió para distanciarse mucho de las series anteriores de Star Trek en tanto en cuanto servía de un fuerte nexo argumental que se prolongó durante varias temporadas, rompiendo la clásica estructura episódica.

Hubo en esta segunda temporada otros episodios muy logrados aun cuando no contribuyeran de forma relevante a impulsar los principales arcos argumentales. “Juramento de Sangre”, un homenaje al Star Trek clásico, nos trae de vuelta a los klingons y, en concreto a un trío de ellos, guerreros ancianos, que ya habían aparecido décadas atrás en la serie original y que ahora retornan interpretados por los mismos actores: Kor (John Colicos), Koloth (William Cambpell) y Kang (Michael Ansara), que aquí resultan ser viejos amigos de Curzon Dax.

Por su parte, “El Sendero”, en el que Kira y Bashir viajan a un universo alternativo en el que encuentran versiones malvadas de sus amigos, es una especie de secuela del episodio clásico “Espejito, Espejito” (habría otros capítulos de la serie ambientados en ese mismo universo, “El Otro lado del Espejo” (temporada 3) y “Espejo
Destrozado” (temporada 4)). En el episodio de la serie original, los personajes del universo espejo eran casi los opuestos de los “auténticos”. Pero en EPN, no podía ser de otra manera, se juega con los grises y las relaciones entre los personajes y sus dobles son mucho más complejas. Las versiones de Kira y Bashir son perversas, pero Jennifer Sisko y O´Brien no han experimentado prácticamente ninguna variación; Jadzia parece similar aunque algo más sensual. Por otra parte, el Sisko “espejo” es un canalla servil y mujeriego que, a pesar de ello, consigue encontrar en su interior la suficiente nobleza como para liderar una rebelión contra la Alianza distópica que gobierna el Cuadrante Alfa de ese universo.

Como hacían sus predecesoras, “Espacio Profundo Nueve” todavía nos asegura que los problemas sociales y económicos que nos acosan en la actualidad se habrán resuelto en el
futuro, al menos en la Tierra. Pero también se pregunta con frecuencia si las soluciones halladas son absolutas o perfectas. En “Paraíso”, se retomaba uno de los temas recurrentes de la serie original: la falsa utopía, aunque de una forma bastante más compleja y matizada que en aquella. Durante una misión, Sisko y O´Brien, se transportan a la superficie de un planeta sólo para descubrir que éste se halla cubierto por un “campo duonético” que anula todos los instrumentos electrónicos, incluyendo fásers, comunicadores y transportadores. Son hallados por un grupo de colonos de la Tierra que más de una década atrás hicieron un aterrizaje de emergencia y que han conseguido sobrevivir bien sin ayuda de tecnología sofisticada de ninguna clase. De hecho, han prosperado y la comunidad que fundaron, liderada por la carismática Alixus (Gail Strickland), parece haberse convertido en una especie de utopía agrícola.

Al principio, todo parece perfecto. Alixus y los colonos reciben con afecto a los recién llegados y les invitan a unirse a ellos mientras esperan que la Flota localice su lanzadera en órbita y los
rescate. Sisko y O´Brien así lo hacen, trabajando codo a codo con los colonos en los campos de cultivo. Entretanto, los colonos (y especialmente Alixus) insisten que la vida sin tecnología avanzada no ha sido una desgracia y que, de hecho, tiene muchas ventajas. Trabajar en las tareas agrícolas y cultivar los frutos que uno mismo come les pone en contacto con el entorno natural, mientras que compartir la cosecha les hace partícipes de un genuino sentimiento comunitario. Uno de los colonos, Joseph (Steve Vinovich), es un antiguo ingeniero que ha aprendido a valorar esta nueva vida. Como le dice a Sisko: “Estamos más comprometidos los unos con los otros; somos de verdad parte de la vida de los demás. Hemos recuperado un sentimiento de comunidad que el hombre abandonó hace siglos”.

Además de esa devoción por la comunidad, los colonos sienten también que su experiencia en el
planeta les ha ayudado a tomar conciencia de sus identidades individuales. De hecho, cuando Sisko se niega a ceder a la insistencia de Alixus para reclutarlo a su causa, ella le dice que su vida en una sociedad tecnológica le ha hecho estar “desconectado de su propia identidad”. Sisko la ignora y ordena a O´Brien que busque una forma de traspasar el campo duodénico para que puedan salir del planeta, a lo que Alixus responde encerrándolo en una celda metálica, un castigo utilizado para reforzar la obediencia a las reglas de la colonia. Sisko se niega a rendirse, prefiriendo marchitarse en la sofocante celda antes que abandonar sus propias creencias. Mientras tanto, O´Brien consigue localizar la fuente del campo: una máquina preparada por la propia Alixus; en otras palabras, un artefacto de alta tecnología con el objetivo de obligar a los colonos a vivir sin ella.

O´Brien desactiva el artefacto y regresa a la colonia con su fáser ya operativo. Libera a Sisko y se enfrentan a Alixus, que admite que fue ella quien provocó el accidente que les llevó al planeta con el fin de construir su propio sueño de una comunidad agrícola libre de los efectos deshumanizadores de la tecnología moderna. Sisko y O´Brien se preparan para llevarse a
Alixus y que responda ante la justicia por haber secuestrado una expedición colonial, pero se encuentran con que el resto de los colonos, a pesar de todo lo que se ha sacado a la luz, prefieren quedarse en el planeta y continuar viviendo de la forma en que lo hacen. Incluso consideran reactivar el campo duonético para impedir cualquier interferencia con su forma de vida. Pero con campo o sin él, seguirán allí, convencidos de los beneficios de hacerlo a pesar de los engaños que los condujeron hasta ese punto. Así, aunque Alixus es presentada como una peligrosa fanática y Sisko y O´Brien representen las virtudes del estilo de vida tecnológico de la Federación, el episodio dista mucho de la invariable inclinación de la serie original a presentar la tecnología como una panacea social, admitiendo que la forma en que han elegido vivir los colonos está recuperando valores sociales que se habían perdido con el progreso.

En el episodio en dos partes “Maquis”, se pone en cuestión incluso la catadura moral de la propia Federación. De hecho, esta historia es una suerte de continuación de otro de los últimos
episodios de “La Nueva Generación” titulado “El Fin del Viaje”, en el que un tratado entre la Federación y los Cardasianos deja a varias colonias de los primeros en territorio de los segundos. Los colonos se niegan a abandonar sus hogares, lo que les pone en continuo riesgo, especialmente después de que el gobierno Cardasiano empiece a suministrar armamento a sus propios y recién llegados colonos, esperando que pronto se deshagan de los exciudadanos de la Federación. Éstos, sin embargo, frustrados por la falta de apoyo de la Federación, forman su propio movimiento de resistencia guerrillera, el Maquis, para luchar contra los cardasianos. Dado que sus actividades violan el tratado, la Federación los considera como forajidos. Aunque son un tanto inflexibles, sí son representados como verdaderos luchadores por la libertad que, hasta cierto punto, han sido abandonados por la Federación ya que defenderlos habría sido políticamente incómodo. De hecho, en “Maquis”, nos enteramos de que el comandante de la Flota Calvin Hudson (Bernie Casey), un antiguo amigo de Sisko, se ha unido a los guerrilleros. El que Sisko deje que Hudson escape cuando tiene la oportunidad de destruir la nave en que viaja demuestra tanto su lealtad a su amigo como su comprensión de que la línea que separa el bien del mal no está nada clara en este caso. Como el propio Sisko explica en el episodio, la Tierra en el siglo XXIV es un paraíso sin problemas sociales o económicos, lo que tiende a simplificar los juicios morales. Pero la vida para los Maquis (y muchos otros en la galaxia) es más complicada, difícil y peligrosa, algo que los mandos de la Flota en la Tierra no parecen comprender.

Cuando Rick Berman, Michael Piller y Jeri Taylor dedicaron íntegramente sus esfuerzos a
lanzar la nueva serie del universo Star Trek, “Voyager”, EPN quedó en manos de Ira Steven Behr, avisado por Piller, eso sí, de que el estudio iba a volcarse con “Voyager” como programa insignia de la franquicia y que contra eso no iba a poder competir. Dejando aparte el comprensible golpe al ego de todos los involucrados, ello les dio la libertad para seguir su propio camino con menor interferencia del estudio.

Behr despidió inmediatamente a Peter Allan Fields como productor, conservando a Robert Hewitt Wolfe e incorporando a Ronald Moore y Rene Echevarría (este último algo reacio puesto que en realidad deseaba irse a “Voyager” junto a su compañero guionista Brannon Braga), ambos provenientes de “La Nueva Generación” y cuyos guiones habían llevado a esa serie a lo más alto de la ciencia ficción televisiva. El cambio de guardia tuvo su reflejo en la propia dirección del programa: aunque las tensiones e intrigas entre Bajor, Cardasia y la
Federación continuarían existiendo, el drama principal se trasladó al Cuadrante Gama y la amenaza del Dominio.

Puede decirse que EPN sufría del síndrome del hijo mediano. Aún se estaba emitiendo “La Nueva Generación”, un fenómeno mediático bajo cuya sombra era difícil prosperar. EPN tuvo un buen lanzamiento apoyado por una amplia publicidad, pero después Paramount decidió que su hijo predilecto iba a ser el recién llegado, “Star Trek: Voyager”, que mucha gente quiso ver como el auténtico sucesor de La Nueva Generación, dejando injustamente de lado a EPN.

Ira Steven Behr expresaba así su decepción al respecto: “Este programa es diferente del que le precedió y es diferente del que vino después. Aunque la gente dice que los fans de la ciencia ficción tienen visión y son capaces de aceptar lo diferente, lo extraño y lo esotérico, no creo que eso sea cierto cuando se trata de la televisión. A la gente le gusta encontrar algo con lo que sentirse cómodo y “Espacio Profundo Nueve” no siempre lo hacía. Creo sinceramente que hubo mucha gente que no entendió el programa.

En cualquier caso, para cuando la tercera temporada comenzó su producción en julio de 1994, EPN había encontrado su rumbo y dejaba de depender de su predecesora, La Nueva Generación.



(Continúa en la entrada siguiente)

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