sábado, 6 de enero de 2018

2000-TITAN A.E. – Don Bluth y Gary Goldman


A raíz del enorme éxito que cosechó “Star Wars Episodio I: La Amenaza Fantasma” (1999), número 1 de taquilla de aquel año, los estudios se dieron cuenta de que había resucitado el gusto popular por la space opera –de la misma forma que había sucedido con el estreno de la primera “Star Wars” veintidós años atrás-. Justo antes de “La Amenaza Fantasma”, sin embargo, ya había aparecido la mediocre “Wing Commander” (1999), seguida por la cinta de animación que voy a comentar ahora. De hecho, cuando examinas “Titan A.E.”, puede llegarse a la conclusión de que es mejor película de lo que acabó siendo aquella entrega de “Star Wars”.



En el año 3028, una especie alienígena de pura energía, los Drej, atacan y destruyen la Tierra. Durante la evacuación del planeta, el niño Cale Tucker se separa de su padre, un ingeniero que escapa a bordo de una colosal nave que contiene un proyecto secreto, el Titán, del que nadie vuelve a saber nada. Quince años después, los supervivientes humanos se ganan la vida como pueden, vagabundeando por la galaxia y trabajando como casi esclavos para otros alienígenas que los desprecian. Cale se ha convertido en un adolescente problemático que trabaja en una estación espacial. Contacta con el capitán Joseph Korso, un antiguo amigo de su padre, quien le revela que el mapa que éste le tatuó en la palma de su mano da la dirección al paradero del Titán, la última esperanza para la humanidad. Cale se une a Korso, su segundo a bordo, la bella Akima y su pintoresca tripulación alienígena en una expedición que debe recorrer la galaxia buscando esa gran nave. Pero sus intenciones no pasan desapercibidas para los Drej, que tienen un infiltrado a bordo y que harán todo lo posible para impedir que tengan éxito.

Aunque la historia original viene firmada por Hans Bauer y Randall McCormack (ninguno de los cuales tiene un currículo particularmente brillante como guionista), la adaptación a la pantalla sí corrió a cargo de nombres más solventes. Por ejemplo, Ben Edlund, creador de un divertido personaje satírico del comic de
superhéroes, The Tick (La Garrapata), que dio el salto tanto a una serie de animación (1994-6) como a una de acción real (2001-2). También intervino John August, luego colaborador habitual de Tim Burton en, por ejemplo, “Big Fish”, “Charlie y la Fábrica de Chocolate” o “La Novia Cadáver”; y Joss Whedon, creador del fenómeno multimedia “Buffy Cazavampiros”, “Firefly” (2002-3) y su spin-off “Serenity” (2005) y director de las –por ahora- dos películas de “Los Vengadores” para Marvel.

La película estuvo dirigida por el veterano Don Bluth, quien había empezado a trabajar para Disney allá por 1957, participando en producciones como “La Bella Durmiente” y, tras un intervalo en el que ejerció de misionero mormón en Argentina, obtuvo una licenciatura en Literatura y trabajó para Filmation en los dibujos animados de los Archies, “Robin Hood”, “Winnie The Poo”, “Los Rescatadores” o “Pedro y el Dragón”. Bluth se marchó de Disney a finales de los setenta, decepcionado por la política del estudio, que entonces optaba por el abandono de la tradición clásica de animación. En un valiente intento de recuperar esa forma
de hacer dibujos animados, Bluth lanzó la excelente “Nimh, el Mundo Secreto de la Señora Brisby” (1982) que, a pesar de toda la ilusión y pericia volcadas en ella, fue un fracaso de taquilla. Ese tropiezo obligó a Bluth a sacrificar sus ambiciones artísticas a favor de la comercialidad facilona y en la siguiente década y media se dedicó a dirigir películas de animación que apelaban a un público amplio y que podían resultar entretenidas pero también algo sosas: “Fievel y el Nuevo Mundo” (1986), “En Busca del Valle Encantado” (1988) o “Todos los Perros van al Cielo” (1989).

A comienzos de los años noventa, el trabajo de Bluth había caído en la mediocridad, como lo
atestiguan “En Busca del Rey Sol” (1991), “Pulgarcita” (1994), “El Jardín Mágico de Stanley” (1994), “Hubi, el Pingüino” (1995) o “Bartok el Magnífico” (1999, directamente a vídeo). Entonces, a mediados de la década, Disney realizó una espectacular reentrada recuperando su estilo clásico e, irónicamente, Don Bluth se encontró contratado por otros estudios que trataban de capitalizar ese nuevo interés popular. Durante este periodo produjo y dirigió para la Fox “Anastasia” (1997) y “Titan A.E.”, sus mejores películas desde “Nimh”.

En “Titan A.E.”, su trío de guionistas recurre a los tópicos tradicionales de la space opera –el joven héroe que hereda un elemento vital para el destino de la Humanidad, la búsqueda de planeta en planeta, el romance, el traidor en las propias filas, el variopinto grupo de secundarios, los débiles rebeldes contra los tiranos poderosos-, pero los mezcla con una sentido de la épica y un encanto del que carecía “La Amenaza Fantasma” de Lucas. Es cierto que la trama es bastante genérica y, por tanto, previsible; y que deja puntos fundamentales sin resolver (como el por qué los Drej quieren exterminar a todos los humanos y en cambio dejan en paz a otras especies alienígenas). La música ha envejecido mal, los villanos, los Drej, son unidimensionales y algún que otro secundario necesitaría algo más de caracterización.

Pero todos esos inconvenientes quedan más que compensados por sus virtudes: su escala épica,
su sentido de lo maravilloso, su narrativa clásica, una historia de amor bien planteada, la solidez de sus personajes protagonistas y la construcción de mundos (los planetas, la colonia de humanos inmigrantes levantada a base de naves desahuciadas, los colores y sorpresas del espacio interestelar…). Además, la historia está salpicada de ese tipo de humor tan propio de Whedon, a base de diálogos rápidos e ingeniosos. Por último, los guionistas no son reacios a disparar, secuestrar, torturar o matar a algunos de los personajes. No es muy habitual ver una película “para niños” en la que un personaje le rompe el cuello al otro.

Un presupuesto más generoso que el de anteriores producciones (75 millones de dólares) permitió a Don Bluth construir impresionantes escenas en 3D –la apertura, con la destrucción de la Tierra; o el final, con ese plano retrocediendo desde el nuevo planeta conforme van llegando naves a su órbita-. Las secuencias de acción, como la huida de la estación, desde el restaurante hasta el espacio, están coreografiadas con tanta o más pericia que las de cualquier película de acción real y transmiten dinamismo, fluidez y emoción a raudales. La parte en la que los héroes son perseguidos en un campo de plantas-globo de hidrógeno en el planeta Secharim, o las escenas del clímax, con las dos naves escondiéndose una de la otra en un anillo de bloques gigantes de hielo, son magníficas y rivalizan sin problemas con la carrera de vainas de “La Amenaza Fantasma” en cuanto a emoción e imaginación. La belleza visual no se limita a la acción, como es el caso de ese momento de paz en el que la nave se desliza por entre nubes de polvo cósmico de colores acompañada por unas criaturas luminosas que bailan a su alrededor.

“Titan A.E.” es una space ópera inteligente en su tratamiento de los tópicos del subgénero y visualmente muy bella. Pertenece a ese selecto grupo de películas de animación, como “El Gigante de Hierro”, “Ghost in the Shell”, “Akira” o “Wall-E”, que son mejores que muchísimos blockbusters de acción real y que demuestran que para transmitir sentido de la maravilla y narrar una historia profunda no son necesarios actores de carne y hueso, ya sea con una pantalla verde de fondo o enfundados en un traje de captura de movimiento. En su momento, “Titan A.E.” podría incluso haber contribuido a salvar y expandir la ciencia ficción para el mundo de la animación.

Pero no fue así. Es muy triste que nadie supiera apreciarla en su momento. No consiguió
recaudar ni siquiera la mitad de su presupuesto, lo que provocó en último término el cierre de la división de animación de la Fox y la retirada de Bluth del mundo de los dibujos animados para dedicarse a desarrollar videojuegos. ¿Qué ocurrió? Probablemente lo de siempre. De la misma manera que se menosprecia a los comics como arte narrativo en favor de una supuestamente más elevada literatura, el público en general y, desgraciadamente, los propios estudios cinematográficos consideran a la animación como un medio sólo apto para los niños –salvo contadas excepciones-. Y así, cuando surge una película de animación inteligente que puede no sólo fascinar a los infantes con su sentido de lo maravilloso sino también servir de entretenimiento para un público adulto, nadie le presta atención.

Quizá “Titan A.E.” llegó demasiado pronto. Contenía elementos un tanto oscuros para los niños de la época (asesinatos, la destrucción de la Tierra, unos Derj bastante violentos) pero que luego han sido explorados abundantemente en series como “Firefly” o “Battlestar Galáctica” (los cylones robóticos y sus naves, por cierto, tienen cierto parecido con los Drejs). Algunos fans han planteado la posibilidad de hacer un reboot, puede que como serie televisiva en la que se acentuaran esos elementos “oscuros”, pudieran perfilarse mejor los personajes y dar más entidad a sus vidas y aventuras. Casi cada segmento de la película podría extenderse para dar lugar a un capítulo de 45 minutos: la destrucción inicial de la Tierra, los problemas de Cale en la estación espacial, la estancia en la colonia de vagabundos humanos… Si se añaden unas cuantas paradas más en la búsqueda del Titán, ya se tiene una serie entera.

Si alguien necesita ideas para un reboot de ciencia ficción, no tiene más que mirar “Titan A.E.”.

7 comentarios:

  1. me gustaba mucho esta pelicula cuando era chico, creo que tendre que verla de nuevo a ver si me sigue gustando como antes

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  2. Hay que verla como lo que es, un entretenimiento. Creo que es un buen producto para introducir a los más jóvenes en la CF, alejándose de los omnipresentes y cada vez más cargantes productos Star Wars.

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  3. Genial y acertado como siempre Manuel, gracias por tanto y tan buen trabajo!!!

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  4. Gracias a ti por pasarte por aqui!!

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  5. Con el debido respeto, esta película me pareció bastante foja en su guión, nada original y lena de clichés, y considero que ese fue el motivo de su fracaso. Los creadores se centraron en el apartado visual, pero se olvidaron de crear un buen guión. Saludos afectuosos.

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  6. Esta película, junto a The Matrix, Star Wars EP 1 y El Señor de los Anillos me marcaron profundamente. Lo primero porque la estrenaron con mis 18 años recién cumplidos y para mi fué un año muy "intenso". La banda sonora, la combinación de dibujo tradicional con CGI (como en Anastasia), un apartado gráfico exhuberante, una historia perfecta para jóvenes adultos (más que para niños)... pues es de mis películas favoritas de mi juventud.

    Aprovechando que hace mas o menos un año publicaron una versión "remasterizada" de Titan AE en Disney+, me he animado a verla de nuevo... y la verdad, ha sido emocionante. Yo no pienso que la música haya "envejecido" mal, por ejemplo en The Matrix también se pusieron temazos de la época que "justamente" ayudan a encajar la película en la época correcta. Obviamente son géneros que ya apenas suenan (Lit, The Urge, Texas, Electrasy, Jamiroquay, etc), son grupos que ya no existen o hacen música de nicho para los que hemos "envejecido" con ellos.

    Una película muy ambiciosa, pero le pasa como al Anime, que a los "occidentales" nos cuesta encajar que sea un género para adultos jóvenes (e incluso para adultos), lástima que no tuviera entrada en el mercado Sci-Fi.

    Por cierto... a Firefly le pasó algo parecido, se adelantó a la época. Un Western-Space Opera ahora hubiera triunfado (ahí tenemos The Mandalorian o El Libro de Boba Fett).

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    1. Ay, Firefly, una de las series más injustamente tratadas de la historia... Al menos nos quedan la media docena de capítulos que pudieron verse... En cuanto a Titan, yo la ví con treinta años y me gustó mucho también. Es una peli muy disfrutable sabiendo qué es y a quién va dirigida. Un formato, el de la animación para jóvenes adultos, que podría utilizarse para adaptar muchísimas obras de CF juvenil en la literatura. Un saludo y gracias por comentar.

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